La opinión de…
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Maribel Ortiz —
El premio de la Furia Roja, tan oportuno con el cabezazo de Puyol y el derechazo de Iniesta, es coincidente con la aparición y presentación en Panamá de la Nueva Gramática de la Lengua Española (Espasa 2010), que tomaré para permitirme compartir una de las menciones que hizo la noche del 8 de julio en la Biblioteca Nacional el académico español Bosque Muñoz, de la Real Academia de la Lengua Española, él a cargo de la recapitulación de dicha obra; y compartir también otra mención que quedó en la tertulia posterior para el brindis por parte de Berna Pérez Ayala de Burrel, académica directora de la Academia Panameña de la Lengua.
La mención de Bosque Muñoz, a pregunta puesta por el público, es una de las más frecuentes conjugaciones que no me gusta oír mal y, por supuesto, no soy una experta del lenguaje sino usuaria como cada hispanohablante: la conjugación es la del verbo haber en función de cantidad, cuyo mal uso ¡cuán a menudo ha tomado lugar en las conversaciones! A tal punto es prolífico su mal uso que a todos se nos pega…, incluso en la comunicación “culta” de los profesionales. No soy tampoco, ni lejos, una purista del idioma: es más importante para mí que haya comunicación a que no la haya; sin embargo, me encanta el español y me gusta hablarlo y oírlo de la mejor manera así sea en la conversación campechana. Digo esto con la autoridad de haber estudiado gramática y a la vez tragar el uso prolífico de otras deformaciones.
Por ejemplo, en Panamá decimos comúnmente “habían personas” (mal) cuando deberíamos decir había personas; igual que cuando usamos hay, que no tiene mayor problema y cuya sustitución en caso de duda nos ayudará a saber cómo podemos y debemos usar este verbo “haber” para cantidad. Decimos entonces hay enredos, hay cosas, hay personas y no se nos ocurre, ni lejos, un plural ficticio. Pues tampoco debemos crearlo para había, hubo, habrá, habría. Hay es simple conjugarlo bien. Había es frecuentemente sustituido por “habían” (mal con n), como ocurre con habrá (mal “habrán”) o hubo (mal “hubieron”).
“Lo”. Es el otro horror. En lugar de la palabra simple y llana, decir, mal: “lo que es” es terrible: la mesa blanca que está aquí (perfecto) y sin embargo es frecuente oír: “lo que es la mesa blanca que está lo que es aquí” (¡qué horror!). O aún bien “el diseño que harán mañana” para dañar la frase con algo como: “lo que es el diseño que harán mañana” (¡qué horror!). Puede sin duda decirse, bien: el diseño que harán mañana es importante para lo que proyecten en el futuro (oración subordinada, sí). Y nos preguntamos muchos de dónde vino este horroroso “lo que es la mesa blanca” en vez de decir con simpleza y corrección “la mesa blanca”. ¿De dónde? Para mala influencia, nada menos que de la televisión extranjera hispanohablante a la que ya muchos nos hemos hecho asiduos oyentes.
Voy a dejar por fuera de este escrito el también horroroso dequeísmo para en su lugar mencionar algo bueno en conclusión: hablar, escuchar, escribir y leerespañol aún me encanta. ¿Y a usted?
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Este artículo se publicó el 26 de julio de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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