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La opinión del Profesor Universitario…
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Azael Barrera –
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Nuevamente escribo para defender nuestro frágil y único istmo con su insigne biodiversidad, porque las amenazas a nuestra nación no cesan, sino que se incrementan a la velocidad de un tren rápido metropolitano. Según cuentan los nuevos flautistas, Panamá está en un crecimiento jamás visto, pero quien tiene más de dos dedos de frente se ha percatado que la economía nacional es un cascarón sin yema que lo sostenga a largo plazo. Por ello es necesario ejercer el derecho a la libertad de expresión para defender a la nación de los saqueadores, propios y extraños, porque para ello no hay mordazas ni censuras, sutiles o explícitas, que valgan.
Desde sus oficinas de invernadero se asoman a las pantallas a cada rato manzanillos que le sirven tanto de mandaderos como de defensores a empresarios europeos vestidos de canadienses, que creen que Panamá es todavía república bananera, endulzando a las poblaciones apartadas con escuelas, talleres, clínicas de salud, y cuanto espejito han podido armar del manual de encantamiento de las mineras transnacionales, porque ocultan en sus suelos los tesoros del Quibián.
Tal es el caso de los hacedores de la piscina más grande jamás construida en el istmo centroamericano, pero no es para bolivarianos ni menos para olímpicos, sino para desechos del Cobre del Ducado en que los gerentes de turno convierten este amado istmo tan pequeño que cabía todo entero dentro de nuestro corazón, pero que para estos mineros trasplantados cabe todo entero, pero en la caja de seguridad de bancos y bolsas de valores canadienses y surcoreanos.
Aquello de “Puente del Mundo, Corazón del Universo” que venía de la era terciaria y nos hizo columna vertebral de la biodiversidad del Continente con el Corredor Biológico Mesoamericano, mismo que los garantes del medio ambiente han decidido despreciar destruyendo sus manglares migratorios poniéndoles etiqueta de “country club”, ya no será más.
Nuestro frágil istmo, que con sus ríos en medio de su cordillera alimentara la faena agrícola de las llanuras que vieron nacer y desarrollar la cultura de Coclé cuando las grandes pirámides engalanaban Mesoamérica, ya no será más frágil; porque la fragilidad que lo hizo precioso le habrá sido robada.
Queridos habitantes de Coclesito, Caña Brava, Nazareth, esos ríos que les han dado vida, Petaquilla, Caimito, Uvero y Botija y tanto otros, morirán a manos de la mina a cielo abierto de Cobre cuyos promotores han tenido el irrespeto de bautizar con el nombre de nuestra nación, esa que te ha comprado escuelas, clínicas y carreteras.
Porque los cerros que ven nacer esos ríos serán inmensos cráteres con tóxicos de nombres exóticos y que podrán verse desde la Estación Espacial Internacional. Allá algún día llorará el primer astronauta panameño al ver esas flagrantes heridas zanjadas gracias a un Rey Midas que resultó ser un Duque de Cobre. Así será, si ustedes estimadísimos coclesanos y colonenses, y todos los panameños, lo permiten este viernes 26 de noviembre al mediodía en Coclesito.
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<>Artículo publicado el 26 de noviembre de 2010 en el diario El Panamá América, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/barrera-azael/
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