Panamá sigue en el Parlacen

La opinión del Presidente del Parlacen…

DORINDO JAYAN CORTEZ M. 
jayan2258@gmail.com

Para el gobierno de Ricardo Martinelli, Panamá salió del Parlacen.   En realidad, lo que ha ocurrido, es que la presencia de los diputados panameños se ha fortalecido con el efectivo reconocimiento que los Estados parte, como las instituciones y organismos del SICA, le dan a Panamá (o a sus delegados) y a la Presidencia ocupada por un panameño.

La dinámica que ahora experimenta el organismo parlamentario se caracteriza por la necesaria coordinación con los actores y organismos involucrados en el proyecto integracionista. Una de las primeras tareas, llevada adelante por la Presidencia panameña y la Junta Directiva, fue el encuentro con el canciller de El Salvador, Hugo Martínez, el 29 de noviembre de 2010. Los temas abordados con el canciller versaron sobre las nuevas facultades y papel que ahora le corresponde desempeñar al parlamento como foro político de la integración.

Hay conciencia de la necesidad imperiosa de abrir los espacios para que los Estados sustancien el trabajo conjunto, unan voluntades y compartan tareas estratégicas para el desarrollo sostenible de la Región. Así, y solo así, será posible obtener resultados acertados para las poblaciones que reclaman mayores atenciones a sus calamidades. Este nivel de coordinación se ha puesto en marcha con la reunión del 10 de diciembre de 2010 en El Salvador (país sede de la Secretaría General) entre SICA (incluida las secretarías técnicas) con una delegación de la Junta Directiva del Parlacen presidida por su presidente. En este encuentro se reconoció la urgencia de compartir esfuerzos y coordinar tareas como método para desarrollar plenamente lo normado en el Tratado Constitutivo. Estas preocupaciones fueron también objetos de reflexión entre el presidente de Honduras, Porfirio Lobo, con el presidente del Parlacen y la vicepresidenta de la Bancada Nacional hondureña en audiencia llevada a cabo en la casa presidencial, el 18 de diciembre de 2011.

En fecha más reciente, 28 de enero de 2011, el presidente del Parlacen juramentó al nuevo secretario de SIECA, Lic. Ernesto Torres Chico, en acto que dio apertura a lo normado en el artículo 5 (literal f) del Tratado Constitutivo, que ordena juramentar, ante la Asamblea Plenaria, a las personas electas o nombradas para ocupar los altos cargos del Sistema. El presidente Cortez reconoció el ‘carácter histórico de ese acto, una fecha para no olvidar’.

Fortalecer el accionar de la integración, exige el tratamiento de los diversos temas desde la óptica del esfuerzo compartido de los ejes del sistema. La reunión entre el SG-SICA, la Presidencia de la Corte Centroamericana de Justicia y la Presidencia del Parlacen, en El Salvador el 31 de enero de 2011, está dirigida a motivar la labor de modernización de la estructura de funcionamiento de la integración centroamericana. Labor importante que se verá fortalecida en la Reunión de Vicepresidentes de las Repúblicas de Centroamérica y República Dominicana, a realizarse en El Salvador el 16, 17 y 18 de febrero de 2011. Evento en el que participará, por invitación como consigna el Tratado constitutivo, el Presidente del Parlamento Centroamericano.

Como puede constatarse, el Parlacen tiene ahora una mayor eficacia en las relaciones y ámbitos del sistema de la integración. No solo se reconoce la importancia de fortalecer los vínculos entre los ejes del sistema, sino que, además, hay pleno reconocimiento a la legalidad de la representación parlamentaria de Panamá y, en particular, de la Presidencia del organismo que ocupa un panameño. Es un buen síntoma de institucionalidad.

 

Este artículo se publicó el  13  de febrero   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Agua: una crisis sin olor, sabor ni color

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La opinión del Presidente del Parcalen…

Dorindo Jayan Cortez

Transitamos por una crisis real, agónica. Nos llega, esta crisis, sin olor, sabor ni color y se llama agua. Los panameños vivimos en carne y hueso, así como se ha dado en otros lugares, la escasez de tan vital líquido. Es una de las dificultades que, a lo largo de la república, ha afectado a miles de familias cuya angustia se hace sentir en cada mañana al percatarse que de las regaderas, de los grifos, no se obtiene nada.
Hablamos de un derecho humano fundamental, por lo menos como Declaración. Pero, no es la falta de agua, per se, el problema; en América y Panamá, en particular, somos ricos en recursos hídricos, por lo que son otras las causas de la crisis.

Ya antes de esta aguda crisis, el 11% de la población panameña no tiene agua, y entre el 27 y 35 % lo obtiene de manera irregular.    Son muchas las familias que viven, en su cotidianidad, en el corre – corre para llenar galones. Y cuando llega algo del vital líquido, hay que apurarse, madrugar, a llenar vasijas antes que se vaya.    Es un panorama caracterizado por la incomodidad y que hoy, ante los desastres naturales y ausencia de política pública, se nos presenta como un verdadero caos que amplía el problema a vastos sectores de la ciudad y sus alrededores.

