El respeto en las relaciones políticas

La opinión de…

Gloria Zúñiga de Preciado

Una de las características que se le atribuían a mi padre, el Dr. Carlos Iván Zúñiga Guardia, en su actuar político, fue el respeto al adversario. Nunca se le escuchó un vocablo hiriente, nunca un trato despectivo, jamás un ataque personal. Si uno tiene la razón, no tiene que levantar la voz ni insultar. La exposición acertada de una verdad tiene la fuerza de una granada.

En una ocasión mi padre sostuvo, “se puede discrepar, y es necesario que así sea, sin caer en el alfilerazo hiriente y constante”. “Es más provechoso”, nos decía, “el discurso sereno, sensato, objetivo, de altura, sobre todo, si los proyectos en juego tienen en su contenido su propio cantar, su propia fuerza de convencimiento”. (“España un buen ejemplo político”, La Prensa, 5/3/2008).

En otra ocasión, analizando el fondo y la forma del discurso político, cuestionaba “la extremada agresividad verbal, la que generalmente era coronada con la injuria”. Recordando algunos procesos electorales en nuestro país y la barbarie política existente nos señalaba que “no hubo precandidato y candidato que no sufriera las perversidades de los caricaturistas innobles, de las palabras humillantes y de los editoriales más desabridos o descorteses que alguien pudiera imaginar”. (“El Fondo y la Forma del discurso político”; La Prensa, 28/6/2003).

Él, que siempre fue un crítico en la búsqueda del bien común y el mejoramiento de nuestra sociedad, expresaba: “es comprensible que toda oposición se alimente de los errores del gobierno y nadie puede pretender poner cortapisas a ese derecho. Pero como en la vida el triunfo no solo depende del juicio de fondo, sino en la prudencia en el manejo de la forma, muchas veces el descontrol en las maneras sacrifica la razón esencial del argumento. Es en el mal manejo de las formas en donde encuentra la controversia política su punto débil, la causa de la mayoría de los desastres y el peligro de caer en el abismo de los irrespetos mutuos”. “En la controversia política ningún tema puede ser ignorado y sería deleznable sugerirlo, pero es necesario adoptar una serie de acuerdos para que el debate encuentre el lenguaje elevado que pueda denunciar con fundamento, las acometidas contra la integridad patrimonial pública y privada, sin caer en la verbosidad irrespetuosa, temeraria, especulativa e insidiosa, tan lejos de la sociedad reflexiva y cortés que todos queremos”. (“El Fondo y la Forma del Discurso Político”; La Prensa, 28/6/2003).

En Estados Unidos, con el atentado contra la congresista Gabrielle Giffords, se han disparado todas las alarmas por la violencia verbal con que se expresan sus políticos. Evidentemente, en nuestro país debemos promover la tolerancia para no llegar a los niveles de violencia política que se dan en otras latitudes. Por ello, hoy, cuando la descortesía y el irrespeto se quieren enseñorear en la vida pública del país, bien cabe tomar el pensamiento de mi padre, incansable luchador por la democracia, como guía y modelo de virtudes ciudadanas legadas a todos sus descendientes y conciudadanos.

Dentro de las relaciones políticas debe prevalecer la cortesía, la reflexión en las ideas y el respeto al adversario.

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Este artículo se publicó el 16  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que a la autora, todo el crédito que les corresponde.