‘Rambolino’ en la frontera

La opinión de…

Javier Barrios D. 

En ocasiones anteriores me he referido, por motivos y situaciones distintas, al delicado tema de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en la frontera, lo cual también han hecho otros articulistas y analistas. Aparte de servirnos como medio de desahogo, lo hacemos con la esperanza que coadyuve a crear conciencia en algunos amables lectores y políticos, porque somos conscientes de que el efecto en el Sr. Presidente y el ministro de Seguridad es nulo, pues estos tienen el disco o el “cidi” rayado, el disco duro ya no les da para mucho y lo más probable es que todo esto forme parte de un plan bien orquestado.

Para nadie es un secreto que desde los tiempos de Omar Torrijos, después con los gobiernos PRD, incluso con doña Mireya, este tema, que además es una pelea ajena, se ha manejado con pinza fina, gracias a lo cual el problema no ha pasado a mayores, pero las más altas autoridades del actual gobierno están empeñadas y desesperadas por mostrarle a Colombia, a Estados Unidos y al mundo que ellos no son como Chávez y Correa… que son muy derechos, digo de derecha (¡y a mucho orgullo!), ¿o será que le están haciendo el mandado al tío Sam?, aunque, hasta donde entiendo, el tío no se fía mucho de Mr. 99 y no está muy contento con algunas ñamerías que acontecen por acá, pero en fin, si no se los ha solicitado, feliz está de que le estén haciendo el mandado gratis.

Una caricatura o tira cómica motivada por las declaraciones dadas a la prensa por nuestro flamante ministro de Seguridad en reciente reunión celebrada con su homólogo y autoridades afines en Colombia, podría titularse, “Rambolino en la frontera”, en la que aparecería este personaje, de lengua bien larga, con una armadura de los antiguos soldados romanos, armado hasta los dientes, montado en un tanque de guerra en la selva darienita, frontera con Colombia, en plena destrucción de campamentos de las FARC.

Un pasaje de la tira cómica sería “Rambolino” en la situación descrita, cual don Quijote, pero no enganchado en los molinos de viento, sino atascado en los pantanos y selvas darienitas, con los guerrilleros pisándole los talones, y las asentaderas llenas, no de perdigones como los que él usó contra los bocatoreños, sino de plomo limpio, y gritando, “ahora quién podrá defenderme”.

No será, desafortunadamente, el Chapulín Colorado, como se esperaría en una tira cómica, sino el querido y nunca bien ponderado tío Sam, que lo hará dizque para defender el Canal, invadiéndonos por enésima vez… y al diablo con nuestra neutralidad y soberanía, aunque muchos connacionales lamentablemente dirán, ¡al fin volvieron los gringos… cuánto los hemos extrañado!

Por otro lado, pero por esa misma línea, Mr. 99 ¡sí que tiene agallas!, lo cual quedó evidenciado en su reciente visita a Lima, Perú, donde en media Plaza de Armas, enarbolando la bandera del CD y creyendo que estaba en La Placita de Santiago, arengó a los cuatro vientos, “empresarios peruanos y latinoamericanos… al poder… somos los únicos que sabemos gobernar… vean el ejemplo de Panamá”. ¿De dónde sacó semejante máxima?, o será que él cree que dirigir un país y administrar las arcas estatales es algo tan simple como administrar supermercados, que no son más que inmensos kioscos o abarroterías.

Dicho sea de paso, los súper (como el 99) nos venden productos casados (paquetes con varias unidades buenas y una que otra podrida) y reinan allí las leyes dizque del mercado, pero son oligopolios; en cambio, no permiten que los billeteros (gente de a pie) vendan chances casados, chinguia que está, igualmente, regida por la mano negra (digo invisible) del mercado, de mi colega Adam Smith.

