Urgentes reformas electorales (II)

La opinión de……

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AGUSTIN SANJUR O.

El periodista colombiano Enrique Santos, citado por Darma Zambrana, decía que hay que pensar en la posibilidad de una sola reelección, porque cuando la reelección es permanente, ya no es la continuidad sino el absolutismo, el poder absoluto corrompe absolutamente ( La Estrella de Panamá, “La reelección es un peligro” –5-14- 2009).

Ya lo han dicho algunos connotados pensadores políticos: “ La reelección (a propósito de la reelección presidencial) es un virus que se riega y contamina por toda América Latina, que no es más que una manera disfrazada de perpetuarse, o buscar las formas “legales” de perpetuarse en el Poder, en razón del poder mismo, restando y anulando todo el mérito y valor que tiene la participación ciudadana en los procesos electorales ”.

Las nuevas reformas deben ser profundas y radicales, tomando en cuenta que la democracia, esencialmente, tiene como característica la alternancia en el poder para la satisfacción de las necesidades básicas de la sociedad. La reelección, y sobre todo cuando es indefinida, se contrapone al espíritu y esencia de la democracia. Debemos sintonizarnos con las palabras de Eusebio A. Morales, quien pregonaba que se imponían tiempos de cambios e innovación cuando las instituciones democráticas así lo requerían, para garantizar la participación ciudadana que se ve reprimida y atosigada cuando no se produce la alternancia en el poder.

El financiamiento de las campañas. Otro tema en tapete: el financiamiento de las campañas políticas. La mayoría de las opiniones coinciden en señalar que lo procedente es poner o establecer topes o límites a los aportes, donaciones o colaboraciones que puedan hacer los particulares o las empresas a los candidatos para evitar la deuda política de los partidos y los candidatos con los macro donantes. Hay candidatos que se han gastado fortunas en publicidad y no logran salir electos.

Inequidad y clientelismo. El actual sistema electoral fomenta el caudillismo y el clientelismo político. Los estudiosos del tema, y los expertos han señalado que en nombre de la gobernabilidad hemos sacrificado la apertura del sistema, la participación. Es hora de lograr un mejor balance. Así lo han consignado los editores del libro “ Las reformas electorales en Panamá: claves de desarrollo humano para la toma de decisiones “, cuya obligante lectura nos permitirá seguir profundizando y trillando sobre un tema que incidirá en las futuras contiendas electorales.


Las nuevas reformas deben ser profundas y radicales…”.

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Publicado el 27 de febrero de 2010 en el Diario La Estrella de Panamá a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Urgentes reformas electorales (I)

La opinión del Abogado y Docente Universitario……

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AGUSTIN SANJUR OTERO

Ya iniciaron los debates sobre las posibles y, en algunos casos necesarias e imperativas, reformas electorales que deben plasmarse en el Código Electoral, para perfeccionar nuestro sistema político electoral, que a su vez contribuyan al fortalecimiento de todas las instituciones democráticas, partiendo del principio o derecho constitucional de elegir y ser elegido que tiene todo ciudadano. Ya instalada la Comisión de Reformas Electorales, por parte del organismo competente, el Tribunal Electoral, se inician las discusiones y diferentes propuestas entorno a estos temas tan importantes.

Resulta conveniente remontarnos un poquito hacia atrás, exactamente el día 6 de mayo de 2009, cuando en el acto de entrega de credenciales al presidente electo de la República, en solemne ceremonia realizada en Atlapa, el Tribunal Electoral, por conducto de uno de sus más altos dignatarios proponía y reafirmaba una serie de puntos, que a su juicio debían ser tratados en las futuras reformas electorales.

Complejo Sistema. Uno de los aspectos sugeridos por el propio Tribunal se enmarca en debatir, para reformar y cambiar el sistema vigente, el complejo sistema de la elección de diputados en los circuitos plurinominales (aquellos que eligen más de un diputado), sobre todo lo relativo al voto selectivo y el famoso voto en plancha. Definitivamente que hay que cambiar la forma de votación, para que el ciudadano, libre y secretamente, escoja el candidato de su preferencia, y que su voto cuente eso, un voto para quien la persona escoja, sin que quede sujeto a ataduras artificiales.

