La bichera del Domingo de Carnaval

La opinión del Artista Veraguense residente en Florencia,  Italia…


ARISTIDES UREÑA RAMOS – –
aristides_urena@hotmail.com

La misa fue interrumpida por los gritos que se intercambiaban Jacinto y Tobías, que venían corriendo por pleno llano, acercándose a la Capilla.. entrando en el templo Santo y arrodillándose frente al Cristo en Cruz, con los ojos espantados, temblando del terror, repetían a voz alta:   ‘!El más feo eres tú!.. ¡el más feo eres tú!’, acusándose entre ellos.

El cura y los fieles que esa mañanita, en muy tempranas horas, celebraban la misa de Domingo de Carnaval, en la Capilla de Martín Grande, un caserío que se encuentra a orillas del camino a Montijo, quedan sorprendidos…   El cura toma a Jacinto y Tobías por las orejas, se los lleva atrás del altar y con voz autoritaria comienza a regañarlos, porque nada en este mundo, ni ninguno, se puede permitir interrumpir la Santa Misa… pero nota, con gran asombro, que los malaventurados muchachos temblaban de pavor, tanto, que el cura comienza a preocuparse por comprender el porqué de tanta agitación.

Tobías, que lloraba, comenzó a hablar y a tratar de contar lo sucedido, interrumpido por Jacinto, que, con voz trémula y ojos espantados, entre sollozos, pide al cura que le deje decirle lo ocurrido, con la condición de que al terminar le dijera con mucha franqueza:  ¿cuál de los dos era el más feo?.. El cura se agachó, abrazando a ambos, improvisando un confesonario, comenzó a escuchar lo siguiente:

Dice que el día anterior —que era sábado— Jacinto y Tobías llegaron a Santiago a celebrar las fiestas del Carnaval y, como siempre, dejaron amarrados sus caballos en el cementerio, porque era el lugar donde nadie osaba robar nada… y así dejaron sus caballos en las afueras del muro empedrado que hace muralla al campo santo.   Y como era de tardecita, y habían llegado temprano, se fueron al jardín a tomarse sus cervecitas… preparándose para la llegada del baile nocturno. Y poco a poco llegó la noche… y de la cerveza se había pasado al aguardiente.

Mientras, allá en el Chichemito —un barrio de Santiago— había una gallada de muchachos jovencitos, que acostumbraba a hacer ‘BICHERAS’, y solo esperaban que vinieran estas fiestas de carnavales, para arrasar con todas las frutas de los patios del vecindario… dos de ellos, de los más adultos, habían notado que en el cementerio había un palo de marañón, colmado de frutos que, debido al sitio donde se encontraba, ninguno osaba a recoger, porque la tierra donde crecían era tierra de muertos y de sepulturas, por eso ninguno tocaba los suculentos frutos del cementerio.

Fue así que planearon que, apenas llegara la madrugada y a escondidas de ojos indiscretos, cuando la gente estaba empeñada en el baile y en la chupadera, ellos irían a recoger todos esos maravillosos frutos… poniendo atención a que ninguno se diera cuenta, pues, habían pensado llevarlos a vender en los bancos del mercado municipal de Santiago.

Y así fue que, en plena madrugada, entraron al cementerio, saltando el muro, a cumplir con su planificada ‘bichera’… el árbol de marañón estaba adentro del cementerio, pero cerca del muro, donde casualmente… del lado de afuera, Jacinto y Tobías habían amarrado sus caballos.

Apenas dentro del cementerio, los suculentos frutos del palo de marañón fueron tumbados uno a uno, operación que tomó mucho tiempo, debido a la oscuridad de la noche, por lo que los muchachos lograban a duras penas distinguir los marañones… apenas terminada esta operación, iniciaron a dividirse el botín, poniendo mucha atención en la repartición, que tenía que ser en partes iguales, en número y con atención a la calidad del marañón.

Para Jacinto y Tobías habían llegado las altas horas de la madrugada, decidiendo regresar al cementerio para recoger sus caballos y regresar a Martín Grande, pero cuando caminaban se dieron cuenta de que estaba muy jumados… y, tambaleándose de esquina a esquina por las calles de Santiago, llegaron a donde habían amarrado sus caballos… y allí decidieron tomar un reposito, darse una dormidita, para que se les pasara la juma… porque reposándose… en las primeras horas de la mañana regresarían a su casa.

Y así se echaron al costado del muro de piedra del cementerio entre los caballos, el muro y las ramas del palo de marañón que daban afuera del cementerio. Y se dispusieron a dormir.

De repente, Tobías se despierta, pues, oía una discusión y un murmurar proveniente del interior del cementerio… y antes de despertar a Jacinto, se pone a escuchar y oye lo siguiente: —’Uno pa’ ti, uno pa’ mí… uno pa’ ti, uno pa’ mí’ —eran los muchachos del Chichemito, que se repartían en partes iguales los marañones—, pero asustado, Tobías despierta a su compañero Jacinto: ‘oye, oye… escucha… ¿qué está pasando en el cementerio?’, y Jacinto, medio borracho, le responde:  ‘!Ay Dios mío!.. son San Pedro y Lucifer que se están repartiendo las almas del purgatorio, hoy Domingo de Carnaval’… y los dos abrazados de terror, siguen escuchando lo que sucedía dentro del campo santo… y parece que los muchachos no estaban de acuerdo, porque a uno le habían tocado los marañones más feos y es así que uno de ellos dice: ‘¡No seas tramposo!, ¿por qué me has dado los más feos a mí y tú tomas los más bonitos para ti?’— y la discusión cogía fuego, hasta que uno de ellos dice: ‘Bueno, tú pareces hijo del mismo demonio, vamos a cerrar esta discusión de una vez. Hoy, como es Domingo de Carnaval… de esos dos que cayeron afuera del muro, junto a los caballo amarrados, déjame el más bonito para mí y el más feos te lo llevas tú para el mismo infierno’… no habían terminado de decir esto cuando Jacinto y Tobías salieron huyendo, corriendo como locos, hacia Martín Grande, y como de loco eran los gritos y acusaciones que se daban entre ellos.

 

Este artículo se publicó el 12 de febrero  de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

El desconocido patriota y la Mona Characa

La opinión del Artista Veraguense …

ARISTIDES UREÑA RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

Retornando de la victoriosa batalla del Sitio de Aguadulce, el joven cadete cumplía una misión bajo las órdenes del general Benjamín Herrera, llegando muy entrada la noche, casi de madrugada, a Santiago, rumbo a la finca ‘los naranjales’, situada en Canto del Llano, donde se decía estaban reunidos algunos patriotas. El joven parecía muy fatigado, fue por eso que le aconsejaron que reposase y continuara el viaje al día siguiente, debido a que no era prudente atravesar los llanos de noche.

Pero el joven cadete se preocupa por seguir su misión, que era clandestina, debido a que la consigna que se le había encomendado, era de vital importancia y tenía que cumplirla lo más rápido posible.

Para ese entonces, de extremo a extremo del llano, se encontraban tres posadas, una en Santiago, que hacía de solar, y otra al borde de Canto del Llano y en el centro una posada que llamaban Alto Alfaro, debido a que cada una de esas posadas tenía un faro que iluminaba y que servía de reparo a los andantes nocturnos.

En realidad no eran verdaderamente faros, se trataba de linternas de petróleo muy en uso para ese entonces… uno todavía puede ver —bueno, lo que queda de ellas— que estuvieron colocadas hasta fines del año 1800, en un solar al lado del actual mercado de Santiago, dicha reliquia se encuentran en el parque Central e inclusive hay quienes sostienen que fue allí donde encadenaron al indio Urracá.

Viendo que el joven militar insistía en continuar su misión, le cambiaron el caballo y lo mandaron en compañía de un peón con la recomendación de llegar a Alto Alfaro y que allí esperara la primeras luces del día para continuar.

El testarudo joven no estaba convencido y eso lo notaron los presentes y fue allí que lo intimidaron diciéndole, que de noche y en la madrugada, en los llanos, estaban sucediendo cosas extrañas y que había una bestia, que llamaban La Mona Characa, que agredía a los pasantes y no se salvaba nadie de su agresión… el joven militar se alzó de hombros desenvainó su sable y, traqueando sus botas contra el suelo, al estilo militar dijo:

¡Déjense de supersticiones señores!; mi misión es de Patria o Muerte!.. ¡Y no contempla algún retraso, muchas gracias por todo vuestro apoyo!.. y salió de Santiago por los lados del oscuro solar irradiado por los faros.

El cadete a caballo, acompañado del peón, llegó a Alto Alfaro, que era a mitad del camino… el peón, viendo que ya era de madrugada, le pide al militar poder reposar allí, porque tenía miedo, el militar se acerca al peón y aceptó su pedido… se cubrió con su manto, volteó el caballo hacia el llano y se perdió en la oscuridad, puntando con su caballo hacia el faro de Canto del Llano.