Los medios han mostrado el lamentable panorama, la desesperación generalizada de hombres, mujeres y niños, identificados por un destino común, tétrico, no experimentado nunca antes, pero que podría repetir.

Hay quienes piensan que la próxima guerra mundial va ser por el agua. Si observamos lo que ocurre en el mundo con las sequías y las inundaciones, sumado a la falta de políticas públicas pertinentes, además de lo esencial que para la vida es el agua; todo ello hace pensar que las desigualdades existentes en el manejo del agua (y su escasez propiamente tal) pueden ser generadoras de grandes y devastadores conflictos.

Que cada familia panameña goce del beneficio del agua resulta necesidad primaria, vital para su desenvolvimiento. También lo es para los inversionistas, para los pequeños y grandes negocios; la escasez del agua, o falta de presión, representa un dolor de cabeza que encarece los costos de las actividades y que, al final, se trasladan a la población.

Si antes, como me comentara un inversionista de la construcción, era urgente definir una política para la eficiencia del IDAAN, ahora se agotan los espacios de espera para lograr una estrategia nacional del agua que enfatice una política de respuestas continua, no coyuntural, como lo fue en el 2003 el programa “agua para todos”.

Tenemos que mirarnos en el espejo de otras realidades y tomar en serio las recomendaciones, como las del Foro Mundial del Agua, en la que se propuso un marco de exigencias para enfrentar el flagelo.

En dicho Foro se recomienda:

(a) el agua es un derecho humano fundamental, debe garantizarse su acceso en calidad y continuidad;

(b) que la sociedad civil participe en la toma de decisiones…;

(c) Que las comunidades rurales cuenten con fuentes seguras de abastecimientos de agua; (

d) Que nuestros bosques, sabanas, humedales… se conserven como fabricas de agua y se desarrolle una gestión y conservación integrada de las cuencas hidrográficas.

 

Además de estas recomendaciones, creemos que una política nacional que incluya soporte técnico, recursos suficientes, continuidad administrativa sin politiquería, una visión a larga duración con respuestas permanentes y previsibles, es lo que necesita Panamá para superar esta grave crisis incolora.

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<>Artículo publicado el 20  de enero de 2011    en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Segunda vuelta electoral

La opinión de…

 

Dorindo Jayan Cortez

Al margen de los fraudes, las elecciones presidenciales en Panamá han estado normadas a través de un sistema electoral en el que el candidato con más votos (sin importar el margen) es declarado ganador. Con la reforma constitucional se pretende cambiar el modelo vigente, incluyendo la segunda vuelta; en esta, el candidato con mayor número de votos es proclamado, en la primera ronda, siempre que obtenga mayoría absoluta de los votos, o la mayoría relativa calificada, según lo que se establezca. Si ninguno de los postulados obtiene el porcentaje exigido, se realiza una “segunda vuelta” entre los dos candidatos con mayor número de votos, resultando triunfador el más votado.

Este mecanismo, en América, lo inauguran Costa Rica y Ecuador en 1979. En las dos décadas siguientes se incorporan Argentina, Brasil, Chile, Perú, Colombia, Uruguay, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y República Dominicana. ¿Cuáles podrían ser los beneficios de la segunda vuelta? Las respuestas pueden ser diversas, según los intereses de quienes la juzguen. La visión general enfatiza el interés de fortalecer la legitimidad del sistema presidencialista y que el mandato del presidente goce del respaldo mayoritario que facilite la gobernabilidad. Son muchos los estudios, y los ejemplos, que no validan ni respaldan esta teoría; la contradicen, más bien.

En cuanto a Panamá, resultan preocupantes los perjuicios (los beneficios no los vemos). Como aspecto negativo, el nuevo modelo haría más onerosas las elecciones presidenciales provocando un saldo negativo para las finanzas públicas. No obviamos, además, la posibilidad de que la segunda vuelta responda a fines particulares de las fuerzas políticas, más que al interés general de la sociedad. Se trata, desde esta óptica, de un cambio funcional dentro de la estrategia electoral de uno de los sectores que ejerce el poder, a fin de potenciar el control político a través de una fórmula (integración de alianzas, superada la primera vuelta) con resultado conveniente en lo coyuntural. No es extraño, desde esta óptica, que se hable, ver ministra de Trabajo, miembro del CD [Cambio Democrático], de un 60%, lo que llevaría indudablemente a la segunda ronda (La Prensa, 10/1/2011). Porcentaje exagerado que supera a todos los países donde se practica este modelo.

Las recientes declaraciones de la ex presidenta Moscoso, en el sentido de que los panameñistas ignoran el acuerdo entre Martinelli y Varela (habla de acuerdo entre ellos), y las dudas respecto al triunfo de Varela en las primarias y del cumplimiento –la ex presidenta se hace esta interrogante- de lo acordado por parte del Presidente, dan razonamiento político a lo que pareciera una obra muy bien imaginada para que CD –al ser otro el candidato y no Varela, concurra con un candidato propio para fijar alianza en la segunda vuelta, ahora sin un candidato panameñista de por medio. “Mal le paga el diablo, a quien le sirve”, reza el adagio salvadoreño. Y los adagios, muchas veces, cobran vida.

