Liderazgos en crisis

La opinión de…

Carlos M. Arango Jr.

Tengo especial preferencia por el tema de la formación de líderes y la manera como estos se conducen en la práctica de su liderazgo. Esta preferencia nace porque me da pena como se manifiesta en muchos países del mundo una crisis grave en el ejercicio de tales liderazgos y los grandes perjuicios que heredan los liderados.

El liderazgo es una pieza clave en el desarrollo de los países. En un líder es donde comienza todo. Esto es así en una empresa, una institución, una organización gremial, profesional, sindical o política. Los resultados dependerán de la capacidad visionaria, de la destreza en conjugar fortalezas, de la inspiración de confianza basada en el ejemplo personal, de la disposición a la escucha productiva, de ecuanimidad en el manejo del poder, de la capacidad para definir objetivos en función del bien de los liderados y la ejecución eficiente de los planes de acción evaluados y reajustados en la marcha.

Con pesar vemos hoy día como se improvisan líderes mediante el recurso artificioso de lo mediático, de lo superficial en el manejo de temas importantes y la manipulación de imágenes personales que nada tienen que ver con la estructura personal de un líder, como si se tratara del mercadeo comercial de un producto de consumo. Naturalmente así de artificiales e intrascendentes serán los resultados con el consiguiente atraso y perjuicio para los liderados, resultando al final del día, en un estancamiento en el camino del progreso de pueblos, países, empresas y organizaciones de cualquier clase.

Los liderados tenemos una importante cuota de responsabilidad en los perjuicios heredados de líderes improvisados que de pronto irrumpen en los escenarios de la vida de los países. No tenemos la inquietud de profundizar en las personas de los líderes propuestos para analizar, reflexionar y discernir para una evaluación previa a nuestro apoyo y posterior seguimiento.

Aunque hemos avanzado en la superación de esta debilidad, por aquello de que hace unos años éramos la imagen viva de la patria boba, de quien muchos abusaron para su beneficio personal. Hoy, más avispados e incisivos, somos más precavidos antes de aceptar a un propuesto líder. Reconocemos que aún tenemos que seguir avanzando en esta dirección para evitar equivocaciones que después lamentamos.

Para los efectos de un seguro diagnóstico de un propuesto líder hay varios elementos a tener en cuenta para un eficaz discernimiento. Un factor de primera importancia es la consideración de la estructura de la integridad personal del propuesto líder.

La integridad personal es entendida como la coherencia de lo que se piensa, se dice y se hace. En mi opinión, esta es la medida fundamental para valorar a un líder. Sin embargo, esta medida no puede estar divorciada de la moral, que constituye un conjunto de valores, principios, costumbres y normas de conducta aprendidos y asimilados en el hogar, en la escuela, en la iglesia y en la comunidad. Este peligroso divorcio tendrá connotaciones completamente opuestas a la moral, lo que será traumático para los grupos o sociedades lideradas.

Cuando un líder pierde la integridad personal o se descubre por sus liderados que nunca la hubo y que toda la aparente capacidad de liderazgo no era más que una máscara para ocultar la verdadera estructura personal, el falso liderazgo irremediablemente se viene abajo, perdiendo la confianza y el apoyo de los liderados.

El ejemplo personal es otro factor necesario e indispensable para la evaluación de un propuesto líder. Para ello es necesaria una investigación a fondo del modo de vida del propuesto líder. En la práctica puede ser de mucha ayuda la información conseguida individualmente o la información obtenida por medios de comunicación confiables. De allí la importancia que tienen los medios en hacer sus apreciaciones apegadas a la verdad, alejándose de cualquier juego de poder, lo que resultaría altamente perjudicial e injusto.

En la medida que nuestra evaluación sea lo más estricta posible, estaremos reduciendo el riesgo de una equivocación a la hora de proponer líderes en las diferentes áreas que conforman la vida nacional de los países. Todo esto dependerá de nosotros, los liderados, a quienes nos toca hacer nuestro impostergable y responsable trabajo.

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Este artículo se publicó el 30 de julio de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El cuarto poder

La opinión de…..

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Carlos M . Arango Jr.

Los medios de comunicación son conocidos como el cuarto poder por aquello de su capacidad de influir en la opinión pública y en el desarrollo de acontecimientos importantes. Me parece que más se refieren a la prensa escrita que a la televisión y a la radio, porque estos medios están más orientados al entretenimiento.