La madrugada era oscura y silenciosa, pero se lograba distinguir bien las cosas cercanas, como también el camino… no había pasado mucho tiempo cuando de repente el caballo se puso agitado y no quiso proseguir, el joven militar saca el sable al aire y trata de calmar al caballo, pero, desde la oscuridad, ve con mucha claridad que frente a él hay algo… y era una enorme figura, que estaba en medio del camino… da duros golpes de espuelas al caballo y, con el sable al ataque, arremete contra la bestia, tratando de superarla de un golpe. Lo que acababa de ver era una bestia en forma casi humana, —parecida a una mujer— tenía largos cabellos crespos, todo el cuerpo cubierto de pelos, con brazos largos, las manos peludas con grandes uñas… y los ojos rojos como un tizón encendido, era la Mona Characa.

Al superar a la bestia, ésta, de improviso, esquiva el golpe y subió de un brinco detrás del joven, sobre el caballo galopante… Y al sentir el contacto del cuerpo peludo, el joven cadete tira con los codos y con el sable da violentos golpes, tratando de tumbar a la bestia, que gruñía y bramaba, arañando por la espalda e hiriéndolo con las afiladas uñas, mordiéndolo afanosamente por todas partes del cuerpo… de repente con una fuerza inhumana el joven logra tumbar a la bestia, pero logra aferrarse de la cola del caballo, jinete y caballo continuaban la salvaje lucha, el caballo que pateaba del susto y el herido joven que trata de quedar libre y allí no se sabe cómo el caballo se para y se alza en sus dos patas, una y otra, y otra vez más… hasta soltarse de la presa mortal y también de su jinete… fue tan violenta la caída, que la bestia cayó sobre el cuerpo del joven cadete, que, al verse encima a la Mona Characa, inicia una agresiva lucha contra la muerte… el chillido endemoniado de la bestia aumentaba la ruda agresión… cuando el joven cadete sintió que le había llegado la hora final, sintiendo la muerte en persona, perdiendo todas sus fuerzas… desde la lejanía se oye el cantar de un gallo y el deslumbrar de la vespertina mañanita…

La bestia, como hipnotizada, en un silencio lúgubre, mira al horizonte, allá en la lejanía, quién sabe qué cosa o respuesta buscaba… y desde lejos se comenzó a escuchar una jauría de perros y los gritos de llamados.

La Mona Characa, con los ojos ensangrentados, se trepa sobre el inerte cuerpo ensangrentado y chilla un salvaje grito de victoria… con un impetuoso y rudo salto… brinca y brinca desapareciendo entre los matorrales.

El grupo de clandestinos patriotas separatistas, muy de mañanita, habían venido a toparse a mitad de camino —interrogados con la llegada del espantado caballo— encontrando al cadete herido de muerte en el suelo… y fue así que en los brazos de un patriota, el desconocido mensajero, antes de perecer, cumpliendo con su misión, con voz de hilo logra decirle: –‘Dice el general que hay que prepararse a luchar, que no dejemos de soñar y que no debemos temer a los momentos oscuros… porque la nueva Patria, Panamá, no tendrán jamás nuevos tiranos’. —1983.

<>Este artículo se publicó el 5 de febrero  de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

El periquito ‘rofión’

Un relato  de…


ARISTIDES UREÑA RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

Caminando por la calle que lleva para las Delicias, entre las últimas casas de las afueras de Santiago y el campo de aterrizaje, mi hermano Avelino y yo nos encontramos con una curiosa tumba que tenía una cruz de madera y un cartón donde habían colocado la foto de un Periquito vestido de aviador, con un escrito que decía: ‘Nació en un potrero de Atalaya en 1967 y aquí murió en 1969’, y con letras en grande habían escrito un epitafio que decía:  ‘!ESO TE PASÓ POR BOCÓN!’.

Avelino y yo comenzamos a reírnos de la curiosa sepultura, pero fuimos interrumpidos por la presencia de un señor vestido de caqui y quepis, que se acercó diciéndonos:

– ‘Esto fue un gran evento y todos los animales quedaron mudos de tanto revulú’-… el señor se agachó y comenzó a arreglar la tumba… y continuó diciendo: -‘¿Quieren saber la historia del Periquito rofión?-

Mi hermano y yo estábamos sorprendidos, pues, este señor que apareció de improviso, quién sabe de cuál lugar, vestido como un viejo piloto de avión, se dirigía a nosotros con una fuerte voz, pero gentil y amable, y nosotros no sabíamos qué responderle. Entonces fui yo que, retrocediendo un paso, le dije: -‘Sí, por favor, señor, cuéntenos qué fue lo que le sucedió así tan grave a ese periquito’.-

Respondí así por la gran curiosidad que me había causado este señor… y porque pensaba que era un piloto, porque estábamos a la orilla del llano del aeropuerto de Santiago… donde hoy día está el CRUV.

-‘Pues, siéntese allí, que ahorita le narro el cuento’. –Así nos dijo el viejo aviador y nosotros obedeciéndole nos sentamos en la tierra, frente a la tumba del periquito… y él comenzó a echarnos el cuento de esta manera:

‘Eran las fiestas de Santiago Apóstol y en este mismo lugar donde nos encontramos sentados se habían reunido todos los animales de Santiago y los venidos desde los caseríos cercanos… las fiestas patronales estaban en todo su apogeo, fue así que, como a las tres de la tarde, los animales se agruparon en forma de círculo, como si fuera una barrera, debido a que se iba a realizar la gran competencia entre los animales con plumas más fuertes de la región…

En el centro de la barrera se colocó una pajita de faragua… el desafío consistía en subir lo más alto posible en el cielo y tirarse a recoger la pajita sin tocar el suelo.

Y fue así que llamaron a Gallo Galo como primer participante… todo el mundo aplaudía al Gallo, que dio la vuelta para hacer ver sus bellas alas… pero en ese momento entró el Periquito y comenzó a gritar a los jueces y al público: ‘Déjense de pendejadas… el más berraco aquí soy yo, el mejor competidor que existe en todo Veraguas… y qué va compa… a estos gallos me los jarto uno cada mañanita’.- No había ni siquiera terminado de hablar cuando el público, molesto por tanta arrogancia, le comenzó a gritar groserías y bastó eso para que el juez Gallote agarrara al Periquito por las patas y lo alejara del centro de atención… y así el Gallo Galo comenzó su exhibición, subiendo en el aire… 1 metro, 2 metros, 3 metros… y se lanzó rozando el suelo y cogiendo la pajita… y la gente en delirio aplaudiendo al gran héroe.

Y así llegó un Palomo blanco que, abriendo las alas, trataba de embrujar la platea, que lo admiraba con mucha reverencia… pero de repente entró el Periquito y se puso al lado del Palomo y comenzó a gritar: ‘Déjense de pendejadas, el más berraco aquí soy yo, el mejor competidor que existe en todo Veraguas… y qué va compa… estos palomos me los como dos cada mañanita y uno en la tardecita y si no me creen se los demuestro de una vez!’. Y… una vez más, el público molesto comenzó a gritarle y a tirarle cosas y llegó el juez Gallote… lo agarró por el pezcuezo y se lo llevó… El Palomo comenzó a volar… subiendo 3 metros, 4 metros y los presentes aplaudían, a 7 metros y se lanzó con toda la fuerza que tenía, bajando con un acrobático vuelo, agarrando la paja de faragua, rozando el suelo y subió en vuelo… los animales en delirio aplaudían la hazaña del Palomo…

Y fue así que al centro del escenario apareció un Gavilán Pío Pío de color amarillo… y las gallinas culecas, las palomas estremecían sus alas y las titibúas comenzaron a cotorrear entre ellas. El Gavilán era un bellísimo ejemplar y comenzó a tirar besos a la platea… pero… cuando menos se lo esperaban… llegó el Periquito corriendo y se puso a gritar: ‘¡Noooooo, qué va compa!.. de estos gavilanes me como tres cada mañanita y uno en la tardecita y si no me creen se los demuestro de una vez… y es ya!’… los asistentes bravos comenzaron a protestar y a gritarle groserías al Periquito… y… llegó el juez Gallote agarró al Periquito por el pesquezo… pero, cuando se lo iba a llevar, el Gavilán Pío Pío alzó la mano y pidió al público que lo escuchara… ‘Si Tío Perico dice que es más berraco que todo el mundo, que lo demuestre ya… démosle una oportunidad’. Bueno, todos escucharon en silencio sin aprobar para nada lo dicho por el Gavilán… entonces, el juez Gallinazo se acercó al centro de la escena y dijo, mirando a los ojos al Periquito… ‘Si tú eres el mejor, demuéstralo’… y liberó al Periquito, que comenzó a repetir: ‘Déjense de pendejadas, el más berraco aquí soy yo’.- Y el Gallote le gritó: ‘¡Cállate y demuéstralo!’…

El Periquito, con sus alitas pequeñas, comenzó a subir 50 centímetros… y los animales comenzaron a reír. El Periquito subió de una vez a 5 metros, pero se veía que estaba en dificultades y los animales que se morían de la risa y el Periquito comienza a pujar y sube, sube… sube hasta 20 metros y los animales se quedaron asombrados… y comenzaron a gritarle: ‘¡Ya está bien, deja, deja y tírate!’, pero el Periquito, a pesar del gran esfuerzo y viendo que los observadores estaban sorprendidos de su gran hazaña, sacó coraje y siguió subiendo y subiendo, hasta que se desapareció en el cielo… no se veía más… Y los animales estaban sorprendidos, porque el Periquito había desaparecido en el cielo… de repente alguien gritó… ‘¡Allí viene, allí viene!’… y se ve un puntito en el firmamento, y poco a poco se comienza a distinguir al Periquito que venía cayendo a gran velocidad, sin controlar el cuerpo, girando en torno a sí mismo y gritando desesperadamente: ‘¡Echen paja, echen paja, echen pajaaaa!’.

