La sutil diferencia entre arquitectura y repostería

La opinión de…

Orlando Acosta

Degradación simple y pura es lo primero que viene a mi mente, parafraseando al arquitecto francés Jean Nouvel, cuando leo la noticia en primera plana sobre el inicio de las obras del nuevo edificio del hemiciclo legislativo.

En Panamá la práctica de la arquitectura y urbanismo sucede de manera diferente que en otros lugares del mundo. Lo panameño es resultado de la ausencia de una reflexión sobre la relación entre espacio y sociedad, de la historia y de la funcionalidad. Para estar de acuerdo con Renzo Piano, es lo que la hace más próxima a la repostería que a la construcción de ciudades.

La propuesta y el aporte de los arquitectos y del Estado como promotor y regulador del espacio urbano tienen notables ejemplos en las grandes metrópolis del mundo, pero no así en Panamá.    Edificios como el Beauborg o Centro George Pompidou en el centro histórico de París, el estadio de fútbol Nicola de Bari en Italia, la galería Menill en Texas, o las intervenciones en el Potsdamer Platz de Berlín (centro de la ciudad post la caída del muro), o la escuela Anna Frank y la Ópera de Lyon son resultado de un arduo y profundo ejercicio reflexivo en el que los volúmenes, texturas, lenguaje, significado, uso y entorno determinan el resultado final como aporte perpetuo al espacio urbano por genios como Piano y Nouvel.

Allí la diferencia entre las ciudades del primer mundo y el caos urbano de las nuestras; entre albañiles y arquitectos, entre mediocres y maestros.

La mayoría de estas obras urbanas y arquitectónicas citadas acá son insertas en el contexto de una sociedad moderna y democrática, y son resultado de la ejecutoria de notables arquitectos, cuyas obras fueron reconocidas y desarrolladas mediante concursos promovidos desde el escenario del Estado, como responsable de articular la construcción de una ciudad eterna, universal y sobre todo funcional sobre la base de una discusión amplia, transparente y democrática.

En Panamá, el predio del Palacio Legislativo es el caso único y excepcional en la historia de la ciudad de Panamá que es resultado de esta metodología de trabajo. A finales de la década del 50, post asesinato del presidente Remón Cantera, el Estado panameño convocó a un concurso internacional para producir lo que fue en su momento uno de los espacios de la arquitectura modernista más notables en América Latina.

El edificio y el conjunto escultórico, reseñado en los anales de la historia de arquitectura en América, fue resultado de un concurso internacional. Hoy lo premiado y reconocido es desfigurado y transformado de “a dedo” sin ningún criterio objetivo que simplemente la necesidad de ampliar cubículos y recintos para albergar al exponente más contradictorio, absurdo y corrupto de la élite política panameña. La degradación de lo urbano es al menos consecuente con el proceso de descomposición de lo político. No hay más que decir.

Las iniciativas del Estado, impulsadas por el gobierno de turno en Panamá expresadas en el producto de una ciudad gubernamental, la insistencia en una torre fálica de oficinas públicas en la Avenida Balboa, en un centro de convenciones, en una sede del Tribunal Electoral serán resultado de un ejercicio impositivo, de un interés de lucro privado revestido de una transparencia dudosa y celebrada en faraónicas fiestas navideñas, mientras el país se ahogaba en agua; son ejemplos alejados de una reflexión profunda, ausente de una visión de futuro y lejos de la imagen de una ciudad perpetua, rica, armoniosa con significado histórico y cultural.

Al final, expresa el resultado de una sociedad con un legado mediocre, agresivo, sin significado, sin historia. Un espacio y una ciudad que refleja y deja viva la percepción o simplemente reafirma el proceso de la degradación simple y pura de los espacios y la sociedad que contiene.

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Este artículo se publicó el 21  de enero de 2011   en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Portobelo, patrimonio en riesgo

La opinión de…

 

Orlando Acosta

El inusual evento climatológico al que estuvimos expuestos en días pasados dejó una serie de efectos sobre el territorio y la sociedad panameña. La interrupción del suministro de agua a más de la mitad de la población del país ha sido de los más comentados, sin demeritar la pérdida de vidas humanas.