Es ahí, de repente, donde está el interés porque de que la “segunda vuelta” garantice, per se, legitimidad y gobernabilidad, no lo creemos. Que haga más efectivo el mandato presidencial, tampoco. El ejercicio del poder con tales rasgos no depende, en nada, de las consideraciones con las que se le justifica. Una forma de elección puede ser tan legítima y eficaz en uno u otro modelo de elección. Y puede ser tan nefasta con una o con dos vueltas.

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Este artículo se publicó el 23  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

¡Panamá sí ha cambiado!

La opinión del Presidente del Parlacen…

 

DORINDO  JAYAN  CORTÉZ
jayan2258@gmail.com

 

A pocos días del arribo del 2011, lo que ocurre en el país pareciera seguir el mismo ritmo cardiaco. Las novedades, no necesariamente para mejorar, se dan a granel y los sobresaltos ya no extrañan, pero sí desalientan.

La palanca, que mejor viene funcionando, es la de reversa y, distinto a la procesión del Cristo Negro de Portobelo, dos pasos adelante y uno atrás, acá en el gobierno del cambio, es lo contrario: uno adelante, dos atrás. Así se viene construyendo los tan cacareados cambios prometidos con el lema ‘ahora le toca al pueblo’, pero que, ahora, con igual ímpetu, aunque también con descaro, no cumplen.

Algunos ejemplos ilustran como se ha dado el ‘transforme’. La estabilidad institucional, lograda después de los esfuerzos de generaciones entera, ha cambiado: de la estabilidad al caos. La conquista, materializada, de la libertad de expresión que dio seguridad y tranquilidad al trabajo periodístico, también cambia:  del respeto institucionalizado a la persecución y a la mordaza. El respeto a la Ley y a la justicia, experimentan cambios dramáticos: de un modelo de democracia formal con niveles de solidez a un modelo que retoma los rasgos del autoritarismo en el poder.   El cuartelazo tiene ahora un nuevo uniforme, de saco – corbata y zapatos (no botas) de charol.

Las novedades, como película sin fin, no se agotan ahí. Los mecanismos, para el manejo correcto de las finanzas públicas, son hoy otra cosa: las contrataciones directas son la regla, las licitaciones las excepciones. Los espacios de expresión de las organizaciones sociales y políticas que, hasta hace poco, habían alcanzado avances, son ahora tratadas con restricciones severas y perseguidas: se utiliza el órgano judicial para tales fines. Y qué decir, de las protestas sociales, reprimidas en los distintos gobiernos, salvo que ahora, con el cambio, se hace uso de la represión exagerada e indiscriminada y, sin reparo, se violan los derechos humanos.  Cambios y más cambios de retrocesos.

En Panamá se vive en medio de una prepotencia generalizada y el poco importa respecto al infortunio de la gente: no se escucha ni se tolera, se impone. En medio del alarmante panorama que vive el país, de miles de familias que han quedado sin nada salvo grandes necesidades, el gobierno -a pocos horas de inaugurarse el nuevo año, lanzan a los medios la iniciativa de reformar la Constitución Política, entre otras cosas, para crear la segunda vuelta, conveniente, según pareciera, a sus intereses de grupo, pero cuyo costo saldrá del bolillo de todos los panameños; incluyen, también, las elecciones de Diputados Nacionales y Gobernadores, y el recorte del periodo para la reelección presidencial con intenciones que tienen nombre y apellido. Para encontrar apoyo popular, incluirían ‘los 100 para los 70 y las becas universales’.   Estas acciones, planteadas en estos momentos tan difíciles, no están dirigidas a planificar soluciones, sino en planificar la mantención del poder.

Los cambios, tan anhelados por la población, seguirán en mora. No ha cambiado la manera del cómo se distribuyen las riquezas nacionales, sin equidad.    La economía crece positivamente, pero esto no se ha reflejado en las condiciones de vida de la población.   No cambia el acelerado incremento de la canasta básica familiar, cuyos altos precios hacen imposible una alimentación adecuada; tampoco cambian los programas habitacionales, de salud y de educación, para que funcionen realmente. ¡Son los cambios que Panamá necesita!

<>Este artículo se publicó el 20 de enero de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,

Reformas en tiempos de Wikileaks

La opinión de…

 

Dorindo Jayan Cortez

La novedad que ahora recorre el país se llama “reforma constitucional”.   Pero, ¿cómo justificar el gasto de las finanzas públicas en esa tarea, si luego lo menos que se respeta es, precisamente, la Constitución?   ¿Es una propuesta razonada o un trastorno más? El mismo Presidente hizo el anuncio en la sesión de instalación de la Asamblea Nacional, siendo oportuno, al dedillo diríamos, porque en el debate en los medios nacionales e internacionales se venía cuestionando duramente al Ejecutivo, tanto por el desastre en el Ministerio Público como por las revelaciones de Wikileaks.

