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La opinión de…
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Álvaro E. Palacios S. –
La obra fue realizada por una internacional y renombrada empresa brasileña, en conjunto con la más prestigiosa firma en este campo que existe en Panamá. Fue inaugurada hace año y medio, más o menos, pero los pavimentos parecieran tener 10.
En algunos tramos de la porción elevada, la losa estructural es tan irregular que nos recuerda a un rallo de lavar y pareciera haberse construido a mano, “paño a paño”. Aparte de esto, si se observa con detenimiento se notará la gran cantidad de agrietamientos que propiciarán la entrada del agua lluvia al cuerpo y refuerzos de la misma. De más está mencionar las consecuencias de ello.
El pavimento de la llamada nueva vialidad, que es la porción construida sobre terrenos reclamados al mar, es patético. Son innumerables los defectos de construcción que existen y no se escapa uno solo de todos los errores posibles que pueden cometerse en este tipo de trabajo.
Para observar los defectos en toda su magnitud, se recomienda recorrer estas vías tras la conclusión de una lluvia, cuando empieza a secarse la superficie. Se notará una especie de rompecabezas en matices de gris, donde se pueden ver segregaciones en el hormigón, pérdida superficial de finos, porosidades, irregularidades de todo tipo, agrietamientos, juntas mal diseñadas y mal construidas, etc., etc. En algunas ciudades de Brasil, por ejemplo, se estila determinar el índice ínternacional de rugosidad (IRI) de las vías urbanas y estoy seguro de que los pavimentos de esta flamante cinta costera no hubieran salvado esa prueba. Pero estamos en Panamá.
Lo inexplicable de todo esto es que debió existir una supervisión permanente de parte del Ministerio de Obras Públicas. ¿La hubo? ¿Era capaz? ¿Ejerció, en verdad, sus funciones? ¿O, simplemente, fue una invitada de piedra? Hasta la más inepta de las inspecciones no hubiera permitido tan mala ejecución. ¿Y qué de la inspección final y el acta de entrega y aceptación? No puedo pensar que estos pasos obligatorios se dieron y, quizás valga la pena esperar la conclusión de su extensión y efectuarlas, conjuntamente. Se trata de defectos de construcción que de ninguna manera deben ampararse en la cláusula de mantenimiento por cinco años que existe en los contratos respectivos. De paso, esta cláusula de mantenimiento no ha funcionado nunca, en opinión del suscrito.
Pienso que la Sociedad Panameñas de Ingenieros y Arquitectos a través de su Colegio de Ingenieros Civiles o su Foro de Infraestructura, debe decir algo; es su obligación. Resultaría lamentable que su voz no se haya hecho sentir ante las autoridades competentes, salvo que concuerde con lo que se observa.
El Estado está invirtiendo extraordinarias cantidades de dinero en este campo pero, desgraciadamente, la calidad de lo que se construye no le hace honor al esfuerzo.
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<> Este artículo se publicó el 21 de noviembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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