La opinión de…..
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Bogdan Kwiecinski
Aprovechando el favorable ambiente de cambio del Gobierno, encuentro oportuno presentar mis observaciones sobre el tema del saneamiento de la bahía de Panamá. Me permito opinar como uno de los ex ejecutivos encargados del proyecto de saneamiento de la bahía de parte de la empresa Tecnipan–Hazan and Sayer, bajo contrato con el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales en 1976.
En resumidas cuentas, pongo en duda el procedimiento propuesto por la administración anterior para que la etapa final del saneamiento sea efectuada a través de una planta de tratamiento y no a través del sistema de emisario submarino.
Es conveniente explicar que el saneamiento de la bahía consiste en varias etapas, primero son los alcantarillados, después los colectores y las estaciones de bombeo y, finalmente, la disposición de las aguas servidas a través de la planta de tratamiento o un emisario previo a la separación de los sólidos.
Para los que no saben en qué consiste el sistema de emisario, se trata de una tubería de unos cuatro kilómetros de largo, con un metro de diámetro, que termina con un tubo perpendicular con varios orificios para disponer de las aguas servidas en forma de una pluma, para la máxima eficiencia de la dilución inicial.
Hago constar que la variante de emisario fue propuesta hace unos años por varias compañías especializadas (Encibra, Sueco, etc.) y por la sede regional del Banco Mundial, con el patrocinio de la Comisión Permanente del Pacífico (CPPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Por diversas razones parcializadas, donde todo el mundo guardaba silencio durante la administración pasada, fue escogida la variante de manejar la etapa final a través de una planta de tratamiento, a pesar de que ésta es mucho más costosa en la etapa inicial y mucho más en cuanto al mantenimiento.
Que conste, también, que en las conversaciones con varios profesionales de la Sociedad Panameña de Ingenieros y Arquitectos y CPPS se planteó la necesidad de revisar estas anomalías para poner las cosas en orden, ya que la propuesta preliminar para el saneamiento de la bahía fue de 350 millones de balboas inicialmente, mientras que en el año 2009 se anunció que será de 450 millones de balboas. Los costos sin duda alguna llegaránfinalmente a superar con creces los 500 millones de balboas, ganándose los involucrados los jugosos contratos.
Hay dos variantes para la etapa final del saneamiento de la bahía, es decir, la planta de tratamiento o un emisario previo para la separación de los sólidos.
Mientras la variante del emisario no tendría prácticamente ningún gasto para su mantenimiento, la planta de tratamiento implicaría, entre otros puntos, el mantenimiento de la planta, el pago de un director, subdirector, secretarias, choferes, ingenieros de turno, talleres, químicos y equipo especializado, comenzando con una gran flota de camiones, energía eléctrica y equipo para transportar cerca de mil toneladas por día de los lodos digestivos.
En total se gastarían cerca de 10 millones de balboas por año. ¿Quién pagará por esto?, pues obviamente, el pueblo, y bastante, según lo anunciado por el ingeniero Ducruet en 2008.
Todo lo anterior amerita que se dedique el máximo esfuerzo para estudiar el caso, porque estamos hablando de muchos millones, dinero con el que se pretende formar un festín para unos cuantos. Que conste, también, que más del 90% de los sistemas de saneamiento de las bahías en Latinoamérica funcionan por medio del sistema de emisarios, no de las plantas de tratamiento.
Pregunto: ¿qué harán cuando se daña la planta, más allá de taparse las narices? ¿Y qué se supone que harán las mil toneladas por día de los lodos digestivos de la planta, lo que iguala los deshechos sólidos de la ciudad hoy día, y que es difícil manejar? ¿A dónde los vamos a depositar? ¿Cómo será el manejo de los mismos, frente el desastroso sistema de transporte de la ciudad? Todas estas preguntas con como quitarle el sueño al señor alcalde cuando le toque enfrentar este problemón.
De qué clase de saneamiento de la bahía hablamos, si no se contempla la canalización y la prolongación del cauce del río Matasnillo, por unos 300 metros, para alejar sus aguas, causante principal de la contaminación de la bahía. Y una cosa más, para rematar, ¿por qué la planta de tratamiento de Fuerte Amador de 50 millones de balboas, gastados alegremente, se queda sin funcionar?
Recuerden mis planteamientos de hoy, cuando se produzcan las inevitables fallas en el funcionamiento de la planta de tratamiento y cuando todos en la ciudad tengamos que caminar con las narices tapadas.
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Artículo publicado el 20 de marzo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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