Urge una cultura de mantenimiento

La opinión de…

Jorge Murillo

Al iniciar labores en la antigua compañía telefónica Intel, los compañeros más antiguos se encargaban de la preparación de los jóvenes; sin embargo, hubo algo que me impactó para toda la vida y fue la cultura de mantenimiento.

Esto fue una parte importante de la formación que heredamos de los otrora dueños de la empresa Fuerza y Luz, por medio de los compañeros más antiguos.

Cuando compramos un vehículo en la agencia recibimos una guía de mantenimiento a tantos kilómetros o tiempo determinado, si no me equivoco, cada tres meses. Ahora bien, he escuchado decir a funcionarios de alto cargo de la Caja de Seguro Social (CSS) que los equipos se dañan por usarlos mucho. ¡Eso es falso!

En muchos años de trabajar con los ingenieros en el Intel y luego, en Cable & Wireless Panamá, escuchábamos y esperábamos con ansiedad el mantenimiento del equipo y de la red.   La falta de este la vivimos después de 1987, cuando por la crisis económica –de infausta recordación– nos vimos precisados a dejar de hacer el mantenimiento acostumbrado, sin embargo nos ofrecíamos a trabajar los días libres –llamados “domingos voluntarios” donde asistíamos hasta con la familia– a fin de darle el mantenimiento que requerían los equipos de nuestra empresa.

Con el correr de los años hemos visto cómo se insulta en los noticieros la mentalidad preclara de quienes de alguna manera hemos estado en los procesos de producción y que tratamos de darle secuencia a lo que sucede en nuestro sufrido país.

Quizás lastime a alguien con mis comentarios y de alguna manera es probable que “le voltee la paila” a algún funcionario de alto cargo que se está limpiando las manos. Cuando dicen que las máquinas en donde se hacen las resonancias magnéticas, las mamografías, etc., se dañan es creíble, pero si no hay cultura de mantenimiento es fácil echarle la culpa a la “falta de un fusible” o decir que como el equipo se utiliza mucho, por eso es que muchos aparatos en el sector público se dañan. Pregunto, entonces, ¿Por qué no se dañan en el sector privado? Estoy seguro que los ingenieros del sector privado, pensando en el bienestar de su empresa, y de manera oportuna, programan los mantenimientos, pero… ¿Qué hace malos a los ingenieros o administradores en el sector público, si estudian en las mismas universidades? Es la falta de una cultura de mantenimiento en el sector público.

No podemos achacar errores por la falta de mantenimiento a los trabajadores de baja categoría, pues ellos no deciden cuándo hacer esa labor, pero sí podemos culpar de ellos a los ingenieros o supervisores que no hacen la advertencia a sus jefes jerárquicos. Todos debemos recordar que no reportar una falla en el sistema te puede hacer merecedor de una sanción (caso CSS y el laboratorio en donde se hicieron los medicamentos, en un hangar). Hay que hacer el reporte y guardar una copia, porque sabemos que la cuerda revienta por el lado más débil.

En el Estado panameño, los políticos son famosos por hacer leyes para castigar al que se roba una lata de atún, pero aplican una sanción leve a quien roba millones. Los panameños debemos exigir que se desarrolle la cultura de mantenimiento.

Si el mamógrafo que compra la CSS trabajara 15 ó 16 horas se pagaría en menos de dos años, de forma que al Estado le quedaría con un activo más y bajaría la mora que tiene con los usuarios. Si contrata el servicio externo, quedaría con una deuda, y estoy seguro que milagrosamente se dañarían los equipos dentro de la institución.

Otro ejemplo, no comprendo por qué hacemos calles de asfalto, un material de baja calidad y que cuando se utiliza sin supervisión queda como un chicle por el calor, cuando podríamos reparar más calles con cemento.

La Asamblea debe legislar para que, en caso de que los trabajadores de alguna entidad pública tengan que abrir un hueco en una calle, esa entidad o institución repare el daño causado, y que si no cumple se descuente el gasto de la reparación del cheque del director de la institución. Estoy seguro de que con esta medida no abrirán hueco alguno, sino están seguros de poderlos cerrar.

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Artículo publicado el 3  de junio de 2010  en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.