Una alternativa para el avance educativo

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La opinión de……

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ÉDIL  A.  GARCÍA  A.

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En los últimos días, la opinión pública se ha escandalizado por el resultado de Panamá en las pruebas del Segundo Estudio Regional Comparativo y Explicativo de la calidad de la educación en América Latina y el Caribe, pruebas estandarizadas que se aplican en las tres áreas básicas del conocimiento: lenguaje, matemáticas y ciencias, para conocer el nivel del país frente a otros que tomaron la prueba.

Se trata de un estudio regional, no es uno de los más importantes como el Programa Internacional para Evaluación de Aprendizaje (Pisa), en el cual nos mediríamos con países de primer mundo.

¿Cuál sería su predicción del resultado de Panamá? En 2007, se dio a conocer una investigación desarrollada por Michael Barber y Mona Mourshed para McKinsey & Company que se titula: “¿Cómo hicieron los sistemas educativos con mejor desempeño del mundo para alcanzar sus objetivos?”, la que analiza 25 sistemas educativos en los cuales se incluyen los 10 mejores del mundo.

Es interesante destacar que estos sistemas son elegidos por su desempeño en pruebas internacionales (Pisa).

En el análisis de la investigación, saltan a relucir algunos patrones interesantes que han desarrollado estos sistemas para ser exitosos, por ejemplo: desarrollo de comunidades de aprendizaje, alto perfil del estudiante que aplica a educación, el apoyo de docentes expertos observando y realimentando clases de otros docentes para su desarrollo profesional.

Este último patrón, es el que en países exitosos en educación se ha visto que incide en el crecimiento rápido y con calidad de las competencias que un docente debe poseer para tener estudiantes de alto perfil.

En 2006, en Panamá se inicia la creación de un postgrado en enseñanza en ciencias por indagación, dirigido a crear educadores con competencias para poder proporcionar coaching en el área de ciencias a otros docentes en ejercicio. Este reto era muy interesante, pues rompía el paradigma de “maestro, amo y señor del salón a puertas cerradas”, a un ejercicio donde se permite que otro “me observe, anote y me realimente mi ejercicio docente”. ¡Por Dios! Por primera vez en Panamá, se pide rendición de cuentas con base en el desempeño docente y trabajo estudiantil, no en la obsoleta nota de un ejercicio.

Con este modelo de coaching, hay alguien idóneo que observa qué haces y te ayuda a comprender que debes dar evidencias si el objetivo de la clase se cumplió o no, y qué hacer para que todos los niños lo logren. El fin último es proponer al docente una autorreflexión de su práctica docente para mejorar. Parece un cuadro de un país de primer mundo, pero esta realidad se vivió hasta el primer semestre de este año en las escuelas que llevaban el Programa Hagamos Ciencia.

El Programa Hagamos Ciencia, más que hacer que los estudiantes pasen un momento divertido en su aprendizaje significativo en ciencias, buscaba el desarrollo profesional en el docente a través de un coaching planificado, individual y sistemático.

Se brindaba desarrollo profesional docente real y con evidencias de cada uno, a través de la observación sistemática de clases, ayuda en la planificación, realimentación de la observación de la clase, análisis de videos de clase del propio docente para reflexión de su clase. Se desarrolló una rúbrica, con cuatro niveles de desempeño y 18 aspectos a observar con la cual se podía dar realimentación específica al docente de su clase de ciencias, además de establecer metas a cumplir en tiempos determinados.

Este programa tenía una estructura muy interesante, estudiada y era elogiado por programas homólogos como Pequeños Científicos en Colombia, Enseñanzas de Ciencias por Indagación, Chile, entre otros.

Programas netamente de coaching se llevan en Estados Unidos, por ejemplo el New Teacher Center, que desde 1998 como parte de la Universidad de Santa Cruz de California ha tenido un éxito abrumador en California. Este se inició como una iniciativa de docentes y ahora es ley en ese estado y en otros estados, que cada maestro tenga por lo menos dos años a un mentor.

Lástima que el Meduca, en su cambio curricular y políticas-lo que debe observarse con lupa-, no tenga previsto esta herramienta que ya ha sido probada por sistemas educativos exitosos y que lo vea como un gasto, más que como una inversión en el futuro del país. Una verdad sí es insoslayable, ¡no todo en educación está dicho! A través de la investigación educativa, se ha demostrado que el aprendizaje del ser humano es muy complejo y que equivocarnos en este momento repercutiría en esta generación que se está forjando en las aulas.

La educación debe ser una política de Estado y no de partidismo político.

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Publicado el 21 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.