Según el Tribunal: “ Hay que acabar el canibalismo interno de los partidos que genera el voto selectivo en los circuitos plurinominales, complicando y demorando los escrutinios, a la vez que genera confrontaciones después de celebradas las elecciones “.

Las reformas sobre este tema son inaplazables y prioritarias, toda vez que en las pasadas elecciones, como siempre ha sucedido, en vías de ejemplo, en el Circuito 8-6 (San Miguelito) que, pasadas las elecciones, se pasan días y días y no se conocen ni se saben los resultados oficiales, por lo tedioso, engorroso y lento del sistema de conteo de votos en las Juntas Circuitales, creando, desasosiego, incertidumbre y toda clase de especulaciones en torno a los candidatos electos, hechos que empañan los resultados de una elección transparente y democrática.

La reelección y el caudillismo. La reelección indefinida de los diputados y alcaldes debe ser objeto de una seria reflexión en la mesa de reformas, de tal suerte que se ponga un límite a lo que calificamos como “ El fenómeno pernicioso de la reelección “ (véase nuestra columna en La Estrella de Panamá -5 set., 2009).   Por ejemplo, una reforma que en forma sencilla y precisa disponga: “ Los diputados, alcaldes y representantes de corregimiento solo podrán ser reelectos por un solo periodo ”. Con un cambio de este tipo se acabaría con el caciquismo, con la manipulación y engaño al elector, con el abuso de los hilos del poder local y nacional, etcétera.

Se dan los casos de candidatos reelectos que, a través una falsa ayuda social (otorgando bonos de supermercados) logran captar los votos, práctica que, en el fondo, es una compra disfrazada del voto.

Sigue mañana..

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Publicado el 26 de febrero de 2010 en el Diario La Estrella de Panamá a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El fenómeno pernicioso de la reelección

El fenómeno pernicioso de la reelección
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La opinión del Abogado y Docente Universitario…
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AGUSTÍN SANJUR OTERO
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La reelección de los cargos sometidos a elección popular es un tema que genera mucha reflexión y produce consecuencias que afectan la vida y el desenvolvimiento de la convivencia social. Esta práctica deviene en una especie de perpetuación en el ejercicio del poder político, que ha desembocado en nuevas modalidades, como el populismo, el caudillismo y el totalitarismo personalista, razón por la cual la misma debe ser ponderada con mucha atención en la futura mesa de reformas electorales que se propone adelantar el Tribunal Electoral.

La Constitución Política prohíbe (solamente) la reelección presidencial al establecer que “ No podrán ser reelegidos para el mismo cargo en los dos periodos presidenciales inmediatamente siguientes “. (Artículo 178).

No existe norma electoral que limite la reelección, que en la práctica en muchos casos es indefinida para los cargos de diputados, alcaldes y representantes de corregimientos. (Reelectos hasta en cinco períodos consecutivos). Se deben fijar los límites de tiempo para el ejercicio de tales cargos. Es mejor un gobierno de leyes y no de hombres que se perpetúan en el poder. Es lo más saludable para un sistema que se precie de ser democrático.

Solo basta observar el caso de la convulsionada sociedad hondureña, donde, según el escritor Vargas Llosa “ es preciso analizar lo ocurrido más de cerca y con prudencia, porque en este golpe de Estado, como en la famosa “cena de las burlas”, nada es lo que parece ser, y la frontera entre la verdad y la mentira resulta más escurridiza que una anguila ”. Califica al depuesto presidente de “ demagogo irresponsable, quien, en violación flagrante de la Constitución, se disponía a llevar a cabo un referéndum para hacerse reelegir, una acción que fue condenada por la Corte Suprema y la Fiscalía de la Nación “. Claramente, en la crisis hondureña, subyace el virus de la reelección.

Abundan los ejemplos: En Colombia, recurren nuevamente a la reforma de la Constitución para permitir la reelección, un tercer mandato, donde el afán reeleccionistas priva más que el interés nacional.

Con estas acciones se inhibe y arrincona el nacimiento de nuevos liderazgos. La aprobación en el Senado viene siendo objetada por muchos sectores “ porque lacera la Constitución de Colombia y el gobierno en ocho años no fue capaz de quitarle el Estado a las mafias “. Y otros sectores que no participan “ en la masacre de la Constitución de 1991 “. La reforma tiene que pasar por la aprobación de la Cámara de Representantes, donde, según se espera, “ la pelea va a ser dura, durísima “.

