Sobre los pueblos indígenas de nuestro país

Sobre los pueblos indígenas de nuestro país

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Irina Conoán de López

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Al celebrar un año más el Día Internacional de las poblaciones indígenas, quisiera hacer una reflexión sobre la realidad que viven los indígenas de nuestro país, un país donde la globalización tiene efectos constantes en los aspectos sociales, culturales y económicos, resultando imposible que estos grupos minoritarios se vean afectados en su desarrollo y cosmovisión.

El avance inexorable de la tecnología, la búsqueda de nuevas alternativas para la producción de energía a bajo costo, y la construcción de megaproyectos son prácticamente impuestos a estas poblaciones, quienes solo reclaman su derecho a ser debidamente consultados, a través de la obtención del consentimiento previo, libre e informado, principio reconocido en instrumentos internacionales de derechos humanos, que propugna porque se respete su autonomía y libre determinación.

Además, el perenne estado de pobreza en que vive la mayoría de estos grupos, donde el 35% del total de niños que trabajan en nuestro país proceden de las comarcas indígenas, fomentando la deserción escolar; donde las comunidades no disponen de centros de salud debidamente equipados, así como los servicios básicos de agua potable, luz eléctrica son prácticamente inexistentes, nos permite tener indicadores fehacientes de que aún tenemos mucho trabajo por hacer para consolidar la autonomía y preservar la identidad de nuestros indígenas.

A falta de una legislación interna que desarrolle los derechos contenidos en instrumentos internacionales de derechos humanos sobre pueblos indígenas, tal como es el caso del Convenio 169 de la OIT, el cual, a pesar de ser un documento valioso, que complementa lo dispuesto en el Convenio 107 sobre poblaciones indígenas y tribales, y que reconoce entre otras cosas, el derecho de estos grupos a tener el control de sus propias instituciones, a promover y sostener su desarrollo económico y a constituirse en beneficiarios de un trato igualitario en cuanto a la toma de decisiones frente a actos que los afecten directa o indirectamente, el Estado panameño, debe fortalecer los mecanismos de protección de estas poblaciones, siendo un paso importante, la ratificación pronta y efectiva del precitado Convenio 169.

Ciertamente la ley de la vida nos dice que todo debe evolucionar, que estamos sujetos a cambios constantes y variados, pero lo que no puede cambiar nunca es nuestro pasado, por lo que es importante reconocer los valiosos aportes que nuestros indígenas, nuestros ancestros, hicieron a la historia de este país y que hasta el día de hoy se erigen como los celosos guardianes de ese pasado que es reflejo de nuestra verdadera identidad, nuestra cultura, nuestras tradiciones y del verdadero orgullo que representa ser panameño.

La autora es Directora de Unidades Especializadas de la Defensoría del Pueblo.

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Publicado el 9 de agosto de 2009 en el diario El Panamá América,  a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.