El cuarto poder es ejercido desde los países más poderosos hasta los más pequeños dentro del contexto global. Tanto es así que en nuestro continente la capacidad de influencia que tiene la prensa norteamericana es significativa, en parte porque hay algunos medios que le sirven de eco a sus propuestas y campañas, muchas veces preconcebidas con intereses muy particulares.

Algunos medios del cuarto poder se dan el talante de ser poseedores exclusivos de la verdad, la moral y los principios.   Se creen con derecho a cuestionar y criticar, muchas veces cayendo en el abuso, a cuanta institución, personas y reputación se les ocurre o a quien mejor pueda favorecer a su circulación u oferta publicitaria, por su desmedida acción inquisidora.

Esta característica me preocupa porque la tendencia que se viene manifestando es un cruce cada vez más frecuente del umbral de la objetividad y esto es un peligro gravísimo porque atenta contra la libertad del lector. Si uno observa con cuidado los editoriales, la titulación y la colocación de las noticias, así como la ubicación de las fotos, empieza a despertar a la manipulación de la opinión pública lo que constituye, repito, una violación a la más íntima libertad del lector.

Otro tanto ocurre con algunos columnistas de opinión, que con la excusa de que esa es su opinión, les sirve de justificación a algunos medios para contagiar al lector de sus ideas traumáticas y obsesiones, lo que no contribuye a una formación sana de la opinión que los lectores puedan tener sobre algunos temas.

Otro tema que llama la atención de algunos medios es la crítica excesiva. Ciertamente hay cosas que criticar y que corregir, pero me pregunto, ¿no ocurren hechos positivos, acciones buenas y personas dignas del mejor ejemplo, que se puedan comentar como noticias o reportajes con más frecuencia que solo de vez en cuando? Como la crítica produce circulación y eso es un buen negocio, dejan con mucha frecuencia a un lado todo lo positivo que sucede. Nos estamos acostumbrando a pensar negativamente de nosotros mismos. ¿Es sano para el desarrollo de la sociedad promover así la desesperanza?

El tema del abuso en la crítica confunde a la opinión pública. Hoy, mirando serenamente hacia el pasado, nos parece que algunos gobiernos, instituciones, personas o funcionarios no han sido tan malos como cuando fueron presentados bajo el bombardeo de la crítica. Esta percepción me hace dudar seriamente de críticas actuales sobre hechos y personas de la actualidad nacional, para poder tener una apreciación más apegada a la verdadera realidad. Una crítica bien justificada, razonada y equilibrada es sana y contribuye al enriquecimiento del país.

He pensado detenidamente sobre la conveniencia de expresar estas opiniones. Puede que moleste o incomode a algunos, lo que no es mi intención, pero me parece que es necesario que los lectores de los medios del cuarto poder nos pongamos en alerta porque me da la impresión de que se nos está manipulando y eso no lo podemos permitir.

Tanto en cuanto los lectores cuestionemos a los medios, no solamente tendremos el beneficio de corregir manipulaciones, sino que tendremos una opinión más objetiva e independiente, producto de la formación de nuestro propio pensamiento.

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Este artículo se publicó el  28  de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El futuro de la educación pública comienza hoy

La opinión de….

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Carlos M. Arango Jr.


Una de las formas como podemos ayudar a la transformación de nuestro país es mediante la participación ciudadana, con nuestras ideas y opiniones en temas nacionales, especialmente en aquellos que inciden en un mejor futuro para todos. La educación es, sin duda, el tema que por excelencia es condición primaria para alcanzar el desarrollo que tanto anhelamos.

Con este artículo de opinión no pretendemos constituirnos en unos expertos en educación, porque sencillamente no lo somos. Solo buscamos comentar algunos hechos que resultan evidentes hasta para el más distraído de los ciudadanos de este país. Los resultados del sistema educativo panameño en el sector público son un desastre. No creo que hay que abundar en información para darnos cuenta de que esto es una realidad.

El intento de la señora ministra de Educación por llevar a cabo la transformación curricular es impostergable. Por eso, apostamos a que el futuro de la educación pública comienza hoy. No hace falta más estudios, análisis, diálogos ni consensos. Hoy es el momento de empezar. Celebramos el hecho de que 60 escuelas públicas se hayan comprometido a seguir el plan piloto del Ministerio de Educación.

Otro hecho que ya comienza a coger calor es la oposición de unos pocos seudos dirigentes de los gremios de docentes a la transformación curricular. Esto no es de extrañar, porque siempre se han opuesto a cualquier cambio que implique un rumbo distinto al statu quo, que les protege su propia incompetencia.

