Un vendedor de esperanzas

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La opinión de la periodista……

KATHIA AIZPURÚA CH.

Un hombre encorbado hasta su cintura a la misma hora y en el mismo lugar atraviesa una larga cola diciendo: “¡Buenas tardes, hermanito!, ¡Buenas tardes, hermanita!, ¡Solo vine a saludarte!”. Su joroba lo hace verse diminuto. Pero igual, levanta su cabeza conectando su mirada directo a la tuya. “¡Que Dios te bendiga, hermanita! ¡Que Dios te bendiga, hermanito!”.

¿También lo has visto? Para ver su rostro solo necesitas inclinar un poco tu cabeza. Si lo haces, de seguro notarás el brillo de sus ojos, cómplices juguetones de su entusiasta sonrisa.  Pero, aunque no le des ni un peso, no te eximes de su anticipada bendición.

Sus chancletas están desgastadas y su piel curtida por el sol. Si observas con más detalle, descubres que su correa es una tira que da dos vueltas en su pantalón enrollado hasta los tobillos, y aunque tambalea un poco mientras camina, nadie podría dudar de la emoción con que repite “ ¡Dios te bendiga a ti y a tu familia!, ¡Solo vine a saludarte! ”. Aquel viejito hace que la fatiga de mi largo día parezca una estúpida insolencia.

Ese, cuyo nombre desconozco y que dudo tenga suficientes años para recibir 100 dólares en este momento, me pareció hoy el mejor vendedor de esperanzas que mis ojos hayan visto.   Imagino que a veces recibe monedas por caridad, pero asumo que muchas más, por cariño recíproco. Porque muchas veces, el cariño se revierte instantáneamente cuando se siente de veras.   Es contagiosos como un bostezo, pero su sensación te inunda de placer y rebolotea de una manera muy singular.

Aquel caminante, despilfarrador de bendiciones, que esquiva charcos en una maltrecha piquera de corredores, me recuerda que hay alegría en los impensables rincones.   Que aunque aquellos, sus bolsillos emparchados, tal vez hayan olvidado cómo se siente una cartera dentro, aun hay quienes en medio de las carencias poseen las riquezas que otros con un poco más añoramos.   Aquel viejito encorbado hoy fue mi inspiración.

“ ¡Gracias hermanita!. ”. Qué mezquina me sentí. Solo fueron un par de monedas. Él a cambio abasteció al tope mis baterías hoy.

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Publicado en 29 de diciembre de 2009 en el diario La Estrella de Panamá a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.