Pensando en noviembre…

La opinión de…

Gaspar García de Paredes Ch.

Estamos en el “Mes de la Patria” otra vez. Es obvio, pues aparece el tricolor nacional en todas sus formas, por doquier. La ciudad se viste de blanco, rojo y azul. En todos los medios hay comentarios o noticias alusivas a las fechas. Se nota un gran esfuerzo por llamar nuestra atención al calendario…

Entre tanta pompa algunos nos preguntamos: ¿Es esa la mejor manera de honrar a la patria? Si la patria fuera la “madre” que algunos dicen es… ¿Estaría ella más interesada en decoraciones que en acciones? ¿Estaría ella más contenta de saber que recordamos su fecha o en ver que hacemos algo por ella?

Cuando pensamos en nuestra madre biológica (o de crianza) ¿qué nos provoca? Seguramente darle cariño, respeto, buscar en qué ayudarla, estamos pendientes de atenderla, nos interesa su comodidad, su salud, nos esforzarnos por mejorar su calidad de vida… ¿Hacemos eso por nuestra madre patria? Más importante que eso, ¿lo hacemos en su fecha o todos los días de nuestra vida?

Ser hijo (a) de una madre implica ese compromiso que es alimentado y fortalecido por el amor y el orgullo de haber nacido de ella. Ser hijo (a) de un terruño debe conllevar las mismas consideraciones, las mismas responsabilidades.

John F. Kennedy nos planteó el reto: “no preguntes lo que el país puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”. Una frase bien inspirada en ese sentimiento y consideración que le debemos a la madre patria. Igual que como hacemos con la madre que nos crió, debemos servirle y no servirnos de ella, debemos darle más a ella de lo que ella nos da a nosotros.

¿Y cómo servimos a la patria? Sencillo, haciendo lo que hacemos de la mejor forma posible; cultivando el orgullo de hacer las cosas cada nuevo día mejor de como lo hicimos el anterior; esforzándonos porque nuestra vida tenga un impacto positivo en nuestro entorno (en el hogar, en el trabajo, en la comunidad, etc.); procurando el bienestar colectivo y no solo el individual; aportando, contribuyendo, produciendo, desarrollándonos profesional y personalmente, siendo el modelo que deseamos que otros imiten… Todo eso y más, todos los días –no solo cuando el calendario nos recuerda que es un día patrio.

Desde cualquier ocupación podemos honrar a la patria: el estudiante que se esmera por lograr las más altas calificaciones, el educador que se esfuerza por motivar y despertar en sus pupilos el hambre por aprender y descubrir, la madre o padre que honra a su cónyuge y a sus hijos (as), el trabajador que vive por el orgullo de desempeñarse de una manera sobresaliente, el jefe que anima y estimula más de lo que alza la voz, el profesional cuya mayor satisfacción es el saber que dio lo mejor de sí mismo, el equipo que trabaja al unísono de todos para uno y uno para todos, el artista que con su talento nos permite apreciar la belleza del ser humano, el religioso que nos guía hacia una existencia plena, el servidor público que enaltece servir al público, el deportista que desde su campo nos transmite emociones que nos hacen vibrar, el que se esmera en prepararnos algo de comer o beber dándole sabores a nuestra existencia, así todos desde nuestro rol en la sociedad contribuyendo al mejor Panamá que podamos lograr…

Panamá es una tierra bendecida, con gente especial. Vivamos todos los días del año, con el orgullo de ser panameños, honrándonos unos a otros, dando lo mejor de nosotros para honrar siempre a nuestra querida patria, Panamá.

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<> Este artículo se publicó el 2  de noviembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.