Ya se escuchan a los de siempre calentar los motores con su demagogia gastada y repetitiva, con amenazas de huelga y tranque de calles. Lo que resulta asombroso es cómo a estos muy mal llamados líderes, les facilitan espacios en los programas de diálogo matutinos en la radio y la televisión, cuando es harto conocido que tienen una segunda agenda política escondida debajo de la manga. No les importa un bledo perjudicar a los estudiantes y el futuro del país para lograr sus fines torcidos que apuntan a un fracasado socialismo del siglo XXI.

Este punto es necesario ponerlo en la agenda nacional, especialmente en la de los padres de familia. Es oportuno hacerles un dramático llamado de atención para que se pongan en estado de máxima alerta, porque con estas amenazas conseguirán perjudicar a sus hijos, negándoles el derecho a tener una oportunidad de convertirse en hombres y mujeres contribuyentes al desarrollo de Panamá. El perjuicio para la ciudadanía entera es evidente al trancar las calles de la capital y las cabeceras de provincias, perjudicándose la población al no poder ejercer su derecho indiscutible de movilizarse libremente por las calles nacionales. Sugiero tres puntos esenciales como estrategia para quitarle fuerza a las pretensiones desestabilizadoras de la tranquilidad social a estos cabezas caliente de la izquierda trasnochada.

El primero es un llamado a la mayoría de docentes que no está de acuerdo con estos pocos dirigentes. Demostrarle a la faz del país que son capaces de rebasar una dirigencia anticuada, desgastada y estancada por su ausencia de propuestas y faltos de creatividad educativa.

El segundo es el rechazo de la ciudadanía a las iniciativas de provocar desórdenes públicos, con la falsa excusa de que fueron los infiltrados quienes los ocasionan, y así se dé la consecuente alteración de la convivencia ciudadana con la que la mayoría quiere vivir.

El tercer punto, y el más importante, es el respaldo que el señor Presidente de la República debe darle a la ministra de Educación, imponiendo por la fuerza el orden público. Estos revoltosos no entienden de otra forma. Al presidente Martinelli, que tanto ha hablado de tener mano fuerte para acabar con el relajo, le ha llegado la hora de hablar con hechos concretos. Así que póngase los guantes y amárrese los pantalones, como no lo ha hecho ningún otro gobernante.

Ojalá que el programa piloto de la transformación curricular se pueda llevar a cabo, con gente civilizada –que los docentes deben ser los primeros en dar ese ejemplo– con sus consecuentes ajustes y correcciones para que, por fin, comience un cambio efectivo en la educación nacional, absolutamente necesario para el desarrollo sostenido de Panamá.

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Artículo publicado el 11 de marzo de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el credito que les corresponde.

El desafío de la esperanza

La opinión de……

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Carlos M. Arango Jr.

La esperanza es un ingrediente necesario en la vida de los pueblos, pues de ella se deriva el impulso para seguir adelante, gestionando los cambios que le aseguren un mejor futuro. La esperanza nace de un anuncio o de una convocatoria para continuar, para adelantar o para cambiar.

Está basada en un liderazgo que la alimenta, la motiva y la conduce. Un liderazgo que necesariamente debe ser auténtico, íntegro, honesto en su origen y todas sus manifestaciones públicas y privadas, firme y al mismo tiempo flexible y reflexivo cuando las situaciones que encara así lo ameriten.

La esperanza debe nutrir a todos los niveles sociales, económicos, políticos, profesionales y laborales de una nación. Un pueblo sin esperanzas es como un infeliz que, afanosamente, busca la luz deambulando por la existencia sin dirección cierta y sin la seguridad de poder encontrar su propio destino.

En la perspectiva de la esperanza, juega un papel muy importante el liderazgo político, enmarcado en las características que apuntamos anteriormente, para que tenga un impacto positivo en la población. De otra forma, será un lastre que no contribuye con ninguna expectativa esperanzadora.

Este aspecto es decisivo y así es que se convierte en el verdadero desafío de la esperanza. Se ha jugado, despiadadamente, con la esperanza del pueblo panameño, quinquenio tras quinquenio, lo que ha contribuido cual abono efectivo a la proliferación de la corrupción.

Si bien el liderazgo político es muy importante en el desafío de la esperanza en función de gobierno, también lo es el liderazgo de la sociedad civil como contrapeso a las fallas de aquel. Es, precisamente, en ese liderazgo emergente donde debe apuntar, en mi opinión, el desafío de la esperanza del pueblo panameño. No es cuestión de quién manda, ni de quién tiene el poder.