A lo interno, el propietario del CD sigue con su plan destinado a la desaparición (física, que no del alma) del PRD (¡qué iluso!) y de cualquier vestigio progresista-comunista local.   Esperemos que cuando haya logrado limpiar al PRD de todas las alimañas (¡que le estará muy agradecido!), engordadas por el Gobierno (llámense honorables diputados, alcaldes, representantes con electores y todo) los pocos y verdaderos torrijistas-PRD que queden tengan la suficiente valentía, el arrojo y la destreza político-militar del pasado, para restablecer contactos, ya perdidos, con los cabezas (no calientes) de las FARC, para convencerlos que no caigan en el peligroso jueguito de Mr. 99, “Rambolino” y tío Sam, que sería una fatalidad para nuestra dignidad y soberanía. Esto no es un juego… la majestad de la patria exige cordura, sensatez y responsabilidad.

<> Este artículo se publicó el 23  de septiembre de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos,   lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

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Las prioridades de los faraones

La opinión de…

Javier Barrios D. 

Los grandes monumentos históricos, como las pirámides egipcias, mayas y de Teotihuacán y las Siete Maravillas del Mundo (¡son más!) tuvieron un móvil religioso y/o satisfacían el ego y el interés de sus gestores por inmortalizarse.

Costosísimas debieron ser, construidas por súbditos, esclavos u obreros, mientras sus familias y el resto de los de abajo, seguramente enfrentaban grandes necesidades. Es una “epidemia” antiquísima, universal e invencible, que ha contagiado a mandatarios, organizaciones privadas, eclesiásticas, etc.

Recientemente tuve la oportunidad de conocer la catedral más grande del mundo, St. John The Divine (Nueva York) y la verdad que es para quedarse mudo de lo impresionante de su tamaño y arquitectura gótica.

Las hay espectaculares en Europa, como Notre Dame y la mismísima Capilla Sixtina; el templo Taj Mahal en la India; en Latinoamérica, aunque más modestas, etc; claro indicio de que los religiosos (sin distingo de credo) siempre han considerado que la casa de Dios no puede ser una pocilga… ¡como si a él le importara!    Las “pirámides” modernas las construyen los inversionistas privados, como el Empire State, las (ex) torres gemelas, la torre Burj Khalifa (Dubai), las torres Petronas (Malasia), etc., en una clara competencia para ver quién llega primero al cielo.   Ni los gobiernos escapan a estas excentricidades.

En nuestro terruño, proporciones guardadas, ocurre algo parecido: Mi “paisa”, el Dr. Porras, fue muy criticado por su elefante blanco (el hospital Santo Tomás), que pronto se quedó chico; los militares no construyeron obras de tanto renombre, ¡pues no les preocupaba las próximas elecciones!   Endara de a malas pudo ordenar parcialmente la casa o la cosa pública; el Toro, ya en el ocaso de su mandato, culminó los corredores, ganándole la champaña a los contratistas;   Mireya inauguró el Puente Centenario, cuando todavía era peatonal, y Martín, ya abandonando el solio, cortó la cinta de su cinta costera.

Aunque estas obras hayan estado plenamente justificadas, algunos pecaron escogiendo opciones caprichosamente y/o con contrataciones amañadas, construyéndolas a tambor batiente y con una ineficiente supervisión, sin ocultar el vivo interés de inmortalizarse y de conseguir votos para el ungido de la próxima contienda que, por lo visto, no fueron suficientes, pues siempre perdieron. Las inmobiliarias, por su parte, compiten levantando rascacielos.

Nuestro nuevo “faraón”, con fondos públicos “sagrados”, con las finanzas saneadas que le dejó Martín y con su reforma “saca plata”, se ha propuesto romper todos los récords.   En efecto, para opacar “la gloria” del miura, que lo tuvo “amarradito” en el corral y se le escabulló, en momentos en que las necesidades prioritarias sobran y la moda es privatizar, decidió arbitrariamente gastarse mil milloncitos de balboas estatizando autopistas viejas, que solo requieren una renegociación de los contratos y ampliarlas.

