Los cambios de Ayú Prado

La opinión del Profesor de la Facultad de Administración Pública de la Universidad de Panamá…

ELIÉCER  RODRÍGUEZ
eliecerrodriguez3@gmail.com

En la designación del nuevo procurador no hubo sorpresas, sí bastantes sorprendidos. El principal de ellos, el licenciado Franklin Rodríguez G., el viejo zorro anticorrupción, el más versado y competente profesional de la especialidad, quien acaba de acariciar, en el recién iniciado decenio, la quinta década al servicio del Ministerio Público.

Todavía no había sido ratificado por el pleno de la Asamblea, cuando al licenciado Rodríguez no solo lo estaban defenestrando del cargo, sino que le estaban quitando hasta la silla donde se sentaba en su anterior puesto de asistente corporativo de las cuatro fiscalías establecidas para combatir la corrupción.

Cuando el nuevo procurador ingresó al Ministerio Público como Oficial en una de las fiscalías de Colón, alrededor del año 1984, ya el licenciado Rodríguez tenía quince años de servir eficientemente a la institución, incluso para ese año se desempeñaba como personero municipal en Colón, oficio de mayor jerarquía que el ejercido por el ahora procurador,  para la época.

Inexplicablemente, desde 1984 ocuparon la silla principal al menos unos ocho procuradores y, pese a conocer todos la trayectoria impecable del licenciado Rodríguez, solo el Licenciado Bonissi se ‘atrevió a hacerle justicia’, designándolo como fiscal tercero Anticorrupción, en reemplazo de la licenciada Yolanda Austin, quien se había acogido a merecida pensión, por haber cumplido la edad requerida para ese derecho.

Sorprendentemente, la Licda. Austin dio sus primeros pininos institucionales de la mano del licenciado Rodríguez, como subalterna, al igual que muchos otros profesionales que ahora ejercen cargos de fiscales.

Desde hace una buena cantidad de años, el licenciado Rodríguez venía haciendo en el Ministerio Público, lo que en el boxeo se conoce como ‘sparring partner’.    Para los que no conocen ese deporte, alguien así es un boxeador experimentado, de muchas mañas, sabiduría y técnica, nunca llegará a ser campeón, pero sirve de trampolín para que otros prospectos o ungidos escalen hasta la cúspide del engranaje.   Por supuesto, de tanto golpe que recibe un ‘sparring’, queda desfigurado y al final se desecha cuando ya no es útil.

De acuerdo con Bonissi, ex procurador suplente, no hacerle justicia a un profesional como el licenciado Rodríguez, no solo es una afrenta a la institucionalidad, sino un mal ejemplo a las generaciones de nuevos profesionales que se incorporan a la institución.

Desafortunadamente, lo que para un procurador es un acto de justicia, para el otro es una ofensa. Tal parece ser el caso del regente del Ministerio Público, quien a pesar de enviarle de mensajeros a los actuales secretario general y jefa de Recursos Humanos, en el sentido de que el licenciado Rodríguez no iba a ser despedido, sí fue rebajado de su estatus, humillado personal y profesionalmente, por la sola razón de aceptar que se concretara una vieja aspiración de todo servidor público.    Fue cierto, cerró la puerta de la destitución, pero abrió un boquete para el suicidio.   Se sienta con esta acción un muy feo precedente en el Ministerio Público y se olvidan las actuales autoridades de la institución que esta ‘papa’ solo durará cuatro años.   El procurador (a) del 2014 tendrá los suficientes elementos para destituir a todo aquél que recibió una distinción de Ayú Prado.

Este artículo se publicó el 6  de febrero   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Lecciones plumíferas

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La opinión de…

Eliécer Rodríguez 

Por alguna de esas raras intuiciones que subyacen en las mentes de las buenas madres, cuando aún era yo un mozalbete sin futuro cierto, mi progenitora me asió el brazo llevándome al patio trasero de la casa, se detuvo justo frente al árbol de calabazo. “Quiero que aprendas una lección muy importante, te servirá para cuando seas grande”, expresó con absoluta certeza. 

Transcurrían los primeros años de la década de los 60, se avenía el crepúsculo de un hermoso día de verano en un poblado muy cercano a la frontera con Costa Rica llamado Gariché y las gallinas de doña Emérita se enrumbaban a escalar por el tronco recostado sobre el calabazo, prestas a rendirle tributo a “Morfeo”.