<> Este artículo se publicó el 22  de enero de 2011  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Alquimia, oscurantismo y las narraciones populares

La opinión de….


ARISTIDES  UREÑA  RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

Al intentar hacer un estudio sobre la pintura al óleo, me preguntaba continuamente ¿quién? y ¿cómo fue que se descubrió esa técnica?… porque desde mis primeros pasos de alumno de la Academia de Bellas Artes de San Marco en Florencia, nos enseñaban que era una técnica de antiguas raíces, perfeccionada por los pintores del renacimiento florentino.

Fue así que, encontrándome en la Antigua Biblioteca de la Academia, me topé con algunos manuscritos y soy golpeado por un extraño, curioso, Volumen ‘La Schedula diversarum artium’, de un importante y oscuro personaje: Teófilo Presbítero, quien escribió varios tratados artísticos, considerados preciosos, de conocimientos antiguos y básicos para el estudio de las técnicas antiguas… dentro del cual encontré, con mucha sorpresa, unos RECETARIOS con una detallada manera de uso, que contenían algunas inesperadas conexiones al mundo de las supersticiones y de la magia, en particular la receta del Secreto del Oro de España ‘De auro hyspanico’ en práctica: ¿Cómo hacer para transformar los metales en oro puro?

De la receta, que les presentaré, creo que Teofilo tiende a incorporar una sección alquimista, que tal vez estaba a la deriva del saber europeo medieval, y lo habría colocado en un contexto completamente extraño a la misma Alquimia, enriqueciéndola con las sugestiones del saber tradicional oral y popular, por eso lo considero una curiosidad digna de apreciar, que nos hará admirar los contornos de esos lejanos tiempos medievales. Entonces, los invito a degustar lo traducido directamente del texto del Latín al Español.

‘En una celda subterránea vestida de piedra, por cada parte, con dos pequeñísimas ventanas para la luz, se toman dos gallos adultos y se les hace comer a voluntad. Transcurrido un poco de tiempo, a causa del calor y de la gordura, ellos se juntan y ponen sus huevos.

Quitados los gallos, esos huevos tienen que ser hechos encubar por dos sapos nutridos con pan; cuando los huevos se abran nacerán simples pollitos, a los cuales les crecerán después de siete días las colas de serpiente: entonces, ellos tratarán de entrar inmediatamente en la tierra, pero el suelo duro se los evitará.

Estos pollitos-reptiles tienen que ser metidos en unos jarrones de bronce, que tendrán la embocadura angosta, forrados con pequeños hoyos y cerrados con una tapa de cobre. Los jarrones serán sepultados para que los polluelos se nutran solo de tierra por seis meses.

A este punto se desentierran los jarrones y se ponen al fuego hasta que los ‘basiliscos’* estén completamente quemados: con el polvo molido de los ‘basilicos’*, unidos a una tercera parte de sangre secada y molida tomada del cuerpo de un hombre de cabellos rojos, y guisar todo con vinagre del más fuerte, en un recipiente limpio, se puede trasformar el Cobre en ORO.

Coger las sutiles hojas de cobre rojo purísimo, se cubre toda la preparación y se pone bajo el fuego, y se quita solo cuando estas se ven blancas del calor y después de haberlos de nuevo sumergido el compuesto se lava y se repite la operación hasta que el compuesto se ha comido todo el cobre… Así se obtiene ORO apto para cualquiera obra’.

¿Qué decir?, ¡grotesco!, ¿verdad?.. No es posible darnos una explicación racional siguiendo nuestros propios esquemas mentales, pero no importa, no creo que sea necesario reducir a nuestro moderno saber el contenido del texto, lo que aquí resulta interesante es comprender el conocimiento o humos cultural existente en ese periodo, donde la cultura científica, por motivos religiosos, estaba restringida a traspasarse a través de ocultos manuscritos y volúmenes, que venían alterados en su contenido, para que de esta forma el saber científico no fuese alterado, dentro de combinadas verdades… pero me parece interesante también entrar en la parte literaria de este… abriéndonos luz en el texto.

Teofilo explica cómo hacer nacer los Basiliscos (*Animales mitológicos, pequeñas serpientes que mataban con la mirada), recogido seguramente de los testimonios que van desde ‘Plinio el viejo’, pasando por Isidoro de Sevilla, hasta Alberto Magno. Mientras que el tema de los huevos de Gallo, lo recoge en Beda. Aludiendo cómo en una celda subterránea la mirada destructiva del ‘rey serpiente’ sea ineficiente; a su vez, el pasaje de los huevos encubados por un sapo lo encontramos en PHYSICA de Hildegarde de Binge, que vivió en la Zona de Renania, donde por cierto vivió Teofilo y por lo que se cree que ambas personas son una sola. La región de Renania (Rheinland en Alemán) es el nombre con el que se designa a las tierras de ambos lados del río Rin, al Oeste de Alemania.

La curiosidad que este texto nos lleva a reflexionar es que todo se trata de metáforas de enfrentamiento entre dos posiciones contrapuestas entre ellas, de poder comprender aquel periodo Oscurantista,donde la memoria del avance colectivo venía recogida y desarrollada a escondidas… a través de los textos fruto de la mezcla de antiguos saberes que se enriquecían del saber popular.

Mientras EL PODER temporal trataba de controlar, destruir, la difusión de aquellas memorias, porque las fuerzas del Oscurantismo están en el control del saber iluminado… dos fuerzas que a través de la historia de la Humanidad se han combatido férreamente… eso nos lleva a concluir -colocándonos fuera de fáciles demagogias- que la CIRCULACIÓN del SABER libera a la Humanidad… y que el MAL PODER lucha por controlar la difusión de ese saber, que es fruto de la memoria colectiva… debemos esperar que hoy no nos encontremos con ‘oscuros modernos alquimistas’ empeñados, con todos sus aparatos de control gobernamental, en querer trasformarnos las latas de Coca Cola en oro puro.

 

 

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<> Este artículo se publicó el 15 de enero de 2011   en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

El gran milagro de Santiago

Un relato del Artista veraguense residente en Florencia Italia….

ARISTIDES  UREÑA  RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

Y un violento relámpago explotó toda la energía de su luz, atravesándole por todo el cuerpo y fue así que abrió los ojos, mientras tosía enérgicamente… y se dio cuenta de que estaba acostado en una camilla, tirado en un frío cuarto de quién sabe cuál lugar… se levantó de un salto, dirigiéndose hacia la puerta de salida… allí encontró reunida a toda su familia, que en lágrimas -al verlo aparecer– quien sorprendido, quien espantado se desmayaba… y quien corriendo gritaba su nombre… se dio cuenta de que se encontraba en la Morgue del Hospital de Santiago y que acabada de RESUCITAR.

En verdad, lo que sucedió ese día, de un caluroso mediodía santiagueño, aquí trataré de explicárselos, aunque me resulta complicado, porque sucedieron cosas raras y difíciles de narrar.

Dino y Eddy fueron compañeros de escuela, pero por designios del Señor sus vidas fueron distintas. Dino se había alcoholizado, mientras que Eddy era propietario de una floreciente cantina, fue así que ocurrió algo muy trágico, un episodio que unió sus vidas en una serie de intrincados hechos.

Se dice que por ese entonces, en el poblado de Santiago, un hombre de tez oscura, se daba vueltas en las noches, con una carretilla, cerca de las cantinas… allí recogía a los ‘mal encontrados’ borrachos cargándolos en su carretilla y violándolos repetidamente… por eso lo llamaban: ‘EL NEGRO CON LA CARRETILLA’.

En las afueras de Santiago, bajando, como quien va para David, cerca de la Dulcinea… Eddy había abierto su cantina, que era muy frecuentada, pero quedaba en las afueras del poblado… por eso repetía siempre a su amigo Dino que tuviera cuidado con sus borracheras, porque él, moviéndose a pie, si no prestaba atención alguna, se iba a topar con el ‘Negro con la Carretilla’.