Destinará mil 500 millones de balboas para el Metro, que no es, ni técnica ni financiera ni socialmente, sino caprichosamente, la opción más viable.   Construirá su “pirámide” financiera (¡70 pisos para oficinas públicas en Ave. Balboa!) que será, como dicen los colombianos, la machera, pues no habrá otra igual de alta en Latinoamérica (¿por cuánto tiempo?) y ¿producirá su propia luz o la reflejará?   Yo, ni amarrado la subiría, no vaya a ser que estando por allá arriba se dañen los ascensores (¡nada raro en edificios públicos!) o, dada su brillantez, un piloto novato aproximándose a Tocumen se estrelle con ella, sea porque lo encandile o poniendo “revoch” violentamente al confundirla con el Sol o la Luna, o la echen abajo en respuesta a las fanfarronadas de Mr. 99 contra los terroristas, las FARC y los narcotraficantes.

El mejor monumento que podrían dejarnos nuestros próximos mandatarios es olvidarse de sus íconos y de las próximas elecciones y, en un compromiso de Estado, cada uno agregar una parte o un miembro (proporcional a su contribución a la reducción del mal) en la construcción de una estatua, que consistiría en un niño de cuatro años, con el vientre desproporcionado, esquelético, ojos alicaídos, tez amarillenta, etc.

Concluida la obra, tendría el siguiente epitafio: “Aquí yacen los restos de quien en vida se llamó, la desnutrición infantil en Panamá, madre de todos los males”. Paralelamente se levantarían otras estatuas en alusión a la corrupción, a la administración de justicia, etc.

Soñar no cuesta nada, porque mientras Ud. lee este artículo (¡gracias!) un sacerdote bendice la inauguración de un rascacielos en Punta Pacífica o diseña con sus feligreses un majestuoso templo en esta ciudad, el Sr Presidente firma una contratación directa, un funcionario se embolsa miles de verdes del erario público y la ex procuradora se apresta a pagar su pena… un niño ngäbe buglé muere de hambre.

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Este artículo se publicó el 21 de agosto de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

No estaba muerto… estaba de pachanga

La opinión de…..

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Javier Barrios D.

La vejez llega lenta, pero nos sorprende. Observa si de un tiempo para acá tu esposa te recrimina a menudo que cada día conduces peor, que eres poco tolerante, terco y hasta “viejo verde”; si olvidas el nombre de los “muchachos” del bachillerato y sufres, como decía papá Juan, de “dolamas” en varias parte del cuerpo y de otros achaques, definitivamente, ¡estás viejo!, aunque ahora, eufemísticamente, te llamen de la tercera edad o adulto mayor.

La naturaleza es sabia y muy eficiente; por ello, en el mundo animal los predadores se almuerzan a los débiles (viejos, enfermos y crías), practicando, incluso, la eutanasia; mientras que los humanos somos víctimas de diminutos predadores (bacterias, virus, genes) y de nuestros propios semejantes, actuando individualmente o en “manada” (la sociedad, la familia, el ejército, las pandillas, el gobierno). Veamos algunos ejemplos institucionales:

El Programa 100 a los 70, aunque irrisorio para muchos (Balbina prometió 160… ¡se los perdieron!) es digno de aplauso,   pero el Mides, ni que fuera el gordo de la lotería, exige que sean los mismos viejitos en persona quienes reciban los 100.   Se ven en silla de ruedas, en brazos de sus familiares y hasta en camilla, haciendo filita. Los están matando, porque, si de jóvenes nos estresamos sobremanera cuando viajamos a un país desconocido o al volver a la calle después de estar varios días enfermos (hospitalizados o en casa), qué se puede esperar de estos viejitos. Mueren de la emoción o del estrés al ver nuevamente el sol y la gran ciudad, que ya no la conocen… ¡ni a sus hijos tampoco!; al sentirse dueños de “tanta plata” o porque no les tocó un sólo céntimo de los 100 o porque un hijo de mala madre se los arrebató saliendo del Mides.

Mi madre falleció en enero pasado, sin haber recibido los 100 de diciembre, y para sorpresa nuestra, se los embolsaron.

Al reclamarle al Mides semejante injusticia, argumentaron que las deudas sólo se saldan a los vivos, como si mi madre, que estuvo todo el año 2009 en cama y cuatro veces hospitalizada, no hubiera incurrido en gastos ese mes y como si fuera la culpable de la improvisación presupuestaria del gobierno. Afortunadamente nuestras finanzas respondieron, pero la mayoría pasa páramos, peor aún los que “se despiden” y les adeudan hasta cuatro meses.