“Observa bien lo que va a suceder, mira las características de los primeros animales que suben, también de los últimos”. -¿Observaste?- Preguntó. Aunque veo a los primeros subir hasta lo más alto del árbol, por ahora lo único trascendente aquí es una hermosa rubia enseñándole a su hijo cómo suben las gallinas al árbol, respondí todavía confuso por la lección. “Bien, por ahora la primera parte, mañana seguimos”, concluyó.

Durante toda la noche cavilé sobre el propósito de la enseñanza y la verdad caí rendido del sueño, pero pude entallar en mi joven mente las características de todas las gallinas que subieron al árbol.

Al día siguiente mi madre nuevamente me lleva hasta el calabazo, a la misma hora. Cuando las emplumadas empezaban a escalar, doña Emérita me recuerda que las primeras en subir el día anterior por alguna razón inexplicable se retrasaron, siendo las últimas en acomodarse. ¿Dónde está la lección? Pregunté atónito.

Sencillo, ripostó, las primeras en subir ayer defecaron sobre las últimas en hacerlo y hoy ocurre algo similar, pero inverso, les toca recibir lo que ayer alegremente evacuaron.

Cuando seas grande, solo te pido que no seas político, pero si llegas a serlo, o simplemente un empleado público, no olvides que si tienes la ocasión de escalar posiciones no hagas lo que hacen las gallinas, echarle a quienes están debajo lo que no quieres te devuelvan a ti mañana.

Por supuesto quedé perplejo, acaso mi madre profetizaba que sería servidor público toda la vida, o visualizaba ella a uno más de los gárrulos que desde un hemiciclo expelen sobre toda una población incauta e indefensa, olvidándose que la tierra da vueltas, para encontrarlos mañana recibiendo de otros lo servido en pócimas abominables tiempos anteriores.

Sin duda la lección de mi madre cinceló en mi espíritu el deber ineludible de servir al prójimo desde la perspectiva cierta que mañana puedo ser yo quien requiera lo que hoy dispenso.

Por esta y muchas otras lecciones poderosas, rindo tributo a mi madre convaleciente, doña Emérita, una dama de inmensa sabiduría, belleza admirable a pesar de sus 80 y tantos abriles, de cualidades diplomáticas casi extrasensoriales, a pesar de no alcanzar siquiera el título de primaria. Como lección, las gallinas ilustran cuan prudentes debemos ser en nuestro proceder cuando estemos en la cima y como moraleja, profetiza sobre tus hijos un oficio menos aberrante que el de servidor público en tiempos de locura.

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<>Artículo publicado el 7  de enero de 2011    en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Guillermo Márquez Amado, el modelo

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La opinión de…

Eliécer Rodríguez 

Autores como Roberto Sampieri sostienen que para resolver un problema, primero se debe hacer un correcto planteamiento. Un problema bien planteado, sostiene, tiene la mitad resuelta.

La crisis vivida en el Ministerio Público, además de otros estamentos judiciales, requiere precisamente eso, que se plantee bien el problema. Si lo que se busca es llenar espacios designando personas dispuestas siempre a decir sí, a aplaudir lo actuado, a hacerse los ciegos, sordos, mudos y testarudos, sobran los candidatos. Si por el contrario, se busca el adecentamiento, el saneamiento o la reparación de la institucionalidad perdida, entonces modelos probados también existen, aunque menos.

Uno de esos modelos lo constituye el Dr. Guillermo Márquez Amado, exquisita persona que rebasa con creces los requisitos exigidos a candidatos tanto para el Ministerio Público como el Órgano Judicial. El Dr. Márquez dio sobradas muestras de transparencia, honorabilidad, profesionalismo y calidad humana cuando ejerció el cargo de Magistrado Electoral.

A él se debe la construcción de la actual democracia. Cuando, al igual que el Ministerio Público y la institución cimera del Órgano Judicial, el Tribunal Electoral pasaba por el más acentuado desprestigio de su historia; aunque creo nunca antes fue distinto, su férrea personalidad, por encima de intereses mezquinos, sacó a flote la institucionalidad electoral, garantizándole al país la seguridad y prestigio democrático que hoy disfrutamos todos los panameños.