¿Qué es lo que se pretende cambiar?   Se nos habla de la segunda vuelta electoral, de extraditar nacionales, de incluir la elección de diputados nacionales y gobernadores, de recortar el periodo (de 10 a 5 años) para la postulación de los presidentes salientes.  Para encontrar apoyo popular, incluyen “los 100 para los 70” y “las becas universales”, el caramelo de la propuesta. Los problemas esenciales, generados por los mismos proponentes de las reformas, están ausentes.

Las reformas constitucionales son necesarias en determinados contextos. Hoy, indiscutiblemente, también lo son, pero no para los fines anunciados; el sentido verdadero de un esfuerzo como ese estaría en refundar la institucionalidad, fortalecerla, de manera que se impida con sanciones categóricas y expeditas la manera como los mismos proponentes, o cualquier otro gobierno, pretendan trastocar y desconocer el orden constitucional establecido.

En Panamá, desde 1972 con la Carta Magna de los militares, hemos transitado por cuatro reformas a la Constitución (1978, 1983, 1994 y 2005; quien escribe participó en la aprobación de esta última).

La “política del parche”, sin negar los avances, ha dominado el escenario del reformismo constitucional y la “debilidad” con que opera el régimen constitucional, al desgarrársele con tanta facilidad, no es culpa del texto escrito, sino del poder que está detrás.

Por ello, pensamos que los problemas álgidos que sufre Panamá, ahora agudizados, van mucho más allá de la Constitución; más allá de esas hojas escritas carentes de cultura política y, en ausencia de esta cultura y presencia, más bien de una mentalidad antidemocrática; sin vocación ni voluntad no habrá Constitución alguna, por más perfecta que parezca, que haga reinar el estado de derecho y, mucho menos, la democracia.

Reformar la Constitución no debe ser, por lo que significa para la estabilidad del país, un juego de coyunturas que se saca repentinamente de la manga con temas que dejan muchas dudas de que estemos ante un verdadero planteamiento institucional.

Esto de permitir la extradiciones (con nombre y apellido) y de los otros asuntos, esencialmente, de carácter electoral y de grupo, nos dice claramente que seguimos por un camino sin rumbo para el país, porque para los proponentes sí están definidas sus intenciones.

Desde luego que las hojas de papel soportarán lo que se escriba y se apruebe, pero habría que ver las cabezas que han de llevarlas adelante. ¿No sería preferible que primero reformen sus cabezas, y luego la Constitución? De repente, es más necesario y urgente el cambio de mentalidad de la clase política que nos dirige, que tenga cultura política y respeto por las ordenanzas establecidas, que reformas de tinta y papel.

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Este artículo se publicó el 7  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

La Gesta de Enero y la dignidad de la Patria

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La opinión de…

Dorindo Jayan Cortez 

jayan2258@gmail.com

9 de enero de 1964. Como en ninguna otra fecha de nuestra historia, se expresa el sentimiento por la patria, la panameñidad convertida en orgullo, la rebeldía justificada del ser nacional, como en aquella donde los estudiantes defendieron, con sangre y conciencia, el derecho de la tricolor de ondear, con el empuje de las suaves brisas del Cerro Ancón, en el territorio ocupado.

Las protestas de enero no eran ajenas al patriotismo impregnado en los corazones juveniles de la patria.   Se había construido en la conciencia estudiantil el firme reclamo de “un solo territorio, una sola bandera”. Treinta y cinco años después de aquella gesta, que fue gloriosa aunque también de luto, se cumple el sueño: rescatamos la Zona del Canal y la presencia USA llegó a su fin. Como reconoce William Jorden, Embajador del Gobierno de Lyndon Johnson (1963-1969), en su obra La Odisea de Panamá, “nadie pensó en Panamá en 1964 que el izar la bandera de su país frente a una escuela secundaria un grupo de irreflexivos estudiantes estadounidense, pondría ser el principio del fin de la forma de vida que tanto ellos como sus padres tanto ansiaban preservar.”

La lucha nacionalista tenía un camino recorrido (1947, 1958-1959). Cuando el Gobernador Robert Fleming, anuncia oficialmente, en diciembre de 1963, que las banderas de Panamá y de Estados Unidos ondearían junta en diecisiete lugares de la Zona del Canal, y que la bandera estadounidense no lo haría en otros sitios: escuelas y tribunales, estaba, con esta medida, aceptándose el reclamo enérgico de muchas generaciones cuyo fervor soberano y disposición de lucha hacia insostenible la negación zoneítas de que se izara la enseña patria como correspondía.

Un hecho debe reconocerse, que no es ajeno a los incidentes. El tipo de dominio colonial, ultrajante y apropiador, establecido por el poder estadounidense, desde inicios de la ocupación, generó en los norteamericanos residentes en la Zona, un sentimiento de pertenencia, de apoderamiento de la “Canal Zone”.   Ello explica la actitud, justificable para algunos, de los estudiantes de la Escuela de Balboa y Coco Solo, en Colón, de izar la bandera –la de ellos, que era la de Estados Unidos, en sus respectivas escuelas donde, por acuerdo, no debía hacerse. Surge, así, la reacción consecuente –contestataria, de los institutores –y otros que se unen, que, bandera en mano, deciden que en el asta donde los estudiantes zoneítas izaban la “rayada extranjera”, tenía, también y, principalmente, que izarse la tricolor panameña. Ese asta debe eternizarse como patrimonio nacional, símbolo de la juventud rebelde y patriótica.