Se sostiene que la reelección indefinida se sustenta en dos argumentaciones: que el pueblo es libre de escoger a sus gobernantes y no pueden existir normas que lo impidan y la otra: la teoría del buen gobierno que necesita más tiempo para la ejecución de la obras que un país requiere. El analista C. A. Montaner anota que: “ en rigor se trata de dos falacias. La democracia o regla de la mayoría es solo un método para tomar decisiones colectivas. Ese método, por ejemplo, se utiliza para elegir gobernantes, para decidir la inocencia o culpabilidad de las personas en los juicios por jurados o para administrar una sociedad. Pero el voto no es la esencia de las repúblicas presidencialistas. La razón de ser de los gobiernos republicanos es la protección de las libertades y los derechos individuales. Las repúblicas surgen, precisamente, para impedir la aparición de tiranías, incluidas las de la mayoría.

El principio republicano de las barreras a la autoridad de los gobernantes incluye y presupone el límite temporal por el que se designa al gobernante para que represente y administre el Estado. El andamiaje republicano no ha sido concebido para cultivar el caudillismo de los hombres excepcionales, sino la sosegada alternancia en el uso del poder. Como reza el melancólico dictum: los cementerios están llenos de personas imprescindibles “.

Comparto el criterio de los que consideran la “ Reelección como un tributo a la desfachatez ”, al decir que “ cualquier individuo que aspire a mantenerse en el poder, político, gremial, sindical o institucional, por tiempo prolongado o indefinido, padece de una grave patología mental, pero toda persona que lo consiente sufre una profunda imbecilidad.

El deseo de reelección obedece a dos razones fundamentales, no necesariamente excluyentes, primero, la presencia de un extraordinario ego que propicia la soberbia de pensar que ningún otro individuo puede superarlo como líder conductor de los habitantes de un país. Segundo, la necesidad de poseer máximo control para hacer prosperar sus negocios de manera ininterrumpida o para que sus actos de corrupción gocen de absoluta impunidad “. (X. Llorens).

Por ahora, queremos abrir el camino para que se vayan destruyendo las lacras que fomentan el clientelismo político (compra de votos otorgando bonos), que propician la corrupción y hacen viable la reelección de candidatos.

El especialista en Ciencias Políticas de la Universidad de Munich, Enrique Santos Calderón, nos enseña que “La reelección es un peligro, cuando es permanente ya no es la continuidad, sino el absolutismo”, y le parece muy inquietante institucionalmente un tercer gobierno de Uribe, que puede ser desastroso, además la experiencia latinoamericana no es positiva en ese sentido.

La experiencia indica que los terceros gobiernos, cuando su permanencia en el poder ha implicado torcerle el cuello a la Constitución y a la Ley, suelen terminar mal. Es lo que ha ocurrido en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. Hay que tener los ojos bien abiertos, porque el juego ahora, como sostiene Ulibarri, parte de un mayor grado de sutileza manipuladora: el uso de las instituciones formales de la democracia republicana para, desde ellas, anular su esencia y quehacer.

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Publicado el 5 de septiembre de  2009 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde

