El Chagres, el Canal y el agua

La opinión de…

Arturo D. Melo S.

El río Chagres fue represado en la localidad de Alajuela con la represa de Madden, terminada en 1935, o sea, 21 años después de la apertura del Canal de Panamá en 1914.   Anteriormente, había sido represado en la localidad de Gatún, con la represa del mismo nombre, terminada en 1912.

John Stevens, segundo administrador de la Comisión del Canal, dijo, ante el Senado de Estados Unidos en junio de 1906, que “el gran problema en la construcción del Canal de Panamá es el control del río Chagres”.

Fernando de Lesseps, constructor del Canal de Suez a nivel del mar, y promotor del Canal Interoceánico, convocó el Congreso Internacional del Canal Interoceánico, en la sede de la Sociedad de Geografía en París, y allí logró que se aprobara la ruta de un canal a nivel en Panamá.

En dicha reunión, el ingeniero Godin De Lépinay se expresó así: “Tratar de construir un canal a nivel por Panamá es ir contra la naturaleza, y las obras de ingeniería que van contra la naturaleza fracasan.

Si ustedes quieren construir un canal interoceánico por Panamá, lo que tienen que hacer es aprovecharse de la naturaleza, represando el río Chagres en Gatún y el río Grande en Miraflores, creando así dos lagos, y luego cortar las montañas para unir estos dos lagos y conectar ambos a los respectivos océanos, construyendo esclusas”. Godin De Lépinay tuvo que retirarse, abucheado, de dicho congreso.

Los franceses trabajaron en la construcción de un canal a nivel en Panamá desde el mismo año 1879, a pesar de que al visitar De Lesseps la ciudad de Panamá, con su joven segunda esposa y varios de sus pequeños hijos ese año, tuvo dificultades en el trayecto, porque el río Chagres averió seriamente el puente del ferrocarril. Para el control del Chagres, los franceses había pensando en la construcción de un puente, para que el río pasara sobre el Canal y no cayera al mismo, en una gran catarata que lo dañara.

Un hecho no muy conocido es que, al reiniciarse la construcción del Canal por parte de los norteamericanos, en 1904, continuaron construyendo el canal a nivel, que De Lesseps había soñado, hasta 1906, cuando John Stevens se convenció de que dicha obra era imposible de realizar y persuadió al senado de Estados Unidos –por un estrecho margen de 36 a 31 votos, el 19 de junio de 1906– de la necesidad de abandonar el diseño de Fernando De Lesseps y adoptar el diseño de Godin De Lépinay. Al día siguiente se inició la construcción de la represa de Gatún.

Se pensó, entonces, que el problema de las inundaciones del río Chagres había quedado resuelto al incorporarlo al canal a través del lago Gatún, pero las inundaciones de 1906, 1923, 1931 y 1932 los convencieron de que se necesitaba represar el Chagres una vez más, aguas arriba del lago Gatún, y se decidió construir la represa de Madden y el lago Alajuela. Los objetivos de esta obra eran el control de las inundaciones, el almacenaje de agua para uso del Canal durante la estación seca y la generación de electricidad. El lago Alajuela no fue construido como una fuente de agua para una potabilizadora.

Este lago tiene dos grandes desventajas en comparación con el Gatún: aguas arriba recibe directamente las inundaciones, con sus aguas turbias y lodosas, que sólo llegan al lago Gatún después de llenar a capacidad el lago Alajuela, el cual como lago de almacenaje de agua varia de nivel hasta 47 pies entre invierno y verano. El lago Gatún, como parte del mismo Canal, sólo puede variar seis pies entre invierno y verano. Como quiera que las aguas sucias de las inundaciones se limpian por sedimentación, al bajar el nivel del lago Alajuela a 47 pies, para finales del verano, cada año se vuelve a captar agua turbia, difícil de potabilizar.

Hay que reconocer que la excelente administración panameña de la Autoridad del Canal logró que las represas de Madden y Gatún cumplieran plenamente con los objetivos para las cuales fueron construidas, a pesar de que las inundaciones de diciembre de 2010 fueron las más grandes que ha tenido el río Chagres desde la construcción del Canal de Panamá. Este hecho contrasta con los daños causados por la represa del Bayano, administrada por una empresa extranjera, cuyas aguas destruyeron al poblado de El Llano, fue fundado siglos atrás, y devaluaron casi totalmente miles de hectáreas de fértiles tierras, aguas abajo de la represa del Bayano, la que en vez de controlar acentúa ahora las inundaciones.

