La hospitalidad de Renán Esquivel

La opinión de la Periodista….

ELVIA ALVARADO DE AMADOR
elviadeamador@gmail.com

Esperando, vimos a funcionarios del hospital entrando y saliendo de la Dirección Médica, parecían abejas y sobre archivadores, una batea con frutos de su finca de Sonsonate, que fueron desapareciendo poco a poco en manos del que quería.   Llegó mi hora de entrevistar al paisano José Renán Esquivel. Con su bata blanca, nos recibió con una sonrisa franca y se dejó entrevistar, no sin antes pedirme que le acompañara a un recorrido por el Hospital del Niño, y al final a la sala donde estaban los quemados.   Confieso que hice el simulacro de ver a los niños, distrayendo la mirada hacia los barrotes de la cuna, porque de haberlos visto me hubieran tenido que recoger del piso, desmayada.

Así surgió mi interés especial por lo que estaba ocurriendo en materia de salud en el hospital y el país, al mando de JR (JOTA ERRE) como se le conoció en algunas esferas del poder en Panamá. Panamá le debe a su empeño y a su equipo multidisciplinario de trabajo la sectorización de las salas de niños por corregimientos, distritos y provincias, el Banco de Leche Materna, las bibliotecas y las salas de capacitación para padres, porque ‘el padre que conoce la enfermedad y sus síntomas, puede ayudar mejor a sus hijos, durante y después en el hogar’.

Con el mismo respeto y cariño, atendía a todos, no diferenciaba ni excluía a nadie. Fue descomplicado, afable y convencido de sus logros, se hizo grande, sin ser soberbio. El Hospital del niño y sus triunfos le dieron brillo a Panamá, dentro y fuera de nuestras fronteras. Suiza, Brasil, Alemania y muchos países del mundo rindieron honores en vida a ‘un campesino ilustrado’, como solía decirse, porque eso siempre fue lo que le gustó. Sembrar en la tierra, ver, podar, abonar y cosechar los frutos de ella.

Tras la invasión, y habiendo vivido los desmanes de la turbamulta de panameños y la intromisión extranjera, que le cercaron en su residencia y no le dejaban circular hacia el Hospital, que tanto amó, llegó la hora de jubilarse como director, pero voluntariamente llevó salud al Centro de Potrerillos Abajo todos los jueves que pudo.   Sus consultas se llenaban, así como su residencia de Bajo Mono, en Boquete, donde con sus manos sembró de todo y la recorría, recibiendo a las visitas con la misma sonrisa de siembre, sin su bata blanca de médico, pero con sus botas de caucho de agricultor.

Grandes tertulias pudimos disfrutar en Bajo Mono, con familiares y amigos. Su preocupación permanente fue darle al hombre su valor pleno, enseñarle a vivir con dignidad, a reclamar el respeto y el espacio que como tal merece y allí fue siempre enfático, al reiterar ‘Al hijo de la vaca, le dan una hectárea para que viva, ¿cuánto le dan al hijo del hombre?’. José Renán Esquivel, como digno agricultor chiricano, orgulloso de suelo, liptos blancos y sus cosechas, así como de la piedra volcánica de su cocina que ‘de día enfría y de noche calienta’,   terminó sus días en el Hospital Regional Rafael Hernández, mandando el mensaje de que siempre creyó en las instituciones del Estado.

El ‘gran paisano’, aquel de la bata blanca, la cabeza calva y su grandes ojos azules, ya no lo veremos más ni por las salas, ni por las fincas, pero sí sus mensajes y quienes lo recuerdan con cariño serán muchos, dentro y fuera de Panamá.

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<> Este artículo se publicó el 6 de noviembre de 2010  en el Diario La Estrella de Panamá, a quienes damos,  lo mismo que a la  autora,  todo el crédito que les corresponde.
Más artículos de la   autora  en: https://panaletras.wordpress.com/category/amador-elvia-a-de/

Gracias a Pedro Rognoni

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La opinión de la periodista….

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ELVIA A. DE AMADOR

Ya habrán sepultado a uno de los mejores hijos que ha tenido Panamá. Al enterarme de que sus honras fúnebres serían el Día del Periodista asocié mi ingreso formal a esta profesión gracias a la oportunidad que me ofreció Pedro Rognoni desde Editora Renovación, S.A., donde fue gerente.

Siendo el Dr. César Rodríguez Maylín embajador de Panamá en Colombia, me inquirió por “ esos reportajes sociales y humanos ” que eran y son los temas de mi predilección. Resolví pedirle una cita al gerente de ERSA, para trabajar como periodista. Dejé mi hoja de vida y regresé por respuesta. Como todo un caballero, me dijo: “ vete a La República y habla con el director ”. “ Mira, lo que pasa es que necesito un periodista que escriba de todo, y tú estás especializada en reportajes ”, fue la respuesta de Fulele Calvo.

Quise decirle muchas cosas, pero solo atiné a responder: “ Gracias por su gentileza ”, di media vuelta y regresé a la Gerencia. “ Seguiremos siendo amigos, me nombre o no, pero no me mienta. Soy adulta y puedo comprender razones ”. Se me quedó viendo, descolgó el teléfono y acotó, “ Trelles, para allá va Elvia de Amador, comienza hoy como reportera ”. “ ¡Gracias y buena tarde ”, estrechón de manos y en El Matutino me esperaba, Rolando Arturo Trelles, cariñosamente RAT.

Conocí muchos periodistas en un solo día. A Luis Ardines y Alberto Barrera, jefe de redacción y subdirector respectivamente; la secre, Emma Jaspe; al editorialista Roberto Núñez Escobar; a los columnistas Ricardo Lince, Adolfo Benedetti, Fito Aguilera, Griselda López, Camilo O. Pérez, José Pérez, Diógenes Tapia, Macumé Argote, Orlando Kivers, Justa y Alberto Henríquez, Rosalina Orocú, Ernesto Quijada, Servio Correa, Antonio Collins, Octavio Carrasquilla, Reinaldo La Bastide, Pedro Henríquez, Rogelio Martíz, Liz Camazón, Griselda Bósquez, Roberto Rodríguez, Jaime Beitía; a los fotógrafos Eliécer Santamaría, Manuel Buenaventura, Héctor Vernaza y José “ Genito ” Castillo, quien falleció por el dietilenglicol.

Esta familia periodística la compartí gracias a la oportunidad que me dio Pedro Rognoni, donde aprendí que el periodismo no puede estar ni casado, ni amancebado con intereses mezquinos en detrimento de la verdad. “ El periodista que se precie, no debe extender la mano hacia el soborno ni virar la cara ante la injusticia y callar las tropelías, vengan de donde vengan ”. Aprendí que irán tras de ti en busca de fama y no debes ser “ escalón para que otro suba ”. “ Una de las nobles misiones que tienes, es hablar por los que callan ”. La dignidad, el coraje y los sacrificios son fundamentales en esta profesión, así como la moral.

Luego de pasar de reportera hasta directora de El Matutino , gracias a esa oportunidad, nunca podré callar mi agradecimiento sincero y profundo por la confianza y oportunidad dada por un gran señor, como fue Pedro Rognoni.

Paz a su alma.

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Publicado el 22  de noviembre de 2009 en el diario La Estrella de Panamá, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.