Y una noche, de esas oscuras después de los vendavales, esas que solo están acompañadas por relámpagos que quiebran al mismo cielo… Dino está bien juma’o en la cantina de Eddy… que le recomendó que no se fuera solo, que esperara a que él cerrara, pues, lo iba a acompañar apenas terminara de poner orden… pero Dino no hizo caso y a escondidas se fue caminando entre las negras nieblas de la húmeda oscuridad… y borracho se encaminó, balanceando su cuerpo descontrolado, hasta caer lejos de la cantina sin poderse levantar, durmiéndose de la misma juma…

No se sabe cuánto tiempo había pasado cuando se despertó, dándose cuenta de que estaba trepado en una carretilla y quien lo llevaba era el NEGRO CON LA CARRETILLA, el violador de borrachos… y de una vez le gritó: -‘¡Ey!, ¡aguanta, aguanta, aguanta!.. ¡¿para dónde me llevas?!’, y el negro, como si nada fuese, le respondió: -‘¿Para dónde te llevo?.. no ‘my friend’, DE DÓNDE LO TRAIGO’.- (ya el negro había hecho su trabajito)… y Dino, como quien tiene el demonio en el cuerpo, se para de la carretilla y trata de atrapar al violador… que, como perro asustado, desapareció en la horrible oscuridad de la noche.

Eddy, que venía en su carro, vio al pobre Dino a la orilla de la carretera y allí lo recogió. Y Dino, desconsolado, le confesó todo a su amigo Eddy que, como cronista de pueblo, se fue al día siguiente al Aire Libre –refresquería más frecuentada de Santiago- y comunicó a toda la comunidad lo acontecido a su amigo.

Dino, de tanta vergüenza, no soportaba tan injusto castigo, que lo condenaba ante la vista de todo el pueblo y como tal, injusta punición para su viril moral de Hombre Macho Santiagueño.

Y desconsolado, sin una vía de escape, Dino encontró la única solución a tan fatal problema… se suicidó en las primeras horas de la mañana del siguiente día. Una dura sanción y reprobación hacia su persona.

La mañana de ese día en Santiago, desde muy temprano, resplandecía un sol brillante con una luz que derretía los contornos de los colores y a través de esa luz Dino subió al cielo… encaminándose hacia el Purgatorio, porque allí sería juzgado por sus pecados terrenales… pero a mitad de camino vio dos figuras que le eran muy familiares… y recordó sus nombres con mucha rapidez… eran Calzadilla con Cacique Mée, dos celebres personajes de la farándula alcohólica santiagueña… que le venían al encuentro… y, al ver los gestos que hacían, supo que el recibimiento no era de mucha simpatía, porque Cacique Mée tenía un palo en la mano y Calzadilla un garrotillo y le gritaban groserías.

-‘¡¿Qué dianches vienes a hacer tú acá… si aquí ya estamos llenos de gente como tú?!’… Dino, sorprendido, trataba de esquivar los golpes de sus dos agresores, mientras Cacique Mée gritaba: -‘¡Vete, vete… te tienes que regresar para Santiago, y eso es de una vez… vete, vete, regresa!’ .

Dino, que en un primer momento estaba sorprendido, pasando a la defensiva, respondió:

-‘¡Cóncholes, no jodan… ¿hasta acá en el Purgatorio los tengo que encontrar?.. y miren que no es culpa mía si me han mandado para acá!’ .-

En medio de la confusión, Cacique Mée alza las manos y dice con voz firme: -‘¡Para esa vaina!, ¿quién te mandó y por qué estás acá?’.- Y bueno para hacerla corta, Dino les contó todo lo sucedido en vida, la causa de su tragedia y de su decisión de acabar con su vida.

Fue así que Calzadilla y Cacique Mée se conmovieron de lo que le había sucedido al paisano, fiel colega de tragos, compañero de farándula… y con los ojos llenos de lágrimas, por tantas desdichas, decidieron ayudar a Dino a regresar con sus familiares.

Dino, al saber la decisión, sorprendido, pregunta: -‘¿Y cómo van a hacer para mandarme para atrás, si el único que puede hacer eso es nuestro SEÑOR TODOPODEROSO?’, y tanto Cacique Mée como su amigo Calzadilla se tiraron al suelo, muertos de risa, revolcándose de alegría y responden al unísono: -‘¡Bueno, pues… si el mismo Señor Omnipotente dice que: ‘las vías del Señor son infinitas’… pues, nosotros le robamos el truco!’.- y siguen con sus carcajadas tirados en el suelo… y fue así que sucedió el más grande milagro que haya ocurrido en Santiago, la resurrección de Dino, quien nunca más volvió a beber.

Oigan… cualquier semejanza con hechos, personas o cosas conocidas… ¡es pura leche!.

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<> Este artículo se publicó el  8  de enero de 2011    en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

El duro invierno italiano


Mi abuelita, que era negrita como el carbón, por allá, en los adentros de los caseríos de Buena Vista de Montijo, a la llegada de los primeros aguaceros, se vestía de tul blanco, se coronaba la cabeza con su turbante y flores rojas de papo… y recibía el invierno bañándose bajo las lluvias, bailando y entonando siempre la misma canción: ‘Canda’ooo, canda’ooo de chaparrones, quítame las maldiciones… Canda’ooo, canda’ooo de chaparrones, tráeme tus bendiciones’… y, cerrando sus ojos, entraba en trance, acompañando las brisas del temporal…Un relato y la opinión del artista veraguense residente en Florencia…

ARISTIDES  UREÑA  RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

Florencia, Italia, 23 de diciembre de 2010.— Era un día de domingo, en el pequeño corredor que lleva al jardín de mi casa… pala en mano, trato de quitar la montaña de nieve que cubre el callejón. El invierno de este año, inesperadamente rígido, no perdonó a la ciudad de Florencia con la caída de una histórica e implacable nevada… desde tiempos inmemoriales no se había visto caer tanta nieve.

Las manos heladas, el frío que se mete en las entrañas, los pies adoloridos y helados, la respiración que sale como si fuera humo, la condensación de la humedad en la nariz… son todas sensaciones que uno siente y que desorientan momentáneamente… pero que increíblemente se llegan a ocultar y, muchas veces, a engañar… ¿De qué manera?, activando algunos recuerdos… viajando a través de ellos… y es así que continúo en mi fatigosa operación de quitar la nieve.

Recordaba que en mi jardín enterré los bulbos de orquídeas, los cubrí con un viejo saco de nequen… como que también reparé los rosales… y vi cómo la vieja viña, apenas sintió el otoño, oscureció sus colores, perdiendo sus hojas… formando en su entorno una especie de cáscara protectora y gracias a esa cobertura soportaba bajo la nieve y sobrevivía… Toda la naturaleza se estaba ya preparando, desde ese entonces, para el rígido invierno.

Seguía en mi fatigosa y extenuante labor…, dando fuertes golpes de pala a la harinosa nieve, tratando de abrirme camino… Allá en el jardín, bajo tierra, los bulbos trabajaban la necesaria síntesis de sus fuertes moléculas. La vida, en su reservada intimidad, descifraba precariamente las pocas señales necesarias para su sobrevivencia.

También recordaba la vieja viña, sembrada por el bisabuelo de mi esposa… que en una segunda ocasión fue injertada por su padre, durante la Segunda Guerra Mundial… se cuenta que fue un experimento del Instituto Agrario Fascista (1939) y por eso nuestra planta nos da dos tipos de uvas diferentes. El año pasado tuve que podar la planta, porque había contraído una enfermedad, fue así que tuve que cortar algunas ramas… la viña reaccionó y por cuatro días estuvieron brotando sus cristalinas linfas, sin nunca parar… fue como un manantial de lágrimas dolorosas… comprendí su protesta y con blancas gasas de algodón cubrí sus heridas… lo sorprendente fue que, increíblemente, después de esa dolorosa mutilación la planta produjo la mejor uva, nunca vista, como queriendo agradecerme por la atención recibida.

Y… sigo con mi fatigosa acción de palear la nieve y, casi llegando a lo interno del jardín… pienso en que allá, debajo de esa montaña de nieve, se encuentran los bulbos, las ampollas, los rosales… y mi viña… El invierno es algo muy educativo… es el momento del adormecerse, es la vida que se suspende al estado esencial, concentrándose en su propio mundo interior… allí ella selecciona, elimina, lo superfluo, escoge lo mejor, lo que le es útil, una introversión necesaria, una intimidad profunda, donde inmunizar sus debilidades, mutar lo innecesario, potenciando las partes nobles, las características genuinas de su propia esencia… como si todas las especies de este mundo contaran con una introspección de defensa y regeneración.

Una MEMORIA transmitida a través del tiempo, fuera de las lógicas convencionales… ella se manifiesta a través de muchos comportamientos de las especies vivientes. Y no faltan los ejemplos: ¿por qué el ternero, apenas nace, comienza a caminar?, ¿quién enseña a las abejas a buscar el néctar y regresar al panal?, ¿de dónde aprenden esos comportamientos?.. algunos dan a estas preguntas una respuesta inmediata, ‘INSTINTO BÁSICO’…

Pues, el problema no es cómo llamar a estas condiciones… el problema está en saber interpretar estos fenómenos, para aplicarlos a nuestro mundo cotidiano… es así que los inviernos (o cambios repentinos) nos ayudan a recuperarnos, a reconstruirnos, a condición de que hagamos venir aquella parte más oscura de nuestra memoria básica… que hagamos emerger la parte esencial de nuestras fuerzas vitales… suspendiendo en esa fase de rehabilitación aquella memoria racional del intelecto… porque esta última memoria nunca deja de funcionar.

