Acerca de los planes de transformación

La opinión de….

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Jesús Antonio Montero Quintero

Recientemente se ha estado hablando de las intenciones del actual presidente de la República de lograr una transformación de la Ley Electoral para permitirse la reelección inmediata, a lo que él ha manifestado que no es así; otros sostienen que lo que se busca es prolongar el período presidencial. Independientemente de cuáles sean las aspiraciones de este o de los futuros mandatarios, me gustaría compartir algunas ideas que a mi parecer podrían contribuir a redefinir nuestro sistema político en caso de producirse las consultas correspondientes o la tan anhelada constituyente.

El tema del período presidencial y el de la reelección inmediata van de la mano. Pienso que una modificación del primero debiera permitir el establecimiento de la segunda. Por qué no reducir el período presidencial de cinco a cuatro años contemplando la posibilidad de una, y solo una reelección inmediata. De esta manera se premiaría una buena gestión gubernamental con un total de ocho años en la presidencia a quien así lo mereciere, a la vez que tendríamos la posibilidad de librarnos de los desaciertos de un mal gobernante en cuatro años, en vez de cinco. Sugiero que todo aquel que haya ocupado el solio presidencial tenga que esperar tantos períodos como los que haya servido al frente del aparato estatal para volver a postularse a la presidencia.

Como real contrapeso político, por qué no llamar a elecciones legislativas a mitad del período presidencial vigente, es decir, con dos años de desfase. De esta forma contaríamos con un mecanismo para premiar o castigar la gestión del Ejecutivo añadiéndole o restándole fuerza parlamentaria a medio camino. Transformar nuestro sistema de gobierno de presidencialista a parlamentario sería una opción interesante y digna de análisis profundo.

De la reelección de los diputados, pienso que aquellos que posean la visión para proponer o renovar las normas que nos regulan y que además se distingan por su habilidad parlamentaria, elevando y enriqueciendo el debate político con la elocuencia y verticalidad propias de quienes esperamos sean los “Padres de la Patria”, debieran ser reelegidos cuantas veces se lo permitieran sus facultades físicas y mentales, siempre y cuando el electorado entienda que el plantel legislativo que se escoja, representará lo que somos y lo que queremos ser como sociedad. La oferta es amplia, desde notables e intelectuales hasta pandilleros y cuasi analfabetas, depende de nosotros.

Debe limitarse la función de los diputados únicamente a legislar para evitar el clientelismo político que se produce cuando se les permite la utilización de fondos estatales con los que no hacen más que fortalecer sus campañas políticas, que en vez de estar preñadas de ideas y propuestas, lo están de obras de infraestructura comunitarias que corresponden a otras instancias gubernamentales. Además, estoy convencido de que si se redujera el número de diputados, éstos actuarían como verdaderos parlamentarios y no como representantes de corregimiento exageradamente bien remunerados (sin ánimos de ofender).

Plebiscito, referéndum o constituyente, es hora de hacer algo por el bien colectivo.

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Este artículo se publicó  el  28 de marzo de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.