Las roles impuestos a las mujeres, como administradoras del hogar, como cuidadoras perennes de hijos/as, esposos y adultos/as mayores y nuestra progresiva incorporación a los escenarios laborales supone la ejecución de maniobras que van desde contar con el apoyo de redes familiares intergeneracionales, integradas por mujeres (hermanas, abuelas, tías) para el cuido de nuestros/as hijos/as hasta la contratación de colaboradoras del hogar, para estos fines, así como la sensibilización paulatina de padres, esposos y hermanos para que se involucren en el trabajo del hogar (productivo).
Las diferencias entre quien cuida, -familiar o no- va a depender del patrimonio de quienes necesitan el apoyo. Tema aparte: quien cuida a los hijos e hijas de las domésticas cuidadoras, sobre todo, de aquellas que se desplazan transfronteras… el caso rumano es estremecedor, pues muchas madres se trasladan a países de la Unión Europea, dejando a sus hijos/as cuidado hasta de vecinos/as… algunos de estos chicos se han suicidado.
Otro punto es el cuido de infantes en guarderías y centros de orientación infantil. En Madrid, hace unos años, estuve en una casa de familia, que contaba con dos colaboradoras del hogar, una boliviana y otra brasileña, ambas tuvieron que dejar a sus hijos/as, para cuidar a la prole de esta familia española.
Que duro escenario para muchas mujeres, de aquellas que nacen dentro de contextos de pobreza y que se ven obligadas a desplazarse, porque dentro de sus realidades no hay estructuras diseñadas para educarse y optar por espacios de producción oportunos, o aun para satisfacer sus necesidades vitales y las de sus hijos e hijas.
Pero Panamá no es la excepción, muchas familias optan por contratar los servicios de colaboradoras provenientes del interior, quienes deben permanecer en las residencias de sus empleadores/as, mientras sus hijos/as permanecen en el campo, chicos y chicas que crecen sin el acompañamiento de sus madres…. pero cuantos de estos niños y niñas, por el trabajo de estas damas, son hoy profesionales que aportan a la patria.
Es así: hombres y mujeres incorporados en la producción económica, necesitan cuidadoras de sus hijos e hijas y la familia no está obligada a ocuparse de estos menesteres, en todo caso, si es su voluntad, una mirada de seguimiento. Plantearnos la solución al complejo dilema de la conciliación entre la vida familiar y laboral supone el diseño de estrategias que dignifiquen la vida humana, que el Estado junto a otros actores planifiquen y ejecuten políticas públicas que garanticen oportunidades para las mujeres.
En esta fecha especial, un tributo a estas señoras colaboradoras del hogar, que con su trabajo de cuidado a hijos e hijas que no son los propios han levantado a sus hijos e hijas, como hombres y mujeres que contribuyen a un mejor país.
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Publicado el 8 de diciembre de 2009 en el diario El Panamá América, a quien damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que le corresponde.
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