La adormecida dirigencia panameñista

La opinión de…

Augusto Grimaldo 

Para el Partido Panameñista fue acertado (desde el punto de vista político) la alianza electoral con Cambio Democrático (CD), sin embargo, tras casi año y medio de haber ganado las elecciones y con un escenario político totalmente distinto, la dirigencia panameñista se mantiene con la misma conducta pre electoral, y llama enormemente la atención la pasividad con la que conduce el partido.

Se están dejando robar la iniciativa por sus “aliados” y se están encasillando y amoldando bien al rol de segundones. Cuando el Ejecutivo presentó la controvertida “Ley Chorizo” ante la Asamblea Nacional y se aprobó de forma inconsulta y apresurada, pasando por alto el diálogo y la divulgación que se requerían, se produjo el rechazo de la sociedad panameña y, lastimosamente, se suscitaron violentos enfrentamientos en Bocas del Toro.   Resultado: al menos dos muertos y decenas de heridos, gran parte de ellos quedaron ciegos de por vida. La pregunta es:   ¿Por qué no hizo nada al respecto el Partido Panameñista?

Uno de los pocos líderes del partido, que se opuso valientemente a esta ley fue el diputado José Blandón, quien al parecer ya ha recibido pases de factura de parte de sus propios “aliados”.

No cabe duda de que la alianza con el panameñismo fue determinante para el triunfo presidencial de Martinelli. Con 21 diputados en la Asamblea Nacional y con el control de la Alcaldía de Panamá, los panameñistas tienen todos los mecanismos de poder político que les permiten negociar y exigir espacios, aportar ideas que sean escuchadas e inclusive, cuando sea necesario, disentir dentro de la alianza oficialista, de la cual forman parte.

Mientras el canciller Juan Carlos Varela se la pasa de viaje en viaje y alejado del contacto directo con el pueblo, el ministro Ferrufino (CD) alcanza los más altos índices de aprobación en las encuestas, llevándose todos los reconocimientos por el programa “100 a los 70”, iniciativa del Partido Panameñista.

El ministro Papadimitriu (CD) también tiene más proyección a nivel nacional que Varela, vinculándose a la implementación del metrobús y, anteriormente, a la recolección de la basura. No dejemos de lado también a la ministra Lucy Molinar, quien goza de gran simpatía entre la población panameña. Menciono esto, porque estratégicamente la figura presidencial del oficialismo debe proyectarse con un papel destacado y trascendente dentro del gobierno.

Juan Manuel Santos, ministro de Defensa durante la administración del ex presidente colombiano Álvaro Uribe, dirigió los más certeros ataques contra las FARC y logró la liberación de gran número de rehenes.   Gracias a esto ganó abrumadoramente las elecciones presidenciales en su país. En contraste, recordemos cómo en el año 2004, el entonces canciller y candidato presidencial oficialista, el panameñista José Miguel Alemán, obtuvo tan solo un 16% de los votos y perdió las elecciones frente a Martín Torrijos.

En el gobierno pasado, el también canciller Samuel Lewis Navarro vio frustradas prematuramente sus aspiraciones presidenciales, debido a la baja exposición que le permitía el puesto que ejercía ante la población nacional.

El Partido Panameñista, a diferencia del Molirena y de Unión Patriótica –mucho más pequeños, debilitados y sin poder político– no gana nada adhiriéndose ni fusionándose a CD. La dirigencia panameñista no debe seguir adormecida, abanicándose en la promesa que ha hecho el presidente Martinelli de que Juan Carlos Varela será su candidato presidencial para el año 2014.   Sobre todo, teniendo en cuenta que el Presidente constantemente hace promesas que luego incumple u olvida.

La promesa de Martinelli a Varela es similar a la que Martín Torrijos y Balbina Herrera hicieron en su momento a Juan Carlos Navarro. Aprendamos del pasado y así evitemos cometer los mismos errores en el futuro. Si Varela o algún otro candidato panameñista aspiran a obtener la candidatura oficialista presidencial para las próximas elecciones, lo primero que tiene que hacer es olvidarse de promesas, ponerse a trabajar y demostrar liderazgo, que no se otorga, se gana.

El panameñismo aún puede recuperar el tiempo perdido. Es hora de que planteen estrategias políticas adecuadas, de que busquen la unidad del colectivo y reactiven su estructura, de que realicen jornadas de inscripción masivas. Pero sobre todo es hora de que exijan el espacio que se merecen, de que se hagan sentir como la fuerza política que son y lo más importante, de que no se sigan dejando robar la iniciativa.

<> Este artículo se publicó el 18 de septiembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos,   lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.