Operación Milagro – Una bendición para los humildes

La opinión de…

Bolívar Perigault Sánchez

Recientemente, la Sala Tercera de lo Contencioso Administrativo y Laboral de la Corte Suprema de Justicia declaró legal la Resolución No. 3 del 7 de mayo de 2007, dictada por el Consejo Técnico de Salud, la cual no admitió una denuncia presentada por la Asociación Médica Nacional, que pretendía que se investigara el ejercicio, supuestamente ilegal, de la profesión por médicos extranjeros –en este caso cubanos– dentro del Programa denominado “Operación Milagro”. Este fallo, que tuvo como ponente al magistrado Víctor Benavides, fue avalado por los magistrados Winston Spadafora y Alejandro Moncada, y con él nuestro país se reivindica a la luz del derecho internacional.

En el fallo, la Corte elaboró una reseña histórica, referente a la ejecución del programa, que emerge del Convenio de Cooperación entre los ministerios de Salud de ambos países, del 18 de marzo de 2006, para mejorar la calidad de vida de los panameños con afecciones oftalmológicas, entre noviembre de 2005 y febrero de 2007, en Cuba: 5 mil 212 cirugías y una evolución médica de 22 mil panameños.

Gracias a la gestión del entonces presidente Torrijos, quien se reunió con su homólogo cubano, se decidió establecer el Centro Oftalmológico Omar Torrijos Herrera, en Santiago de Veraguas, en marzo de 2007. Desde sus inicios, “Operación Milagro” cumplió con el principal objetivo de brindar atención oftalmológica gratuita a todos los ciudadanos panameños o residentes en Panamá, o de cualquier otro origen, de bajos recursos económicos y pobreza extrema. Esta labor se realizaba bajo los parámetros y supervisión del Ministerio de Salud, que en la captación previa proporcionaba personal de registros médicos, secretarias, laboratoristas, médicos generales que en conjunto con los especialistas cubanos del programa cumplían con tal objetivo.

En octubre de 2008, “Operación Milagro” comenzó a brindar servicios para glaucoma y retina, evaluando a los pacientes con diabetes mellitus y a los que presentaban retinopatía diabética se les aplicaba láser, según el tipo de retinopatía, dándoseles seguimiento hasta el día de alta. El total de pacientes atendidos en consulta entre el 27 de marzo de 2007 al 29 de diciembre de 2009 fue de 74 mil 961; realizaron 44 mil 515 cirugías, más las 5 mil 212 hechas en Cuba en la primera etapa, suman 49 mil 727.

Como bien señala el fallo, “resulta importante destacar que los números por sí solos no representan mucho, si no se tiene en cuenta el gran impacto social que este proyecto ha experimentado en el pueblo panameño, personas que llevan en ocasiones años de ceguera, así como personas que por no contar con accesibilidad económica, geográfica e institucional que les permita recuperar la salud visual, han encontrado en este programa la manera de recuperar la luz en sus vidas, rescatándoles de la oscuridad y elevándose considerablemente su autoestima, y la calidad de vida de los miles de panameños beneficiados”.

La decisión de la Corte, a mi juicio y leal entender, reivindica a esos médicos cubanos que dando cumplimiento a su juramento hipocrático se desplazaron desde Cuba hasta las regiones más apartadas de nuestro país, adonde la mayoría de nuestros “oftalmólogos” no acceden. El impacto positivo en la comunidad de la excelente labor profesional de los médicos cubanos de este programa devolvió la visión a 49 mil 727 panameños, a través de cirugías oftalmológicas gratuitas y de alta calidad.

Si consideramos que la Organización Mundial de la Salud estima que existen entre 40 y 52 millones de personas ciegas en todo el mundo, y otras 60 millones con deficiencia visual severa, y las tres cuartas partes de los casos corresponden a los países pobres, debo concluir que “Operación Milagro” es una bendición para los más humildes. Este fallo, igualmente respeta y se fundamenta en diversos convenios internacionales, firmados y ratificados por nuestro país, en diversas áreas de salud, que en su momento han sido objeto de pronunciamiento por parte de la Corte.

Concluyo esta entrega, manifestando mi agrado por tan importante decisión y haciendo un llamado a nuestras autoridades para que, de una vez por todas, se despoliticen los asuntos de salud, a la mayor brevedad posible y actúen a favor del pueblo restaurando “Operación Milagro”, para que miles de panameños humildes, de a pie, indígenas, campesinos, marginados y olvidados, de las más apartadas regiones, puedan disfrutar nuevamente de la bendición de la salud que se les está negando.

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Este artículo se publicó el 27  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.