No se puede desconocer que el mantenimiento deficiente y la falta de inventarios de repuestos de las potabilizadoras de Chilibre agravaron el problema del agua turbia del lago Alajuela, pero la solución permanente del grave problema de abastecimiento de agua potable para el área metropolitana de la ciudad de Panamá parece estar en la construcción de una o varias nuevas potabilizadoras.

Se podría captar agua del lago Gatún en la comunidad de Bahía de Salud o en la boca del río Frijoles, partes del lago cercanas a la ciudad de Panamá, y llevarla por tubería, siguiendo la vía del ferrocarril a Gamboa, para potabilizarla y desde allí distribuirla por acueducto. Se podría, también, captar agua con barcos cisterna en donde estuvieran más limpias en el lago Gatún y llevarlas a Gamboa.

Al buscar nuevas soluciones, debemos tener presente que el agua que se usa o se malgasta de los lagos Gatún y Alajuela, es agua que no se utiliza en el Canal para generar ingresos a la nación. Por esta razón, no debemos dejar de estudiar seriamente la posibilidad de utilizar aguas que no van al Canal, como las de los ríos Pacora y Mamoní, preservando sus cuencas y racionalizando su uso, para el abastecimiento de agua potable a la capital.

<>
Este artículo se publicó el 13  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.  El resaltado es nuestro.

Mentiras en la crisis del agua potable

La opinión de…

César Temístocles Díaz Z.

Existe información y datos sobre la crisis de agua potable que nos es vedada y otra que presentan tergiversada. Probablemente se habrán percatado de que los señores del Gobierno todos los días estrenan una mentira acerca de la crisis y eluden tocar los aspectos básicos. Así quieren encubrir el despliegue de ineptitudes e improvisaciones de funcionarios grises, que no han tenido la capacidad técnica ni el coraje necesario para romper la mala práctica de esperar que las cosas se resuelvan solas, mientras se cobra un inmerecido cheque, patrón de comportamiento de todos los gobiernos, sin excepción.

Convertir al agua cruda en agua potable, dicho en forma sencilla, consiste en producir agua sin olor, sabor ni color, y libre de agentes patógenos. Para lograrlo se emplea carbón activado que elimina malos olores y sabores; sulfato de aluminio (alumbre) para abatir las partículas en suspensión, generadoras de los niveles de turbiedad; y cloro para matar las bacterias que también son partículas.    Para prevenir la caries dental se añaden fluoruros y, finalmente, polímeros que hacen más eficiente el proceso de filtración. Las plantas de tratamiento manejan un sistema dinámico que requiere ajustar las dosificaciones de químicos empleadas, a las cambiantes condiciones del agua a procesar.

Un principio básico de la química elemental en materia de las soluciones es que mientras más saturada una solución, más fácilmente se precipita el soluto. En el caso de la turbiedad, mientras más turbia o “sucia” el agua más fácilmente se pueden abatir los sólidos en suspensión.   Esto supone que se apliquen químicos en las cantidades o proporciones necesarias para tratar las distintas concentraciones de sólidos que estén presentes; que se aumente la frecuencia del lavado de filtros y sedimentadores.    Son preguntas de rigor: ¿Se están aplicando los químicos en las cantidades que demandan las condiciones actuales del agua cruda? ¿Cuenta el Idaan con suficientes químicos para cubrir las necesidades de sus plantas? ¿Con un programa de auditoría del mantenimiento de los sistemas y sus componentes?

Debe alarmar que una instalación de la importancia de la planta de Chilibre, que debe suplir de agua potable de alta calidad a la capital de la república,  no cuente con equipos de respaldo, ni suficientes insumos para cumplir sus funciones, y haya tenido que recurrir,  con desespero, a   pedir apoyo de la Autoridad de Canal de Panamá y a … ¿Costa Rica?   ¡Qué vergüenza!

La potabilizadora de Miraflores, que opera la empresa del Canal desde el año de 1914, está situada al final de las vías de drenaje que se originan en Alto Chagres; recibe toda la basura que se arrastra en el área; la toma de agua cruda, ubicada en el canal a la altura de Paraíso, es perturbada por el paso de alrededor de 40 barcos diarios.    No obstante, Miraflores está produciendo agua potable que supera las exigencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS).    Pregunto: ¿Por qué la planta de Chilibre, más nueva y moderna no puede hacer lo propio? ¿Incompetencia profesional? ¿Parasitismo político?   ¿Limitaciones burocráticas ?   ¿Mal diseño inicial?