Recuerdo las constantes disputas del Dr. Márquez con sus colegas, cuando les restregaba en la cara el hecho de que era él el único a quien no podían doblarle el brazo porque no tenía familiar alguno emplanillado en la Administración Pública, por lo tanto sus fallos estarían apegados al estricto derecho. Jamás aceptó ni ofreció favores para beneficiar a alguien.

Tampoco aceptaba que el nepotismo se tomara el Tribunal Electoral. Nunca permitió que un familiar suyo, por mucho mérito que tuviera, ascendiera a algún cargo electoral, a diferencia de sus colegas quienes no escatimaron la oportunidad de acomodar a los suyos.

El sitial de prestigio del que aun goza el Tribunal Electoral, a pesar de los zarpazos dados a su salida, son obra exclusiva suya. A él se debe, entre muchas otras obras cumbres, que el TER haya rebasado la credibilidad sobre la misma acta oficial de los procesos electorales, que la mujer panameña pueda elegir entre su habitual apellido paterno o el de su esposo luego del matrimonio, que los panameños tengan la opción de llevar un nombre que no represente escarnio o vergüenza, que las juntas de escrutinio sean integradas con los mejores panameños. Mientras estuvo en la institución, la corruptela desapareció del escenario institucional, las reuniones de coordinación para cada evento electoral fueron sobrias y no ostentosas; éstas se celebraban gratuitamente en el Salón Compa Mida de Santiago, mientras que las de ahora se hacen en hoteles de muchas estrellas como Bambito, Decameron, Gamboa, Miramar, etc.

La férrea determinación del Dr. Márquez provocó su salida del Tribunal Electoral. No aceptó presiones para acomodar las cosas. No intercambió su merecida ratificación por cubrirse los ojos, cerrar su boca, taparse los oídos o atar su diestra para impedirle actuar como es correcto y procedente. Es un ejemplo digno de imitar.

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<>Artículo publicado el 30  de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

El meollo del asunto

La opinión de…

Eliécer Rodríguez

A inicios de la década de los 90 cuando fungíamos como Editores de Páginas de Opinión en el Panamá América, tuvimos el grato honor de conocer a Don Eduardo Valdés, un ilustre y extraordinario panameño quien para la época solía publicar algunos artículos de opinión con este sugestivo título.

 

Para Don Eduardo, quienquiera que pretendiera resolver algún problema estaba obligado a llegar al meollo del asunto, de lo contrario, lo único que se haría es rondar por las esquinas de posibles soluciones.

Poquito tiempo después sin imaginármelo, pasé a formar parte de la nueva y vigorosa fuerza laboral del Tribunal Electoral.   Sorpresa la mía, invitan al conspicuo escritor para dictar una serie de seminarios tipo conferencias y nuevamente el tema central obligado: “El Quimérico Meollo del Asunto”. El objetivo, según nuestros jefes los magistrados, que todos los directores provinciales, mandos medios y ejecutivos superiores supiéramos cómo llegar a ese escurridizo meollo.

No faltaron voces al final de las conferencias que dijeron sentirse, en lugar de cerca del meollo del asunto, próximos al hoyo del difunto. Por esos raros correos de la época, no había BlackBerry ni celulares, la famosa “radiobemba” daba cuenta que el barco llegaría para cargar con algunos de los participantes, con razón o sin ella.

Efectivamente así fue, cayeron entre otros, una despistada Directora de Colón que no sabía con precisión cómo llegar a la costa arriba, un desprevenido Director de San Miguelito que por preferir lavar a mano en lugar de lavadora fue excluido del paraíso, un famoso Director después del puente que le quemó la máquina a un auto recién donado por una agencia foránea dizque por andar en una alborotada persecución de su novio, un estudiante del CRU de Coclé; un director septuagenario de las provincias centrales que conducía el auto oficial más retenido y requisado de la historia, de día o de noche. Este flechado director olvidó que conquistando a su secretaria, le estaba quitando el amor de su vida al sargento de tránsito del pueblo; o al otro varón de Azuero, regio director de día, frágil dama de noche, también otro ejecutivo de centros de votación a quien ordenaron comprar tanta tela fuera posible para forrar las casetas que servirían de centros de votación ante la escasez de aulas.

