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La opinión de…
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Jacqueline West de Cochez –
El secreto mejor guardado de un buen maestro es una clase bien organizada, estimulante intelectualmente, rica en vocabulario y conceptos, cálida en su expresión y comunicación, con algo de risa, porque el maestro necesita transmitir información con cariño y con respeto, no solo con firmeza y disciplina, sino con claridad y de forma organizada.
No se debe subestimar la capacidad intelectual del alumno, vale la pena enriquecer la clase con un buen vocabulario, con ricos conceptos y con toda clase de anécdotas, conectando todos los conceptos entre sí, para lograr que haga sentido. El autoritarismo y la simpleza hay que tirarlas por la ventana. Y no tener miedo de no poder responder a todas las preguntas, sencillamente decir no tengo esto claro, pero para la próxima clase lo averiguaré. La información que se maneja es vasta y trataré siempre de contestar todas sus preguntas, tarde o temprano.
También es importante ser un facilitador. El alumno debe involucrarse directamente en su aprendizaje, ese debe ser un descubrimiento del conocimiento con la actuación directa e involucrada en su aprendizaje. Se trata prácticamente de un fórmula dialéctica de viajar desde lo que se conoce hacia lo que no se conoce, mediante preguntas, respuestas; cuánto sabe él, cuánto sé yo como maestro. Análisis, síntesis y, finalmente, formulación de la propuesta o concepto, que los antiguos llamaban la verdad, y que nosotros hoy en día llamamos el conocimiento o el objetivo.
Siempre es preciso reconocer con humildad que a veces el alumno puede saber algo que uno no sabe, celebrarlo y reírse, felicitándolo. ¿Quién ha dicho que uno es omnisciente?
Esto en el colegio Isaac Rabin se llama el método constructivista, que tanto disfruté utilizar y en el cual me moví creativamente y con todo entusiasmo igual que mis alumnos.
Para ti maestro, empiezo esta serie de artículos para que tu próximo año esté lleno de más logros, serenidad, alegría, éxito y cariño compartido con tus alumnos; esos que tanto necesitan de ti. No los subestimes en esto tampoco. ¡Pecamos tanto de subestimar a nuestros alumnos!
El primer escalón para el aprendizaje es, curiosamente, el que parece menos importante, pero en efecto es el más importante: lograr la atención de forma positiva.
No se produce el aprendizaje sin la atención de todos al mismo tiempo; cosa nada fácil en un salón de 20, 30 y a veces 40 alumnos. Más fácil es vestir a un camello en el desierto.
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Este artículo se publicó el 13 de enero de 2011 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.
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