La opinión de…
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Gawie González –
Había una vez una selva tropical lluviosa, bajo la cual vivía una población tan pobre que comían una vez al día, o dos, o tres.
La población existió para los demás, cuando algún geólogo o un satélite descubrieron la riqueza dentro sus profundidades y pronto las grandes empresas mineras se apropiaron de sus tierras. No sin antes preparar, literalmente, el terreno; porque las relaciones públicas son necesarias para minimizar el impacto que tendrá en la opinión pública la destrucción del ecosistema.
La opinión pública, sólo se existe frente a la opinión pública mientras se publique o se mencione en un noticiero. Durante décadas a nadie le importó la subsistencia de esa región y, sin embargo, ahora los que son partidarios, o no, de la minería se debaten el derecho a la protección, o no, del medio ambiente. Pero, ¿cómo no defender la única industria que llegó para dar pan para hoy y hambre para mañana? ¿Qué me importa el pan para mañana, si yo no estaré y quizás mis hijos tampoco estén? ¿Dónde estuvo mi gobierno todos estos años? Ahora se aparece solo para atender las necesidades de una industria extranjera depredadora. Y durante todos estos años de miseria, ¿dónde estuvieron todos los demás? ¿Donde estuvo la opinión pública?
Había una vez una selva tropical lluviosa, al lado de la cual se erigía la otra selva de cemento, la ciudad más cosmopolita de la región. Algún geólogo o satélite descubrió que bajo la selva se escondía petróleo u oro, ¿qué más da? Lo que importa es el valor de las cosas en el tiempo y en este tiempo, el oro, la plata y el petróleo es lo que vale. Nos va a costar más, se decían los ejecutivos, pero valdrá la pena. Y, por supuesto, costó más, más coimas, más favores, más leyes, todo tiene su precio y la ciudad se tuvo que mudar.
Hace muchos años había selvas tropicales lluviosas, así como hubo oro, plata y cobre; ahora todo se ha ido, ahora lo que vale es lo que más falta, el agua y la tierra fértil y las selvas. Ahora todos pagamos para que nuestros vecinos mantengan las suyas, son reservas valiosas para garantizar las lluvias. ¿Quién iba a imaginar que el oro del mañana sería el agua?
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<> Este artículo se publicó el 5 de diciembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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