A propósito de esto último, es oportuno recordar que el diseño original de la planta permitía el manejo de altos niveles de turbiedad, pero los serviles (¿lacayos?) del momento les dijeron a los militares al mando que teniendo el lago Alajuela (antes lago Madden), “aguas limpias” no era necesaria esta especificación; que con “filtración directa” se ahorrarían varios millones.    Se rebajó la capacidad de la planta para procesar altos niveles de turbiedad y ello, sumado a la ineptitud e indolencia de los gobiernos, y a la destrucción de la estabilidad de la cuenca, nos hace pagar un alto precio en riesgos para la salud, pérdida de imagen como país, y pérdidas millonarias en todas las actividades económicas.

Estimo que este es un problema de salud pública cuya gravedad no se puede irresponsablemente minimizar ni esconder más.   El país está pagando un costo muy elevado, en todos los órdenes, por la inepcia y oportunismo de los mediocres de siempre.   Es urgente que se reconozca lo vital de mantener en óptimas condiciones todos los sistemas de abastecimiento de agua potable del país.   Que se respalde el conocimiento técnico que ya existe en el Idaan, dándole los recursos necesarios para aplicarlo bien. Que prevalezca lo técnico sobre la politiquería. La salud de la población así lo demanda como tarea prioritaria de ejecución inmediata, no para promesas en las próximas elecciones. Es tiempo de poner el nombre y apellido de los causantes de los problemas; de los que incumplen sus obligaciones. Que rindan cuentas por los perjuicios a los contribuyentes y se impartan escarmientos ejemplarizantes.

Estos son algunos de los primeros pasos para convertir el potrero en un verdadero país. No seamos ilusos, las cosas no se arreglan solas. Debemos exigir que el Gobierno asuma su grado de responsabilidad en esta crisis. De no hacerlo, nos seguirán tratando como ciudadanos de tercera. Aprendamos algo de esta experiencia. Querer, hacer y actuar es el verdadero poder. Recuerde que a usted le hacen lo que usted mismo permite que le hagan.

<>
Este artículo se publicó el 12  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Los pavimentos de la cinta costera

La opinión de…


Álvaro E. Palacios S.

La obra fue realizada por una internacional y renombrada empresa brasileña, en conjunto con la más prestigiosa firma en este campo que existe en Panamá.   Fue inaugurada hace año y medio, más o menos, pero los pavimentos parecieran tener 10.

En algunos tramos de la porción elevada, la losa estructural es tan irregular que nos recuerda a un rallo de lavar y pareciera haberse construido a mano, “paño a paño”.   Aparte de esto, si se observa con detenimiento se notará la gran cantidad de agrietamientos que propiciarán la entrada del agua lluvia al cuerpo y refuerzos de la misma. De más está mencionar las consecuencias de ello.

El pavimento de la llamada nueva vialidad, que es la porción construida sobre terrenos reclamados al mar, es patético.   Son innumerables los defectos de construcción que existen y no se escapa uno solo de todos los errores posibles que pueden cometerse en este tipo de trabajo.

Para observar los defectos en toda su magnitud, se recomienda recorrer estas vías tras la conclusión de una lluvia, cuando empieza a secarse la superficie.   Se notará una especie de rompecabezas en matices de gris, donde se pueden ver segregaciones en el hormigón, pérdida superficial de finos, porosidades, irregularidades de todo tipo, agrietamientos, juntas mal diseñadas y mal construidas, etc., etc. En algunas ciudades de Brasil, por ejemplo, se estila determinar el índice ínternacional de rugosidad (IRI) de las vías urbanas y estoy seguro de que los pavimentos de esta flamante cinta costera no hubieran salvado esa prueba.   Pero estamos en Panamá.

