De nacionalidad y ciudadanía

CARLOS E. RUSSELL*

Al escribir estas líneas no tengo conocimiento de si el Tribunal Electoral ha fallado en el caso de Bosco Vallarino. Desde aquí, en la babel de acero y cemento, he leído que nuestra Asamblea Nacional de Diputados ha restituido los derechos civiles al “alcalde electo”.

Es muy probable que cuando este artículo salga a la luz del día —cualquiera que sea el fallo del Tribunal— el caso del “presunto alcalde” estará rumbo a nuestra Corte Suprema de Justicia, donde se intentará desenmarañar la confusión constitucional del momento.

Si estoy en lo cierto y la decisión final vendrá de nuestro órgano supremo judicial, también es cierto que estamos viviendo en un momento crítico, un abismo político y no legal, con los “ejércitos” de la “Alianza” y los del “PRD” , quienes lucharon por tener el poder patrio listo, creo yo, para oponerse a cualquiera decisión que emane de dicho órgano. Hago la diferenciación entre lo “legal” y lo “político” , porque, a pesar de que Panamá es uno de los pocos países donde los términos “nacionalidad” y “ciudadanía” son interpretadas diferentemente, no debiera haber confusión constitucional, debido a que está “clarito”.

He aquí lo que dice el Artículo 13: “La nacionalidad panameña de origen o adquirida por nacimiento no se pierde, pero la renuncia expresa o tácita de ella suspenderá la ciudadanía. La renuncia expresa de nacionalidad se produce cuando la persona manifiesta por escrito al Ejecutivo su voluntad de abandonarla, y la tácita cuando se adquiere otra nacionalidad o cuando se entra al servicio de un Estado enemigo”.

Según lo que he leído, los abogados de Bosco Vallarino hicieron sus alegatos basándose en la doctrina Suárez, basada en que las personas nunca pierden su nacionalidad.

Para mí es un argumento innecesario, pues, el Artículo así lo subraya —de eso no hay duda alguna—, es decir, ellos alegan lo obvio. Lo que no han querido hacer, porque no les conviene, es lo que el mismo artículo dice: “la renuncia expresa o tácita la suspende”.

Es innegable que, según la Constitución Política de la República de Panamá vigente , Vallarino abandonó la nacionalidad panameña, sin perderla, pero en aquel momento en que optó, por el motivo que sea, por la norteamericana constitucionalmente se suspendieron sus derechos ciudadanos y, por ende, carecía de potestad legal para correr, votar o ejercer cualquier otro derecho que la ciudadanía panameña otorga.

La Asamblea Nacional de Diputados ha votado por la “restauración” de esos derechos. Sin embargo, opino que fue un acto político, y una demostración de la fuerza de la bancada de la “Alianza”. Lo comprendo, pero eso no resta su inconstitucionalidad. Es posible argumentar que el PRD hubiera hecho lo mismo.

Finalmente, si la decisión de la Corte Suprema de Justicia apoya el acto de la Asamblea Nacional de Diputados en su decisión, moral e inmediatamente, la Asamblea se vería obligada políticamente a “restaurarle” los derechos civiles a los miles de panameños que han adquirido otra nacionalidad.

Si la Corte fallara en contra de la decisión de la Asamblea y, por ende, de Bosco Vallarino, lo sensato y lógico —aunque no ayudaría al “alcalde electo” — sería una enmienda constitucional que acepte de hecho la “doble ciudadanía” y que aclare el uso de los términos “nacionalidad y ciudadanía”.

¡Unámonos a los países progresistas!

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Publicado el 17 de julio de 2009 en el diario la Estrella de Panama a quien damos, al igual que al autor, todo el crédito que les corresponde.

‘La Era de Obama’