La conducta patriótica y soñadora de nuestra juventud recibe, como repuesta, el ataque agresivo, inmisericorde, de los militares USA, repitiéndose, como en otros tiempos, el ultraje y la cobardía de la superioridad castrense acantonada en nuestro propio territorio. Las consecuencias son conocidas. La sangre derramada escribe una de las páginas dolorosa de la patria. Y aunque los agresores trataron de tergiversar los hechos, lo cierto es que la gesta era, más bien, una bella -aunque triste- expresión en defensa de la nacionalidad. El recorrido por las calles, el sonido de las consignas, las piedras lanzadas, los heridos, los caídos, sus aspiraciones y sueños hoy logrados; en todo esto está el emblema de una gesta heroica que jamás hay que olvidar.

 

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<>Artículo publicado el 9  de enero de 2011    en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

2011: ¿Qué nos espera?

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La opinión del Presidente del PARLACEN…

Dorindo Jayan Cortez 

jayan2258@gmail.com

Para la democracia panameña el año viejo deja un “mal sabor”. El debilitamiento institucional del Estado de Derecho no es ajeno al modelo de administración huérfano de vocación democrática. Las consecuencias, tarde o temprano, irán en desmedro de la “imagen de Panamá” y de las condiciones propicias para fortalecer el crecimiento económico. Panamá tiene, si se compara con los países vecinos, un ritmo positivo de las actividades económicas.

Esa estabilidad y patrón de crecimiento –aunque con poco desarrollo social, no surge como generación espontánea en los últimos dieciocho meses. El lustro anterior, así como los años de mediado de los noventa, crearon el ritmo económico favorable para las finanzas públicas y el grado positivo de inversiones. Esa condición, de tener una economía que se sobrepone a las constantes crisis por la que atraviesan muchos países de la región, es la que se pone en riesgo con la flaqueza institucional por la que transita el país. Esto, desde luego, va en detrimento de los miles de panameños en condiciones deplorable de vida.

¿Cuál fue el panorama del año viejo? Con la donación de Taiwán para la compra del avión presidencial se inauguran las quejas de importantes sectores que reclaman transparencia en la actuación gubernamental; luego fue el maltrato a la libertad de expresión, tan básica y esencial para las democracias; de seguido, el manejo que se le dio al nombramiento de la Contralora generó duros cuestionamientos por su vinculación (ex empleada de la Cadena Super 99), con el Presidente; igual ocurrió con la escogencia de los Magistrados de la Corte Suprema. En este caso particular, la sociedad civil, a través de la Comisión que recomendaría a los candidatos, se sintió engañada al desconocerse el trabajo para la cual la había designado el mismo Ejecutivo; habría que sumar, la salida de la Procurada General –por no seguir, según denuncia de la misma afectada, la agenda política del Ejecutivo; y que pensar de la crisis generada en el Ministerio Público y remoción del Procurador Suplente. Para colmo, los cables diplomáticos de Wikileaks, informan otra novedad referente al pedido del Presidente a la Embajada de los Estados Unidos para escuchas telefónicas de los opositores políticos. En fin, inestabilidad sin receso.

Esos sobresaltos en nada ayudaron al país. Fueron tantas las promesas que, en verdad, se creyó posible un Panamá orientado por caminos seguros para el desarrollo. Hoy, en la puerta de entrada del nuevo año, se respira decepción. La población creyó en el cambio verdadero que, para el común de la gente, significa “mejor calidad de vida”, salud igual para todos, programas de viviendas accesibles para los pobres y sectores medios; caminos de penetración para los productores. Ya es claro que el Panamá prometido en campaña dista mucho del Panamá que vivimos en el 2010. ¿Qué ocurrirá en el nuevo año? ¿Seguirán los cantos de sirena dominando el escenario nacional? ¿Se repetirá en el 2011 aquello de “el pueblo al poder“? ¿No es acaso criminal, jugar con el poder mientras que una sociedad entera es golpeada por la naturaleza? El tiempo dará las respuestas.

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<>Artículo publicado el 31  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Caos y retroceso institucional

La opinión de…

Dorindo Jayan Cortez

La promesa de cambio enarbolada en tiempos electorales (2009) se ha cumplido al dedillo, con la aclaración de que los cambios han generado un verdadero caos institucional.  Y esto no solo por lo que ocurre en el Ministerio Público. Lo que ahí acontece, para detrimento de la imagen de Panamá, es la síntesis de un modelo de administración que pretende imponerse por encima de los principios del estado de derecho. El régimen de democracia formal, construido paso a paso después de una sostenida lucha nacional, ha tenido en los últimos 18 meses un evidente y lamentable retroceso.

El mismo Presidente, a inicio de su gestión, adelantó lo que pasaría.    Dijo que en su gobierno se podían meter las patas, no las manos.   Esto, lo de las patas, se ha cumplido al “pie” de la letra;    las han hundido muy hondo y cada vez resulta más lacerante para la institucionalidad del Estado la manera como se gobierna. La pretendida concentración del poder en el Ejecutivo alerta lo que el Conep, respecto a la procuradora general, consideró como un “atentado a nuestra institucionalidad democrática”.