Lo inexplicable de todo esto es que debió existir una supervisión permanente de parte del Ministerio de Obras Públicas. ¿La hubo? ¿Era capaz? ¿Ejerció, en verdad, sus funciones? ¿O, simplemente, fue una invitada de piedra?   Hasta la más inepta de las inspecciones no hubiera permitido tan mala ejecución. ¿Y qué de la inspección final y el acta de entrega y aceptación? No puedo pensar que estos pasos obligatorios se dieron y, quizás valga la pena esperar la conclusión de su extensión y efectuarlas, conjuntamente. Se trata de defectos de construcción que de ninguna manera deben ampararse en la cláusula de mantenimiento por cinco años que existe en los contratos respectivos. De paso, esta cláusula de mantenimiento no ha funcionado nunca, en opinión del suscrito.

Pienso que la Sociedad Panameñas de Ingenieros y Arquitectos a través de su Colegio de Ingenieros Civiles o su Foro de Infraestructura, debe decir algo; es su obligación.   Resultaría lamentable que su voz no se haya hecho sentir ante las autoridades competentes, salvo que concuerde con lo que se observa.

El Estado está invirtiendo extraordinarias cantidades de dinero en este campo pero, desgraciadamente, la calidad de lo que se construye no le hace honor al esfuerzo.

*

<> Este artículo se publicó el 21  de noviembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor  en: https://panaletras.wordpress.com/category/palacios-s-alvaro-e/

Urge una cultura de mantenimiento

La opinión de…

Jorge Murillo

Al iniciar labores en la antigua compañía telefónica Intel, los compañeros más antiguos se encargaban de la preparación de los jóvenes; sin embargo, hubo algo que me impactó para toda la vida y fue la cultura de mantenimiento.

Esto fue una parte importante de la formación que heredamos de los otrora dueños de la empresa Fuerza y Luz, por medio de los compañeros más antiguos.

Cuando compramos un vehículo en la agencia recibimos una guía de mantenimiento a tantos kilómetros o tiempo determinado, si no me equivoco, cada tres meses. Ahora bien, he escuchado decir a funcionarios de alto cargo de la Caja de Seguro Social (CSS) que los equipos se dañan por usarlos mucho. ¡Eso es falso!

En muchos años de trabajar con los ingenieros en el Intel y luego, en Cable & Wireless Panamá, escuchábamos y esperábamos con ansiedad el mantenimiento del equipo y de la red.   La falta de este la vivimos después de 1987, cuando por la crisis económica –de infausta recordación– nos vimos precisados a dejar de hacer el mantenimiento acostumbrado, sin embargo nos ofrecíamos a trabajar los días libres –llamados “domingos voluntarios” donde asistíamos hasta con la familia– a fin de darle el mantenimiento que requerían los equipos de nuestra empresa.

Con el correr de los años hemos visto cómo se insulta en los noticieros la mentalidad preclara de quienes de alguna manera hemos estado en los procesos de producción y que tratamos de darle secuencia a lo que sucede en nuestro sufrido país.

Quizás lastime a alguien con mis comentarios y de alguna manera es probable que “le voltee la paila” a algún funcionario de alto cargo que se está limpiando las manos. Cuando dicen que las máquinas en donde se hacen las resonancias magnéticas, las mamografías, etc., se dañan es creíble, pero si no hay cultura de mantenimiento es fácil echarle la culpa a la “falta de un fusible” o decir que como el equipo se utiliza mucho, por eso es que muchos aparatos en el sector público se dañan. Pregunto, entonces, ¿Por qué no se dañan en el sector privado? Estoy seguro que los ingenieros del sector privado, pensando en el bienestar de su empresa, y de manera oportuna, programan los mantenimientos, pero… ¿Qué hace malos a los ingenieros o administradores en el sector público, si estudian en las mismas universidades? Es la falta de una cultura de mantenimiento en el sector público.

No podemos achacar errores por la falta de mantenimiento a los trabajadores de baja categoría, pues ellos no deciden cuándo hacer esa labor, pero sí podemos culpar de ellos a los ingenieros o supervisores que no hacen la advertencia a sus jefes jerárquicos. Todos debemos recordar que no reportar una falla en el sistema te puede hacer merecedor de una sanción (caso CSS y el laboratorio en donde se hicieron los medicamentos, en un hangar). Hay que hacer el reporte y guardar una copia, porque sabemos que la cuerda revienta por el lado más débil.

En el Estado panameño, los políticos son famosos por hacer leyes para castigar al que se roba una lata de atún, pero aplican una sanción leve a quien roba millones. Los panameños debemos exigir que se desarrolle la cultura de mantenimiento.

