La opinión del Ingeniero….
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Ricardo D. Salcedo –
Con esperanza, los habitantes en el continente americano, y parte del resto del mudo, siguieron los informes diarios de los medios de comunicación acerca de los esfuerzos por rescatar a 33 obreros enterrados en una mina al norte de Chile. Desde que se supo de la tragedia, que pudo haber ocurrido cuando se derrumbó una sección de la mina, con los 33 mineros adentro, nos mantuvimos en vilo hasta saber si habían quedado vivos, a pesar de la catástrofe. Luego, cuando los localizaron, sanos y salvos, todos vibramos de alegría al sentir que esos miembros de nuestra humanidad habían sobrevivido, tenían la voluntad de seguir luchando por su vida y confiaban en la capacidad y pericia de los rescatistas por recuperarlos indemnes.
Chile se ubica dentro del cinturón de fuego de la fila de volcanes, que lo recorre a todo lo largo, y frente a la cercana fosa submarina Perú-Chile, que es el lindero de placas tectónicas de la corteza terrestre en movimiento. Por esta peculiaridad, haestado expuesto a terremotos que han ocasionado muchas muertes en su historia. Esta condición ha forjado en el carácter de sus habitantes un estoicismo a toda prueba que les permite aguantar los embates y tragedias que les depara el destino.
Es un pueblo admirable y muy solidario con los que sufren infortunios. Con esa voluntad de enfrentar la adversidad, tanto los atrapados, ilusionados con su rescate, como sus compañeros, empeñados en lograrlo, han mostrado una serenidad opuesta a la resignación, que los ha llevado a colaborar estrechamente entre sí facilitando la creatividad y la minuciosidad en la ejecución de los planes y procedimientos del rescate y en las precauciones de toda índole.
Los observadores se han ido maravillados al ver cómo se emprendieron tres caminos de perforaciones (por si alguno se atascaba el otro prosiguiera); cómo se diseñó y construyó la cápsula de transporte; cómo se estudió y protegió la cápsula de posibles áreas inestables o rugosas, mediante el encamisamiento de un tramo de la perforación; cómo se preparó a los enterrados para la tensión del regreso (tanto en el camino como después en libertad), para controlar las emociones; cómo se manejó la alimentación, la condición física y la higiene, y cómo se hicieron los preparativos para el tratamiento médico y social cuando estén rescatados. Nada se dejó al azar.
El resultado fue el triunfo de la voluntad, de la ilusión, de la solidaridad, de la hermandad, tanto de los cautivos como de los planificadores, de los operadores de las perforadoras, de los colaboradores de la NASA y de otros organismos, de los familiares y allegados, de las autoridades del Gobierno –del Presidente para abajo–, y de muchas personas en otras actividades. La motivación y movilización de gente ha servido y servirá de inspiración para otros muchos que padecen adversidades y penurias, para afrontarlas con determinación y fe en la ayuda de sus semejantes. Aquella fe que mueve montañas, y que en este caso, las perfora.
Es este ejemplo, el que hace renacer la esperanza en un futuro mejor; en el que los jueces y fiscales actúan con probidad, los patrones gubernamentales y privados no abusen de sus subalternos y empleados; la educación, cultura y valores morales y espirituales sean impulsados; se reduzca el costo de la vida; se estimule la libertad y la democracia; y se eliminen problemas banales como el de la incapacidad en la recolección y disposición de la basura.
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<> Este artículo se publicó el 18 de octubre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor en: https://panaletras.wordpress.com/category/salcedo-ricardo/
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