‘La Era de Obama’
11-08-2008 | DR. CARLOS E. RUSSELL

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Es casi imposible describir la electricidad emocional que azotó la nación norteamericana, especialmente en las áreas urbanas —áreas de personas de ascendencia africana— cuando se escuchó que Barack Obama había sido elegido presidente de los Estados Unidos de América.
Lágrimas, gritos de alegría y llantos surgieron casi sin cesar. Como el correr de río caudaloso, las lágrimas fluían de aquellos quienes nunca pensaron que este momento histórico pudiese llegar durante su estadía en esta tierra; entre ellos, este servidor.
El reverendo Jesse Jackson, sin pena, no cesó de llorar. El congresista John Lewis no pudo controlar sus sentimientos y él también lloró. Yo también llore!
Las lágrimas no emanaban únicamente de aquellos de ascendencia africana… Legiones de ciudadanos, sin distingo de raza, edad, y sexo, bailaban y gritaban en las calles… todos exaltando su alegría por este momento histórico, en el cual un descendiente de esclavos había llegado a ser el mandatario de la Nación que encadenara a sus progenitores. Afuera las bocinas de los carros anunciaban el amanecer de la “Era de Obama”. Repito, es casi imposible describir el estado emocional de la ciudad y de gran parte del país.
No es difícil comprender por qué tanto júbilo y a la vez tantas lágrimas.
Ahora en la víspera de la “Era de Obama” esta nación tendrá que enfrentarse a su pasado, uno en el cual reinó la falta de humanidad; donde seres humanos fueron considerados 3/5 de una persona; donde la vida de un negro nada valía. Nuestra participación en la lucha por los derechos civiles y el recuerdo de las mordidas de perros y los asesinatos de tantas personas fue la causa principal de la incongruidad del momento y el desbordo de nuestra pasión.
Después de la euforia de lo acontecido, en la luz de un nuevo día es menester preguntarnos: ¿Podrá el presidente Obama lograr la transformación social, cultura y económica de su país? ¿Podrán aquellos quienes históricamente negaron la humanidad de sus prójimos, ahora, en esta nueva era, funcionalmente aceptar al nuevo presidente? El tiempo dirá!
Para nosotros, panameños de ascendencia africana, la victoria de Barack Obama pone a relucir las contradicciones del país que nos vio nacer, elevando preguntas fundamentales sobre nuestra “democracia”. ¿Cuándo será posible que una persona de origen africano pueda llegar a ser presidente elegido por el pueblo panameño? ¿Cuándo atacaremos frontalmente las divisiones sociales y culturales que, como nación, nos confrontan? ¿Cuándo dejaremos de intentar esconder el sol con las manos y de negar la existencia de la marginalización de nuestros compatriotas de color, ya sean costeños o caribeños y aceptar la diferencia no contradictoria entre raza y nacionalidad? ¿Cuándo acabaremos con la marginalización de nuestros pobres?
La “Era de Obama” empezará el 20 de enero del 2009. Hoy, con júbilo y envidia hacia aquellos quienes pudieron gritar y llorar con el cambio fundamental que ocurrió en su país, yo me pregunto: ¿podrá la era del “nuevo Panamá” empezar en mayo del 2009 y así podré yo “cantar y sollozar”?

Publicado el 8 de noviembre de 2008 en el diario La Estrella de Panamá

Sólo un hasta luego…

Sólo un hasta luego…
05-30-2009 | CARLOS E. RUSSELL – Educador, Escritor

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Opinión En este, mi último artículo de opinión sabatino, deseo revisitar algunas inquietudes sobre las cuales anteriormente opiné y que pienso, aunque brevemente, merecen ser revisitados. Empero, antes de compartir mis opiniones quiero, primeramente, expresar mi aprecio a La Estrella , y en particular a la Licda. Doris Hubbard-Castillo, por haberme dado esta oportunidad, y a aquellos lectores que me honraron con la lectura de mis columnas, especialmente a los que hicieron comentarios, lo bueno y lo malo. Pienso que nunca es tarde para crecer y aprender. Además, opino que se puede discrepar sin ser desagradable y que el intercambio de ideas puede servir para aclarar conclusiones y fortalecernos.
Me alejo temporalmente, porque estaré produciendo una de mis obras teatrales aquí en Brooklyn. A la vez, es muy probable que vuelva a ser anfitrión de un programa radial y a contribuir con artículos a la prensa de acá. Por ende me será posible continuar “creando problemas” para algunos. No soy amante de las despedidas, son tristes; especialmente el uso del “adiós” prefiero un “hasta luego”, que lleva en sí la esperanza de volver a restablecer los lazos de amistad. Por tanto, este es solo un “Hasta Luego”..
He leído que el caso de doble nacionalidad de Bosco está en manos del fiscal electoral y que este debe opinar en un plazo determinado sobre el recurso de nulidad interpuesta contra el alcalde electo. Espero con ansiedad el fallo final, pues tendrá implicaciones enormes para los panameños que optaron por la doble ciudadanía, algo que, según nuestra Constitución, y reafirmada por el “Registro de Electores Residentes en el Exterior” (RERE) no es permisible. Si a Bosco Vallarino le es permitido ocupar la Alcaldía nuestra Asamblea, en aras de la justicia y moralidad, tendrá que alterar el Artículo 13 y permitir la adquisición de otra nacionalidad a todos los panameños sin perjuicio alguno, es decir, la doble nacionalidad. Es lo moral ¡Amanecerá y Veremos!
Semanas atrás sugerí que un gobierno de Martinelli se acercaría al imperio norteño y que se aislará del enfoque populista de Latino América. Aparentemente no estuve errado. El presidente electo ya ha manifestado su aversión a estos tipos de gobiernos. En un artículo intitulado “Martinelli contra gobiernos populistas” que leí en Vamaga —un resumen electrónico de noticias— el nuevo presidente nos dice “Esos gobiernos tienen una marcada tendencias a ser antiempresa y antiglobalización”.
Las prioridades del presidente electo —la globalización y los intereses empresariales— son obvias y se asemejan a la ideología política del partido Republicano norteamericano. A mi juicio deja mucho que desear e indica que Panamá marchará a un ritmo y compás diferente de Latino América. Curiosamente, Honduras, que por mucho tiempo fue vasallo político de los EUA, recientemente se ha unido a la “Alternativa Bolivariana para las Américas” (Alba), uniéndose al coro de países latinoamericanos, que conciben y promulgan los intereses populares como su prioridad. ¿Y Panamá? ¡Amanecerá y veremos!
Concluyo con la esperanza de que nuestro país convocará el “diálogo nacional” sobre raza que recomendé. Que empecemos a considerar el uso de los símbolos e imágenes de comunicación social sabiendo que el Panamá que deseamos depende de nuestro compromiso con nuestro pueblo. ¡Hasta Luego!