Si el mamógrafo que compra la CSS trabajara 15 ó 16 horas se pagaría en menos de dos años, de forma que al Estado le quedaría con un activo más y bajaría la mora que tiene con los usuarios. Si contrata el servicio externo, quedaría con una deuda, y estoy seguro que milagrosamente se dañarían los equipos dentro de la institución.

Otro ejemplo, no comprendo por qué hacemos calles de asfalto, un material de baja calidad y que cuando se utiliza sin supervisión queda como un chicle por el calor, cuando podríamos reparar más calles con cemento.

La Asamblea debe legislar para que, en caso de que los trabajadores de alguna entidad pública tengan que abrir un hueco en una calle, esa entidad o institución repare el daño causado, y que si no cumple se descuente el gasto de la reparación del cheque del director de la institución. Estoy seguro de que con esta medida no abrirán hueco alguno, sino están seguros de poderlos cerrar.

<>

Artículo publicado el 3  de junio de 2010  en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Una opinión sobre el mantenimiento del puente Centenario

La opinión de….

.

Jaime Ford B.

Cada vez que paso por el nuevo puente sobre el Canal, me pregunto si hay algún plan determinado para el mantenimiento del mismo porque, por inexperto que sea en esta materia, me preocupa enormemente cómo van a limpiar y pintar los tantos “tirantes” de que se compone este imponente y necesario puente. Pareciera que es una tarea sumamente dificultosa y peligrosa, lo que quizás nos llevaría a no realizarlo oportunamente, por aquello de que los panameños dejamos para “después” todo lo que a mantenimiento se refiere.

Soy el primero en admitir que no tengo ningún conocimiento profesional en esta materia pero, si sumamos lo difícil de esta tarea a la falta del concepto de mantenimiento generalizado de los panameños, me preocupa, por mero sentido común, que estamos frente a un serio problema.

(Se comentó para el final de la construcción del puente que se eliminarían unos ascensores que supuestamente iban dentro de las torres a los dos extremos del mismo, ¿será eso cierto?). Ahora, si este mantenimiento ha sido previsto, que lo hagan público porque, con todas las personas que hemos conversado sobre este delicado asunto, están tan ignorantes del mismo como el que suscribe este comentario.

Desde luego que este problema no se presentará hasta después de un par de años pero, ¿entonces qué? Que nuestros hijos se encarguen del problema que nosotros les dejamos. Estos plazos, aunque parecieran largos, están a la vuelta de la esquina. El óxido no perdona, trabaja 24 horas al día, todo el tiempo.

Corriendo el riesgo de cualquier crítica, me atrevo a llevar mi voz de alerta, por lo que esta pueda servir, en alusión a tan delicado tema.

Da mucha curiosidad saber cómo van a subir por ese número inmenso de cables, cuando empiecen a darse las primeras señas de corrosión, salvo que el material de que están hechos sea inoxidable, pero todavía queda la limpieza, que ya, a simple vista, se ven sucios.

Si estamos equivocados, que alguien de los responsables de este proyecto nos los diga y sabremos escucharlos con hidalguía ciudadana.

<>

Publicado el 24 de enero de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

En defensa de Atlapa

La opinión del empresario….

Arturo D. Melo S.

En días pasados escuché a un comentarista radial mencionar en su programa que Atlapa se había quedado pequeño para las grandes exhibiciones, como Expo-Capac, y que sus estacionamientos para vehículos eran totalmente insuficientes. Por consiguiente, recomendaba que se construyera un nuevo centro de convenciones, más grande, en otro sitio, que se vendiera Atlapa y que en su lugar se construyeran tres torres de condominios.

Muy cierto que Atlapa se ha quedado chico para algunos eventos y que le faltan estacionamientos. Sin embargo, su venta no sería fácil, porque requiere de un cambio de zonificación, el cual no se debía dar en una zona ya atestada de torres y con problemas de drenaje e inundaciones. Para hacer esta venta,  primero habría que resolver un reclamo de la familia Berrocal, la cual sostiene que una porción de los terrenos sobre los cuales fue construido Atlapa, le fue expropiada a ellos ilegalmente.

