«Aprender para aprender»

La opinión del Abogado y Docente Universitario…..

JORGE ZÚÑIGA CEDEÑO


En la formación del estudiante, cada vez se hace más evidente la fragilidad entre la familia y la escuela. La integración de estas estructuras en el proceso educativo es fundamental, pues es en el seno familiar el escenario de las primeras lecciones sobre el respeto a Dios y a la naturaleza; a los vivos y a los muertos, y sobre todo a participar en la construcción de un destino común. Es obvio que tales conocimientos no le serán suficientes para afrontar las complejidades de la vida. Se hace necesario que reciba una formación científica y humanista de manos desconocidas, los que al final certificarán que su capacidad y habilidad para pensar han sido adecuadamente «graduadas», al grado que sus aspiraciones personales se ajustarán a precisión a las exigencias de la élite. Como premio, tiene asegurado su ingreso al mercado laboral y un merecido ascenso social, sobre todo si logra mantenerse sus preocupaciones por los asuntos sociales lejos de sus expectativas personales.

Las estadísticas comprueban el fracaso de nuestro sistema educativo. Ahora ensayamos con una propuesta que busca formar a nuestros jóvenes siguiendo el perfil ideal del «hombre-empresario», como elemento fundamental en el desarrollo de los pueblos al decir del discurso y visión la de la globalización. Para ello se debe fortalecer precisamente aquellas áreas del conocimiento en las que nuestros jóvenes revelan sus mayores deficiencias. Pero; ¿ofrece este proyecto educativo lo que realmente necesitan aprender? La capacitación de cada panameño aumenta nuestro principal activo, que seguramente se acrecentará si aprende a identificar los objetivos que como pueblo nos hemos propuesto alcanzar. El conocer dónde venimos y hacia dónde vamos, carece de importancia curricular, sin saber esas interrogantes son la llave para activar descubrir las fuentes inagotables de nuestra fortaleza colectiva. Se ha estimado que para conocer la historia de nuestro pueblo, sobran las anécdotas entrecortadas y los mismos mitos que nos contaron en las aulas.

Ese pasado común de dolor y sufrimiento padecido sobre esta tierra habitada por indios y negros libertos, aventureros venidos a menos en estos lares, constituyen la materia con la que debemos construir muestra conciencia nacional.   La satisfacción de esta necesidad existencial no es contraria al interés oficial de elevar a calificación de nuestros técnicos y profesionales, pues si se afianzara su formación con aquellos valores trascendentales, nuestros triunfos personales honrarían a nuestros antepasados, amaríamos como propia esta tierra, y haríamos de nuestro país, un verdadero país de ensueño.

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Artículo publicado el   27  de junio de 2010 en el Diario El Siglo, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.