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La opinión de…
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I. Roberto Eisenmann, Jr. –
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Mi hijo Roberto III completó sus estudios universitarios en Babson College, en Boston. Allí estableció muchas amistades, entre las que sobresalió una con el profesor J.B. Kassarjian. En una visita reciente a Boston con su familia visitando universidades para su hija menor, Roberto visitó a su viejo profesor y éste le entregó un magnífico libro escrito por su esposa, la también profesora Mary Catherine Bateson, titulado Composing a Further Life (Armando una nueva vida).
Debido a que el tema del libro me llega directamente, en su honor lo uso para este artículo.
Digo que el tema me toca muy cerca porque hace poco tomamos la decisión de producir un cambio radical de vida. Maruja y yo vivimos ahora alejados de la hostilidad de la ciudad, con las raíces en la tierra y apartados de nuestras acostumbradas luchas que ahora deben ser adoptadas por otra generación más joven, más vigorosa… y con más conocimientos. Aún tenemos algunos trapos colgando, pero ya son los menos y con caminos decididos de eliminación.
La nuestra es una experiencia muy nueva y novedosa, ya que hemos sido personas acostumbradas a días de 18 horas de trabajo, peleando con media humanidad por conservar los principios, la institucionalidad y la participación democrática.
Ahora hay muchos días en que nos despertamos escuchando los bimbines y sabiendo que no tenemos ninguna acción, ningún compromiso… nada que hacer… pero, sin embargo, sentimos una especie de ritmo, una variación de equilibrium. Se siente una vida sin ego, sin ambición por lo material que ahora nos parece una lejana enfermedad.
La profesora Bateson escribe que vivimos ahora estructuras radicalmente distintas. No hemos adicionado décadas a la expectativa de vida simplemente extendiendo la vejez. Ocurre que hemos abierto nuevos espacios… una serie de etapas adultas que preceden la vejez, cambiando así las etapas de vida. En efecto, hemos creado la primera sociedad en la historia de la humanidad que abarca cuatro generaciones de adultos, lo cual exige una nueva coexistencia creativa intergeneracional.
Estas nuevas etapas adultas las titula la profesora como “etapas de sabiduría activa” que preceden la vejez.
Estas etapas permiten continua energía y compromiso en un contexto de nueva libertad producto de la eliminación de obligaciones y responsabilidades del día a día. Es un regalo que ofrece nuevas opciones. A veces la situación da susto y toma tiempo examinar nuevas posibilidades (digamos, una moratoria) mientras consideramos qué hacer con nuestra nueva libertad.
El libro nos indica que hoy día vivimos más largo, pero desafortunadamente pensamos más corto. Es precisamente allí donde los que estamos en estas nuevas etapas adultas podemos poner nuestra “sabiduría activa” al servicio de la sociedad. Al tener el tiempo y perspectiva nosotros estamos mejor equipados para reflexionar para darle voz a las nuevas ideas que afecten el futuro. Para esto tenemos la oportunidad de formar alianzas con jóvenes, para juntos dedicarnos a proteger el futuro; ésta podría llegar a ser para nosotros una nueva acción creativa; después de todo, todo impulso creativo se logra combinando lo viejo con lo nuevo.
Tal como ocurre con nuestros libros –donde no es sino hasta los últimos capítulos cuando se revela el verdadero sentido de los mismos– en nuestras vidas puede ocurrir lo mismo, siendo en los capítulos finales cuando se produce nuestro nuevo activismo, a dedicado al futuro más allá de nuestras vidas.
Es pensando en esto que ciudadanos de distintas edades, junto a Senacyt y la Ciudad del Saber, nos estamos reuniendo con la idea de crear una especie de “Plaza Socrática” (idea original de la Ciudad del Saber, siempre repetida por Fernando Eleta) en donde los jóvenes con títulos de post–grado universitario puedan reunirse y conocerse (y que el país los conozca) para debatir ideas sobre el futuro del Panamá que queremos para nuestros hijos, nietos y bisnietos. Las élites económicas y sociales pueden ser odiosas, pero una élite intelectual, pensando y debatiendo ideas sobre proyectos de Estado, es vital para el futuro de cualquier nación; así los miembros de ella se constituirían en los nuevos visionarios de nuestra sociedad.
La alianza será entre los que vivimos las nuevas etapas de adultos mencionadas por la profesora Bateson (nuestro símbolo podría ser la silla mecedora o la hamaca, pero con turbo) y los jóvenes de la élite intelectual del país. Nuestro interés común: el futuro de nuestra nación.
De interesarle, esté atento a la convocatoria que se dará próximamente, y súmese a esta iniciativa.
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Este artículo se publicó el 17 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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