Atlapa inició operaciones en 1980 y desde entonces no se le ha dado un mantenimiento adecuado, ni se le han hecho mejoras significativas.   Se ha dicho que Atlapa está ocupado 360 días al año y que produce al Estado la pérdida de más de un millón de balboas anuales.  Todos estos problemas serían fáciles de solucionar si se toman las siguientes medidas:

1. Creación de una corporación estatal independiente para administrar Atlapa, en forma similar a la administración del Aeropuerto de Tocumen. Esto evitaría el cambio de zonificación, aseguraría la continuidad de uso exclusivo de Atlapa, como centro de convenciones, permitiría su mejoramiento y garantizaría un mejor mantenimiento, mientras se resuelve el reclamo de la familia Berrocal.

2. Nada más sencillo que convertir una facilidad, que está ocupada 360 días al año y no tiene competencia, en una entidad rentable que saque sus gastos y produzca una rentabilidad que garantice su mantenimiento y mejoramiento. Solo habría que racionalizar sus gastos y aumentar sus tasas en la medida que sus proyecciones lo requieran.

3. Atlapa se ha quedado pequeño para Expo-Capac. No cabe la maquinaria que allí se exhibe para acogerse a la exoneración del 10% de los impuestos de importación de los equipos físicamente presentes.

Este sacrificio del Estado, para lograr que Expo-Capac fuera un éxito, se justificaba cuando se inició esta exhibición; pero ahora solo significa una pérdida de millones de balboas al año para el Estado, la cual hace parecer a Atlapa demasiado pequeña y debe eliminarse por contraproducente.

4. Cada una de esas torres que atestan el sector donde está localizado Atlapa tiene varios pisos de estacionamiento.  Atlapa solo tiene estacionamientos de superficie y el Corredor Sur le quitó su área de expansión.  Sobre el estacionamiento de superficie se pueden construir cuantos pisos de estacionamiento se requirieran para que Atlapa sea la facilidad pública con mejor estacionamientos en la ciudad.  Además, se le podrían agregar otros pisos más para sacar las oficinas administrativas del edificio existente y dedicarlo por entero a exhibiciones.

Vale la pena tomar en cuenta la historia de los tres centros de convenciones de París, todos los cuales son más antiguos que Atlapa, para darnos cuenta de lo que debemos hacer, si seguimos el ejemplo de austeridad, sensatez, economía y eficiencia de la “Ciudad Luz”, en concepto de muchos, la ciudad más bella del mundo. Su centro de convenciones CNIT Paris La Défense fue expandido y renovado en el año 2008. Lo transformaron en tal maravilla arquitectónica, que al verlo el famoso escritor André Malraux exclamó: “No se ha construido nada igual desde que se construyeron las grandes catedrales góticas”.

El Palais des Congrés de París fue construido en 1974 y fue expandido en 1997 y nuevamente en 2004. Pero el verdadero ejemplo de austeridad, sensatez, economía y eficiencia francesa lo constituye el centro de Convenciones Paris Porte de Versailles, cuyo primer pabellón fue construido en 1923 y hoy cuenta con otros ocho, agregados a través de los años. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial fue convertido de 1939 a 1945 en cuartel de fuerzas armadas francesas y de ocupación, al terminar los cuales se le agregaron nuevos pabellones. El pabellón No. 7 se inauguró en 1970.   En 1986 se inauguraron el pabellón “Du Parc” y la cinta transportadora que lleva con gran comodidad a los visitantes de pabellón a pabellón.

¿Por qué nosotros, en vez de mantener y mejorar las cosas maravillosas que tenemos, como Atlapa y su teatro Anayansi, tenemos que “destruir con los pies, lo que hacemos con las manos”?

<>

Artículo publicado el 15  de febrero de 2010 en el Diario La Prensa a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Textos quebrados

La opinión del Periodista y Docente Universitario……

.

MODESTO A. TUÑÓN F.

La imaginación del escritor Oscar Wilde no tenía límites. Creaba historias para advertir sobre los males sociales de su época, como en aquel hermoso relato de El príncipe feliz, de una estatua llena de laminillas de oro y pedrerías en cuyo hombro se posó un ave, a quien la estatua le pidió que le quitara paulatinamente todo lo que fuera de valor y lo llevara para beneficiar a alguna persona o familia menesterosa que él seleccionara.

Al final, la estatua —una vez que le quitaron todo el oro y las piedras— quedó con una apariencia horrible, pero feliz por toda la buena obra esparcida a su alrededor.