Acuerdos de última hora permitieron el uso de escuelas privadas como centros de votación, con ello disminuyeron las casetas y por ende sobró tela. A este ejecutivo lo despidieron por no tener “sentido común” previendo que los magistrados harían ese cambio, aunque la tela sobrante se usara posteriormente como cortinas en las instalaciones electorales y por último, también cayó fulminado un octogenario director del interior, diputado a inicios de la república, el único cercano al meollo del asunto, no por erudición sino por la amistad que le unía al ínclito personaje citado arriba. Este último se desplomó al acumular millas durmiendo en cuanto seminario participara.

Afortunadamente, al final siempre hubo alguien que supo sabiamente llegar al Meollo del Asunto, aquél que expresó la célebre frase “Sí se Pudo”, en el acto de transmisión de mando de 2004, logrando la ratificación por ocho años más.

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<>Artículo publicado el  25 de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Una cédula inculta

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La opinión de…

ELIECER  RODRIGUEZ
Hace poco acudí a la Dirección General de Cedulación a retirar mi nuevo documento de identidad y confieso que parece bastante seguro y fuerte para los quehaceres cotidianos en nuestro inclemente medio.

Al ver esta nueva versión, creo que la cuarta en los últimos 20 años, rescaté de la memoria aquellos emotivos momentos cuando el Honorable Magistrado Pinilla regresó de Nueva York, adonde había acudido para una presentación de la nueva cédula panameña, aquella que tenía como fondo las esclusas del Canal de Panamá.

A su juicio éste era un documento imposible de falsificar, suplantar o adulterar. La alegría del Magistrado era radiante, algunos preguntaban si era porque verdaderamente estábamos ante el documento más seguro del mundo como le habían vendido o por el primer viaje que lo estrenaba como nueva autoridad del Tribunal Electoral, institución donde sus dignatarios suelen viajar a menudo.

La historia es ya conocida, la inviolable maravilla vivió apenas un par de años para contarlo. Le sucedió otro modelo y a éste el actual.

Lastimosamente, el recién estrenado documento exhibe errores ortográficos imperdonables. Por ejemplo, mi nombre y apellido llevan acento, pero la cédula los omite. Mientras cursaba la primaria, me llevé varios feroces reglazos, cuando aquello era permitido, por omitir las tildes a tan preclaro sustantivo.

Al inquirir sobre las razones de semejante gazapo, la atenta servidora electoral me respondió que a juicio de la Directora General de Registro Civil, los nombres propios no tienen regla gramatical y por lo tanto no llevan tilde.

Sorprendido por la respuesta nuevamente indagué cómo pronunciaban ustedes el nombre del anterior Director General de Registro Civil, el Escipión moderno que al mejor estilo de Pompeyo recibió como herencia una de las tres legiones del Tribunal Electoral: Dámaso, Damasó o Da Mazo.

Luego de una breve pero contagiosa risa, coincidimos en que quizás la nueva mandamás de Registro Civil tenga algo de razón, pero lógicamente con relación a sus dos nombres y sus dos apellidos que se campean entre Estados Unidos de Norteamérica y Francia, pero no para el resto de los mortales.

Si lo que dispone el Registro Civil es un mandato para todos, entonces el Ministerio de Educación tendrá que considerar en su reforma o transformación curricular esta nueva norma de hecho y detener la masacre que los docentes de educación primaria cometen contra indefensos niños que reciban como identidad un nombre en español como por ejemplo, María y no Maria, Néstor y no Nestor, Emérita y no Emerita, Caifás y no Caifas, Agustín y no Agustin, y mil etcéteras más, cuando sus impróvidos discentes decidan omitir las tildes por pereza o por ignorancia.

Gracias a Dios la cédula panameña es un documento doméstico que apenas sirve para identificarnos ante los policías, que por fortuna o desgracia son agentes con limitada educación o ante los cajeros en los bancos, que están allí no precisamente por tener los niveles de educación más elevados o ante los registradores de partidos políticos que tampoco exhiben un connotado historial académico. Si tuviésemos que presentarla ante personalidades académicas, sobre todo fuera de Panamá, dudarían mucho acerca de nuestra cultura o por lo menos cavilarían en cuanto a la lengua oficial del país.