El abogado y el derecho

El abogado y el derecho
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AGUSTÍN SANJUR OTERO
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El natalicio de Justo Arosemena, el día 9 de agosto, sirve de marco para la celebración del Día del Abogado y a la vez reflexionar sobre una de las profesiones que debe rendirle culto a la verdad, inspirarse en los principios éticos y morales que la rigen y, sobre todo, buscar incansablemente la justicia.
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La institución de la abogacía tiene orígenes grecorromanos. En Caldea, Babilonia, Persia y Egipto los sabios hablaban ante el pueblo congregado patrocinando las causas. Es en Grecia donde empieza la abogacía a adquirir forma como profesión. Fue Solón quien primeramente reglamentó la profesión, dando a la abogacía el carácter de función pública y Pericles es señalado como el primer abogado profesional.
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En el mundo de habla hispana fue a mediados del siglo XVI cuando los abogados se empezaron a reunir en colegios (collegium togatorum, nombre que deriva de la toga blanca que debían vestir) y en España, en el año 1495 se dictan las primeras ordenanzas de los abogados. Es a mediados del siglo XVI cuando los abogados empiezan a reunirse en Colegios, siendo el primero el de Madrid en 1595.
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La abogacía, si bien se entiende en sus nobilísimos fines defensivos y mejor se practica dentro de sus naturales tendencias hacia la justicia, es una de las profesiones liberales que más rectamente se dirige al procomún, al beneficio colectivo. Su ejercitante legal, el abogado, desempeña en el seno de la sociedad humana el “sacerdocio del derecho“ , según la elevada frase del Digesto; y sabido es que el derecho, desde su propia natividad, vive, evoluciona y se torna en normas positivas, al calor de aquel supremo principio tripartito que condensa la más perfecta ideología de la felicidad entre los hombres: “vivir honestamente, no hacer mal al prójimo y dar a cada uno lo suyo”. ( “Honeste vivere, neminen laedere, suum cuique tribuere” ).
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El abogado es el perito en derecho que se dedica a defender en juicio, por escrito o de palabra, los derechos o intereses de los litigantes (el abogado litigante) y también a dar dictamen sobre los intereses o puntos legales que se le consulten (el abogado asesor).
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El derecho es un conjunto ordenado y coherente de normas (reglas de obligatorio cumplimiento) que tienen como fin servir y realizar el valor de la justicia, la libertad, el orden, la seguridad, la paz; para lograr la convivencia armónica de los asociados. De allí que el alemán Goldschmit sostiene que el derecho tiende a regular conductas humanas, por medio de normas , buscando la realización de la justicia.
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Cuando el letrado tiene como principal misión o cometido la defensa de los intereses del Estado y el asesoramiento administrativo, entonces estamos frente al abogado oficial. También tenemos los abogados de oficio, los que defienden y representan a las personas de escasos recursos (pobres) en el juicio, principalmente penal.
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El abogado es un cultor del derecho, en todas sus ramas, por lo tanto cualquier acción ilícita riñe, como la que más, con sus altos y nobles principios.
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Tal es la catadura moral que deben tener y ostentar los profesionales de las leyes que Giuratti, en su obra Arte Forense ha dicho lo siguiente: “Dad a un hombre todas las dotes del espíritu, dadle todas las de carácter, haced que todo lo haya visto, que todo lo haya aprendido y retenido, que haya trabajado durante treinta años de vida, que sea en conjunto un literato, un critico, un moralista, que tenga la experiencia de un viejo y la inefable memoria de un niño, y tal vez con todo esto forméis un abogado completo“.
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El hombre vive y actúa en la sociedad sujeto a ciertas normas y reglas; el derecho es, pues, ese conjunto de normas y disposiciones para lograr la convivencia segura y pacífica de los asociados.
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Indudablemente que el hombre no es perfecto y viola constantemente las reglas y los cánones establecidos, y es aquí donde el abogado desempeña un papel de colaborador y restaurador del ordenamiento jurídico violentado, precisamente para lograr el restablecimiento del orden y la paz.
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Se sostiene que la función del abogado en la sociedad, por ser una de las más nobles, por estar colocada jerárquicamente por encima de las demás profesiones, por ser este el custodio del orden jurídico del Estado, de la libertad y del derecho, requiere de parte de los llamados a ejercerla una conciencia definida de sus obligaciones y derechos y una perfecta formación ética. Como lo resume Bielsa: El atributo esencial del abogado es su moral. Es el substratum de la profesión. La abogacía es un sacerdocio; la nombradía del abogado se mide por su talento y por su moral.
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Las bases para el ejercicio de la abogacía, de modo que sea ejemplo para la comunidad, están en “la vida virtuosa, el estudio, el sacrificio, la entrega, la laboriosidad, un estilo decoroso para nuestra profesión”.
Todos los abogados debemos sentirnos orgullosos de ostentar la toga, porque se ha dicho que “de todas las carreras, es, sin duda, la abogacía la que mayor número de conocimientos necesita, la de cultura más amplia y recta, la que mayor y más constante estudio requiere, pues para ser un buen abogado no basta ser un buen legista”.
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El derecho regula la vida del hombre en la sociedad antes de su nacimiento, después de su nacimiento e incluso hasta después de su muerte; y es que el derecho es la fuerza que coordina todas las actividades sociales del hombre; es la síntesis de todas las incontables energías de la sociedad, porque todas ellas se destruirían mutuamente y matarían el organismo social si el derecho, como fuerza soberana, no interviniera para conciliar en una suprema síntesis de equilibrio todas esas corrientes impetuosas de la vida humana.
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Nada mejor que resumir cuanto queda dicho que recordar las palabras de Salustiano Olózaga: “Los que en nombre de la Ley han de defender en los tribunales los derechos, la libertad, la honra, la vida de sus conciudadanos, tienen que distinguirse principalmente por la solidez de su instrucción, por la sobriedad en el deseo de manifestarla, por la elevación de sus sentimientos, por el santo amor de la verdad, y de la justicia, y sobre todo, por el temple y la energía de un alma superior que desprecia los peligros que puede acarrearle su defensa”.
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En tan especial ocasión mis saludos fraternos al nuevo presidente del Colegio Nacional de Abogados de Panamá, Rubén Elías Rodríguez Ávila, jurista comprometido con los problemas fundamentales del gremio, quien hace honor a las palabras de Jiménez de Asúa “el abogado debe saber derecho, pero principalmente debe ser un hombre recto”.

