Desafío de la educación superior

La opinión de…..

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Casimiro Vásquez

Con el advenimiento del nuevo siglo, la globalización es un hecho y la educación superior ya no se encuentra limitada por las fronteras nacionales: el conocimiento, los desarrollos tecnológicos, los servicios educativos y las personas cruzan fronteras; por lo que debemos prepararnos para enfrentar los desafíos de estas realidades.

La centralidad que ha adquirido la educación superior en la sociedad del conocimiento y su rol como componente estratégico esencial del desarrollo de los países, ha convertido la calidad de la educación superior en un problema de Estado que concierne a la sociedad en su conjunto y que involucra a muchos de sus actores sociales.

El Estado debe asegurar que la provisión de educación superior satisfaga estándares mínimos de calidad, debido principalmente a la proliferación de la gran cantidad y variedad de instituciones educativas privadas.

Tal afirmación fue corroborada en la última Conferencia Mundial de Educación Superior, celebrada en París (2009), donde se recalcó que la educación superior es un bien público y un derecho humano.

Siendo así, la evaluación y la acreditación se convierte en un imperativo estratégico para todos los niveles educativos, que tiene como base la investigación, la innovación y la creatividad y debe ser asumida con responsabilidad y apoyo financiero por parte de todos los gobiernos.

Hablar de calidad en la educación superior tiene como requisito fundamental poseer un alto grado de conocimiento de la realidad nacional y la identificación plena de nuestros clientes: los ciudadanos panameños y su sociedad. Esto exige además conocer nuestra historia y profesar un amor incondicional hacia nuestro pueblo.

Para que Panamá pueda competir al más alto nivel de productividad y calidad, se hace necesario que seamos cada vez más eficaces y eficientes. El crecimiento económico que experimenta nuestro país ha generado una serie de impactos tanto en las actividades productivas como educacionales. En este sentido, las universidades deben tener la iniciativa de establecer modelos de autorregulación que las comprometan en el cumplimiento de funciones, objetivos y metas orientados al mejoramiento continuo de su calidad.

En otras palabras, se trata de generar decisivamente una cultura evaluativa en el interior de la institución, que sea valorada y legitimada por sus miembros como útil para la administración y realización de los procesos.    Aunque el Estado y la sociedad civil pueden determinar distintos aspectos a evaluar, es la universidad la que se convierte en la primera responsable de establecer mecanismos de aseguramiento de la calidad; es la universidad la que debe desarrollar instrumentos de planificación estratégica que permitan a las unidades y programas que la integran contar con objetivos expresos, cuyo cumplimiento será sometido a evaluación.

Los procesos de evaluación y acreditación de la educación superior en Latinoamérica han ido gestándose a ritmos diferentes, lo que ha permitido avances muy diferenciados en muchos aspectos; sin embargo, una constante la representa, sin duda, la existencia en todos ellos de procesos que tienden a buscar la calidad en la educación y la búsqueda intelectual permanente para alcanzarla. Podemos ver el desarrollo y consolidación de tales procesos en los países desarrollados al igual que muchos países hermanos, especialmente en el cono sur, México y países vecinos.

Nuestro país se prepara para la puesta en marcha del Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación para el Mejoramiento de la Calidad de la Educación Superior Universitaria, creado mediante la Ley 30 del 20 de julio del 2006 (por iniciativa del Consejo de Rectores de Panamá) y que tiene como objetivos fundamentales (Art. 5): Fomentar y desarrollar una cultura de evaluación que asegure la calidad de la educación superior universitaria; promover el mejoramiento continuo del desempeño y la calidad de las instituciones universitarias y de sus programas; dar fe, ante la sociedad panameña, de la calidad de las instituciones universitarias y de los programas que en ellas se desarrollan, mediante el dictamen de la acreditación; contribuir al mejoramiento de la calidad de la educación superior universitaria, mediante la regulación de los procedimientos y de los requisitos necesarios para la creación y el funcionamiento de las universidades; y promover la articulación entre las diferentes modalidades del sistema de educación superior.

Para ello se ha creado el Consejo Nacional de Evaluación y Acreditación de la Educación Superior en Panamá (Coneaupa), (Art. 13) como un organismo evaluador y acreditador, rector del Sistema Nacional de Evaluación y Acreditación para el Mejoramiento de la Calidad de la Educación Superior Universitaria; independiente y descentralizado, con autonomía financiera, administrativa y reglamentaria, con patrimonio propio y personería jurídica, y representativo de los diferentes actores vinculados con el desarrollo de la educación superior del país, al que corresponderá establecer la coordinación necesaria con el Ministerio de Educación y la Comisión Técnica de Fiscalización.

Actualmente Coneaupa trabaja afanosamente en la reglamentación de la Ley 30, con el concurso de las universidades públicas y privadas, lo que representará un gran paso para la educación en Panamá.

Reconocemos que algunas universidades están asumiendo responsablemente este reto histórico y que el Gobierno nacional, a través del Ministerio de Educación, está facilitando las acciones de Coneaupa, para que en un tiempo perentorio podamos contar con el Sistema de Aseguramiento de la Calidad de la Educación Superior.

La sociedad lo espera ansiosamente, nuestros estudiantes también, por lo que la acreditación se convierte en una urgencia notoria para todas aquellas instituciones de educación superior que pretenden ofertar carreras en Panamá.

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Este artículo se publicó el  15  de mayo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.