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<>Artículo publicado el  5 de diciembre  de 2010  en el diario El Panamá América,   a quienes damos,  lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Reingeniería, partidos políticos y Tribunal Electoral

La opinión del Docente……

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Eliécer Rodríguez

El presente escrito es una pequeña contribución al diálogo que actualmente se escenifica en la Comisión Nacional de Reformas Electorales (CNRE).

Más que analizar una simple cuota, se debe replantear la legitimidad y el papel de los partidos políticos en un régimen democrático, a menos que queramos correr la misma suerte que transitaron estas organizaciones en la escena pre y postchavista en Venezuela.

Al igual que en el hermano país suramericano, en Panamá no solo los colectivos, sino sus sempiternos dirigentes políticos son mal vistos. Si bien no poseemos información actualizada, una encuesta internacional aplicada a mediados de la década de los 90, formuló una serie de preguntas, de las cuales me interesa analizar solo 3 de ellas.

1. ¿En qué sistema hay más corrupción? Se analizaron dos alternativas: Democracia o Dictadura. Sorprendentemente, para los panameños no existía diferencia alguna porque el 81% de la población consultada afirmó que en ambas la corrupción era igual.

2. ¿Para qué quieren los políticos llegar al poder? Panamá, que pareció extremista en la respuesta, el 70% de los encuestados consideró que para beneficio personal, el 33.1% de éstos, sentenció que el robo y el enriquecimiento ilícito eran las principales motivaciones.

3. ¿Qué opinión le merece la clase política? El 56% emitió concepto desfavorable para la clase política.

Ahora que iniciamos la segunda década de un nuevo siglo, ¿Habrá cambiado la percepción hacia los partidos y sus dirigentes? Lo dudo.

¿Cómo es entonces que se pretende rebajar del 4 al 1 el porcentaje para la subsistencia de los partidos políticos sin antes proceder con una reingeniería total a estas organizaciones? Recordemos que mediante pronunciamiento de la Honorable Corte Suprema de Justicia (fallo Jované), ya no es necesario pertenecer a un partido político para postularse a la máxima magistratura de la nación.

No cabe duda de que si en Venezuela los caudillos dueños de los partidos políticos se hubiesen interesado en la percepción inmensamente negativa que el pueblo tenía hacia sus organizaciones, quizás Hugo Chávez no estaría hoy día vejando a los venezolanos. ¿Sinceramente queremos copiar ese modelo desgastado y oprobioso?

¿Serán los huevos de oro que pone el subsidio electoral lo que ahora les interesa a los nuevos caudillos partidistas? Para solventar esta pérfida interrogante, propongo lo siguiente:

1. Aplicar una cifra antojadiza, verbigracia 20,000 ciudadanos, para inscribir un partido político, lo cual representa algo más del 1% de los votantes de la última elección.

2. Que al igual que los sindicatos, se cobre una cuota por pertenecer a estas organizaciones. Por ejemplo B/. 2.00. De éstos, el 25% deben ser para aportación, otro 25% para capacitación en educación cívica y electoral y el restante 50%, para el funcionamiento del colectivo: Infraestructura, servicios y personal. Las aportaciones serán redimidas una vez el adherente decida desvincularse de la organización.

3. Que el Tribunal Electoral saque sus manos de todo lo relacionado con los partidos políticos. Es decir, inscripción de miembros, base de datos y financiamiento. Inexplicablemente, las bases de datos de los partidos políticos las conocen los adversarios y éstas cada 5 años sirven para que rueden cabezas, cuando hay un cambio de gobierno.

Esta última propuesta, permitirá un gran ahorro en el Tribunal Electoral porque se eliminaría una enorme planilla e infraestructura de un Departamento llamado Partidos Políticos y se disminuirían los registradores distritales que tanto cuestan al erario público. Y por supuesto, el subsidio si no se elimina, decrecerá considerablemente, con lo cual se podría atender con mejores recursos la gigantesca deuda social que aun subsiste en el país.