La situación lamentable de lo que acontece con la justicia y la democracia ha sido observada y sufrida por diversos sectores, sin faltar, incluso, seguidores renombrados del proyecto del cambio.

El ex contralor Alvin Weeden, al oponerse a la eliminación del control previo, lamentó públicamente haber depositado su voto por el actual Presidente. El ex vicepresidente Guillermo Ford, por su parte, criticando la “concentración de poderes del Ejecutivo”, señaló que “esto no puede ser una dictadura, tiene que ser una democracia”.

El caos institucional no es ajeno, entre otros factores, al desconocimiento del valor que representa para la democracia, para la sociedad civil y para la separación de los poderes. El mismo Martinelli, en Cade 2006, criticando a los ex mandatarios (por controlar todo), decía que “lo que tenemos que hacer es volcar estos poderes a la sociedad civil, para que, entre todos, empecemos a resolver el problema”. De más está hacer referencia a la confrontación que el Ejecutivo ha inaugurado con esa misma sociedad civil, a tal grado que la misma Iglesia, al lamentar la disputa institucional que se da en Panamá, la ve como “actos peligrosos que temprano o tarde nos harán pagar un alto precio”.

El desbarajuste en el Ministerio Público, y lo que informa Wikileaks, son ya un “alto precio” que paga la sociedad panameña. Y no como un hecho aislado, sino como resultado de un patrón que apuesta al autoritarismo en el manejo de la cosa pública. El embate de ese modelo, que algunos ya lo catalogan como peor al de los militares (recordemos la represión en Bocas del Toro), lo han sufrido los periodistas, lo sufren los procesos legales, el sistema de justicia y la política exterior. Lo sufren, además, las finanzas públicas con lo que acontece con las licitaciones y la eliminación del control previo. Lo sufriremos todos los panameños, más duramente, si se continúa por el camino de tierra movediza donde las patas seguirán enterradas.

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<> Este artículo se publicó el 29 de diciembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Invasión: las balas que segaron vidas y esparcieron dolor

La opinión del Presidente del Parlacen….


DORINDO JAYAN CORTEZ
jayan2258@gmail.com

Cinco días antes del fatídico 20 de Diciembre de 1989, el de la cruenta invasión de EE.UU. a Panamá, el capitán Julián Lorenzo, de las Fuerzas de Defensa, al llegar a su residencia después de la dura faena de preparación miliar, tomó a su hijo más pequeño, tres añitos de edad, entre sus brazos. Los otros dos hijos, de nueve y doce años, lo rodearon, como tantas otras veces, como muestra de cariño infantil, que es aquel que se recuerda para siempre. Esa escena de afecto familiar se había repetido muchas veces. La faena militar, en los últimos meses, le había impedido estar con ellos, por lo menos como lo haría un padre normal ajeno a la disciplina de un cuerpo castrense. El retiro de casa era, ahora, frecuente debido al recrudecimiento del conflicto con la mayor potencia del mundo. La confrontación armada era lo más probable.

Ahí estuvo sentado por largo rato, contemplando a sus pequeños, con mirada perdida y sin decir palabras. Su compañera, consciente de la gravedad del momento, se unió al grupo y, sin que se diera cuenta Julián, estaba llorando. Luego, ocultando su desaliento, ordenó a los niños ir a la cama. La resistencia se hizo presente, refunfuñaron; aunque se marcharon, uno tras otro, no sin antes un beso como era costumbre, salvo que ahora, sin saberlo, sería el último. El más pequeño, en su retirada, miró fijamente a su padre con ojos tiernos de despedida; alzó también su manito en forma de saludo como si le dijera: ‘adiós papá, regresa pronto para estar contigo’.

Esa noche fue distinta a tantas otras. En el ambiente reinaba tristeza, una rara sensación. Aún así, tenía que cumplir con la tarea, comentada entre compañeros de armas, en la que debían dar indicaciones. Había que seguir reglas ante la posibilidad, no deseada, pero que se veía venir, de un enfrentamiento armado. Era el temor de un padre, ante el futuro de su familia, el de sus hijos. El miedo se apoderaba de Julián, y de tantos otros que, aun con sus principios, le mortificaba imaginar en orfandad a sus hijos. El temor tenía, aquí, un profundo sentido de solidaridad humana, de conciencia plena de la vida, de sentimiento de familia que, como siempre, estará por encima de cualquier guerra. Guerras que jamás serán justas.

Después de repetir ‘cierra bien las puertas’, ‘no salgan a la calle, salvo para lo necesario’, ‘recen por mí, yo haré lo mismo’, extendió sus brazos y dio el más profundo de los abrazos de su vida matrimonial. Fue como una despedida acompañada de la cruel sensación de ‘no regreso’. Al llegar a la puerta, con semblante decaído y triste, alzó la mano, como había hecho su pequeño, en señal de despedida. Y su mirada, fue tan igual de profunda, con proyección de dolor.

