Equidad, educación y medios

Equidad, educación y medios

Bolívar Franco R.
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No cabe la menor duda de que los últimos informes del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) sobre el desarrollo humano en Panamá han sido inquietantes, como también lo sigue siendo la mala distribución de la riqueza. Si bien la pobreza, que es producto de la mala distribución de la riqueza, va de la mano con un bajo desarrollo del conocimiento, existen los mecanismos para revertir este proceso. Los gobiernos de turno tienen que llevar a cabo políticas que de verdad busquen una mejor distribución de la riqueza, que los sectores más humildes puedan sentir el crecimiento de la economía en sus hogares, en su vida diaria y no solo se trate de una cifra estadística, que la mayoría de los panameños y panameñas no ven reflejada en su diario vivir.

En ese sentido, la educación debe servir para formar individuos pensantes, creativos, críticos, capaces de enfrentar los retos del presente y futuro, más aún cuando hablamos de una crisis mundial no sólo en lo económico, sino en lo social y ambiental. Uno de los elementos primordiales para que se logre ese individuo pensante, es la lectura. Tenemos que enseñar a nuestros niños y niñas a cultivar el hábito de la lectura, para que puedan generar conocimientos que muy difícilmente se pueden obtener con sólo ver televisión o jugar videos. No se trata solamente de la vuelta a las escuelas, se tiene que dar el sitial que se merece la educación, tanto formal como informal.

Complementario a una mejor distribución de la riqueza se tienen que dar las bases para un desarrollo en el conocimiento. Para lograr esto, se tiene que mejorar la educación, pues la calidad de la enseñanza-aprendizaje en nuestro país es muy baja, ya se ha dicho hasta la saciedad. Pero no basta con políticas y programas que se queden en el papel, es necesario lograr una verdadera transformación, para ello se tiene que comenzar con los docentes y un proceso renovador del aprendizaje. Si un docente no tiene la motivación para el cambio, será imposible lograr avances significativos en este campo. Aunado a los avances en la calidad de la educación, se tienen que lograr cambios en los medios de comunicación social.

Que estos no sean sólo instrumentos para el enriquecimiento de las empresas publicitarias, sino que sirvan para formar a la niñez y la juventud de nuestro país, principalmente en valores. Los medios de comunicación tienen un papel histórico en la transformación de los nuevos panameños y panameñas, para que tengan las herramientas que les permitan ser pensantes, críticos y analíticos en un mundo cambiante, donde la capacidad de crear parece ser la tendencia para lograr sobrevivir. Nos dice el reconocido intelectual Giovanni Sartori, en su libro Homo Videns.

La sociedad teledirigida, que: “Nos encontramos en plena revolución multimedia. Esta revolución está transformando al homo sapiens, producto de la cultura escrita, en un homo videns para el cual la palabra ha sido destronada por la imagen. Y en todo ello la televisión cumple un papel determinante. La primacía de la imagen, es decir, de lo visible sobre lo inteligible, lleva a un ver sin entender, que ha acabado con el pensamiento abstracto, con las ideas claras y distintas”. Esto lo tenemos que tener presente a la hora de buscar mejorar nuestro sistema educativo, en el cual no solo juegan un papel fundamental las instituciones educativas públicas y privadas, además de las familias de los educandos, sino, también, los medios de comunicación social como la televisión, la radio, periódicos y más recientemente, la internet.

Al final del camino se trata de voluntades, ¿tendrán nuestros gobernantes la voluntad?, ¿serán nuestros maestros y supervisores capaces de participar con voluntad?, ¿serán los padres de familia capaces de asumir esa voluntad para transformar nuestra educación? El tiempo y la seriedad que se les imprima a estas mejoras tan necesarias en el sistema educativo nos darán la respuesta.

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Publicado el 23 de julio de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.