Es cómo este –el liderazgo de la sociedad civil– expone su carisma transparente, honesta, íntegra y confiable en el debatir de los temas nacionales, los que se manejan con aparentes improvisaciones y superficialidades propias del marketing político, que parece comenzar a rebasar los límites de la credibilidad nacional.

El pueblo también tiene su propia responsabilidad de manifestar su sentir, su pensamiento y su opinión para enfrentar el desafío de su propia esperanza. Su respaldo al liderazgo de la sociedad civil resulta ser la mejor opción, dada la doble agenda de los liderazgos gremiales y sindicales.

La juventud del país tiene un papel clave en superar el desafío de la esperanza, nutriéndose de valores cívicos y éticos que les represente su mejor garantía y credencial para intervenir en la vida nacional con autoridad y compromiso, de cara a lograr un mejor futuro para todos, incluyendo especialmente a los marginados hoy día de una esperanza que los impulse a caminar por la senda de logros y realizaciones.

Un desengaño más sería altamente peligroso para ejercer la gobernabilidad del país. De allí que todos, en nuestra vida pública y particular, tenemos la enorme e insoslayable responsabilidad de contribuir eficazmente, minuto a minuto, cada día de nuestra existencia, para superar el desafío de la esperanza.

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Publicado el 10 de febrero de 2010 en el Diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Atención a un comunicado

La opinión de ….

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CARLOS M. ARANGO JR.

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Atención a un comunicado

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La justicia en Panamá es el talón de Aquiles que se interpone al desarrollo integral del país. Tenemos muchos problemas y situaciones adversas que son piedras en el camino de un futuro promisorio en el cual podamos vivir en paz, en sana confraternidad y verdaderas oportunidades para todos, incluyendo principalmente a los marginados del progreso.

La justicia panameña es el principal factor que obra en contra de estas aspiraciones, cada día más compartidas por los panameños. La impunidad reina en el país, alentada por oscuros intereses que usan como moneda de curso corriente la corrupción, degradando los auténticos y permanentes valores de la ciudadanía, especialmente de la juventud.

Próximamente se presentará la oportunidad de adelantar un paso en el cambio de una de las instituciones que más desconfianza produce en la población como es la Corte Suprema de Justicia, con el nombramiento de dos de sus magistrados por el Presidente de la República.

Este hecho llama a la esperanza, si estos nombramientos recayesen en personas de integridad personal y profesional fuera de toda duda, contribuyendo así al necesario cambio en la correlación de fuerzas dentro del citado organismo, que lo aleje de épocas recientes donde las decisiones resultaron altamente cuestionadas por la ciudadanía, afectando seriamente la administración de justicia en Panamá.

Recientemente salió publicado en La Prensa un comunicado de la Fundación para el Desarrollo de la Libertad Ciudadana al que debemos ponerle atención y cuidado. El referido comunicado trata el tema de la justicia en nuestro país y se refiere, particularmente, al próximo nombramiento de dos magistrados de la Corte Suprema de Justicia por el presidente Martinelli. La fundación referida está formada por gente seria, con una activa participación en temas de interés nacional sin ningún sesgo político partidista, ni han salido en defensa de intereses personales, lo que los hace dignos de respeto.

Por tal razón, resulta preocupante cuando en dicho comunicado hacen referencia a un peligro sumamente grave cuando declaran: “Hasta el momento los nombres que se mencionan con más insistencia, lejos de cumplir con estos parámetros, nos producen intranquilidad por tratarse de profesionales cercanos a actuales o anteriores mandatarios, lo que no garantiza la independencia que se requiere para administrar una justicia igual para todos”.

Sería desastroso para el futuro de una justicia administrada con rectitud y honorabilidad, que los nombramientos de los dos magistrados se den a la usanza de algunos anteriores que han sido la causa de que la Corte tenga el desprestigio que hoy exhibe.

El presidente Martinelli llegó al poder con el voto de los que creyeron en sus promesas de cambio. Sería fatal que en este caso procediera como los políticos tradicionales que tanto criticó en la pasada campaña electoral.

El tal cambio quedaría reducido a un engaño más, como han sido cantidad de promesas electorales que a la hora de cumplirse han volado con el viento rumbo al olvido de los gobernantes.

