Nuestra educación en su laberinto

La opinión del Educador…

HERIBERTO TORRES ACOSTA
h_torresa@hotmail.com

Los resultados —que no voy a detallar, porque son conocidos generalmente—, que exhibe la educación panameña, no son para aplausos ni menos halagos. Es una manifestación que se arrastra desde antes y después de nuestra era republicana; cuando nos conquistaron, colonizaron, y nos diseñaron poderosos intereses hegemónicos (internos — externos), de acuerdo al valor (riqueza) geopolítico de nuestra posición geográfica, como un país (sociedad) de tránsito para producir servicios. Aún reivindicamos, remedamos, la educación de la Edad Media (utópica, idealista), la educación de la edad moderna, contemporánea, (elitista, clasista, pragmatista, positivista); hasta la liberal, burguesa, capitalista (individualista — utilitaria). Se nos ha vendido la mentira de que nuestra educación es democrática liberadora; cuando en el fondo posee un enfoque, sentido, reaccionario, conservador, retardatario, domesticador.

Por lo anterior, con el propósito de unirme a reflexiones de conciencias receptivas por una transformación revolucionaria de nuestra educación, figurándonos como un foco guerrillero pedagógico—ideológico, dejaré mis opiniones sobre posibles salidas para romper el cerco complejo que impide vivir en un mundo moldeado por la ciencia y la tecnología; pero que debe enfatizar el saber sentir y pensar con calidad humana.

Para que nuestra educación, especialmente la pública, sea verdaderamente popular, democrática, requiere:

1.— Que el Ministerio de Educación anime y rectorice la creación —organización— de una entidad altamente representativa de todos los componentes de nuestra sociedad, con la finalidad de consultar y definir qué tipo (Sistema) de educación queremos desarrollar; obviamente incluyendo la caracterización del hombre/mujer que se propone formar. El deber, obligación, para el desarrollo de la educación, es de todos. Esta etapa debe culminar con la elaboración de un plan, a largo plazo, para el desarrollo de la educación; con las prioridades en su proceso, especialmente la eliminación de todo tipo de analfabetismo.

2.— Reestructurar la administración, desde los más altos a más bajos niveles, de toda la educación. Si queremos una educación de calidad, es imprescindible poseer una administración de calidad.

3.— Reformar los planes y métodos para la formación del docente; orientados hacía la creación de una conciencia de trabajador —servidor y no de empleado asalariado— un agente de cambio y reformador social; y por último.

4.— Para que un buen plan se cumpla y tengamos centros educativos no subdesarrollados, produciendo personas subdesarrolladas, el Estado debe cumplir lo siguiente: Presupuesto suficiente —invertir en educación debe ser prioritario y no es gasto—, escuelas y educadores necesarios; infraestructura y dotaciones pertinentes; gratuidad, accesibilidad económica con la consideración material y geográfica de la ubicación escolar; pertinencia del currículo y la oferta educativa de acuerdo a contextos y poblaciones específicas; y calidad de la educación asociada a las necesidades, intereses y expectativas de las diversas comunidades y poblaciones.

Lo anterior lo referimos a la educación pública, quien debe ser la vanguardizadora con los mejores atributos; la cual ha sido intencionalmente descuidada —desbrozada— por muchos intereses, burgueses, mercantilista, vinculados al poder político—económico de nuestro país.

 

Este artículo se publicó el 11 de febrero  de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

La Operación Milagro reclama justicia

La opinión del Educador…..

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HERIBERTO TORRES A.

Cuando el programa Operación Milagro, mediante acuerdo entre los gobiernos de Cuba y Panamá, dedicado a resolver problemas de visión en la población de escasos recursos mostraba éxitos en sus resultados, nuestro actual gobierno “del cambio y ahora le toca al pueblo” decide unilateralmente cancelarlo sin previa evaluación y probada justificación.

¿Quién gana y quién pierde con esa decisión? La respuesta se la dejo a usted. ¿Qué calificativo puede dársele a una decisión como esa? ¿Derecho a la vida? ¿Responsabilidad social con los pobres? ¿Gratitud ante una generosidad cubana?

Recordemos que desde sus inicios ese programa tuvo detractores en un círculo de oftalmólogos que jamás habían propuesto algo semejante; algo igual ha pasado con el programa de alfabetización “ Yo sí Puedo ”.

Esta acción negativa ocurre a pesar de ser Cuba reconocida como uno de los países más avanzados en la medicina y la educación; a pesar de un bloqueo inhumano y campaña de sabotaje.

Pero nosotros debemos decir que en el trasfondo de estas manifestaciones está escondida la concepción que se tiene para responder a las necesidades vitales de los seres humanos; están en pugna el mercantilismo, como expresión de una economía de mercado, contra la solidaridad humana; están en lucha la injusticia contra la justicia y la mentira contra verdad.

Esta forma de pensar mezquina e individualista, produce un ser humano prejuiciado, egoísta, reaccionario, materialista y personalista. El primer milagro de la Operación Milagro debió ser el milagro de cambiar conciencias en quienes detectan poder ante una mayoría sumisa de la población.

La Operación Milagro es una respuesta al derecho a la vida; es una conquista científica que no admite ideologías políticas; es una expresión de humanismo y cristianismo verdaderos; ella es una conquista para los pobres. ¿Qué debemos hacer? Organizarnos, manifestarnos y recuperarla sin el invento caprichoso de paliadas alternativas anunciadas, los derechos se conquistan y se sostienen, no se reclaman.

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Publicado el 18 de febrero de 2010 en el Diario   La Estrella de Panamá a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.