Si algo así ocurriera en Panamá, uno podría explicar el abandono de monumentos, obras públicas, fuentes y relojes.  Pero acá no es una fantasía, sino una cruda realidad.

Recuerdo aquellas fuentes del Palacio Legislativo que tenía al frente hacia avenida Central,  un pintoresco juego de agua y unas esculturas bajo el lema de “ Ni millones ni limosnas ”, lema del asesinado presidente José A. Remón Cantera.

Pasó el tiempo y alguien prefirió hacer millones con esta limosna pública, le “ descuajaringaron ” el metal y desapareció la fuente.

A algunas administraciones municipales se les ha metido en la cabeza que hay que guardar para la memoria del alcalde de turno para la posteridad y se esfuerzan en crear alguna fuente, estatua, obelisco, cuyo cuidado, pulimento y gastos de mantenimiento solo duran lo que un pastel de chocolate en fiesta de chiquillos.

Algo similar sucede con los relojes. ¿Cuántos relojes públicos sirven en la ciudad de Panamá?

Hace unos días en el parque Independencia, frente a la Catedral Metropolitana, el público que asistía al Festival de Jazz, pudo observar que el reloj de ese monumento eclesiástico daba la misma hora, algo más de las dos de la tarde y se mantenía congelado.

¿Ha visitado usted recientemente el paseo de las Bóvedas? Si lo hace y trata de explicarle a algún turista sobre la historia del Canal de Panamá, grabado en bajo relieve sobre unas planchas rectangulares e incrustadas en la pared, le será difícil seguir el texto porque el monumento está tan deteriorado que se dificulta su lectura.

¿Qué impresión puede tener un turista si le llevan a este lugar tan significativo y va a conocer la historia de la ruta transístmica y se encuentra con estos textos quebrados por el tiempo y la falta de sentido de quienes son los responsables de su mantenimiento?

Hay monumentos que tienen un impacto trascendental en la vida nacional. Esta historia del Canal de Panamá tiene un valor histórico y documental; además, literario por el autor del texto.

Probablemente se pensará que hay problemas mayores en el país con el transporte, el alto nivel de pobreza extrema, las condiciones habitacionales en que vive un alto porcentaje de la población o la seguridad. Sin embargo, habría que considerar que una sociedad crea un conjunto de objetos representativos de la cultura, costumbres y valores, precisamente para conmemorar sus obras, que sirven de ejemplo para todos.

Quizás haya poca sensibilidad, tal como aquellos estudiantes universitarios que con frecuencia colocaban un cigarrillo en el monumento de Justo Arosemena, situado en la Universidad de Panamá, sin siquiera saber quién era el personaje.

Este tipo de abandono a veces se produce por negligencia de las autoridades y en otras ocasiones, por el propio público que pierde la noción histórica del patrimonio cultural.

En los años cincuenta se inauguró una hermosa fuente, frente a las sedes de los ministerios de Salud (que en esa época también se llamaba Previsión Social) y el de Hacienda y Tesoro (donde ahora está el Ministerio de Economía y Finanzas), entre las calles 34 y 35 y las avenidas Perú y Cuba.

El encanto duró unos años. Primero se perdió el juego de agua, luego los colores. Llegó un día en que el lugar cesó como escenario para que las parejas lanzaran monedas al agua y augurar destinos mágicos. En algún momento se convirtió en un estanque desagradable; el agua anegaba el área, fluía por la avenida Cuba y bajaba como un arroyuelo hasta la avenida Justo Arosemena.

Un tiempo después los lavadores de autos utilizaban el estanque para sacar agua para su oficio sobre los autos que llegaban al lugar y ahora se ha llenado de unos puestos de venta de patacones y todo tipo de carnitas. Y lo peor es que se ha perdido uno de los más hermosos lugares que existió en la ciudad.

Lo más fácil es que las obras y lo que representan ellas se pierda en el olvido de la gente. Estos monumentos pierden el sentido que los inspiró y se convierten en armatostes o materiales útiles solo para pillos, como sucedió con las figuras infantiles de los juegos de antaño, que desaparecieron primero en la mente del público y luego, fueron fácil presa de los depredadores.

Ojalá que alguien pueda acercarse a la rotonda en Las Bóvedas, se apiade del texto histórico y pueda reconstruirlo para que siga siendo una síntesis documental de nuestra más grande obra de infraestructura.