En junio de 2009 llevé a la Caja de Seguro Social (CSS) los documentos para mi jubilación y no me los recibieron, porque debía entregarlos estrictamente tres meses antes de mi cumpleaños (el 1 de octubre, ¡gracias!). El 1 de julio, bien portadito, hice la entrega oficial y me dijeron que llamara en cinco meses. Ingenuo, fui en diciembre, y ni señales. Ante mi reclamo, el funcionario, convencido que sufro de Alzheimer, me dijo, extrañado, que recordara que los cinco meses cuentan es a partir del cumpleaños y no de la fecha de entrega de los documentos.

Regresé en febrero. ¡Sorpresa!, me entregaron cinco cartas, solicitándole a mis patronos actuales y prehistóricos que dieran fe de mi horario de trabajo. Por más explicaciones que me dieron, no entendí ni “jota”. Supongo que querrán verificar si yo era una “botella” o encontrar alguna “irregularidad” para reducir la pensión. Les reclamé que por qué no me habían solicitado esa información antes y que ellos saben perfectamente cuál es el horario de trabajo en este país… ¡negativo!; así que me aventuré a rastrear la información, incluso en organismos o entidades que hace rato desaparecieron. Diez meses después de entregados los documentos, sigo esperando. ¿Qué tal que yo hubiera decidido renunciar al actual trabajo para vivir de mi pensión? ¿O que la empresa hubiera decidido liquidarme, cual pieza desgastada? ¿Ah?, ¿ah?

Mi esposa, que hace rato es jubilosa, tiene que presentarse a la CSS cada seis meses (antes era cada tres meses) a informarles que ¡no se ha muerto!, lo que eufemísticamente denominan, “dar fe de vida”.   O sea, que en pleno siglo XXI, con tantos adelantos cibernéticos, el Tribunal Electoral no puede informar automáticamente a la CSS qué jubilados pasan a “mejor vida”.   No me reportaré… es más, me les perderé por varios años y, si en ese lapso viajo al “otro mundo”, espero que no hayan adoptado la política de 100 a los 70, pero si logro regresar, me les voy a aparecer de pronto, bailando y cantando, “no estaba muerto, estaba de pachanga”.

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Este artículo se publicó el  6  de mayo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Metro, corredores y prioridades

La opinión de…..

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Javier Barrios D.

Cuando el Gobierno decide invertir recursos en una determinada actividad o proyecto está negándole a la población la oportunidad de obtener beneficios con esos recursos en otra opción. Es el denominado costo de oportunidad del dinero al que todos nos enfrentamos.

Los gobernantes y funcionarios responsables han estado muy preocupados por demostrar transparencia y honestidad en la escogencia de los ejecutores de los proyectos (aunque están de moda las contrataciones directas) y en la administración de los respectivos fondos, olvidándose que tanto o más importante es que esto prive, igualmente, en la identificación y priorización de los proyectos, lo que debería darse en un proceso de participación comunitaria, donde se confronten las necesidades sentidas con las necesidades reales de la población y que las decisiones se fundamenten en un análisis de costo beneficio que permita obtener el mayor rédito social y no político o financiero.

Ahora resulta que quieren someter al escrutinio público (referéndum) acciones gubernamentales, algunas de poca trascendencia; en cambio, nos embaucan en 2 mil millones entre el metro y los corredores sólo porque fue promesa de campaña.

Me encantaría analizar con mis muchachos de la Facultad de Economía el estudio de factibilidad (¡no existe!) de las distintas opciones para el mejoramiento del sistema de transporte colectivo de la ciudad (metro, monorriel, buses articulados, etc.).

Como si se tratara de dos reales nos han “montado” en el metro a sabiendas de que más temprano que tarde brindar un servicio completo exige la construcción no sólo de un tramito de 14 kilómetros, sino de 40 ó 50 kilómetros, cuyos costos de inversión pudieran equiparar a los de la ampliación del Canal, proyecto que sí pasó por el tamiz de en un análisis sesudo de costo beneficio de las distintas opciones viables y de un referéndum. Incluso, mucha gente lo aprueba porque ya se ve “paseando” en el Expreso M99, como niño con juguete nuevo, pero a costa del resto de los contribuyentes y sacrificando otras necesidades, pues este servicio tendrá que ser subsidiado.

