Derechos y obligaciones

La opinión de…….

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Pablo Mora


Las imágenes de violencia en la ciudad de Panamá que vimos el pasado martes, no fueron generadas en un estudio de televisión para producir una cinta de ficción, fueron captadas en las calles de este país, en donde la mayoría de los habitantes quiere transitar libre y tranquilamente por los senderos del progreso.

Imágenes en donde se aprecia a grupos minoritarios, autoproclamados defensores de los derechos de la mayoría, cuyos dirigentes no son un ejemplo o parámetro para la búsqueda de una sociedad moderna ni de una verdadera representatividad democrática, pues su enquistada dirigencia posee más legitimidad por antigüedad que por un avance en sus propuestas o recomendaciones a la solución de los grandes problemas nacionales.

Son grupos que crean inestabilidad con sus discursos rancios, que deforman la realidad y que persiguen el constante enfrentamiento, arropados en una sábana tejida con ilusiones y espejismos. La  historia ha demostrado que no poseen la capacidad para resolver los problemas complejos, porque su lucha se basa en la supuesta defensa de los derechos del pueblo y, en el afán de lograrlo, se olvidan de las grandes obligaciones que conlleva esa empresa.

Es este desequilibrio  entre derechos y obligaciones el que conduce a un fanatismo que engendra frustraciones  a los adeptos que siguen  a estos supuestos defensores del pueblo; de allí emerge su violencia, puesto que quien lucha por sus derechos, implícitamente debe ser igualmente consciente de sus obligaciones.

En contraste con estos grupos de inestabilidad, tenemos el modelo de gestión de la actual administración gubernamental, consciente de sus obligaciones y derechos, que no ha redactado una ley de reformas tributarias al  azar ni al alba, lo cual dista mucho de aquellas administraciones que redactaron leyes en beneficio de bolsillos particulares.

Los sustentos y argumentos  de la recién aprobada reforma tributaria están basados en el equilibrio social. Esta reforma tiene como norte que quienes más ganan y más gastan, paguen más, y que el excedente recaudado retorne incrementado a los bolsillos de los que menos tienen, redistribuido al pueblo a través de planes y programas sociales concretos.

Por otro lado, el Estado tiene obligación de brindar a las futuras generaciones un mejor Panamá y el éxito de este porvenir está basado en la educación digna que le podamos brindar a nuestros hijos, la cual debe estar acorde y a nivel con los estándares modernos, para lo cual es necesario actualizar nuestro sistema de educación sin dilación.

Panamá está cambiando, el Gobierno no ha hecho referencia al legítimo derecho que le asiste en implementar reformas profundas y estructurales para lograr un mejor Panamá, en cambio sí ha convocado a un diálogo nacional para el cambio, consciente de las obligaciones y retos que tiene por delante para promover el progreso social y elevar el nivel de vida de todos los panameños.

El cambio no es un capricho, sino una necesidad, pero todos los sectores deben aportar de manera pacífica e inteligente para que este anhelo sea posible.

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Artículo publicado el 22 de marzo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.