La opinión de…
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Iván E. Espino G. –
La cuenca 126, entre los ríos La Villa y Tonosí, codificada así por el Estado para su mejor manejo, es una de las principales cuencas de Los Santos. Con un poco más de 2 mil 100 km2 de superficie cuenta con estaciones de medición hidrológica en diversos puntos de la misma.
Según un documento desarrollado por el Banco Interamericano de Desarrollo en esta zona llueve un poco más de mil 600 milímetros (mm) al año, llegando a máximos de 2 mil 500 mm en lugares montañosos. La división política de la cuenca No. 126 abarca gran parte de la provincia santeña en donde está más marcada la deforestación por uso de tierras para los sectores de la agricultura y ganadería, que son pujantes en nuestra región.
El estudio mencionado demuestra que hay una posibilidad de diseñar y construir una estructura hidráulica de canales para llevar el preciado líquido a zonas que lo necesiten para uso agropecuario. El sistema consiste en una presa o dique de donde parten los canales principales de distribución hasta llegar a drenajes rudimentarios que sirven al cliente final: nuestros productores. Claro está, toda esta inversión no se puede quedar en el limbo una vez terminado este proyecto.
A los productores hay que instruirlos no solo en el uso adecuado del recurso hídrico sino también en el manejo gerencial y las estrategias económicas a seguir. Mientras hay países vecinos que tienen instituciones dedicadas especialmente al riego, Panamá reparte esta actividad entre diversas entidades. La trazabilidad, conceptos de finanzas básicos y saber seguir las normativas son consejos que deben inculcarse a cada persona que se involucre en esa actividad. Ya en nuestro país tenemos experiencia previa en este tipo de sistemas de riego, y en nuestra región se han realizado infructuosos intentos para concretar un proyecto de esta naturaleza.
Para dar una idea del problema, en el rubro del arroz se habla de que para el año 2015 se debe aumentar la producción en un 50%. El actual gobierno anunció que invertirá en este tipo de proyectos. Creemos que dentro del mismo aparato gubernamental pueden encontrarse soluciones. Tenemos estudios realizados por antiguas administraciones gubernamentales que arrojan valores interesantes. Por ejemplo, para Las Tablas se consideró un embalse con fuente en el río Perales (conocido por los cuentos del Salto del Pilón) que podría aportar agua suficiente para regar una superficie de 3 mil 300 hectáreas en tierras azotadas por las sequías y dejadas en el olvido, año tras año, por pensar que no hay solución.
Con esta estructura se pueden regar áreas muy productivas de la provincia, teniendo la certeza de que podría aportarse en generación hidroeléctrica. ¿El costo? Creo que es incalculable, ya que no sólo en el tan famoso río Perales se puede hacer algo. Ésta también comprendería al río La Villa y los caudalosos ríos del valle de Tonosí. Por otro lado, un plan de manejo ambiental cuidadoso de los recursos forestales que queda, desarrollando una reforestación masiva, acompañada de una buena divulgación a las que podríamos añadir incentivos (deducibles de impuestos), son acciones imperativas que no pueden postergarse.
El uso racional del agua que conduciría esta estructura de canales es imperante, también. La tecnología juega un papel importantísimo en este sentido. La reutilización del agua en fincas ganaderas de producción lechera es un ejemplo. Utilizando el agua que se descarta en el ordeño se pueden regar los pastos en época seca. Alternativas hay y muchas. La realidad está en comprender que, tanto usted como yo, somos los que al final disfrutamos el nuevo camino que nos trazamos para vivir. Nuestros hijos nos agradecerán por haber tomado decisiones acertadas o quizás nos culpen por haber escogido las menos eficientes.
<>Artículo publicado el 4 de septiembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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