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La opinión de…
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Eudoro Jaén Esquivel –
Los panameños vivimos de sobresalto en sobresalto. No pasa una semana sin un escándalo nuevo. No es mera coincidencia que los medicamentos que más se agotan en nuestras farmacias son Lomotil y Tafil.
Me remito a los escándalos más recientes, pues si empiezo desde el comienzo no tendré espacio. Empezamos con el escándalo de una avioneta “iguanando” en un potrero de Los Santos que destapó el tema de la penetración del narcotráfico en el Ministerio Publico, lo que a su vez motivó la salida del Procurador encargado o suplente (nunca llegué a entender cuál era su verdadero título) a quien, en mi concepto, le cayó injustificadamente la teja y se convirtió en la oveja de sacrificio. Ahora se nombra a otro “de confianza” (esta vez, la primera opción “de confianza”, no llegó a home). El tema no se ha agotado. Creo que apenas toma fuerza y con las promesas de “limpieza”, del nuevo Procu, continuará siendo el tema para rato.
De repente, desde la madre patria, el diario El País destapa otro tamal criollo con aquello de la solicitud de ayuda para “pinchar” que a los gringos no les supo bien y, por justa razón, (no “justa causa”). Los gringos de The New York Times, a quienes no le falta maldad, ahondan sobre el tema, incluyendo el mensaje subliminal de poner una foto del jefe entre dos gobernantes africanos con problemas de relación con la DEA. El temita de la solicitud de ayuda de la DEA para “pinchar” ha puesto a los spin doctors del Gobierno a trabajar sobretiempo, buscando cómo enterrar la noticia o darle otro giro, hasta ahora sin mucho éxito. Nos toman por tontos con los argumentos que usan, pero somos un pueblo sabio.
Eso de que la gringa no gustaba del jefe y todo fue su revancha, porque “la pararon firme”, me la cambean, como decimos por allá. El nuevo giro que quieren dar es que vienen Wikileaks del PRD, como si un mal justifica otro mal. Mejor aceptar la realidad de que metieron la pata. De todas maneras eso está oficialmente permitido en este gobierno. Lo que no se permite oficialmente es meter la mano. La noticia anticipando los Wikileaks del PRD, que creo es cierta, tendrá a muchos ingiriendo Lomotil y Tafil a puñados.
Si alguna vez tuve dudas de que somos un país surrealista, las perdí con el tema de jours: las quejas sobre el Metro Bus. Solo tenían horas de estar circulando cuando ya abundaban quejas. Hay más quejas que elogios. Ahora resulta ser que para muchos los Diablos Rojos eran lo máximo. Abundan los comentarios a favor de los Diablos Rojos: que los Metro Bus son más caros; que en los Diablos Rojos iba más gente sentada; que se podía dormir, porque los respaldares era más altos; que se podía subir y bajar por la misma puerta y donde nos venía en ganas. Otras quejas de los metro buses son que el aire acondicionado no funciona (¿funcionaban en los Diablos Rojos?); que hay que caminar mucho por la ubicación de las paradas, que opera el sistema de que “entre que caben 100”, que los asientos son incómodos: que hay que ir parados, etc., etc.
¿Devolvemos los metro buses a Colombia, donde sí saben usarlos?
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<> Este artículo se publicó el 31 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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