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La opinión del Médico Salubrista….
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JUAN CARLOS MAS C. –
juancarlosmas@hotmail.com
No es el propósito de este artículo hacer la reseña y panegírico de la vida y ejecutorias de José Renán Esquivel, maestro entre todos, sino comentar la dolorosa omisión de pronunciamientos públicos oficiales y de gremios sobre el significado y trascendencia de su ejecutoria ciudadana y sanitaria. La reflexión correspondiente es que hay silencios estridentes, por cuanto revelan lo que las palabras no dicen.
El doctor José Renán Esquivel hizo su entrada en un momento oportuno, en el cual ya se notaba que la ausencia de la sombra protectora ofrecida al país por los trabajos sanitarios del Canal empezaba a hacer sentir su carencia.
Aquellos trabajos, emprendidos con visión totalizadora por el país del Norte, centralizaban todo cuanto era necesario para finiquitar la obra; en consecuencia, la Salud fue una prioridad de Estado. Al amparo de esa concepción, las ciudades terminales del Canal pudieron desarrollar un sistema de protección preventiva confiable. Era una relación dialéctica de lo malo y lo bueno: lo malo del colonialismo, el despojo y la militarización, y lo bueno del orden y saneamiento. Al finalizar los 40s nuestro país reasumió el control sobre funciones sanitarias, pero no supo prolongarse en el espíritu de protección colectiva dejado por aquella empresa. Cuando José Renán entró en escena el país no había desarrollado una estrategia sanitaria supletoria de lo que se había dejado atrás; más bien habíamos derivado hacia la anarquía del ‘no hacer y dejar perder’, para que el interés crematístico cubriera las demandas.
José Renán hizo volver la mirada hacia extramuros de los hospitales e impuso el concepto de producción de salud como quehacer fundamental de los actores sanitarios: Sin descuidar a las instalaciones, para las cuales proponía la excelencia de una gerencia proba, insistió en la periferia del sistema, en el concepto de atención primaria y el respeto por los niveles referenciales munidos con la herramienta de la supervisión capacitante.
Sin ignorar el protagonismo colectivo que despertó en centenares de colaboradores, puede decirse que bajo su accionar el país alcanzó las tasas de salud que pudimos presentar sin sonrojos en eventos internacionales.
Y es que con él, las estadísticas sin maquillaje eran una formidable palanca de cambios e insumo para las tareas epidemiológicas. Presentimos que ese impulso carece del vigor de entonces y que los números no son ya el abrigo seguro de los sueños y los planes.
Después de Esquivel el desmantelamiento neoliberal de su concepción de programas sanitarios se puso a la orden del día; a partir de él y sin imputar específicamente a ninguna administración, cada uno de los que se instaló en los cargos asumió la función de completar el desguace iniciado por la precedente. En tal ambiente, proliferó la oferta de sistemas alternativos que acometían contra el Estado en retirada. Y así tenemos lo que tenemos hoy: ¡Nada!
En tal contexto, no es de extrañar aquel cómodo silencio que rodeó su fallecimiento, porque los beneficiarios de su ausencia, tanto dentro del Estado como en la esfera de profesionales oferentes de servicios privados, no tendrían nada que decir.
No acostumbro a parafrasear, pero con respecto a la vida y acciones de José Renán Esquivel en el ámbito sanitario cabe aquello que dijera Martí de Bolívar en otros contextos. ‘Lo que él no hizo falta por hacer todavía’. Recuperar la memoria, recuperar la historia, recuperar su legado ese el mejor homenaje que podemos hacerle.
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<> Este artículo se publicó el 14 de dicembre de 2010 en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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