Infarto hídrico

La opinión de…

Lourdes S. de García de Paredes

Querido lector: un artículo más sobre el agobiante problema del agua. Mi familia y yo lo hemos sufrido por 17 días sin una sola gota del grifo: cuatro días seguidos la primera vez, tres días la segunda vez y seguimos padeciendo.

Señor Presidente: usted dijo que “se podía meter la pata, pero no la mano”. La ciudad entera está urgida de un correctivo en los nombramientos en puntos claves, antes de que ocurra una tragedia sanitaria nacional entre la acumulación de basura y la falta de agua.

Si a usted o a algún familiar suyo le da un infarto, estoy segura que recurrirá al más experimentado especialista médico en la materia, llámese ¡cardiólogo!   De igual modo, no se puede dejar en manos inexpertas temas tan impactantes como la salud de la población, que a la postre, saldría muy caro enmendar.

En estos días vi una entrevista en la televisión a una alta funcionaria de la ACP a quien le preguntaban ¿por qué la potabilizadora de Miraflores sí trabajaba y la de Chilibre no? Dicha funcionaria, muy humildemente, dijo que había circunstancias climáticas, etc.   La verdad sea dicha, la única diferencia es el personal idóneo, capacitado, responsable, dotado de los recursos necesarios para conseguir los insumos, y nada más.   El agua sigue cayendo del mismo cielo.

Y es que ese es el “secreto” del éxito de la ACP, el cual me permito indicarle debería imitar su gobierno y los gobiernos por venir.   Hay posiciones críticas en las que no importa el nombre o el apellido, sólo la experiencia e idoneidad probada de tantos años.   Cuando cambia el Gobierno, usted mantiene su puesto si se ha desempeñado satisfactoriamente, en beneficio propio y del país entero.

Ni en el peor momento de la dictadura militar tuvimos tantos problemas sanitarios y no recuerdo que hayamos tenido un problema semejante al que tenemos ya más de un mes sufriendo con el agua.

Es de humanos errar, pero también enmendar. Estoy segura de que podrá ubicar a los actuales directivos en otras posiciones y volver a contratar a los que quitaron cuando subió su gobierno, porque al menos en los cinco años anteriores, aprendieron el oficio y, bien que mal, jamás pasó lo que hoy vivimos.   El asunto del agua es tan medular como el corazón que llevamos todos por dentro. Si este falla, todo lo demás también.

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Este artículo se publicó el 13  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.