Al fin Panamá responde

La opinión de…

 

Ricardo Gutiérrez

Soy ciudadano cubano residente en Panamá desde 1996. Aunque por razones obvias de respeto y ciudadanía extranjera no me entrometo en situaciones de cualquier índole, incluyendo el político, no por eso dejo de reconocer tanto las fallas como aciertos que a mi juicio han cometido los gobernantes de turno en este tiempo. Voy a referirme específicamente a un caso particular, que constituyó para mí uno de los errores más grandes de carácter humano y político que ha cometido este gobierno y lo hago ahora porque se presenta la oportunidad de que, por una parte, otra persona de origen panameño, en un maravilloso artículo y la Corte Suprema por otra parte, han puesto muy en alto la dignidad de esta nación y la verdadera interpretación del vocablo “agradecimiento”.

Me estoy refiriendo al artículo publicado en La Prensa el 27 de enero, titulado “Operación Milagro”, una bendición para los humildes. Aunque el señor Bolívar Perigault explica con datos muy claros las decenas de miles de panameños beneficiados por esta vía de forma gratuita, valdría quizás la pena hacer algunas reflexiones y preguntas a los responsables de esta falla (por no usar términos más duros).

¿Realmente la Asociación Médica Nacional o mejor, sus representantes, pretendían que con su denuncia se investigara el ejercicio supuestamente ilegal de médicos extranjeros, o por el contrario lo que perseguía era librarse de posibles competidores que redujeran sus ingresos al realizar servicios gratuitos y masivos a la gente humilde, gente a las cuales jamás ellos atenderían simplemente porque esas decenas de miles de seres humanos no tienen con qué pagarles?

¿Qué ha hecho la Asociación Médica Nacional, el Ministerio de Salud o en definitiva el Gobierno para sustituir con la misma eficiencia y garantizar a muy corto plazo la labor de los profesionales prácticamente expulsados en el orden tanto cualitativo como cuantitativo los servicios por ellos prestados? A estas alturas ya debían existir operados más de 18 mil nuevos pacientes de escasos recursos, pues el argumento del Gobierno para poner fin a la asistencia indicaba que “ésta sería garantizada por sectores público y privado panameños”. ¿En realidad se ha cumplido de verdad esta afirmación?

Estoy seguro de que no, sencillamente porque ese “material humano afectado” no representa ningún estímulo para estos señores. Ojalá estuviera equivocado y existieran de veras personas con poder sensibles a estos requerimientos, profesionales de la salud que prometieron en el juramento de Hipócrates entre otras cosas “en el momento de ser admitido entre los miembros de la profesión médica, me comprometo solemnemente a consagrar mi vida al servicio de la humanidad”.

Pero todo parece indicar que al leer el nombre del famoso médico griego (Hipócrates) una parte de los jurantes confundió algunas letras y creyó que se trataba de otra palabra.

Nos reconforta el saber que existen instituciones y gente como el señor Bolívar, el Consejo Técnico de Salud y la Sala Tercera de lo Contencioso Administrativo de la Corte Suprema de Justicia que no den paso a estos errores tan dramáticos.

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Este artículo se publicó el 31  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Entendiendo el ‘no voy’

La opinión de….

Ricardo Gutiérrez 

Hace poco leí un artículo relacionado con el “no voy” de los taxistas. Antes de seguir, quisiera hacer de conocimiento del lector que también he sido víctima del “no voy”,   el enojo que uno siente cuando le ocurre es indescriptible.

En las pocas ocasiones en que he tenido que recurrir al servicio de transporte selectivo cambié de estrategia, me montaba y después le decía al conductor hacia dónde iba.

Voy a despojarme de todo sentimiento para tratar de aportar un análisis objetivo de la situación. La mayoría de los gobiernos subsidia el transporte. La diferencia radica cuando el subsidio se hace a costa del dinero del empresario y no del Gobierno. Y es que es el empresario (taxista) y no el Gobierno, quien ve mermada su utilidad cuando la ruta solicitada es de alta congestión.

El sistema de tarifa establece el mismo cobro, independientemente de si un recorrido de cinco kilómetros se hace en 15 minutos o en 45 minutos. No nos olvidemos que el fin de todo negocio es la obtención de utilidades y lo que hay detrás de un “no voy”, es el criterio empresarial de quien decide cómo maximizar sus utilidades.

En otras palabras, la responsabilidad no es del taxista, sino del Gobierno, que ha tenido en sus manos la solución a este problema desde hace muchos años.

Procedo a explicar. En 1897 Gottlieb Daimler equipó el primer taxi con un taxímetro. El taxímetro podemos definirlo como un aparato mecánico o eléctrico que permite cobrar al usuario una tarifa en función de la distancia recorrida y del tiempo utilizado. De esta forma un taxi al que se le solicitara una ruta congestionada, obtendría una compensación justa en función del mayor tiempo invertido en el recorrido.

¿Por qué ningún gobierno ha tomado la decisión de hacer obligatorio el uso de los taxímetros? Eso, señores, es un gran misterio que espero alguien pueda alguna vez contestar. Este gobierno tiene en sus manos la oportunidad de aplicar la tecnología para brindar una solución justa, tanto a usuarios como operadores de transporte selectivo.

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Artículo publicado el 30 de agosto de 2010 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

Prueba de fuego para el Presidente

La opinión de…….

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Ricardo Gutiérrez

Para el momento en que escribo este artículo he pasado días leyendo la información publicada en medios impresos y escuchado la opinión de distintas personas sobre los hechos suscitados a partir del supuesto escándalo de corrupción que se dio en el FIS.

Hay teorías e incluso comentarios de algunos investigados que señalan que la auditoría se hizo con el propósito de tener elementos de prueba en contra de los diputados de oposición, a quienes se habría llamado para informarles de los hallazgos, con la intención de chantajearlos políticamente.   Con lo que no se contaba era con que esta información celosamente engavetada se filtrara a los medios de comunicación y que se supiera que también presuntamente estaría involucrado un diputado del partido gobernante.

Ha habido declaraciones que buscan descalificar la investigación hecha por la firma López Consultora por no haber sido autorizada.   Pero señores, aunque no haya sido autorizada, los hallazgos tienen mérito suficiente para el inicio de una investigación. Quienes piensan que descalificando a la consultora lograrán justificar o sumir en el olvido lo encontrado, se equivocan

Por otro lado he leído de la intención del Presidente de cerrar el FIS y crear otro institución con más controles y fiscalización. Es que acaso con cambiarle el nombre a las instituciones y crear nuevos controles se resuelven los problemas. La fiebre no está en la sábana.

Y usted señor Presidente está ante un escándalo que podría alcanzar mayores proporciones que el tan sonado caso Cemis.   Esta es la oportunidad que usted tanto ha buscado de llevar las investigaciones hasta las últimas consecuencias y condenar a todas aquellas personas que se compruebe su participación en las denuncias.

Señor Presidente, si quiere cambiarle el nombre al FIS, hágalo, pero tenga la certeza de que solo es el castigo ejemplar y la condena de los implicados el único camino de enviar un claro mensaje a quienes todavía piensan que pueden con impunidad disponer de nuestros dineros para lo que mejor les parezca.

Todos estaremos pendientes señor Presidente, usted lo dijo, AHORA LE TOCA AL PUEBLO, queremos ver concretar con hechos lo que se prometió con palabras.

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Publicado el 31 de enero de 2010  en el Diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.