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Este artículo se publicó  el  1 de abril de 2010 en el Diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Al oído de los reformadores electorales

La opinión del Catedrático en Administración Publica……

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Eliécer Rodríguez

En lo que va de era democrática, el Tribunal Electoral ha hecho no menos de cuatro actualizaciones o aderezos al Código Electoral, sin atinar a lograr una sesuda y categórica Norma que defina de una vez y para siempre la materia que atañe a las elecciones para los diversos cargos en esta pequeñísima república.   Desconocemos por razones obvias el costo integral que estas sesiones cosméticas le han representado al erario público, así como tampoco precisamos si en otros países hermanos de la región, la normativa electoral es tan volátil como la nuestra.

Como autor y precursor del Sistema de Transmisión Extraoficial de Resultados Electorales (TER), el cual se ha convertido en la principal columna que soporta el show electoral que cada cinco años se exhibe desde el centro de prensa, decidimos aportar algunas ideas para mejorar el canijo Código Electoral actualmente en discusión.

1. Obligatoriedad del sufragio: Aspecto visto desde el soslayo. El sistema colombiano establece ciertas cortapisas en asistencia gubernamental, para los abstencionistas. Sería interesante determinar en Panamá cuántos electores, padres de familia, tienen hijos becados en el IFARHU y no ejercen el sufragio. También cuántos obtienen un nombramiento en el gobierno, sin pasar por las mamparas. El Código Electoral debe regular esta materia para disminuir el abstencionismo.

2. Reclutamiento de Jurados: No sólo es el talón de Aquiles de los procesos electorales, sino un asunto que succiona grandes recursos. Se debe reclutar jurados de mesa divididos en dos escenarios. En el primero se recluta, capacita y selecciona para Proceso de Votación y un segundo solo para Escrutinio. Es injusto que los jurados inicien a las 5:00 a.m. y concluyan hasta varios días después en circuitos grandes como el 8-6 y 8-8. Las fallas que empañan los procesos surgen al momento del escrutinio con jurados agotados y desganados. El primer contingente inicia temprano y concluye al cierre de la votación. El segundo ingresa al momento del escrutinio. ¿Cómo encontrar tantos jurados? Con solo la fuerza laboral del sector público, deben sobrar los candidatos. En otro sentido, se pueden establecer incentivos para los jurados, tales como tres días de asueto para que puedan atender asuntos personales en cualquier día del año a su preferencia o necesidad. Opción para asistencia en programas sociales, sería el colofón para atraer candidatos. Así, los jurados salen gratis.

3. Privatizar parte del evento electoral: En Colombia el diseño, preparación, almacenaje, transporte y distribución de bolsas con materiales electorales generales lo hace la empresa privada. Para el Tribunal Electoral los costos disminuirían considerablemente al no contratar personal ni infraestructura para este trabajo.

4. Quema de papeletas: Resulta absurdo, aparte de peligroso y contaminante que el jurado suspenda su trabajo, antes y después del escrutinio, para quemar papeletas. En Colombia, el jurado de mesa hace un escrutinio rápido, consignando los resultados en un borrador de acta y luego envían todo a un centro de referencia exclusivo donde permanecerán hasta concluir las impugnaciones. En Panamá no se puede constatar científicamente una reclamación porque las papeletas son quemadas. Esto mejorará los tiempos y la calidad en las proclamaciones oficiales posteriores.

5. Elección de Diputados y representatividad: En innumerables ocasiones y circunstancias hemos escuchado voces frustradas que reclaman la traición de los candidatos a Diputados que pidieron votos para sí y no para presidente en su propio partido. Esto sucede cuando dichos candidatos no le ven opción a su presidenciable. Para escoger diputados debe aplicarse el mismo mecanismo utilizado con los miembros al PARLACEN. ¿Qué significa esto? El candidato a presidente arrastra a sus Diputados por la cantidad de votos que obtenga en cada circunscripción. Así disminuirá el costo en publicidad para los partidos, el Tribunal Electoral ahorrará recursos en papeletas, mejorará el escrutinio y los electores serán bendecidos eliminando esta impopular modalidad. Inclusive se eliminan los engorrosos e ignominiosos cuociente, medio cuociente y residuo.

6. Sobre inscripción y movimientos de adherentes en partidos políticos: Es otro tema delicado que deben manejar los propios partidos y no el TE, por razones harto conocidas y al que haremos referencia próximamente.

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Articulo publicado el 9 de marzo de 2010 en el Diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.