Las inundaciones provocadas por las principales cuencas hidrográficas del país demostraron la condición de vulnerabilidad y riesgo a que se exponen las poblaciones asentadas en las riberas de los ríos más importantes, aguas abajo de las principales presas para el control hidrológico de los ríos Bayano y Chagres.

Las pérdidas materiales fueron cuantiosas y el impacto sobre el territorio aún se está por estimar, sin embargo, quedan otros temas que considero deben ser puestos sobre el tapete para su reflexión y discusión. Es así que se hace necesaria una pausa para evaluar las causas que provocaron muertes y metros de sedimento que se asientan hoy sobre el pueblo de Portobelo y las fortificaciones del sitio de patrimonio mundial.

Cinco vidas humanas cobró el alud que, además, cubrió con cientos de metros cúbicos de lodo y roca el Fuerte de Santiago de La Gloria.   El poblado y sitio de patrimonio mundial ha sido impactado por efectos de un evento intenso, acentuado por el cambio en las condiciones del clima global.

Lo anterior se agrava ante la ausencia de visión planificadora, frente al cambio climático y conservación patrimonial. Estamos hablando de acciones y estudios que tomen en cuenta el manejo de los riesgos y amenazas que traen el cambio climático, los desastres naturales y cómo se articulan a las políticas de conservación patrimonial. Ante la ausencia de planes de manejo y conservación para el conjunto monumental de Portobelo que consideren estas amenazas se está poniendo en riesgo la población y la continuidad del sitio patrimonial.

El ordenamiento del poblado de Portobelo, la evaluación de la condición de las estructuras y del entorno natural que forman parte del conjunto monumental y la formulación de planes ante las condiciones del cambio climático son tareas prioritarias. Urge articular planes de contingencia para la atención de la población y conservación de los fuertes.

Creo que aún no se ha estimado el alcance de los daños sobre el sitio de Portobelo, como tampoco se ha podido articular un operativo para la limpieza. El efecto de una acción que no esté enmarcada bajo criterios técnicos puede dar el golpe mortal a las ya deterioradas estructuras del conjunto monumental. La acción del hombre puede ser, en este momento, más nociva que el agua, el lodo o el tiempo.

¿Quién lidera este proceso hoy en Portobelo? ¿Cuáles recursos se encuentran disponibles para atender a la población? ¿Quién está evaluando el alcance de los daños sobre el recurso cultural? ¿Cómo se está enfrentando la crisis? ¿Se ha informado ya a la Unesco de lo ocurrido, tal y como establecen los procedimientos de gestión de sitios inscritos en la lista de Patrimonio Mundial? No tengo respuestas.

Los recursos culturales y la pérdida de vidas humanas comparten una misma característica: son elementos no renovables, es decir, que no es posible su reemplazo en el evento de su muerte o desaparición. Aquí lo medular del asunto: si las personas y las fortificaciones de Portobelo son destruidas por la naturaleza o por la no acción del hombre, estas nunca podrán ser reemplazas.

Las amenazas climáticas sobre el poblado y el conjunto monumental son reales. Ante la situación de hoy, es urgente articular una acción de emergencia para la protección de las personas y el rescate y la conservación del conjunto monumental de Portobelo.

Lo ocurrido en Portobelo es una sirena de alarma para atender, desde la perspectiva de adaptación al cambio climático, la continuidad de otros sitios patrimoniales como lo es el Fuerte San Lorenzo.

Desde hace tiempo hacemos un llamado de atención para que el Estado, desde su responsabilidad en la conservación patrimonial, articule una acción científica, técnica y social para integrar la participación de actores públicos, privados y agentes económicos que garanticen a los panameños y al mundo entero la continuidad de los valores culturales en tierras panameñas.

Estamos ante una posición de espera, como simples espectadores del cambio en los ciclos de la naturaleza. Estamos esperando más pérdidas de vidas humanas y la destrucción de un legado que tiene siglos de estar en pie sobre suelo panameño, pero no hacemos nada.

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<> Este artículo se publicó el 19 de diciembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Proyectos y conservación patrimonial

La opinión de….