La experiencia de las personas que viven en el frío ayuda a comprender la experiencia del mundo tropical, no hay contradicción alguna entre esas realidades… como también es verdad que a través de la experiencia de los países tropicales se comprenden y valorizan los rígidos inviernos… allá… en los caseríos de Buena Vista de Montijo… con la llegada de los primeros aguaceros, mi abuela se regeneraba desde lo profundo de su ser, activando aquellas memorias remotas, de pertenencias ajenas a condicionamientos racionales, funcionales, para inmunizar su esencia de especie viviente… es a través del rito que esa función se cumple… y sigo pensando, pensando… mientras con la pala quito la nieve… y me doy cuenta de que tengo que suspender, porque ha comenzado a nevar otra vez… y mañana tengo que volver a la misma faena…

<> Este artículo se publicó el 1 de enero de 2011  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Un humilde pesebre veragüense —A los peloteros de mi tierra—


La opinión del Artista veraguense residente en Florencia, Italia….


ARISTIDES UREÑA RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

El encuentro fue marcado por una tímida sonrisa, con un rápido movimiento el cholo José agarró la gran chácara que María, su esposa, traía. Era una tardecita de un sábado de diciembre, en el mercado de Santiago y la chiva de pasajeros acababa de llegar desde la cordillera de Calobre.

—‘Corre, sígueme, que estoy apurado’—, fue lo único que supo decir José y la cholita María obedeció, siguiendo los rápidos pasos de su marido… ella, en silencio y rigurosamente en fila detrás de su hombre, seguía entre la multitud de paisanos bajados al pueblo para la preparación de la zafra anual. El mercado de Santiago era un hormiguero de gente apurada esa tardecita cercana a las fiestas navideñas.

Y subieron por la calle de los Guevara, hasta llegar al parque Central, frente al Municipio, colocándose bajo el viejo almendro, donde otros paisanos acampaban con sus familias.

—‘Compa, pase para acá, que acá también celebramos’.— Este no era un saludo, era la petición para pasar la botella de aguardiente que el pequeño grupo de indios hacía circular entre los machos… No se sabe cuánto tiempo había pasado, pero de repente, a plena noche, comenzó un vendaval, soplaba un viento caliente, como si la misma Tierra quisiera temblar, el grupito, asustado, buscó refugio donde pudo. José, que estaba borracho, junto a María, se puso a los pies del monumento a Juan Demóstenes Arosemena… José, pese a la cantidad de alcohol consumida, aún hablaba pareciendo lúcido. Y el extraño viento caliente no daba tregua alguna, aumentado su intensidad cada vez más y más.

De pronto, José saltó como un conejo y se encaramó en el monumento a Juan Demóstenes y desde allá, mirando a María, comienza a gritar, con los brazos abiertos:

—‘Yo que quería una mujer que fuera de pueblo… y mira mi maldita desgracia, contigo me vengo a amarrar’—… Y continua: —‘¡Aaaaah, mis males!, con una india me tenía que meter’. María, avergonzada, se pasaba la mano por sus cabellos y miraba con gran preocupación a su marido encaramado y balanceándose sobre el monumento. El violento viento le levantaba sus cabellos sobre su pálida cara.

‘Una mujer que se vista con pantalones y blusa de moda y no una chola como tú, eso yo quería’— y María réplica con voz fuerte, sobreponiéndose al zumbido del fuerte viento: —‘Si quiere, de pantalones y blusa me visto, si Ud. quiere, yo eso hago’—, acomodándose sus desordenados cabellos negros.

—‘Pero… ¿cómo haces, si estás gorda como un mono atorado?’. El vendaval aumentó su furia inaudita tapando casi lo aquí dicho y, mientras decía estas palabras, José comenzó a bajar lentamente del monumento, acercándose a su preocupada mujer. María estaba petrificada, inmóvil, delante de José… una inmensa tristeza sostenía las muecas de su joven carita y la silueta de su marido, derramándose de tanto viento en la oscuridad, se agachó junto a sus pies… y ese inesperado silencio, esa sensación de vacío, que traen los vendavales invadió la noche.

—‘!Yo me mato y me mato es ya!’— Gritó María. Junto al fuerte zumbido del caluroso viento.

José fue despertado por el grito de María que, envuelta en naguas al viento, había subido al monumento a Juan Demóstenes, repitiendo la inexplicable acción de su marido… y desde allí continuaba gritando:

—‘¿Querías mujer de pueblo?, pues consíguela, porque yo me mato ahorita mismo’.—

—‘¿Querías mujer con pantalones y blusa sexy?.., pues, lo dejo libre para que se la encuentre… porque yo me mato’.— Y el cholo José, asustado por las palabras decididas de María, trata de calmar la violenta reacción de su mujer: —‘Espera, espera… mira, que lo que yo decía eran cosas de borrachos y nada más’… y María, desconsolada, hace un gesto, como quien quiere lanzarse al vacío, y José le grita: ‘Espera, espera, si yo te quiero como tú eres, chola como yo… te lo juro, por Dios bendito’.— Y María, con las manos alzada, como quien quiere botarse al viento, dice: —‘No me quieres porque soy gorda… pero yo no estoy gorda… y antes de morir quiero que sepas que mi barriga es por causa de tu hijo que llevo dentro’.— Y diciendo eso se acerca al borde del bloque de granito del monumento… y, alzando un pie, hace un decisivo gesto de saltar… y José grita violentamente: —‘Espera, espera, espera, yo no sabía nada, ¿un hijo, un hijo mío?, yo no sabía’… y, con un rápido abrazo protector, apaña a la pobre María, que dulcemente se hace caer entre los fuertes brazos de su joven marido, quien la aprieta contra su pecho… y con suaves sollozos, sin dejar de abrazarla, le pregunta al oído: —‘¿Cuándo nacerá?, ¿cómo se llamará?, ¿cómo será?’—, y la cholita María, agarrada al cuerpo de José, contesta suavemente: —‘Nacerá en este mes, es un varón y tú le darás el nombre que quieras…’.— José, con su abrazo, trata de hacer un muro protector para su esposa y el fuerte y cálido viento, como por encanto, cesa… el brutal vendaval, así como llegó, desapareció. Y poco a poco volvió la calma.

Las dos solitarias figuras, sentadas y abrazadas al lado del monumento, acompañaban la llegada de la madrugada… y del cuchichear entre ellos solo se comprendía la voz de José, que decía; —‘Y de grande será pelotero y jugará para LOS INDIOS de Veraguas’… y María le contestaba: —‘para mí basta con que le gane a los chiricanos’… y José decía: —‘A Chiriquí le daremos una palera, como a los herreranos… los santeños ni una base tocarán y eso será jonrón detrás de jonrón’… y María respondía: ‘será mejor que Mariano Rivera y por 20 años Veraguas ganará el campeonato… ¿pero qué nombre le vas a poner?’… y tras esta pregunta llegó otra vez el silencio… luego de un buen rato, José, abrazado a María, seguía en silencio… hasta que los primeros rayos de luz de la mañana atravesaron la iglesia e iluminaron el parque… allí, en el monumento a Juan Demóstenes Arosemena, como en un pobre pesebre, apretando fuerte a su esposa contra el pecho, le respondió: —‘Lo llamaremos Jesús, en honor a nuestro Señor y a los buenos peloteros que han dado dura batalla bajo el uniforme de los Indios de Veraguas’.

*CUENTO ESCRITO ORIGINALMENTE EN 1980, MODIFICADO PARA SU PUBLICACIÓN EN LA ESTRELLA.

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<> Este artículo se publicó el 25  de dicembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

‘Los buques que caminan entre las montañas’ —Las casas para aquellos que nunca se vendieron—

La opinión del Artista Veraguense residente en Florencia, Italia….

ARISTIDES UREÑA RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

FLORENCIA, 1980. — Recuerdo que era el edificio Pepsi Cola, en el barrio de Calidonia, en la esquina donde se encontraba la terminal de buses que salían para la ciudad de Colón, mi padre me ordenó acomodarme atrás, en donde se llevaba la carga, al descubierto de la camioneta, porque adelante, sentados junto a él, irían mi tío Erasmo y mi tía Lalita, ocupando lo dos puestos disponibles al lado del conductor… operación que fue hecha con gran rapidez, debido al gran alboroto que en tal cruce había.

La camioneta cogió por el costado del edificio de la Asamblea Nacional, rumbo a la avenida Ancón, entrando directo a la Zona Canalera bajo jurisdicción norteamericana… corría el año 1967 en la ciudad de Panamá.

Yo, con mi curiosidad, sentado atrás, trataba de captar la novedad de las escenas que para un niño panameño, proveniente del interior de la República, procuraba tal acontecimiento: visitar las esclusas de Miraflores en la Zona Canalera.

Era el cumplimiento de una promesa hecha por mi padre, la cual en esta ocasión se realizaba bajo un espléndido día de vacaciones a mitad del año escolar.

Vi por primera vez un tren, anaranjado y amarillo, con grandes palabras gringas… y por doquier cartelones con jeroglíficos desconocidos e incomprensibles para mí… y vi las gigantescas maquinarias sobre los carriles… y seguíamos el viaje por recorridos obligados rumbo a las esclusas del Canal de Panamá.