Este gobierno, que pareciera ser la última esperanza democrática del pueblo panameño, estaría abriéndole la puerta peligrosamente a los enemigos de la democracia que hoy tenemos presente en nuestro patio predicando sus falsas bondades, escudados en ideologías atrasadas que están demostrando un resultado desastroso en conocidos países vecinos.

Ojalá que las nubes de las alturas del poder no le hayan impedido ver al señor Presidente que el nombramiento de dos magistrados a la Corte Suprema de Justicia tendrá un impacto decisivo en la administración de justicia en Panamá.

El pueblo panameño está tomando esta escogencia como una importantísima expresión del cumplimiento de su promesa electoral por un verdadero cambio. Muy pronto sabremos si cumple o queda como otros tantos políticos tradicionales.

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Publicado el 12 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Justicia, factor básico para el cambio

Justicia, factor básico para el cambio


La opinión de….

Carlos M. Arango Jr.

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Como muchos otros ciudadanos hemos estado observando los primeros pasos del nuevo gobierno liderado por el presidente de la República, señor Ricardo Martinelli.

El primer impacto ha sido favorable por cuanto ha mostrado, junto con su equipo de gobierno, contundencia, decisión y energía al comenzar a encarar situaciones irregulares encontradas al inicio de su gestión pública.

Si bien ese es un primer paso, lo verdaderamente importante es que se mantenga así durante los cinco años de su presidencia, especialmente dando ejemplo de probidad personal.

No podemos dejar de referirnos a la ola de escándalos en el manejo de los dineros públicos que a diario se destapan en los medios de comunicación. Esta situación refleja una podredumbre moral escandalosa que nos llena de vergüenza a la mayoría de los panameños, que somos personas decentes.

Entre ellos se destaca por su vulgar desfachatez el caso Cemis, el abominable espectáculo con que se originó públicamente y la posibilidad de que quede impune, como muchos otros que han quedado en el pasado y seguramente pretenderán quedar en el presente.

Con respecto al caso Cemis y otro similar, la reapertura de las investigaciones apuntan a quedar en la Corte Suprema de Justicia o en el Ministerio Público. Cualquiera que sea el desenlace, las dos instituciones tienen un desafío impostergable y una responsabilidad histórica que decidirá en buena medida el futuro del país.

La justicia panameña está hoy más a prueba que nunca. La ciudadanía está consciente de ello y se está tornando cada día más impaciente ante una ola de escándalos que parece nos arrollará a todos cual trágico tsunami, frente un mecanismo judicial que no se mueve acorde con las exigencias del momento. De manera que el peso ciudadano sobre la Corte y el Ministerio Público es enorme. Se necesitan, a gritos, acciones judiciales contundentes en los casos de abusos descarados y evidentes de los recursos del Estado que, en última instancia, son de propiedad de los contribuyentes.

Parece que la orden de detención de un ex ministro es un signo alentador en la dirección que el pueblo de Panamá reclama, mas esta medida no debe ser para calmar a la opinión pública, sino que debe ser el comienzo de una acción continuada que imponga el respeto que se debe tener por las instituciones de justicia.

Si los instrumentos judiciales con que cuenta el país no se agilizan, entonces no habrá otra alternativa que solicitar al Presidente de la República que busque el respaldo de la ciudadanía para llevar a cabo una reingeniería radical en el sistema judicial, basada una previa consulta pública.

Pasando a otro tema, pero dentro del de la justicia, en estos días ha surgido una polémica referente a la posposición de la entrada en vigor del Código Procesal Penal. No soy abogado ni tengo conocimientos legales por lo que no me aventuraré a dar una opinión conceptual sobre el tema. Parece ser que hay consenso en que es necesario implantarlo. La discrepancia es cuándo.

Pero como un ciudadano que se siente aún sometido al peligro de la inseguridad en las calles puedo dar una opinión basada en la declaración que hizo el señor ministro de Gobierno y Justicia en el sentido de que, de implementarse este código ahora, tendrían que liberar a 160 y tantos detenidos que aún no han sido juzgados.

Esta declaración me dejó muy preocupado. Si así se procediera, sería una gran irresponsabilidad dejarnos en manos de personas que son un peligro para la seguridad ciudadana. Pienso que el ministro Mulino tiene un punto de vista de mucho peso y debe tenerse muy en cuenta al momento de tomar la decisión. Tal vez el punto es poner toda la maquinaria del gobierno a funcionar para estar listos antes del año 2011.