También es probable que muchos panameños aprueben la compra de los corredores Norte y Sur, felices porque ahora “son nuestros” y con la esperanza de que reduzcan las tarifas.   Como reza la teoría económica, un bien o servicio vale lo que el consumidor está dispuesto a pagar por el mismo; dura realidad del discriminador y excluyente sistema de precios imperante.

Mi “hijo político” me manifestó que no siente caro el Corredor Norte porque el trayecto de su casa al trabajo se ha reducido de 75 a 20 minutos. Muchos usuarios piensan igual, aunque es obvio que todos seríamos más felices si redujeran la tarifa.

El Gobierno podrá, con fines mediáticos, anunciar una rebaja en las tarifas, pero no hay que ser doctor en economía para saber que si las reducen significativamente aumentará el volumen del tránsito y, por ende, los tranques a las horas consabidas. ¡Quedaríamos en las mismas!

Pero, ¿conviene distraer 600 mil dólares del Fondo Fiduciario y de la Caja del Seguro Social en la compra de empresas que están prestando un aceptable servicio?, operación en la que, además, no se está agregando nada a la economía nacional ni al bienestar de la población más necesitada, salvo un mayor rendimiento en dichos fondos; pero, siendo éstos tan sensibles, ¿no deberían mantenerse invertidos en activos más líquidos y menos riesgosos?

Y, ¿no son acaso otras las prioridades que deben ser atendidas respondiendo a las infinitas carencias de las grandes mayorías del país?

Lo correcto hubiera sido, una vez auditados los corredores, negociar los contratos bajo mejores parámetros y que los que no están en capacidad de utilizarlos se vean beneficiados con las acciones que se están emprendiendo en materia del mejoramiento del tránsito vehicular y del transporte colectivo, sumado a un intensivo plan de inversiones destinadas a ampliar vías y a mejorar intersecciones.

Cumplir promesas de campaña, que siempre surgen al calor de la misma y regularmente sin el más mínimo escrutinio y fundamento analítico, le permite a un mandatario quedar bien políticamente con el electorado, pero si tales acciones no forman parte de las prioridades nacionales no se le estará dando el mejor uso alternativo a los escasos recursos del Estado ni agregando nada nuevo al bienestar social de los menos favorecidos. Esto no es cambio, sino más de lo mismo… y hasta peor.

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Este artículo se publicó el  12  de abril de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El Panamá neutral

La opinión de…..

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Javier Barrios D.

A raíz del 9-11, el presidente Bush dijo: “Quien no está conmigo es mi enemigo”, lo que motivó que algunos mandatarios de países hermanos de Latinoamérica, proclives a Washington, terminaran prácticamente declarándole la guerra a Bin Laden y a los terroristas del mundo, incluyendo entre estos a los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Doña Mireya se sumó a este llamado, aunque tenuemente, supongo que porque ¡nuestro país no tiene presupuesto para guerras!

El problema con las FARC en la frontera con Colombia data desde los tiempos de Omar Torrijos, quien, como buen estratega militar y de posiciones progresistas, manejó muy bien el asunto. Esos muchachos, en aquel tiempo colmados de ideales y de esperanzas, en sus huidas se escondían en nuestro territorio, como lo han hecho siempre en Ecuador y Venezuela, pero les estaba vedado ocasionar molestias a nuestra población y a la Cancillería, y adentrarse demasiado en suelo patrio. Como respetaban sobremanera a Torrijos, cumplían, hasta donde les era posible, con ese pacto no escrito. No me consta, pero se dice y se deduce.

En años recientes, se han escenificado algunas escaramuzas en dicha frontera sin mayores consecuencias y hubo guerrilleros apresados que luego fueron repatriados, pero nunca antes se conoció de enfrentamientos serios de la Policía panameña con las FARC y menos de guerrilleros muertos.

