¿Minería a cielo abierto?

La opinión de…

Carlos Alberto Pedreschi

Para contestar a esta pregunta, hay que analizar los pros y los contras. Una de las ventajas de esta actividad son los salarios que pagan las compañías mineras. Como esto sucede a raíz de tierra, ella emplea retroexcavadoras grandes para ahorrar mano de obra, por lo tanto los empleos no son muchos.

Otra ventaja que ve el Gobierno es que las compañías le pagan el 3% de regalías (impuestos). La compañía se queda con el 97% de las ganancias. Como el costo de extraer una onza de oro no debe pasar de $200 y el precio de venta es de $1,200, el beneficio de las empresas es fabuloso. Eso explica el interés tan grande por venir a explotar el oro o el cobre que tenemos.

Las desventajas son que destruyen los bosques, se van las aves y animales terrestres que allí habitan, dejándonos los cerros pelados, llenos de huecos. Nos dejan también lagunas saturadas con mercurio o cianuro, que si se desbordan por aguaceros fuertes, envenenan los ríos o quebradas cuyas aguas beben personas y animales. Es obvio que los beneficios no compensan los perjuicios que causa la minería abierta.

El salario y los impuestos no compensan los millones que deja el turismo ecológico o sea los turistas que vienen a caminar por los senderos de bosques y admiran las aves y los animales silvestres. Debemos, eso sí, mejorar la administración de los parques nacionales.

El Gobierno de El Salvador congeló la explotación en minería abierta. Y otros dos gobiernos centroamericanos hicieron lo mismo. La Presidenta de Costa Rica, el día de la toma de posesión de su cargo, dictó un decreto prohibiendo la minería abierta.

Si queremos a Panamá, debemos hacer lo mismo.

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Este artículo se publicó el 13 de agosto de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

La verdad sobre Cerro Colorado

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La opinión de…..

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Carlos A. Pedreschi

En semanas pasadas, un alto funcionario del Gobierno manifestaba su entusiasmo y la idea de que pronto pondrían a funcionar la mina de Cerro Colorado. Posteriormente, la jefa de la minería del Estado informó que no se había dado ninguna concesión para explotar la mina y que ni siquiera hay solicitudes de su explotación.

La última, y creo que la única concesión para la explotación, se le dio hace más o menos 20 años a una compañía canadiense (Javelin), pero su permiso expiró.   La mina tiene una extensión de un poco más de 2 mil 400 hectáreas y el suelo es rocoso y muy montañoso.

Se estima que puede producir 2 mil 400 millones de libras en total.   Suponiendo que el costo para su producción es de dos dólares la libra y el precio de venta actual y previsible para el futuro sea de tres dólares la libra, la ganancia neta sería de 2 mil 400 millones de dólares, o sea un dólar por libra. Se habla de la regalía del 3% al Gobierno o sea que el 97% de la ganancia neta se quedaría en manos de la compañía explotadora.

Según el método de extracción contemplado en ese entonces, se utilizaría el ácido sulfúrico. Como se procesarían miles de toneladas diarias, dejarían el aire impregnado de ácido que al llover produciría lo que se llama “lluvia ácida”, la que, en suficiente concentración, infertilizaría la tierra. Si esto ocurriera, no se podría cultivar en la comarca indígena –donde está la mina– ni en gran parte del oriente chiricano, causando, además, grandes daños a la salud de los pobladores.

Interesante dato es que la mayoría de las minas mundiales está en el desierto del norte de Chile, en donde no llueve, por consiguiente, no afecta tanto como afecta en el trópico la extracción del cobre.

Otro problema es la disposición del material de desecho o deslave, que no se debe verter a un río, porque el único río disponible en el área es el San Félix, que durante la estación lluviosa tiene el caudal de una quebrada grande y en la estación seca tiene tan poca agua que parece que se va a secar. Si se vertiera en el río San Félix, la tierra del procesamiento de dos o tres días obstruiría el cauce.

Si se transportara a la orilla del mar, esta tierra envenenaría el mar y acabaría con toda la vida marítima: peces, camarones, etc. Y si se almacena entre dos cerros siempre existe el peligro de que se filtre hacia el río y el mar, con el consiguiente envenenamiento de las aguas de la costa.

El gobierno militar, en vista de la desastrosa consecuencia que traería explotar la mina, prohibió la explotación de la mina de Cerro Colorado. Pareciera que las regalías que aceptan los gobiernos es ínfima en comparación con las ganancias que generan, y el daño que se produce al medioambiente es inmenso y muchas veces es irreversible.

Como vemos, este tema no es para tomarlo a la ligera. El Gobierno está obligado a hacer un análisis exhaustivo y científico antes de dar un veredicto final.

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Publicado en 30  de diciembre de 2009 en el diario La Prensa a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.