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Salud abogados de mi patria.

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Publicado el 8 de agosto de 2009 en el diario La Estrella de Panamá, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Medios y violencia

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Medios y violencia

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AGUSTÍN SANJUR OTERO – Master en Derecho y Docente Universitario

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No hay la menor duda de que los medios de comunicación masivos ejercen un alto grado de influencia en todos los sectores sociales, porque son instrumentos fundamentales de diseminación de información, de educación y de cambios en las culturas y prácticas sociales de cualquier país o nación.

Su función es sumamente delicada y sus alcances y consecuencias pueden ser el principio de un cambio positivo o el escollo para un avance.

En el programa televisivo del periodista Juan Carlos Tapia correspondiente al 4-6-09, con rigor y vehemencia, se planteaba la interrogante “¿Contribuyen algunos medios de comunicación al aumento de la violencia?”. La respuesta, es que sí.

Por muchas razones, este tema no puede pasar desapercibido por la sociedad y reclama la atención de todas las autoridades.

Todos coincidimos en que hay que hacer un alto a la violencia.
Como premisa debemos señalar que los medios son y deben ser instrumentos de difusión de la cultura, promover y fortalecer la educación del ciudadano, propiciadores de la paz, el sano entretenimiento y vehículos de expresión y transmisión de mensajes formativos y, en fin, semilleros para el cultivo y propagación de valores cívicos, familiares y morales.

Constituye un hecho cierto que en los noticieros estelares de algunos canales televisivos se hace mucho énfasis a la violencia, con la divulgación de noticias que tienen esa connotación. Los llamados noticieros estelares deben presentar y llevar mensajes que contengan una enseñanza o aprendizaje o sirvan de modelo o de ejemplo, en vez de divulgar hechos que causan conmoción y escándalo. No puede ser, como sostiene el analista Tapia en sus certeros comentarios, que “Mientras más sangre, muerte y violación presente un medio de comunicación significa más rating, lamentablemente los noticieros han acostumbrado a la teleaudiencia a este morbo”.

¿Por qué no destacamos noticias sobre las bellezas y la historia de Portobelo, Isla Grande, del Corpus Cristi de La Villa de Los Santos, Chiriquí Oriente, del Valle de La Luna, lo portentoso del futuro Museo de la Biodiversidad, lo grandioso del desarrollo turístico de Boquete, el Canal como una maravilla del Mundo, los puertos de cruceros y su proyección a nivel internacional y tantos otros aspectos que han contribuido a la formación de nuestra patria?

En el artículo una Caminata por la Paz el seminarista Marcelino González refiriéndose al papel de los medios expresaba: “Hace unos días presencie a más de 600 jóvenes, de la 24 de Diciembre, en una gran caminata por la paz. Me emocioné al ver que todo no está perdido, que vale la pena servir y dedicar tiempo a quienes son rechazados, maltratados y avasallados por la sociedad misma. Mientras caminábamos meditaba: ¿Por qué no hay ningún medio de comunicación cubriendo el grito esperanzador de estos jóvenes? ¿Por qué nada mueve a que sea comunicado? ¿Qué es lo que realmente interesa a los medios? Me duele que los medios, en su mayoría, se muevan por lo que vende, lo bochornoso, la mediocridad, la delincuencia”.

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Publicado el 18 de junio de 2009 en el diario La Estrella de Panamá.