Orlando Acosta

Hemos planteado, en otras entregas, algunos conceptos y opiniones sobre el tema de la gestión de los sitios panameños bajo las categorías de reconocimiento mundial, los grandes proyectos urbanos y los instrumentos de evaluación ambiental.

Nos preocupa cómo los grandes proyectos urbanos de carácter vial afectarán el presente y futuro de estos sitios.   Estamos hablando de la extensión de la cinta costera, el posible entronque con el sector de Amador, el Metro Bus y la extensión del Boulevard Motta con la Avenida 12 de Octubre. Veamos.

Hace semanas un informe presentado por la Unesco evaluó la consideración de la exclusión de los sitios de Panamá Viejo y el Casco Antiguo de la categoría de Patrimonio Mundial, para ser ingresados en la lista de patrimonios en peligro.  Las razones son la poca claridad o el mensaje erróneo que el Estado panameño está enviando con relación a la política y gestión de los sitios patrimoniales bajo nuestra administración.

La extensión de la cinta costera frente al antiguo terraplén, en las cercanías del Casco Antiguo y la ausencia de un instrumento de gestión ambiental, aplicado al proyecto para evaluar el alcance de la intervención sobre los valores patrimoniales, es el asunto que gravita, entre otros, sobre la condición y futuro del sitio.

La posible extensión de la cinta costera para unirla al desarrollo de Amador se está considerando, sin que el impasse relacionado con los estudios de impacto ambiental, impuesto por la Ley 30 haya sido solventado.

La intervención del Estado en este proyecto de vialidad pone en riesgo definitivo los valores del Casco Antiguo y su condición patrimonial de carácter mundial.

Sobre el sitio de Panamá Viejo el asunto no es menos grave. Se publicó recientemente información sobre el proyecto Metro Bus y la localización de estaciones de origen o destino, una en las cercanías de la estatua de Morelos y otra, en el Puente del Rey. En adición, se plantea la construcción de otro tramo marino frente a la playa para unir el Boulevard Motta en Costa del Este con la Avenida 12 de Octubre. La infraestructura de transporte del Metro Bus encajona el sitio patrimonial de Panamá Viejo.   En este caso, un instrumento metodológicamente aceptado y normado, como lo es el estudio de impacto ambiental, brillará en ausencia.

Los estudios de impacto ambiental son importantes para evaluar el efecto que tendrán estos proyectos sobre el presente y futuro de dos sitios de valor patrimonial y de carácter universal.

Los estudios de impacto ambiental sirven para analizar de forma estratégica los elementos de política que conducirán a una condición de sostenibilidad o sustentabilidad ambiental, social, administrativa y, finalmente, a la conservación de los sitios de Panamá Viejo y el Casco Antiguo.

El estudio de impacto ambiental sirve para analizar y articular la política pública con relación a los desarrollos urbanos y a la conservación patrimonial. Es útil como instrumento de consulta ciudadana; apoya los conceptos de gobernabilidad y apuntala los procesos democráticos.

Urge la discusión del presente y futuro de los sitios de patrimonio mundial bajo nuestra administración. Urge evaluar el alcance y modificaciones a la regulación ambiental. Urge cimentar las bases de un futuro promisorio y de una sociedad panameña democrática, moderna y científica.

<>Artículo publicado el  2  de septiembre de 2010 en el diario La Prensa,   a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

De proyectos urbanos y goles legislativos

La opinión de….

Orlando Acosta 

El reciente aporte legislativo con relación a los proyectos de interés social y la modificación del régimen ambiental, particularmente lo relacionado al tema de los estudios de impacto ambiental generan interesantes reflexiones. Estos hechos, sumados al anuncio del Gobierno nacional sobre la ejecución de grandes proyectos urbanos, ameritan comentarios.

El Metro de Panamá, el centro de convenciones y los rellenos de Amador y Barraza, el túnel o puente bajo el Canal de Panamá para integrar la Zona Económica Especial Panamá–Pacífico, entre algunos, son a nuestro juicio, los temas centrales que motiva la ligereza en materia legislativa, al fragor del Mundial de Fútbol.

Los requerimientos de recursos financieros para completar un estudio de impacto ambiental, además del tiempo que conlleva su elaboración, sumado a la evaluación intersectorial de carácter gubernamental que demanda el proceso en cuestión, son los temas que afecta la modificación de la ley. A nuestro juicio falta divulgación y alcance por determinar.