Con enorme sorpresa, mi atención fue capturada con la aparición de un barco gigante, que se movía a través de la colina, entre las montañas, lentamente este blanco buque, con grandes contenedores de color ladrillo y zinc metálico, atravesaba sin problemas las montañas… y eso fue lo que memoricé, con gran sorpresa… llegamos a las esclusas y allí mi padre nos dio una lección de ingeniería colosal, mezclada con discursos políticos de reivindicaciones de dignidad nacional y soberanía, que me hacían soñar nuevos horizontes patrióticos.

Al llegar a Santiago y regresar a mi escuela, la maestra nos pidió que escribiéramos sobre: ‘¿Cómo fueron sus vacaciones de mitad de año?’… y fue así que me tiré un escrito sobre lo que más me golpeó en esa visita a la Zona Canalera, mezclada con los proclamas de dignidad nacional de mi padre… entregando rápidamente y muy satisfecho mi escrito (tarea) a mi maestra.

Fui llamado adelante de la clase —y frente a todos— mi maestra leyó mi escrito… mientras me ridiculizaba, porque en el escrito había cometido el error de describir la escena del barco que pasaba entre las montañas, sosteniendo que ese barco estaba bajo los rieles del tren y que los gringos usaban esa técnica para atravesar las naves de océano a océano… y que en ninguna parte del mundo había barcos que caminaban a través de las montañas, solo en Panamá se podía apreciar la belleza de que los buques caminaran entre las montañas.

Y la cosa no quedó circunscrita a ese episodio, la maestra siguió ridiculizándome sobre lo que había escrito respecto a la dignidad nacional, sosteniendo delante de toda la clase que el progreso que había tenido Panamá era gracias a la presencia norteamericana, que defendía nuestra patria del peligro comunista. Que los panameños teníamos que agradecer a los Estados Unidos de América por su colaboración, por haber escogido a nuestra Nación para enclavar un territorio —‘la Zona Canalera’— para la paz de toda América Latina… Que sin los norteamericanos, Panamá no tendría un porvenir de prosperidad y riqueza social, que sin ellos nos moríamos de hambre… por eso teníamos que agradecer a los norteamericanos su presencia en Panamá y que sostener lo contrario era ser un mal patriota y enemigo del pueblo panameño.

Y humillado delante de toda la clase, que en silencio escuchaba, no pude hacer nada, solo llorar mi rabia en silencio y regresar a mi puesto en absoluta desolación.

Al día siguiente al desayunar conté todo a mis padres… mi papá en silencio agarró mi escrito y me acompañó a mi clase… habló con mi maestra, mucho rato… y después me hizo señas para que me parara junto a él y se echó un discurso de los suyos sobre soberanía nacional… yo no sé si mis compañeros comprendieron todo, porque el argumento era muy difícil, pero para mí el solo hecho de que mi padre hablara era una ayuda moral, no estaba solo… y eso era muy importante para mí.

Esa noche, papá se acercó a mi lecho… en el cuarto que compartía con mi hermano Avelino, y, tomando mis pies entre sus manos, me habló de los futuros escenarios… que la ocupación militar norteamericana era un error, que violaba los derechos soberanos de todos los pueblos y de las naciones, que esa injusticia no tenía justificación, pues, la terminología de ‘a Perpetuidad’ era esclavizante para Panamá e insostenible para una nación —la norteamericana— paladina de los derechos de los pueblos… que el enclave colonial era una espina dolorosa, no solo para los panameños, sino para todos los hombres libres del mundo… y que de eso parte del pueblo norteamericano era consciente… y que llegaría el momento en que entraríamos a la Zona Canalera, patrones de nuestro destino… y que allí, cuando esa gran injusticia terminara, tendrían reconocimiento los tantos mártires y patriotas que por esa causa lucharon sin nunca vender su dignidad de hombres libres… que allí donde vivían los militares gringos, esas estructuras, se convertirían en viviendas para las familias de los próceres, desde Ascanio y Navas a todos los caídos, aquellos que no se vendieron, aquellos humillados, que lloraron silenciosos llantos, aquellas solitarias lágrimas de censura y gritos al viento encontrarían su casa… las casas de las zonas revertidas donde la Justa Patria hará justicia.

Mi padre, después de un largo silencio, nos dijo: ‘¡NO TEMAN!.. no teman cuando imaginen que seremos un solo territorio libre y soberano, no teman en soñar una fuerte democracia basada en la trasparencia de su justicia social y, sobre todo, no teman a imaginar buques que caminen entre las bellas montañas panameñas, porque esos sueños y esas dignidades nunca las venderemos’.

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<> Este artículo se publicó el 18 de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

El regalo de tío Alexis

Un relato del artista veraguense residente en Florencia, Italia…

ARISTIDES UREÑA RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

Tío Alexis manejaba ambulancia como piojo pegado a molleja de gallo. Él había abandonado el duro trabajo de corte y tala de árboles, allá en las tupidas selvas del Darién y de las cordilleras de Veraguas, para aprender un trabajo que fuera digno de un cristiano. Por eso había bajado de la montaña, para trabajar en el Hospital de Santiago en la misión de transportar gente herida, gente viva, como también muertos por todos los puntos cardinales del distrito de Santiago.

Cada vez que me encontraba con tío Alexis, en las noches oscuras de lluviosos inviernos, cuando andaba distraido por mis travesuras de adolescente estudiantil, me gritaba con voz autoritaria y paternal:

—‘¡Ey!, ¿qué estás haciendo por aquí… a estas horas de la noche?’—, y yo le respondía que nada, que estaba caminando, regresando para la casa, él se acercaba y con la cara ‘amarrada’ me decía: —‘Anda para tu casa de una vez, si no quieres que te agarre a rebencazos’—.

En la casa grande de la central, allá por calle tercera, donde vivían mis abuelos, no pasaba fiesta ni ocasión para reunir a toda la familia y celebrar con música y comida, con sodas y galletas, con guitarras y marimbas, piano eléctrico y violines la alegría de dichas fiestas… En la casa grande de mis abuelos, en ocasión de fiestas, nunca hubo tocadiscos, traganíquel ni radios a todo volumen, porque lo que nunca ha faltado en mi familia son los músicos, instrumentos musicales y cantantes que alegren nuestros encuentros… Así que esas ocasiones se transformaban en verdaderas veladas, donde se bautizaban los nuevos talentos que surgían en el seno de la familia, momento propicio para el debut de los más pequeños, que se destacaban en el canto y en el toque de instrumentos musicales.

‘Mírala cómo baila, pegadita de los hombres’, esta fue la única canción que oí cantar a mi tío Alexis y la cantaba desentonada y fuera de ritmo, nunca lo escuché cantar ni lo vi tocar algún instrumento, él nunca aprendió o no le enseñaron… en cambio mis otros tíos hasta violines y mandolinas aprendieron a tocar.

—‘Si ninguno lo saca, lo saco yo de ahijado’—. Así tronó la voz de tío Alexis, que con el dedo índice señalaba el piso, como queriendo poner límite a los cuchicheos familiares.

—‘Lo saco yo… y eso es ya, de una vez’—… y fue así que a los 13 años yo pude contar con un padrino verdadero, aunque era de CONFIRMACIÓN, porque a mis padrinos de bautismo nunca los conocí, pese a los esfuerzos de mi madre, que me decía y repetía que eran un italiano, del que nunca más se supo de su paradero; y una tía montijana, que se fue para México y no regresó.

Y llegué a los 18 años… y tío Alexis, que se encontraba en ese entonces de vacaciones en la capital de la República, me mandó a buscar, diciendo que quería celebrar mis 18 años con un gran regalo y que era muy importante..:

—‘Báñate bien, ponte la mejor ropa, la más bonita que tengas y los zapatos que usaste para la graduación de bachiller en el Urracá’—… y yo obedecí de una vez, visto que en juego estaba mi misterioso regalo de cumpleaños.

Tío Alexis me llevó en carro con aire acondicionado y me dio cervecita bien fría, paseándome por toda la ciudad capital, pero el maldito frío que me producían el aire acondicionado y las heladas cervezas no me dejaba ni hablar… hasta que llegamos al lugar donde mi tío me iba a dar el regalo:

—‘¿Sabes dónde estamos?’—. Yo vi que era un restaurante con brillantes luces de neón, azules y rojas, pero no le respondí, entonces me pregunta rápidamente: —‘¿Conoces este lugar?’—, y para no quedarme atrás le respondí con entusiasmo que sí sabía, que estábamos por entrar a un restaurante a comer. Y él comienza a reírse y me grita:

—‘¡¿Un restaurante?.. restaurante donde se come mucha micha de pelo!’—, mientras seguía riéndose… acabábamos de llegar a la famosa La Gruta Azul, mi regalo de 18 años.

—‘Venga acá, déjese de agüevazones, no sea pendejo y demuéstrele a esta señorita, lo que sabe hacer un verdadero santiagueño’—. ¡Ábrete, Tierra!, delante de mí había una mujerona de cierta edad, que hablaba con acento extranjero, caderona, trigueña, una que del bello menester era experta, una profesional en tal materia.