Publicado el 30 de mayo de 2009 en el diario La Estrella de Panamá.

De objetividad y moralidad

De objetividad y moralidad
05-02-2009 | CARLOS E. RUSSELL
Con el correr de los años he aprendido que si deseamos ser objetivos y honestos, vale más admitir haber emitido opiniones o conclusiones erradas en vez de intentar defenderlas para salvaguardar nuestros egos. Es esta una de aquellas ocasiones.
En una madrugada de la semana pasada el teléfono de mi residencia sonó. Mi hijo menor llamó para decirme que había sido detenido por la Policía. Sabiendo que él había dejado la casa con nuestro carro para ir al cine, la llamada me dejó perplejo. Inmediatamente concluí que había caído víctima de aquel virus social muy de moda, conocido popularmente como “M.S.N” —manejando siendo negro—. No me fue difícil llegar a dicha conclusión, porque él, joven, residente en Nueva York, de visita en Panamá para asistir al sepelio de mi madre, lucia el vestuario de la juventud negra norteña con su cabello en “dreads”. Además, conozco del requisito de someter fotos para obtener empleo y de ocasiones en las cuales panameños negros no fueron admitidos a discotecas. Para mí no había otra explicación. Sabía a carne viva que tanto en los EU como en Panamá la victoria de Obama no había eliminado el prejuicio racial.
¡Cuán errado estuve! Por cierto, no somos un “crisol de razas”, pero aquella madrugada el hecho de ser negro no fue la causa de su detención.
Resulta que fue detenido en un retén, pues siendo panameño con cédula, conducía con licencia norteña.. es decir, sin licencia panameña. Pensábamos que como “turista” era permisible conducir, por un tiempo corto, con licencia extranjera. Aparentemente, esto no es cierto. Necesitaba su pasaporte, el cual no cargaba. Hubiera sido fácil olvidarme del asunto y decir tres mea culpas por mis malos pensamientos.
Llamé a un amigo para que fuera a recuperar el carro y traer a mi hijo a casa, porque sin licencia él no debía conducir. Cuenta mi amigo que cuando llegó el policía lo amenazó con darle una boleta por permitir que mi hijo condujera ilegalmente, añadiendo lo que le iba a costar —la boleta, el remolque, etc. La conversación terminó con el pago de $40 al policía. Opina nuestro amigo que el retén, además de su función legal, fue una artimaña para obtener dinero. Objetivamente, no puedo sustentar dicha conclusión.
¿Por qué esta realidad? Tal vez la respuesta yace, sin justificar lo injustificable, en la desigualdad salarial del país. Por ejemplo, aquel policía probablemente gana aproximadamente B/.400 mensuales y un diputado, sin tener que arriesgar su vida, aproximadamente B/.10.000. No nos es difícil comprender aquel comportamiento inmoral.
¿Por qué esperamos respeto a nuestras leyes y códigos cuando existe un abismo económico entre ricos y pobres y entre la clase obrera y la empresarial?
Hablamos de la corrupción gubernamental existente, pero no admitimos la posibilidad de que sea endémico a la cultura ni de nuestra participación en ella.
¡La moralidad no es algo abstracto ni teórico, empieza con el individuo!
¡Todo organismo lucha por sobrevivir! ¡Igual el ser humano! Si deseamos una sociedad de respeto mutuo y moralidad nos es necesario establecer un sistema económico y donde florece la justicia económica, política y cultural.

Publicado el 2 de mayo  de 2009 en el diario La Estrella de Panama