En situaciones como estas, pudiera ocurrir igual que con los accidentes de tránsito cuando no hay testigos, donde el muerto –que no puede defenderse y menos recurrir al “juega vivo”– resulta culpable.

Los medios de comunicación nos han informado en el pasado de casos en que muertos inocentes a manos de la Policía aparecen con armas que nunca tuvieron. No me consta, ni estoy insinuando que haya sucedido algo igual con los guerrilleros muertos en Darién, pero los antecedentes dan margen a la duda.

Puede ser mera coincidencia, pero es muy sintomático que el referido enfrentamiento haya ocurrido a escasos días de la reunión que sostuvieron los presidentes Martinelli y Uribe. Este último se apresuró a felicitar a Martinelli por el deber cumplido y por un acto “tan heroico”.

Acciones como esta, así como la posición del actual Gobierno en la crisis y en las elecciones hondureñas, y el trato poco amable dado a los galenos cubanos (que realizaron más de 40 mil operaciones gratis, que el Ministerio de Salud y el Seguro Social nunca hubieran logrado) son parte del “cambio”, principalmente en la política exterior; lo cual a nadie extraña, pues es propio de regímenes de derecha, pero es preocupante que no se detengan un momento a analizar las consecuencias de sus actos y de sus palabras.

Los medios de comunicación, entretenidos con los problemas de la procuradora y creyendo en Uribe (para quien todos los guerrilleros son narcotraficantes y terroristas), no han analizado el suceso con las FARC y sus efectos, que es mucho más grave de lo que aparenta. ¿Por qué?: Panamá no puede dárselas de fanfarrón, ni asumir actitudes desafiantes, ni tomar partido en contiendas ajenas porque, aunque Estados Unidos no necesita tratados para intervenir o invadir a otro país (pruebas sobran), en nuestro caso poco le cuesta echar mano al Tratado de Neutralidad del Canal, en caso de que el tránsito por la vía peligre.

¿Será que lo de las FARC es algo orquestado para que, cuando no tengamos la capacidad de enfrentar el problema, llamemos a Washington?

Los panameños tenemos la obligación ineludible de revertir dicho tratado a nuestro favor, con la adhesión del mundo entero al mismo, incluso lograr que se modifique, eliminando todo vestigio de intervención en nuestro suelo (Omar Torrijos siempre dijo: “Hemos avanzado, la lucha continúa”).

La neutralidad no significa asumir la actitud del avestruz o no es sinónimo de cobardía o de comodidad es, en el caso nuestro y por razón de la bendita vía acuática y nuestra soberanía, una necesidad… un deber.

Que Estados Unidos se las vea con sus enemigos, pues él solo se los buscó, y Colombia que se encargue de sus insurgentes, narcotraficantes y paramilitares. No nos involucren; peor aún, no nos involucremos; vivamos en paz, lo que exige de todos y cada uno de los panameños y, especialmente de los gobernantes, actuar con madurez, con sensatez y administrar responsablemente nuestro Canal, nuestros recursos, nuestras injusticias sociales, nuestra seguridad interna, nuestras fronteras y nuestra soberanía; siempre bajo el “paraguas” de la neutralidad y no del Pentágono.

Dios nos libre de represalias por parte de las FARC y de un acto terrorista. Y otra vergonzosa intervención o invasión… jamás.

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Artículo publicado  el 20  de febrero de 2010  en el Diario La Prensa, a quien damos, lo mismo  que al autor, todo el crédito que les corresponde.

¡Mi televisor es milagroso!

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¡Mi televisor es milagroso!

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Javier Barrios D.
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Ocasionalmente, los medios locales informan de hechos milagrosos acaecidos en alguna parte del mundo, como: brotan lágrimas de los ojos de un santo, sale sangre del costado de un santo o de las manos de un sacerdote, aparece imagen de la virgen en la pared de una casa.

¿Recuerdan la Virgen del Valle de la Media Luna de Colón? Los desprevenidos creyentes pasan peripecias y pagan por presenciar en vivo tales apariciones y los promotores de las mismas hasta fortunas han amasado.

En asuntos de fe yo no me entrometo.

