Conducta reprochable

La opinión de…

Roberto Luciano Sánchez Vallarino

Según el Diccionario de la Lengua Española, la palabra saña se define como: 1. furor, enojo ciego; 2. intención rencorosa y cruel. La saña caracterizó la conducta de los miembros de la Unidad de Control de Multitudes en la feroz represión desatada contra los manifestantes en la hermosa provincia de Bocas del Toro; las numerosas víctimas de dicho castigo inmisericorde están frente a todos, cuestionando nuestra propia humanidad.

Son hechos repetitivos en nuestra república, que intenta salir del subdesarrollo con el trabajo honesto, respetando la dignidad humana. Se acaban los apelativos, tuvimos “Viernes Negro” (julio 1987), “Jueves Negro” (julio 2007) y ahora, una “semana de violencia institucional”, perpetrada por quienes juraron defender honra y vida de los ciudadanos.

Me pregunto qué hay en la mente y el corazón de un miembro de la Unidad de Control de Multitudes que pueda justificar la furia represora. Es un gran vacío en la conducta humana, falta completa de amor y respeto hacia sí mismo y por ende hacia los demás; obediencia ciega para dejar ciegos a los manifestantes. ¿Qué sentía un doberman cuando pateaba a niños y ancianos? ¿por qué la crueldad? La respuesta es siempre cobardía, para tan aberrante conducta, aun cuando en los tiempos de la dictadura se decía que a los soldados les daban sustancias psicotrópicas en los cuarteles previamente a sus incursiones contra la población inerme. Preguntemos qué estimula hoy a los uniformados, equipados de la última tecnología –botas, cascos, escudos, repelentes, etc., pero no instruidos ni convencidos del respeto a la humanidad e integridad física de los ciudadanos.

¿Se les entrenó con premeditación alevosa para disparar perdigones al rostro de los manifestantes, a distancias cortas? ¿Acaso no están prohibidas dichas armas en el manejo de manifestaciones? ¿Se sentían los que así actuaban como vengadores del orden? No se puede defender el orden, rompiéndolo en mil añicos.

Una cosa es controlar manifestaciones, abrir vías cerradas y otra diferente es perseguir cual perros rabiosos y castigar físicamente a quienes se involucren en tales manifestaciones. No es ético, punto; le corresponde al Poder Judicial juzgar las acciones que rompan leyes, y sépanlo aquellos que se jactaron en sus correrías de que “la ley somos nosotros”, como lo relató dramáticamente una docente que fue vejada por jenízaros uniformados al asistir a una reunión en hotel de la capital. ¿De cuándo acá la Policía puede interferir en el uso de las libertades ciudadanas? Estamos en democracia ¿recuerdan?

Que las autoridades pidan perdón al pueblo panameño por su conducta criminal, y no se excusen tras diálogos insulsos sin aceptar responsabilidad. A nosotros corresponde abogar hoy, ¡ya! por las víctimas de tanto desafuero, ¿qué expresarles, cómo ayudar a los familiares de quienes perdieron la vista o la vida si miramos para el otro lado?

Espero que al responder no justifiquemos estos hechos lamentables, apaguemos las noticias y nos retiremos cómodamente. No seamos como el avestruz cuando ve el peligro venir.

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Este artículo se publico el 16 de julio de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.