Tío Alexis se había dado cita con sus compañeros de parranda y la gallada, con tanta bulla que hacía, demostraba el inmenso entusiasmo por la gran hazaña que yo tenía que cumplir.

—‘Anda, entra con ella al cuarto, que está todo pagado’—, empujándome junto a la mujer dentro del oscuro cuarto.

Y me encontré dentro de la habitación sin saber por qué, delante de la señora extranjera, que sonreía con malicia, quien, tomándome de la mano, me acerca a un lavamanos viejo, sin espejo, donde había un jabón verde claro y me invitó a sacar mi pene… y eso hice.

—‘¿Es la primera vez?’—, me preguntó la señora, mientras me lavaba rápidamente el pene, con la espuma de jabón… y yo no sabía qué contestar, pues, el frío del aire acondicionado, de las cervezas heladas, de las manos de la señora y la embarazosa situación me quitaban toda la fuerza necesaria para una erección, y sé que ella eso percibía… y no pude contestar su pregunta, solo me limité a darle una tímida sonrisa.

—‘No se preocupe paisa, que ahora me encargo yo’—, me dijo.

La puerta del cuarto era más chica que el marco de la misma, por eso quedaba una especie de ventanilla abierta en la parte superior, por donde veía la cabeza de mi tío Alexis, quien se acercaba para escuchar lo que estaba sucediendo dentro del cuarto y en una de esas me gritó:

—‘¡Ahija’o!, hazle sentir lo arrechos que somos los Ramos, para que ella recuerde este momento toda su vida’—. Y la señora se dirigió al lado de la cama y comenzó a desnudarse… y, poco a poco, comencé a ver el físico no muy joven, cosa que no me ayudaba mucho en mi fantasía erótica… Entonces, cogí coraje, la invité a sentarse y le propuse un pacto… más bien, le rogué que me ayudara a salir de la bochornosa situación, que fingiera hacer el amor conmigo, cada vez que mi tío Alexis y la gallada se acercaban a la puerta, y ella aceptó… pero la recompensé con el poco dinero que tenía, tres balboas con cincuenta centavos… todo mi capital.

Se oía a mi tío Alexis que se acercaba a la puerta y gritaba:

—‘¡Ey, potrillo santiagueño, dale, dale más duro, que la estás matando de gusto’—, y la señora y yo gemíamos con falsos gritos de placer cada vez que los veíamos acercarse… hasta que la experta mujer me avisó que podría bastar ya, que podíamos terminar la farsa y salir del cuarto.

Al día siguiente me encontré en las afueras de la capital, por la avenida Ancón, pidiendo bote para Santiago, pues, el dinero del pasaje se lo había dado a la señora de La Gruta Azul. Llegué después de 10 horas de camino, en un camión, arriba de una carga de sacos de cemento, cansado y estropeado, pero contento de haber cumplido con mi padrino Alexis, con toda su gallada y, sobre todo, por haber dejado en alto el HONOR DE MACHO de todos los santiagueños y de los hombres de mi familia.

<> Este artículo se publicó el 11 de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

‘Identidad’ (¿?): un pueblo creado bajo los apodos o sobrenombres

La opinión de…

ARISTIDES UREÑA RAMOS
aristides_urena@hotmail.com
A Pedro Luis Prado S.— Somos muchos los que, con serio empeño, cuestionamos sobre altos conceptos de homologación las raíces y la identidad, un debate abierto en el tiempo… junto al amigo de pluma Manuelito Orestes Nieto, en fugases discusiones, abrimos ventanas en el tiempo. Te dedico este ELENCO empaquetado en cartucho, con sabor a concolón, un rebencazo para despertar la curiosidad, para que vivas un pueblo creativo que construye su identidad.

Santiago, 23 de noviembre de 2010.— Apenas usted llega a la Terminal de buses de Santiago, ve el continuo ir y venir de personas ocupadas en el trasporte de personas y cosas… este hormiguero de humanidades en movimiento parece un caótico CIRCO de un pueblo que se ha quedado chiquito para tanta gente. Mi mirada, en su curioso observar, es guiada por los indiscutibles olores, que penetran en la profundidad de mis entrañas, despertando aquellos recuerdos enterrados, únicos e irrepetibles de esta ciudad.

—‘¡Ey, Perico, Pata de palo, bájate esas vainas!’, grita un agitado trabajador uniformado de la compañía de trasporte, los gritos acompañan la acción de descarga de las maletas, que continúan así: —‘Boca de zuiche vente pa’cá’—. Y me doy cuenta de que sí es verdad… estoy en mi Santiago querido, pueblo creado bajo los apodos o sobrenombres.

Al alejarme de la Terminal de buses, comienzo a recordar un interminable ELENCO de apodos, con el cual cuenta mi ciudad, y en mi mente enumero a mi familia: el Líder, la Gallina culeca, para mis padres; Cuándo canta el birulí, Wuarifundango, Nazará cara cafá, Fra pincel (yo), Arroz dormido, Tutito, Come caliente, sor Tita, Cholo matapollo, Monina, Bolonchón, la Chata, Pildorita, Coconut’s para mis 13 hermanos y yo…

Los que evocan historias del pueblo: Abusión, Policarpios, Perico, Malanga, Califa, Muñiri, Chinclé, Matón de yegua, Cacique mée, Garrotillo, Ñeñe plaó, Matraca, Caliche…

Y para no quedarse atrás de los famosos políticos capitalinos como: el Toro, Bimbín, la Chola, el Perro, el Loco y Patacón; los políticos del patio usaron sus nombres en campaña electoral como: el Chavo, Chalo, Porky, Cachete, Bolita. A ellos les sigue el elenco de intelectuales veragüense como: Chico perico (C. F. Changmarín), Cabeza de huevo (A. Herrerabarría), Tuntuneco, Cachito, Tres metros, Gato solo, Soldadito de plomo, Tom Jones, Ojito de leche, Güeso de micha, Escopeta, Guarxel.

Un ELENCO de apodos con referencias sexuales como: Picha seca, Paja, Borrador, Sapo de micha, Culo pecho, Pelo de micha, Picha de corcho, Culo de pato, Tripa de culo, Pico de mula, Polvo loco Macló, Picha de oro… Con referencias a la Zoología: Mataperro, Mapache, Pichón de policía, Gallote, Grillo, Topo, Vaca loca, Pechuga de burro, Conejo, Caballo viejo, Perico, el Puma, la Gata, Mangote, José gallo, Zorro viejo, Ciro puerca, el Potrillo, Juan yegua, Coyote, Sapito chi, Culo de avispa, Mario víbora, Noneco, Iván puerca, Lagarto para’o, Sapo trucha.

Personajes de la radiofonía local como: ña Duba, ño Gerto, Mano Baristo… De las respetables familias ‘aristocráticas’ santiagueñas: niña Manango, niña Gata, niña Bicha, niña Susanita. Todos apodos cariñosos para identificarse entre los paisanos, como para la Normal, sor Yeye; para los más pudientes, como: Hitler, Ganancia, Cocoña… y la fantasía del ELENCO no tiene límites, siguiendo con: los Burros de la calle, los Mangueras, los Picha seca, los Puercas, los Corn flakes, los Ñopos, los Guarina, los Pingües, los Zorros…

Continuando con una serie interminable de fantasiosos apodos, como: Bonito pa’ verga, Puyé ye papa, Mentirita fresca, Arma’o en chácara, Foto de jediondo, Tamal mal amarra’o, Cholo güebón, Pisa candela, Ñato, Balomba, Chicharón, Checherito, Flatia’o, Cholo Winetú, Culembo, Facio, Conclá, Mofle, el Siete, el Sheriff 4 plumas, Calimán, Ojo, Chiquitín, Bodega, Manito pingüé, Momia, Pan de pasa, Pan de dulce, Payaso chispa, Pecho de lata, Mondonguera, Nene chiquito, Nene grande y Nene a mitad, Pirichanga, Un cuarto para las doce, Punto y coma, Galope, Chingo, Patacón, Cabezón, Mocho, Pato de palo, Pellejo; a personajes populares, como Kan kan, Tiki, Salsa, la Turca, Mazinger, Chucha de hierro, la Macana, la Guaricha, Flecha, Río feliz, Media micha, Pedrito…

Y el elenco sigue con Chinclé, Vaquerito, Geñito raspadura, Bolongo, José Joe baby, Guacho de loro, Micho quema’o, Veneno, Satanás, Cholo, Guanrule, Mollín, Pulgar, Papaye, Centavo, Chola mía, Billy black, Rami, Cabeza de piano, Chichi, Zanja madre, Aguas negras, Ñopa mano ñeque, Fran mée, Cuchillo largo, Coche viejo, Toño peseta, Califa, Babimbo, Matón de yegua 1, Matón de yegua 2, Juan boliche, Ñeca, Chemero, Perro envenena’o, Tomorrow, Juan teléfono, Picuiro, Even Majay, Pinkay, Flaco mello, Flaco yegua, Cabeza de clavo, Panchita, Tito mojón, Sin pescuezo, Payiyo, Pescuezo de lata, Pescuezo de litro, Chalín, Eva leva… y el ELENCO continua enriqueciéndose de una cultura popular que evoca a través del APODO o SOBRENOMBRE el vivir de un pueblo —mi pueblo—, donde las voces vivas, pese a las adversidades, proyectan, a través de un simple ELENCO, su propia identidad.