Fue un adiós para no volver. En los disparos y bombazos del agresor cayeron muchos cuerpos carbonizados, descuartizados. En fosas comunes fueron enterrados muchísimos cuerpos irreconocibles. En una de ella, es posible que esté Julián Lorenzo. Él, y tantos como él. Son los que abandonaron el mundo terrenal por una supuesta ‘causa justa’ llamada invasión. Los hijos, de todas las edades, esposas, familias enteras, son las víctimas vivientes de aquel genocidio que segó vidas humanas y sembró dolor.

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<> Este artículo se publicó el 26  de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Preparativos de la invasión injusta a Panamá

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La opinión del Diputado de la República…

Dorindo Jayan Cortez 

Los hechos ocurridos en los primeros días de diciembre de 1989, apuntaban hacia los preparativos para la invasión.   Para esa fecha, en un “no extraño” proceder, soldados norteamericanos realizan actos de abierta provocación a las Fuerzas de Defensas.  Para el 15 de diciembre es herido, por efectivos panameños, el soldado Child Jaile Michael, al no obedecer la orden de “alto”. Poco después fallece. 

La misma “suerte” la correría, al día siguiente, el Tte. Robert Paz-Fisher, quien en compañía del capitán Richard Haddad, se dirigían desde el Fuerte Clayrton al Hotel Marriott.   Según se dijo después, los oficiales se extraviaron introduciéndose en la avenida A, donde estaba ubicado el Cuartel de las FF.DD.   Nuevamente (qué casualidad), la orden de “alto” fue obviada. El capitán Haddad intentó traspasar la barricada, lo que motivó los disparos que impactan a Paz-Fisher.

F. Kempe, en su libro sobre la invasión, dice que la “historia de Panamá cambiaría para siempre debido a una de las balas que penetró… en la espalda del Teniente Paz”. Una bala, abría que decir, que tenía ya su historia escrita desde las élites del poder en Washington.   En verdad ello sería el pretexto para lanzar sobre Panamá el más brutal ataque de la historia de las intervenciones que ese país imperial, ha hecho en América Latina. Tan brutal en armamento como en las palabras: llamaron a semejante genocidio “causa justa”.

Los acontecimientos corrían a favor de la política guerrerista del Presidente Bush. Paralelo a los hechos arriba mencionados, se habían dictado dos resoluciones que serían usadas por el invasor para justificar la guerra. En la Resolución 10, del 15 de diciembre, se resolvía declarar “a la República de Panamá en estado de guerra, mientras que dure la agresión desatada contra el pueblo panameño por los Estados Unidos”. Seguidamente, en Resolución 11, se investía al “General Manuel Antonio Noriega como jefe de Gobierno, con todas las responsabilidades y misión de conducir al país mientras permanezca el Estado de Guerra…”.

En la tarde del 19 de diciembre, el General Noriega asiste a la ceremonia de inauguración de la cerca del Cuartel de la ciudad de Colón.   A las 8:00 p.m., es sacado del Cuartel un hombre con gran seguridad, y llevado al populoso barrio de “El Vaticano”.   Ese no era Noriega, se trataba de un simulacro. Pocas horas después, donde se suponía que estaba el General, caen las primeras bombas de la invasión.   El tradicional diciembre de regalos, dulces y jamón, sería ahora de muertes y de sangre de inocentes. Los muertos serían militares, pero también de hombres, mujeres y niños ajenos a la confrontación cuyo fin era instaurar un nuevo modelo de hegemonía en la región.

Para dictar las pautas de ese nuevo modelo, el ejército de los Estados Unidos se lanzó sobre Panamá bajo la concepción de la “guerra total”, tratando por igual a civiles y a militares. El armamento más sofisticado se puso a prueba; los cuerpos y las propiedades de los nacionales panameños, fueron el blanco de un juego de guerra que sembró mucho sufrimiento.

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<>Artículo publicado el  21  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

El nuevo Parlacen

La opinión del Diputado del Parlacen….

DORINDO JAYAN CORTEZ
jayan2258@gmail.com

La Cancillería panameña ha circulado la propuesta de una nueva instancia parlamentaria, en sustitución del Parlacen.   Al leer el documento nos queda una duda: ¿se comprende realmente el alcance y la naturaleza de este Foro? El Parlamento Centroamericano, su razón de ser, no es ajeno a la convulsionada historia política de Centroamérica, y solo entendiendo las raíces del proceso político regional podemos, entonces, entender la naturaleza intrínseca del organismo así como el valor que se le asigna a la paz, a la democracia, a la solidaridad.

No se niegan las limitaciones (que no son necesariamente las que resalta la citada propuesta) y el hecho de que, en verdad, se requiere mejorar el funcionamiento y fortalecer las tareas. Sobre esto el organismo está dando pasos progresivos con las facultades vinculantes que ya son una realidad con el depósito del protocolo por parte de Honduras. Este nuevo contexto nos ayudará a fortalecer el modelo existente, sin desmedro de la institucionalidad parlamentaria ni de los avances logrados. Los cambios deben ser para avanzar, no para retroceder. Menos para frustrar lo que se construye, una esperanza para los pueblos de la región.