Ese es el papel que tienen los monumentos y como la estatua del príncipe feliz de Wilde, ellos podrían esbozar una sonrisa por haber cumplido la función de unir el pasado con un futuro utópico, pero realizable.

Leamos nuevamente ese texto reconstruido y claro para comprender la perspectiva que aún tenemos por delante con el Canal.

<>

Publicado el  20  de enero de 2010   en el Diario La Estrella de Panamá , a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

De corredores a correderas

.
La opinión de la Arquitecta y Ex Ministro de Estado….
.
MARIELA SAGEL
.

He tratado de buscar una explicación, de donde viniera, y que fuera coherente, para entender por qué se eliminó el peaje en la autopista Arraiján—La Chorrera.   En mis pesquisas logré información al respecto de que dicha obra ya se pagó y por eso no era necesario cobrar por transitarla, pero aún no logro hacerme con la información veraz y matemática que me justifique que no era pertinente esa operación o que los ingresos que devengaba ese rubro han sido sustituidos por otro.

La carretera en mención fue inaugurada en 1981 y permitió acortar distancias entre el interior y la capital.   A principios de este año el gobierno suspendió el cobro de los 50 centavos que costaba transitar por la vía y estimó que fueron unos 70 millones de dólares los que se recaudaron durante los 28 años que se estuvo cobrando su tránsito.

Aún cuando la autopista fue una gran solución para los miles de vehículos que a diario la transitan y, especialmente, para las miles de personas que viven en las ciudades “ dormitorios ” en que se han constituido Arraiján y La Chorrera, su mantenimiento dejó mucho que desear.  La vía de casi 21 kilómetros de largo costó, en su momento, 28 millones de dólares, pero hoy se estiman en arriba de 20 millones su completa rehabilitación.   Mi interés es saber cómo se utilizaban los ingresos que generaba la autopista y por qué los mismos no fueron invertidos en darle mantenimiento.

Si bien, si uno paga por algo tiene derecho a exigir, ahora no tenemos a dónde ir a quejarnos si se nos parte el mofle en media autopista, aunque antes tampoco se nos ocurriera emprender semejante acción, por lo improductiva que pudiera resultar.

Sin embargo, los corredores (Norte y Sur), que han sido objeto de tantas críticas y temas de campaña, tampoco quedan exentos de estos pecados. Recientemente me pasó algo curioso yendo para el aeropuerto de Tocumen.   Me adelanté al carril que da preferencia a los que portan las tarjetas pre pagadas y una operaria realizó la operación. Al responder a mi pregunta por qué la máquina no funcionaba —si uno tiene esas tarjetas se supone que es para ahorrar tiempo— me dijo que estaba fuera de uso desde hacía dos años.   Entonces, también aquí estamos actuando con una total impunidad, dejando que la inercia nos mantenga chapaleando en la mediocridad.   Si entregamos los corredores en concesión, debemos exigir que los mismos sean manejados con pulcritud y que todo funcione. Me dicen los que residen o trabajan en Costa del Este que la parte del viaducto tiene baches inmensos, problemas que suman al mal funcionamiento de los escáneres de las tarjetas de pago, por decir solo algunos. La autoridad de los servicios públicos o la Defensoría del Pueblo deberían incluir un estamento para quejosos y para dar seguimiento a que las infraestructuras se mantengan óptimas.

Desde hace unos 15 años la ciudad de Panamá cambió su fisonomía totalmente para ponerse al día en las infraestructuras viales: corredores, puentes y más recientemente una Cinta Costera han aspirado a ofrecer modernismo a una metrópolis con crecimiento desaforado y con cambios de zonificación antojadizos y cuestionados.

No estamos marchando acorde con lo que estamos construyendo ni mucho menos manteniendo aquello que potenciaría al país como destino turístico. Desconozco cuál es la estrategia del ente encargado de construir estas infraestructuras ni cuáles van a ser las próximas en que se invertirá, pero sí estoy muy consciente de que haciendo las obras a última hora, para que quede como obra de una gestión de gobierno, no lleva a buenos resultados, sino a correderas contra el tiempo que crean suspicacia, deterioran la imagen que pueda tener quien las emprenda y, sobre todo, no nos permiten contar con la seguridad de que estas obras van a recibir el mantenimiento adecuado.

.

<>
Publicado el  6 de diciembre en el diario La Estrella de Panamá, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.