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La opinión de…
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J. Enrique Cáceres-Arrieta –
Cada año el mundo occidental celebra Navidad o el nacimiento del niño Jesús, según el cristianismo neotestamentario, el Hijo de Dios.
¿Nació Jesús un 25 de diciembre? No. Nació en el mes de Etanim o Tishri. Entre septiembre y octubre del siglo I de nuestra era. Lo extraordinario no es en qué mes nació el Señor, sino que nació y hay ¡39! fuentes extrabíblicas que lo reafirman. (También existen innumerables e irrefutables evidencias de la confiabilidad de los 66 libros canónicos de la Biblia) Esto es, no solo los testigos oculares y los que consultaron fuentes de primera mano (testigos presenciales) para escribir el Nuevo Testamento lo registran, sino que también ¡39! fuentes seculares confirman la historicidad del Señor Jesucristo. Hoy, ningún historiador serio niega tal hecho histórico.
¿Se originó la Navidad en fiestas paganas? Mucho indica que sí. Sin embargo, la valía de la Navidad está en que el niño Dios nazca, desarrolle y crezca en mí y el prójimo lo vea a él en mi estilo de vida y palabras. Sin eso, ¿qué cristiano soy y qué Navidad celebro? No veo inconveniente en un arbolito, pesebre, villancicos. Observo con preocupación a Papá Noel por usurpar el lugar del hijo de Dios. Y percibo falsedad y materialismo en celebrar el cumpleaños del Señor Jesús olvidándose del cumpleañero y siguiéndoles el juego a los comerciantes ansiosos por estafar.
Dado que el nacimiento de un Niño es razón esencial de la Navidad, ¿es veraz la narración del nacimiento virginal de ese Niño? ¿Hablamos de un mito registrado en otras religiones o de un hecho histórico que está más allá de mente y laboratorio naturalistas? C. S. Lewis sostiene: “Si él [el crítico] me dice que algo en el Evangelio es leyenda o romance, quiero saber cuántas leyendas y romances ha leído, cuán bien está su paladar entrenado en detectarlos por su labor; no cuántos años se ha pasado en el Evangelio”. Añade: “He estado dedicado a leer poemas, romances, literatura visionaria, leyendas y mitos toda mi vida. Sé cómo son. Sé que ninguna de ellas [narraciones evangélicas] es así”.
Sin pasar por alto que cada rama de la ciencia tiene su campo de estudio y límites en el vasto conocimiento humano para su comprensión y así evitar sesgos y disparates, es interesante notar que la teoría de la relatividad de Einstein no descarta los milagros, sino que el universo está abierto a todas las posibilidades. Ya no hay absolutos y todo intento por establecer una ley universal de causalidad (causa y efecto) está condenado al fracaso. Además, hasta ahora, los descubrimientos de la física cuántica no obstaculizan en absoluto la fe trascendente, sino que está abierta a posibilidades metafísicas. Dios y los milagros son posibles en un sistema abierto. Expresar lo contrario es filosófica y científicamente irresponsable.
Humanamente es improbable que una mujer conciba sin la intervención del espermatozoide del varón. Pero… ¿quién dijo que Dios es humano? Es sobrehumano. Vive en lo sobrenatural, mas interviene en lo natural y hace milagros (hechos sobrenaturales), porque tiene tal facultad y sus leyes son superiores a las naturales. Un milagro está sobre leyes naturales. Si no lo creo, es mi problema y decisión.
Pero ello no invalida que Dios hace milagros, interviene en la vida de las personas y si tiene que pasar por encima de leyes humanas y naturales, lo hace por tener leyes superiores. Si Dios no pudiese moverse por arriba de las leyes que utilizó para crear el universo y la vida, ¿qué clase de dios sería? No fuese Dios sino –como creen algunos– “invención”, “espejismo”, “ilusión” o “producto de neurosis humanas”. Si no trascendiéramos leyes naturales, no podríamos volar en avión, cohete y transbordador ni combatido enfermedades. Si el humano ha conseguido trascender leyes naturales, ¿qué hay de raro que el sobrehumano Dios traspase límites naturales o humanos para auxiliarnos porque nos ama?
Ante el interrogante cómo quedar embarazada si “aún no conozco varón”, Gabriel responde a María: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual el santo ser [engendrado] será llamado Hijo de Dios”. (San Lucas 1:35)
María sabía que la “Shekiná” del Altísimo se había manifestado como nube al posarse sobre el Tabernáculo, el Templo y los servidores de Dios. Cada vez que Dios se presentaba había manifestación ilimitada de su poder. Hoy sabemos que dicho poder provocó el Big Bang, que confirma que alguien activó el gatillo que dio origen al cosmos. Desde entonces, tal energía sustenta al universo y la vida. (Hebreos 1:3) Ahora, ese ser de infinito poder descendería sobre María para engendrar en ella un niño que era y es el Hijo de Dios y puede salvarnos y liberarnos de nuestra naturaleza pecaminosa.
La conclusión lógico-filosófica debe ser: si ese ser con poder omnipotente e inmensurable fue capaz de crear el cosmos y la vida, teniendo leyes superiores a las de la naturaleza, ¿le sería imposible engendrar a su hijo en el vientre de una virgen sin los elementos naturales esperma y óvulo? ¡En ninguna manera! La imposibilidad no está en el Supremo sino en la incapacidad de la finita mente humana para captar los actos del omnipotente.
Los límites no los tiene Dios. Están en las ciencias naturales que no han podido ni podrán crear vida humana genuina sin el espermatozoide y el óvulo. Sospechoso es que se considere normal y científico que el humano descubra leyes que trascienden leyes naturales. Pero se rechace que Dios tenga leyes superiores a las naturales. “Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”, escribió Einstein.
Los avances naturalistas sobre creación de vida en laboratorio parten todos de vida preexistente porque la vida, el nacimiento virginal del niño Jesús y la celebración auténtica de la Navidad tienen un autor: el Dios de la Biblia.
¡Feliz Navidad y próspero año 2011!
<> Este artículo se publicó el 23 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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