La opinión de…..
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Humberto R. Leignadier
El Parque Natural Metropolitano, que abarca un terreno de 232 hectáreas y que forma parte de la ciudad de Panamá, es una auténtica joya que alberga variada flora y fauna. Es natural, porque después que el hombre lo talara se ha regenerado un bosque similar al que existía antes. Constituye el único pulmón para la ciudad, contribuyendo a disminuir la contaminación que aumenta día a día. Panamá y Nairobi, en Kenya, son las pocas ciudades en el mundo que cuentan con un parque natural dentro de sus límites.
El Parque Natural Metropolitano facilita las actividades científicas y culturales, protege las aguas del río Curundú y, muy importante, forma parte de la zona de amortiguamiento de la cuenca del Canal de Panamá. Sin embargo, es preciso aumentar su servicio y el acceso a la comunidad para que lo disfrute plenamente.
Actualmente, el parque lo administra un patronato conformado por la alcaldía, otras instituciones gubernamentales y cívicas, el cual no cuenta con los recursos ni el apoyo requeridos para que cumpla su función a plenitud.
El Patronato de Panamá Viejo, organización de una exitosa trayectoria en la ejecución de obras de restauración y adecuación del área monumental, serviría de ejemplo para ampliar la participación del sector privado en el Patronato del Parque Metropolitano, el cual cuenta con mejor acceso a fondos y aportes, para proveerlo de senderos, veredas y áreas de esparcimiento cuidadosamente diseñados y ejecutados sin afectar su integridad. Así, la mayoría de los panameños, que actualmente no lo conocen, aprenderían a apreciarlo en su justo valor.
Desafortunadamente, quienes están en contra de esta reserva son aquellos que no comprenden su importancia como elemento ambiental; ellos consideran que debería dársele otro uso, y lo ven como un obstáculo para el desarrollo de la ciudad.
Si bien es cierto que se dificulta integrar el área canalera a una ciudad que carece de planificación y que ha crecido desordenadamente en forma lineal, no por ello se justifica la destrucción del parque. Si es preciso atravesar el parque para comunicar las áreas revertidas, entonces estas se deben hacer subterráneas o elevadas para asegurar su integridad. Si es para ubicar allí edificios e instituciones públicas o para hacer un gran parque central que incluya toda clase de facilidades para actividades recreativas, hay que buscar terrenos adecuados donde pueden realizarse esas obras.
Ya se ha despojado al parque de buena parte de su patrimonio para construir el Corredor Norte. Es cuestión de prioridades: la calidad de vida de los habitantes de la ciudad es prioritaria; además, el parque tiene un gran valor económico como atractivo turístico.
Sin duda, su preservación es vital para el logro de ambos objetivos. Nos corresponde hacer todo lo necesario para protegerlo y mejorarlo; no debemos permitir que nos lo arrebaten.
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Este artículo se publicó el 28 de mayo de 2010 en el diario La Prensa, a quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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