El mes de noviembre

La opinión de…

Leticia Paddy de Holder

El décimo primer mes del año trae para los panameños y panameñas una serie de hitos históricos que merecen ser conmemorados con respeto y fervor patriótico. En los hechos acontecidos en noviembre de 1821 y 1903, están los pilares de nuestra identidad como nación libre e independiente, y es justo que cada compatriota los reconozca y valore como tal.

Hacer un rápido recorrido por eventos históricos que forjaron nuestro presente, nos permite aclarar ciertas dudas que surgen en relación a las gestas históricas que celebramos en el mes de noviembre.

Panamá entró a la historia universal en el año 1501, cuando Rodrigo Galván de Bastidas recorrió parte de nuestras costas, evento que completó, en 1502, el almirante Cristóbal Colón. Desde esta fecha hasta el 28 de noviembre de 1821, es decir 320 años, fuimos parte de los territorios de la corona española en América. La independencia de España fue protagonizada por José de Fábrega, Mariano Arosemena, Juan José Martínez, Carlos Icaza, Manuel José Calvo, Narciso de Urriola, Manuel José Hurtado, entre otros.

Anterior a este trascendental acontecimiento, el pueblo de La Villa de Los Santos manifestó su deseo ferviente de independencia el 10 de noviembre del mismo año, las figuras de Rufina Alfaro y Segundo Villarreal son señaladas como las gestoras de este movimiento precursor, imitado por el resto de poblados en el interior del país.

La decisión voluntaria de unirnos a Colombia, expresada en el acta de independencia de 1821, se prolongó por 82 años. Después de varios intentos fallidos, el 3 de noviembre de 1903 nos separamos de Colombia. El inicio de nuestra era republicana se forjó con la participación de Manuel Amador Guerrero, José Agustín Arango, Federico Boyd, Tomás Arias, Carlos Arosemena, Manuel Espinosa Batista, además de María Ossa de Amador, quien junto a Angélica De La Ossa cosió la enseña tricolor.

Si bien, la separación de Colombia se realizó el 3 de noviembre de 1903, y el cabildo que la reafirma el 4 de noviembre, la gesta separatista se concretó el 5 de noviembre, en la ciudad de Colón. La intervención oportuna de Porfirio Meléndez, Carlos Clement, Juan Antonio Henríquez, Orondaste Martínez y Aminta Meléndez contribuyó a que el Batallón Tiradores abandonara, definitivamente, la costa atlántica sin intentar frustrar el movimiento.

En noviembre la patria está de fiesta, para los panameños y panameñas es mucho más que el preámbulo de las celebraciones de fin de año. Constituye el mes del tricolor desbordante, el tiempo de ensalzar la historia y conmemorar a los patriotas con actos protocolares y desfiles de juventudes. Es tiempo de sentir en nuestros corazones al compás de las tonadas la patria que han descrito en cantos, versos y poemas muchos de nuestros hombres y mujeres.

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<> Este artículo se publicó el 7  de noviembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos de la autora  en: https://panaletras.wordpress.com/category/holder-leticia-paddy-de/

La merma de los valores

La opinión de….

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Leticia Paddy de Holder

Los actos delictivos, la violencia en todas sus manifestaciones y el resquebrajamiento de valores familiares sociales y morales son motivo de preocupación en todo el país, sin embargo, muchas de las soluciones sugeridas no van encausadas a desenmarañar el problema en su simiente.   En un porcentaje significativo de hogares los padres y las madres han perdido el norte, por ende su descendencia navega en aguas turbulentas, con muy pocas posibilidades de arribar a puertos seguros.

La muerte violenta que golpeó a un menor y sus progenitores responsabilizándose el uno al otro, es apenas la punta del iceberg que avanza sigiloso y desafiante. Esta historia no es única, muchos de nuestros niños (as) viven panoramas desalentadores. Una situación que se da en los centros educativos del país nos permite vislumbrar la magnitud del problema. Reprobar un año escolar, sobre todo cuando se trata del noveno grado o el sexto año, es una experiencia difícil para un estudiante y su familia. Esto produce serios señalamientos y sentimientos de culpa entre los involucrados.

La respuesta del entorno familiar ante el fracaso de un hijo marca la diferencia. Reconocer que se ha fallado, comprometerse a mejorar y a sobreponerse a las vicisitudes de la vida favorecerá al joven. Le permitirá adquirir y afianzar dos importantes valores: la responsabilidad y la perseverancia. Toda la enseñanza positiva que se logra cuando se enfrenta con valentía un fracaso se pierde en el momento que un padre o madre eligen sobornar, falsificar documentos oficiales, trasladar a su hijo o hija a otro centro escolar, obligándolo a guardar un silencio cómplice y a sostener una mentira.

Generalmente, este hecho es denunciado al inicio del año escolar y una vez constatado el fraude el más perjudicado es el estudiante, quien no puede permanecer en el centro escolar ni en el nivel al que fue trasladado, y por vergüenza rehúsa volver al colegio de procedencia… Un futuro que pudo ser prometedor, se transforma en incierto.

Cuando una madre o padre actúan de esta manera, desconocen la responsabilidad de sus decisiones, no perciben la magnitud de su mal ejemplo ni el daño que le hacen a la personalidad de sus hijos e hijas. Un acto deshonesto llevado a cabo por quienes velan por su crianza y formación los induce a proceder de igual forma el resto de su vida.

Tratar de solucionar los múltiples y complejos problemas que atraviesa la sociedad nos obliga a dirigir la atención a su célula básica, y descubrir que hay un número importante de familias que no cumplen a cabalidad con su función formadora de valores, por el contrario permiten y apoyan patrones de conducta errados, que a la larga se manifiestan en la escuela y en la sociedad.

Si realmente queremos solucionar los problemas sociales, estamos llamados a tomar acciones que aporten beneficios al núcleo familiar.

Las autoridades, la escuela, los medios de comunicación, las asociaciones cívicas y religiosas y la sociedad, en su conjunto, deben mancomunar esfuerzos a favor de la familia panameña, solo así tendremos una mejor sociedad y evitaremos que más niños y niñas aprendan el juega vivo, la corrupción, el fraude, la mentira, y la violencia desde sus propias cunas.

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Este artículo se publicó el 9 de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.