Intentando un país sin Dios

La opinión de…

 

Pedro Medina

Ya han quedado atrás los días de aquellos regímenes, donde se enseñaba ateísmo en las escuelas; y que llegaron a cometer algunos de los más horrendos crímenes de la humanidad. No obstante, y ahora de forma más lite o disimulada, hay quienes pretenden que nos olvidemos de nuestras creencias religiosas y que hagamos leyes, instituciones y eduquemos a nuestros hijos sin Dios.   Y es que, sin ser perfectos, los panameños aún conservamos nuestras creencias: bautizamos a nuestros hijos y los enviamos a hacer la primera comunión, caminamos la procesión, creemos en la Biblia y en lo que nos enseña nuestra religión cualquiera que ésta sea.

Y qué bueno que es así, porque con todo y nuestros defectos no caemos en los sorprendentes absurdos que llegan a cometer las personas, letradas incluso, cuando simplemente quitan a Dios y se van a discernir las cosas a su modo. Como por ejemplo, enseñarles a niños en la escuela que la homosexualidad y la prostitución son opciones en la vida; o prohibir poner crucifijos en lugares públicos, o que alguien vaya a un parque a desnudarse porque ganó la selección de Panamá; y que encima luego le lluevan vivas y felicitaciones. Matar a una criatura que se está formando en el vientre materno, y hacer que esto sea legal y más aun una causa noble que hay que defender.

No somos perfectos ni mucho menos, pero los panameños conservamos latente nuestra creencia en el Dios que nos hizo y nos da la vida. Claro está que en una democracia no todos pensamos igual. Por eso en nuestro pequeño país tú puedes ser como prefieras: desde ateo puedes ser, o protestante, homosexual si te gusta, musulmán o mormón. No hay leyes que te impidan pensar diferente ni vivir como piensas. Como sí ocurre en otros países, donde te pueden castigar con penas que llegan a ser inhumanas por tú no estar de acuerdo con la doctrina oficial.

En Panamá no hay leyes que prohíban la práctica de la homosexualidad, aunque la mayoría pensamos que es una conducta desviada de lo normal.   Y sería interesante ver que estos “hombres nuevos de Panamá” dedicaran sus esfuerzos a solidarizarse en otros países donde dicha práctica es ilegal y es penada por ley.   Pero como en Panamá no hay leyes que lo prohíban, entonces lo que se busca es pasar esta ley 50 que, según han dicho sus defensores, es para que la mentalidad del panameño cambie respecto al tema. De modo que la ley quiere es resaltar esta conducta de un grupo minoritario a fin de que la mayoría lo acepte como normal. Se propone prohibir hasta las bromas y los chistes acerca de homosexuales.

Siempre ha habido homosexualidad, pero lo nuevo es pretender que la sociedad, incluso la inmensa mayoría que no la practica, la tenga que aceptar como normal. Esto solo puede caber en una mente que ha decidido quitar a Dios del medio. Pero, como bien han dicho los promotores de esta ley: ellos piden que el debate no sea religioso. O sea: demandan que el tema sea analizado sin Dios. Ellos por su parte ya lo hicieron: han quitado la Biblia y todas las enseñanzas para, en vez de eso, poner sus propias teorías. Y es que la Biblia y el catecismo de la Iglesia prohíben la homosexualidad, la prohíben los evangélicos, también el islam y todas las grandes religiones. El Dalai Lama ha dicho textualmente que la homosexualidad es mala.

En Panamá ya intentaron hace poco imponer la enseñanza de la homosexualidad a los niños con el nefasto anteproyecto de ley 442, que fue ampliamente rechazado por el pueblo. Pero esta vez viene un poco más disimulado: ahora dicen que solo quieren una ley para no ser discriminados. Si les concediéramos la razón en esto, entonces habría que prohibir también los chistes contra los ñatos, los judíos, los gallegos, etc. Si te burlas de otro porque es chaparrito o porque es calvito, entonces irías para la cárcel también, para ser justos con todos.

En una democracia, que es el sistema en que los panameños hemos elegido vivir, este tipo de leyes no tienen cabida. Y va en la educación y cultura de cada quién saber que no tienes derecho de mofarte de otro ser humano solo porque no lo ves igual a ti. Señores gais: como están las cosas ustedes son libres de vivir y creer como les parece. Pero nunca olviden que son parte de una minoría. Como pueblo la mayoría hicimos una opción por Dios: creemos en la Biblia, nos persignamos al pasar frente a la Iglesia, queremos a Dios en nuestras casas, no nos interesa sacarlo de nuestras leyes ni de nuestra educación. Y al que no le parezca está muy bien, bienvenido a Panamá. Pero por favor dejen las leyes de mi país como están.

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<> Este artículo se publicó el 27  de octubre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.