El Parlacen es la expresión de las fuerzas política de la región, es la síntesis de una nueva coyuntura que enarbola la paz y la democracia. Es la manifestación de una etapa de lucha política superada en el tiempo. No cabe, por lo tanto, el modelo aplicado al Parlatino, que es el que, en definitiva, se propone con diputados que vengan de las asambleas nacionales y que se reúnan muy esporádicamente. El funcionamiento que a partir de ahora tendrá el órgano parlamentario necesita, más bien, diputados dedicados a tiempo completo a las tareas legislativas, con encuentros frecuentes de manera que se viabilicen exitosamente las tareas de la integración.

El esquema futuro de la integración nos exige, entonces, un mayor dinamismo. Pero ese trabajo no podrá ser exitoso si se le aisla y no se articula como parte de un todo funcional que accione coherentemente con el resto de los ejes del sistema. Esto no depende solo del Parlacen, hay que hacer efectiva la política integracionista entre el Parlamento, las cancillerías, las asambleas nacionales y la sociedad civil.

Es necesario, desde esa perspectiva, evaluar el camino recorrido para que, con actitud crítica, se consideren otros espacios generados del nuevo contexto. Fortalecer los vínculos con otros foros del escenario internacional en los que se debaten los problemas que hoy por hoy desmedran la sobrevivencia del género humano y su entorno, es más que necesario.

Nuestra mirada debe seguir fija en aquellos procesos que, abordados a través de la integración, generarán las oportunidades para que la región dé el salto a un mayor desarrollo económico, un salto también a la democracia efectiva, en fortalecer la cultura de la solidaridad que nos ayude, en esfuerzo conjunto, a superar los graves problemas que afrontamos en la región. Es el compromiso histórico que hay que cumplir con la patria grande: Centroamérica.

 

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<> Este artículo se publicó 18  de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

¿Por qué y para qué el PARLACEN?

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La opinión del Docente Universitario y Presidente del PARLACEN…

Dorindo Jayan Cortez

jayan2258@gmail.com

Hoy vivimos en un mundo desafiante, de lucha voraz por el control de los espacios económicos, de crisis global de nuestro entorno geográfico que ponen en peligro la supervivencia del género humano; ante este tétrico panorama cabe el esfuerzo conjunto, las experiencias compartidas y las acciones unificadas para generar respuestas eficaces.   Para el caso de Centroamérica, tenemos que lograr iniciativas que generen respuestas funcionales a un orden público con seguridad ciudadana donde no se violenten los derechos humanos; urgen mecanismos que garanticen que la participación de la Región en el sistema económico internacional tome en cuenta el desarrollo humano con equidad social; la seguridad alimentaria y la creación de espacios de oportunidades, tienen que ser piezas claves en los programas de nuestras economías.

El PARLACEN es parte de la historia política de la Región y su existencia es cada vez más necesaria. No podría ni ahora ni después hablarse de integración regional sin hacerse referencia obligada al rol que ha cumplido este organismo. Su razón de ser no es ajena a la convulsionada historia política de Centroamérica (de esto no escapa Panamá),   y sólo entendiendo las raíces y el devenir del proceso político regional, puede entonces, entenderse no solo su naturaleza intrínseca sino también el valor que se le asigna a la paz, a la democracia, a la solidaridad.    Es asunto de carne y hueso, de sangre y dolor, con huellas profundas en la conciencia y sufrimiento del “ser” centroamericano.

En el Parlamento Centroamericano se aglutinan las fuerzas políticas de la región, que actúan sobre un escenario en el que se enarbolan la paz, la democracia, lo comunitario, como valores esenciales para la convivencia humana. Todo esto, es la manifestación de una etapa de la lucha política superada en el tiempo gracias al trabajo conjunto que ha facilitado zanjar heridas, en algunos casos abiertas y, por lo tanto, es necesario que en el ámbito regional, estas fuerzas políticas estén en permanente encuentro de reflexión y que sean voces que discuten, promueven y legislan sobre el quehacer regional.

El Parlamento tiene, y siempre ha sido así, un camino difícil de recorrer. Hablamos de una región que supera los cuarenta millones de habitantes; y en donde la pobreza alcanza la alarmante cifra del 40% de la población. Si la pretensión institucional, está orientadas a mejorar las condiciones de vida de la población, entonces habría que trabajar con la fe de que variar esa realidad es posible y que ello depende, en gran medida, de nuestras propias voluntades. Lo que no es consecuente, sino reaccionario, es debilitar y echar por la borda, la iniciativa parlamentaria como se lo ha propuesto el gobierno panameño.

El sistema de integración, desde esa perspectiva, requiere de la existencia de un Parlamento robustecido. Si lo logramos, daremos pasos adelante en la construcción de la democracia regional, y la democracia para nuestros pueblos, es una esperanza. No hacerlo es un retroceso imperdonable con costos que laceran las conquistas logradas para los pueblos centroamericanos y caribeños.

 

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<>Artículo publicado el  23  de noviembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/cortez-dorindo-jayan/