Cambio de actitud en el aula

La opinión de….

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Gustavo A. González

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Cambio de actitud en el aula.

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Como evidencia del grave deterioro que sufre la educación, se deriva una serie de fenómenos socioculturales que, amén de la preocupación que causan, nos hacen sentir pena, vergüenza y hasta miedo por lo que es ya una sociedad en donde gran parte de su gente es indolente, holgazana, incapaz, acrítica, agresiva, conformista, improductiva o, simplemente, tiene un bajo nivel de autoestima.

El sistema escolar, por otro lado, ofrece un panorama en que cada día se acentúa más el fracaso de los estudiantes, el bajo rendimiento, la baja calidad de los aprendizajes, el irrespeto a los valores humanos, la baja calidad del docente y la poca importancia que se le da al saber como forma de lograr un crecimiento más humano en términos individuales y colectivos.

Todo esto no es más que el reflejo de un sistema educativo que da tumbos, porque responde a una estructura socioeconómica que ya no tiene asidero como fórmula para resolver los problemas sociales del hombre y producir en él felicidad y un desarrollo humano significativo.

Irónicamente se nos dice que la educación es un proceso integral y que, como tal, debe impulsar el desarrollo de todos los componentes esenciales del ser humano, como son sus facultades biológicas, psicológicas, espirituales, sociológicas y filosóficas. En este sentido, la escuela adquiere el compromiso de “enseñar” y que el alumno adquiera los aprendizajes cognoscitivos, psicomotores y afectivos, con lo que se quiere indicar que así se educará integralmente y será lo suficientemente competente para enfrentar la vida.

La experiencia nos dicen que esto está muy lejos de la verdad; no es cierto que nuestros niños se estén educando integralmente, lo hacen parcialmente, en forma segmentada y, lo que es peor, se entiende el aprendizaje como sinónimo de adquirir conocimientos y demostrarlo en una prueba que solamente mide cuánto sabe. Es un aprender para pasar una prueba y no para la vida.

El maestro tradicional que se prepara para “enseñar”, lo cierto es que se convierte en un banco de datos, que saca la verdad de los programas y los libros y que, como poseedor de ella y siendo instrumento del sistema, reproduce conocimientos y valores que el niño deberá repetir o “copiar” y probar que lo sabe, porque lo memorizó y no porque sea significativo para él.

Desde esta perspectiva engañosa del aprendizaje, el conocimiento es visto como algo aislado, fuera del individuo y se puede adquirir tras un proceso de acumulación individual de contenidos de materias, equivocadamente percibidas como la finalidad del proceso y no como lo que realmente son, un medio o un camino que le permite al niño plantearse preguntas, pensar, ser crítico y cuestionar la realidad.

Siendo así, encontrar el conocimiento se convierte en una tarea que se caracteriza por la memorización y repetición de fórmulas y que, al cabo del tiempo, lo que produce es una gran pereza intelectual, para plantearse dudas o ideas que pongan en acción su capacidad de aprender. Por eso el estudiante, para salir de las pruebas, recurre a las “baterías” y la copia, pesados lastres que la escuela viene cargando como una vergüenza de su hacer cotidiano.

¿Cómo podemos, desde un marco pedagógico, contribuir al mejoramiento de la calidad de los aprendizajes y la conformación de un hombre nuevo que pueda insertarse productivamente a la sociedad? Quizás debamos partir por romper todo esquema tradicional de la cultura escolar existente, por ejemplo: La concepción autosuficiente del maestro, su actitud autoritaria, depositario del conocimiento y de todas las respuestas, único responsable de transmitir el conocimiento, cuantificador de conocimientos y seguidor irreflexivo de lo que dicen los libros y los programas. Enterrar al docente que cumple con el programa de contenidos aislados y sin significado para los estudiantes, el docente que usa la evaluación como instrumento de intimidación, que da sus lecciones dictadas de viejos libros día tras día.

Cuando todo esto ocurra, gracias a un proceso de reconceptualización de lo que es el aprendizaje y el conocimiento, estaremos ante el educador nuevo, que organiza los aprendizajes dirigidos al desarrollo del pensamiento, al desarrollo de la capacidad creadora, un educador aprendiz que construye el conocimiento junto a sus estudiantes, que mantiene una actitud de indagación e investigación permanente porque entiende que el conocimiento se reconstruye todos los días, un educador que comprende que su estudiante debe ser un ser activo, creativo, ingenioso y no una tabla rasa donde se depositan conocimientos o repetidor de hechos conocidos, un educador innovador y que esté siempre dispuesto a cambiar y crecer como profesional y ser humano.

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Publicado el 6 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.