Para terminar, pienso que ya no hay alternativas. La justicia funciona o funciona. No se puede configurar un escenario de desarrollo del país con un sistema judicial débil, lento, indeciso cuando conviene y a merced de intereses personales que en nada contribuyen a crear condiciones sostenibles para incorporar a miles de marginados a un mejor nivel vida. Es tan dramática la necesidad de una auténtica justicia que ésta es una condición anterior a la educación nacional.

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Publicado el 3 de septiembre de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde

El hampa juvenil se toma el país

El hampa juvenil se toma el país

Carlos M. Arango Jr.
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La ciudadanía de todo el país está consciente de esta realidad. El gobierno que terminará su periodo en unos días, distraído en los últimos dos años en temas electoreros, ha descuidado la seguridad, faltando a una de las promesas más importantes de su campaña electoral, que en un momento de equivocación colectiva lo llevó al poder. Hoy, todos sufrimos la desilusión por algo que sí se pudo, pero que no se hizo.

La causa de fondo es que la ausencia de valores morales y de una estructura familiar resquebrajada o inexistente produce el campo fértil para que la juventud caiga en manos de adultos torcidos, quienes los introducen a la actividad criminal. Recomponer este escenario tomará décadas y varias generaciones de importantes cambios, con un trabajo conjunto del Gobierno y la responsabilidad que también le corresponde a la sociedad civil.

El tema es: ¿qué hacemos ahora? Este desafío le tocará al gobierno que iniciará su mandato el 1 de julio. He aquí algunas consideraciones, que no son más que la opinión de un ciudadano de la calle, que cree interpretar las recomendaciones de una población que se siente golpeada por la criminalidad desatada por una juventud sin control y en total impunidad que hoy se pasea triunfante por las calles de nuestras principales ciudades y pintorescos pueblos de nuestro querido y pacífico interior.

Lo primero que debe hacerse es derogar la ley que protege a los menores, donde se han refugiado para disfrutar de una impunidad legal que no tiene sentido. Es necesario legislar sin contemplaciones para imponer sanciones por igual a los menores y a los adultos. Las penas por robo, asalto a mano armada, secuestro exprés y homicidio deberán ser aumentadas dramáticamente respecto de las vigentes en la legislación. Los juicios deberán realizarse en pocos días para que la justicia sea rápida.

En la nueva legislación se debe incluir expresamente el derecho de los ciudadanos a defender su vida, sus hogares, sus propiedades y sus negocios con el máximo castigo para los maleantes y liberarlo de futuras demandas civiles, penales o acosos profesionales de quienes se dedican a estas actividades.

Aunque parezca una medida extrema, que en efecto lo es, el objetivo es llenar las cárceles de delincuentes, menores o adultos por igual, para sacarlos de circulación y así liberar a la ciudadanía del peligro de su criminalidad. Consecuentemente habrá que construir numerosas prisiones. Como en la actualidad los delincuentes controlan las cárceles, sería oportuno que el gobierno entrante considere la privatización de estas, como están planeando hacer en México, lo que permitiría implementar planes de rehabilitación para reincorporarlos a la vida útil en la sociedad.

La Policía Nacional no puede quedar por fuera de las consideraciones y demandas de la ciudadanía. Es necesario armar a la Policía –digo Policía, no ejército– con armas automáticas de reglamento. Para las batidas en áreas calientes y misiones especiales, proveerlos de armas de grueso calibre con previo entrenamiento para su debido uso. Hay que dotarla de modernos sistemas de comunicación y numerosos vehículos para llevar su presencia y capacidad de respuesta a todo el país. Así mismo, hay que mejorar el salario de los policías, porque su trabajo implica un gran riesgo y eso hay que reconocerlo en su paga. Su capacitación debe ser acorde con sus funciones y debe ser impartida con los más altos estándares policiales. Esta es una prioridad en el próximo presupuesto.

Por último, pero no menos importante y grave es que mediante una acción radical y continua se limpie la corrupción que la ciudadanía percibe que hay allí adentro. Es necesario sanear esta institución para que sea respetada y recupere la confianza de la población, la que lamentablemente se ha afectado.

Es muy importante que la sociedad civil le dé su respaldo a los medios de comunicación e instituciones que hoy día mantienen programas con cobertura en todo el país, motivando a la ciudadanía a volver a los valores y principios morales que nos regresen a una convivencia fraterna y pacífica entre todos los que vivimos en este maravilloso país.

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Publicado el 18 de junio de 2009 en el diario La Prensa.