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La opinión de……

RINA  GEDALOV

Recientemente leí en un diario de la localidad una noticia que decía que se había discriminado a una joven prohibiéndole la entrada a una discoteca en Amador. Según la nota periodística, el motivo de la discriminación era su condición física: acondroplasia; que es un trastorno genético del crecimiento óseo, la causa más común del enanismo.

No pude evitar indignarme ante lo que leía, porque significa que en pleno siglo XXI aún nuestra sociedad no acepta ni vive con normalidad la diferencia. La gran mayoría solo acepta un determinado estereotipo de ser humano y lo que se salga de ese estereotipo o patrón que la sociedad ha autodenominado “ normal ” se enfrenta a dificultades en el desarrollo de su vida diaria.

Si la persona se sale de lo que es “ normal ” ante los ojos de una mayoría dominante se le estigmatiza y discrimina, que es exactamente lo que le ocurrió a la joven que no se le permitió entrar a la discoteca por su condición física. Se le estigmatizó por una característica diferente a la de la mayoría y se le discriminó con la exclusión; es decir, no tuvo el mismo trato que los demás.

No logro entender el que se le haya prohibido la entrada a una persona a una discoteca por razón de una característica física; simplemente me resulta inverosímil este comportamiento humano.

A diario oímos, decimos y leemos en los medios frases con algún tipo de discriminación o prejuicio hacia alguna persona o algún grupo minoritario. Acostumbramos a generalizar y a atribuirle la culpa a determinado grupo por hechos o situaciones de las que no son culpables, pero que por razón del prejuicio, odio o desconocimiento las mayorías tienden a manifestar sin fundamento y conocimiento. Discriminar es negación del ser humano y esa conducta es la más denigrante a la que puede llegar una sociedad civilizada.

Voltaire decía: “ El prejuicio es la razón de los tontos ” y estaba en lo cierto, porque la estigmatización y discriminación hacia las minorías, hacia lo diferente ha dado lugar a que surjan conflictos nefastos en la historia de la Humanidad.

Como sociedad, no debemos permitir que hechos como el ocurrido a la joven de la discoteca vuelvan a repetirse. Para ello es imperativo inculcar en los niños, en las escuelas y en el hogar, conciencia humana, el sentido de responsabilidad y solidaridad hacia los demás, el respeto a la diversidad y a lo diferente, la conciencia respecto a que todas las personas son iguales en dignidad y derechos fundamentales independientemente de su origen, características, preferencias y convicciones; solo así podremos ser mejores seres humanos y contribuir a un mundo mejor.

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Publicado el 26 de febrero de 2010 en el Diario La Estrella de Panamá a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.