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La opinión de la Honorable Diputada de la República…
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Marylín Vallarino –
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Cada día que pasa nos ofrece muestras de la intolerancia que nos agobia y nos vuelve seres violentos, inclusive en nuestros hogares. La cortesía, la urbanidad y la paciencia son virtudes que en la mayoría de los casos brillan por su ausencia y cuyo déficit se ve reflejado invariablemente en las páginas rojas de los diarios y en los noticieros, traducido en accidentes de tránsito, violencia doméstica, incremento de la criminalidad, infracciones y ¡pare usted de contar!
Es tal este descontrol ciudadano que termina afectando la médula misma de la sociedad que es la familia y que, lamentablemente, en la mayoría de los casos se traduce en separaciones y divorcios para terminar en peleas por la repartición de bienes y la guarda y custodia de los hijos.
Y es que para ponerle la guinda al pastel, un número creciente de abogados (con muy honrosas excepciones) usufructúan del dolor ajeno, convirtiendo situaciones salvables, a través del diálogo y el consenso, en cuadriláteros de boxeo, donde invariablemente las víctimas no terminan siendo las partes en conflicto, sino los más vulnerables que son sus hijos.
Lo irónico del asunto es que estos abogados alegan que es por el “interés superior del menor”; y resulta que se convierte en un mercantilismo que se lleva por delante cualquier asomo de reconciliación o acuerdo entre las partes. Sobre todo, con las estadísticas desalentadoras que reflejan que en Panamá en el año 2009 hubo 5 mil 280 divorcios, sacando la cuenta son 440 mensuales y afinando más el lápiz, son 22 diarios; ¡empiezan las cajas registradoras a sonar!
Pero es que tampoco le brindamos información suficiente, objetiva y actualizada a quienes están atravesando por una situación de crisis por ruptura; por ejemplo, sólo por cultura general usted estimado lector que me regala unos minutos de su tiempo, ¿estaba al tanto de que para solicitar la pensión alimenticia no hace falta abogado alguno, porque el derecho a la alimentación es un derecho humano de subsistencia? Si ya lo sabía lo felicito, porque forma parte del 1% de la población que está enterada de esta prerrogativa.
Esto lo he podido observar personalmente cuando en las consultas públicas sobre el Proyecto de Ley General de Pensión Alimenticia, la mayoría de los asistentes que estuvieron en cada una de las provincias que visitamos para tal fin, no lo sabían e, inclusive, insistían en que debían contratar a un abogado para que solventara los reclamos de dicha pensión.
¿Sabía usted que existen los Centros de Mediación y Conciliación, que dependen del Órgano Judicial donde se le brinda apoyo de manera gratuita a las parejas que están en situación de conflicto? Pues, fíjese que sí los hay, lamentablemente no todos los necesarios para poder frenar un poco esta especie de epidemia de divorcios, pero sí están cumpliendo una función muy importante para mediar y evitar situaciones conflictivas que invariablemente terminan en una separación definitiva, porque resulta que un conflicto que es “bipartito” se torna en “multipartito” y aquí es cuando se forman alianzas en contra de una parte o de la otra, entorpeciendo muchas veces el proceso de diálogo.
No dudo que debe estar usted de acuerdo conmigo cuando me pregunto por qué no existen más Centros de Conciliación y Mediación; cuánto dolor, abandono, remordimientos, maltrato, dinero, tiempo, malos ratos y traumas se ahorraría la sociedad. Definitivamente, deberíamos formar más mediadores en nuestras universidades y no tantos abogados, quienes sin el menor asomo de la ética lo que hacen es echarle más leña al fuego.
La mediación nos enseña que en cada posición enfrentada siempre hay un interés común, sólo que lo visible, esa punta del iceberg que es el comportamiento que reflejamos, disfraza la forma como defendemos lo que nos interesa y nos motiva.
Mahatma Gandhi, en su sabiduría infinita de paz, le replicaba a quien le exigía una actitud más beligerante ante el maltrato continuo de los ingleses: “Ojo por ojo, y todo el mundo acabará ciego”. La verdadera cultura de paz comienza dentro de nosotros y se nutre con una sana y constante interacción familiar.
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<> Este artículo se publicó el 20 de noviembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos de la autora en: https://panaletras.wordpress.com/category/vallarino-marylin/
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