<> Este artículo se publicó el 4 de diciembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.

Anti imperialismo de pacotilla

‘Los tiempos de las luchas con las pistolas de papelillo… para el rescate de la dignidad nacional’.      La opinión del artista veraguense residente en Florencia,  Italia…

ARISTIDES UREÑA RAMOS
aristides_urena@hotmail.com

 

Santiago, 24 de noviembre del 2010.— Corría el año 1969, nos encontrábamos de regreso de la ciudad capital rumbo a Santiago y atravesábamos la Zona Canalera, que estaba bajo la jurisdicción norteamericana. La camioneta Datsun, malandada, en precarias condiciones mecánicas, transportaba a mi tío Erasmo, mi hermano menor y yo… como también a mi padre, que estaba luchando con una caótica guía del vehículo japonés. Yo veía, a través de la ventana posterior, que nuestra camioneta botaba una nube de humo negro y blanco por su mofle, dejando una cola de humo que dibujaba el paso por toda la carretera Interamericana.

Noté que la precaria condición del vehículo preocupaba a todos los ocupantes, porque la camioneta no solo botaba humo, sino que perdía aceite del motor. Los ojos aterrorizados de mi hermano menor, que se agrapaba a la manilla de la ventana y los nerviosos gritos de mi tío Erasmo, que repetía continuamente la letanía: —‘Esperemos que no lleguen los gringos… Porque si llegan, nos ponen presos a todos’—,   procuraban una infinita tensión y ansiedad por el terror en nosotros, los más pequeños.

Y, como todo el mundo sabe… el Diablo está a la esquina de cada dificultad, nos encontramos con dos motorizados gringos de la Zona Canalera, que nos invitaron a pararnos en la cuneta, a la orilla de la carretera.

Mi hermano se pegó al vidrio trasero, como también yo… Y desde allí vi la maravillosa motocicleta reluciente de platinados metales, con grandes manubrios dorados. Y que, a pesar del sofocante calor tropical, los militares vestían blancos guantes de piel y jackers con insignias de grandes logotipos con águilas, fusiles y modernos jeroglíficos de incompresibles letras gringas.

Para mí esas dos figuras se amplificaban en mi mente, proyectando todas las atmósferas hollywoodenses, donde los héroes yanquis, defensores de la legalidad, ganaban guerras y difíciles batallas.

Es así que vi que el primero de ellos, que se acercó a nuestra camioneta, se parecía a HOSS de la serie televisiva Bonanza, por su estatura enorme y su figura imponente de cowboy, ambos militares poseían gafas con lentes oscuras, los soñados Ray-Ban, y hablaban con voz autoritaria, en un español tropezado, con fuerte acento extranjero.

Entonces, inician una extenuante discusión a manera de trato con mi padre, porque era evidente que la camioneta tenía que ser secuestrada y multada.   Pero mi padre hacía una negociación donde los resentimientos políticos y de rebeldía nacionalista se confundían de manera caótica con lo que acontecía en el momento… la orilla de la carretera se había transformado en tarima política para las reivindicaciones del pueblo panameño…   ‘El Líder’, mi padre, como le llamaban en nuestra ciudad, se la estaba ‘jugando toda’, pues, su petición era que nos dejaran pasar, sin ser multados, vistos los pocos metros que nos separaban de la llegada a Arraiján, para superar los confines de la Zona Canalera bajo jurisdicción norteamericana… petición que hasta ese momento los dos militares gringos no aceptaban, dado el coctel de motivaciones político—nacionalistas que mi padre quería hacer beber a los yanquis.

Entonces, los gringos ordenaron que todos los ocupantes desalojáramos el vehículo, que bajáramos y que nos pusiéramos con las manos apoyadas sobre la camioneta Datsun… y así fue que nos encontramos junto a mi padre y mi tío, requisados de pies a cabeza, pese a nuestra corta edad.  Allí uno de ellos, muy parecido a John Wayne, aborda a mi tío, por la bochornosa situación de dejarnos pasar sin multarnos, a condición de que ellos nos acompañarían hasta superar el límite… y dicho y hecho, así fue que se resolvió la momentánea situación.

Pero mi padre, testarudo como nadie, continuaba, dentro del vehículo, con sus discursos nacionalistas de rescate de soberanía y dignidad nacional hasta la llegada a tierra de jurisdicción panameña… y allí nos ordenó bajar y nos mandó —pese a nuestro gran miedo— a gritarle a los motorizados gringos: —‘!YANKEE GO HOME!’—, acompañado del gesto con el dedo de ‘fuck you’… y así hicimos y rápidamente regresamos corriendo a montarnos a nuestra camioneta, en zona de seguridad, allí donde podíamos defendernos, mientras mi tío gritaba: ‘!Corre, corre… ARRANCA, ARRANCA, ARRANCA!..’   Y mi padre no lograba arrancar el carro, porque el vehículo no daba ninguna señal de vida.

Los gringos llegaron, en territorio panameño, nos quitaron la Datsun, la licencia de conducir a mi padre y nos pusieron una multa de 100 dólares americanos… pero lo peor fue que tuvimos que caminar hasta el poblado de Arraiján… fue allí donde juré que nunca más enfrentaría a los GRINGOS armado con pistolas de papelillo, checheres viejos y discursos demagógicos de dignidad nacional…

<> Este artículo se publicó el 27 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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La floreciente arquitectura panameña

Los sueños de gloria de victoriosas batallas llenaban de felicidad al oscuro dictador de la República de las Bananas, el entregaba a sus fieles chimpancés una palma de coco, con la orden de transformar y modificar el secular cocotal… y fue así que al sueño de la razón, construían monstruos en el cocotal.

La opinión del Artista Veraguense residente en Florencia, Italia…

 

ARISTIDES UREÑA RAMOS  –*
aristides_urena@hotmail.com

 

Santiago, Veraguas, 17 de noviembre de 2010.— En un silencioso anonimato, sentado frente a una mesa del restaurante Boulevard Balboa, degustando un suculento desayuno; observo el ir y venir de encorbatados burócratas, quienes desayunan en apresuradas conversaciones matutinas. Ellos, tal vez, representan la elite de empleados de la efervescente burocracia capitalina.

Afuera, se extiende el malecón con su novedosa remodelación. Extrañamente percibo en mi mente la presencia de aquella visión de la vieja avenida Balboa. Como si al poner el pie fuera de aquí me encontraría con ese reciente pasado.

Me doy cuenta de que mi educación sobre la estética es conservadora, tal vez debido al estímulo al cual soy sometido continuamente en Italia. Donde las rígidas reglas que las construcciones tienen que conservar ponen un cierto obstáculo con la compatibilidad del ambiente y colocan al centro de las proyecciones arquitectónicas aquellos valores que una buena arquitectura debe enfrentar y desarrollar.

Estas ‘reglamentaciones’ nacen bajo la necesidad de defender algunos patrimonios pertenecientes a la Humanidad, como son el patrimonio histórico, ambiental y paisajista; evitando las especulaciones y la destrucción de estos valores… Además, a través, de una buena ‘reglamentación’, se planifica una armoniosa repartición urbanística, que sea compatible con el ambiente y que permita controlar el caos que el crecimiento demográfico impone a las ciudades modernas.

Es claro que el modelo al cual me refiero es funcional a una cierta educación intelectual y a las necesidades de cada país. Muchas son las formas con las cuales una ciudad se desarrolla, como también son los modos con los cuales viene concebida, porque estas formas y modos son el fruto de la habilidad de sus constructores; de la fantasía creativa de sus arquitectos, como también de la decisión visionaria de sus gobernantes. Y es bajo estas reflexiones que me siento perturbado cuando intento comprender la bella ciudad capital de Panamá. Ella produce dentro de mí sentimientos contradictorios.

Al alzar la mirada y observar las impactantes edificaciones que se están levantando, luce un vigor como si quisieran demostrar que en esta ciudad se anida un gran poder económico, todo proyectado a diseñar nuevos y futuros escenarios; al mismo tiempo al golpe de una mirada, el caos estilístico reina por doquier, confundiendo la atención y despertando en uno la voluntad de renunciar a encontrar un orden a dicho caos urbanístico.

Lo mío es solo preocupación en entender, dar orden a mis reflexiones; aunque sí, en verdad, mi miedo es el encontrarme con lo que vengo llamando desde hace muchos años el efecto Michael Jackson: un genio de la música, un ícono indiscutible, digno representante de la contradicción de la cultura contemporánea. Porque… la genialidad sin reglas crea monstruos que abandonan y transfiguran su propio origen.

 

<> Este artículo se publicó el 20 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que al  autor,  todo el crédito que les corresponde.
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