Normalmente llego a casa a las 6:00 p.m. y como no acostumbro a contaminarme con noticieros y debates matutinos, ávido de noticias me lanzo a la hamaca, enciendo el tv y, con soda y popcorn, me propongo “disfrutar” de las mismas, en cualquiera de los dos canales nacionales, pues, como ofrecen lo mismo, no tengo preferencias, salvo por las presentadoras.

Arrancan con los titulares: “Lo acribillan por presunto tumbe de droga”, “crimen pasional”, “dos muertos en balacera entre pandilleros”, “bala perdida mata a niña”, “capturan a ladrón con cajero automático al hombro”, “asaltan carro blindado a punta de naranjazos”, “delincuentes ‘pitonisos’ asaltan a un turista en el Corredor Sur”, “secuestro express agravado con violación carnal”, “diablo rojo’ en regata atropella a cinco personas”, “10 manifestantes cierran la Transístmica” (porque una torre de celulares tiene una bomba atómica), “hombre desesperado se lanza desde el Puente de las Américas”, “madre de familia y maestra en sesión de boxeo en el salón de clases”, etc. ¡Vaya menú!

Entran en materia y a los pocos minutos, buscando algo distinto, decido cambiar al otro canal local, pero, para sorpresa, están pasando las mismas espectaculares e ilustrativas noticias que acabo de presenciar en el anterior, pero en un orden ligeramente diferente.

Dejo el control un rato tranquilo y la locutora me dice “¡no se vaya, que apenas estamos empezando!” y “muerta de la risa” anuncia, para más adelante, otros eventos de “pura sangre” (ojalá fueran de caballos) con la intención de que yo no toque el control y permanezca con ella hasta las 7:00 p.m.

He llegado a la conclusión que los reporteros de ambos canales que, producto de nuestro “fabuloso” sistema educativo, distan de ser elocuentes y no cesan de estropear la lengua de Cervantes, juegan vivo… han firmado un pacto, mediante el cual, el primero que llega al sitio de los hechos, llama al otro, o sea que, con tal de llevar las últimas a los televidentes, sacrifican la primicia. ¡No hay otra!

El impacto de estos noticieros en el medio ambiente es tan nefasto (pobre capa de ozono), que la Autoridad Nacional del Ambiente debería modificar la ley pertinente, incluyéndolos entre la lista taxativa de proyectos que, para ver la luz, requieren de un estudio de impacto ambiental.

En efecto, la adicción (el rating) a estos noticieros es tal, que compiten con el tafil, pues uno termina desvelándose si no ve sangre antes de ir a la cama; los pandilleros disfrutan los noticieros sintiéndose famosos y evaluando la eficacia de sus fechorías; los delincuentes novatos, con tantos detalles de las noticias, aprenden rápidamente la lección; el marido maltratador decide emular a uno que asesinó a su ex esposa y al concubino, optó por cambiar de maltratador; un hombre, al presenciar las dantescas escenas de un suicidio, decide imitar tan valiente acto; un turista recién llegado al hotel, sintoniza un canal local y a la media hora opta por viajar a otro país, pues Panamá es el país más peligroso del mundo; etc.

Pasando de un canal a otro (hasta se me está dañado el control… otro efecto negativo), emocionado de tanta docencia y esperando la tan anunciada noticia que te ofrecen de postre, abstraído por completo, no me percaté que de la pantalla del tv brotaba sangre a cántaros.

Me bajé súbitamente de la hamaca, me arrodillé mirando al cielo y empecé a gritar, ¡milagro, milagro, de la tv está brotando sangre!

Mi mujer, que estaba viendo las noticias en el tv de la recámara, pues odia mi cambiadera de canal, corrió antes mis gritos, creyendo que yo me había vuelto loco, y cuando vio el tv, en efecto, todo manchado de rojo, me dijo, ¡Viejo, nos salvamos, cobremos por la entrada!, pero cuando hagamos los depósitos en el banco, alquilemos un carro blindado a prueba de papayazos.

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Publicado el 18 de julio de 2009 en el diario La Prensa, a quien damos, al igual que al autor, todo el crédito que les corresponde