Pongo en la mira las restricciones de financiamiento externo impuestos por los organismos bilaterales y multilaterales, al eliminar de esta manera los instrumentos de gestión ambiental vigentes, normados y reconocidos mundialmente.

Seremos cercados no por los regímenes antidemocráticos sino bajo una percepción externa de ignorancia. ¡Hemos retrocedido 30 años de evolución e historia ambiental!

Volviendo al tema de los proyectos de interés social que, luego se ampliaron a cualquier proyecto, entiendo entonces que estos solo serán normados por un instrumento voluntario que el “chorizo legislativo” ha llamado “buenas prácticas ambientales”, definidas por el Ejecutivo.

El compromiso ético hacia el ambiente natural, cultural, humano y económico quedará en manos de los promotores, en este caso el Gobierno y bajo la mirada técnica ya destartalada de la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam).

La Anam, bajo la égida presidencial y en complicidad con su gerencia, ya ha sido vulnerada por los despidos de cuadros técnicos con sólida formación.

En este escenario, preveo que el análisis del impacto ambiental en el plano territorial, económico y social de los proyectos estará fuera del partido, otorgando al Gobierno nacional “tiempo de juego”, para entonces ni siquiera mirar bajo un instrumento de rigor metodológico, validado internacionalmente, el impacto de estos grandes proyectos sobre la ciudad, la gente y el ambiente de Panamá.

El Gobierno se ahorrará de esta manera un par de miles de dólares en contratar los estudios de impacto ambiental y algunos meses en el proceso de evaluación intersectorial, teniendo así la excusa de ejecución presupuestaria y sumar a la lista de inauguración de obras a su rosario de triunfos políticos.

¿A cuál ahorro nos referimos? No entiendo aún.   Pan de hoy, hambre de mañana. Seguimos, además, colocando los grandes proyectos urbanos en una agenda partidista para ponerlos en las filas de corte de cinta.  Aun no aprendemos.

No alcanza el espacio de esta columna de opinión para analizar el despilfarro que el Estado hará de los recursos financieros y técnicos de todas las unidades sectoriales ambientales que establece el Decreto Ejecutivo que regula lo concerniente a los estudios de impacto ambiental.

Tampoco adivino el destino de todas las unidades ambientales de los ministerios de Obras Públicas, Salud, Desarrollo Agropecuario y de entidades como el Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales y de la Autoridad de Turismo de Panamá, y todas y cada una de las que conforman la ya fenecida estructura intersectorial de ambiente. Tendrá el Gobierno excusa para reducir las planillas de las instituciones que velan por el bienestar social del colectivo.

Felicito por el triunfo y la construcción de un Panamá mejor. Creo que el tema de la Ley 30 o mal llamada “ley chorizo” amerita algo más que divulgación, tal como lo expresó el vicepresidente de la República en declaraciones al país.

Mientras esto sucede, recomiendo a los panameños que sigamos de cerca las eliminatorias del “torneo político” interno y no prestar mucha atención a lo que sucede en Sudáfrica, porque al final del partido, el Mundial solo nos dejará el recuerdo amargo del grito de gol de nuestro flagrante equipo Legislativo, bajo la dirección del capitán del Ejecutivo al frente.

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Este artículo se publico el 29 de junio de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

De proyectos urbanos, cinta costera y malezas en las playas

La opinión de…..

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Orlando Acosta

Decidí centrar la entrega de este artículo en nuestras permanentes reflexiones sobre la definición de políticas y proyectos de desarrollo, la base u ofertas de recursos naturales y, finalmente, en el beneficio colectivo.

Me permito recordar a los lectores que Panamá cuenta con el privilegio de miles de kilómetros de costas, incluyendo playas, manglares, esteros y bahías; extensos recursos bióticos y las primeras ciudades a orillas del océano Pacífico. Lo anterior le otorga a este país un sitial privilegiado no solo por su historia, sino por su naturaleza y diversidad biológica y cultural.

No es casual que la Organización de las Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (Unesco) haya otorgado a este pedazo de universo cinco sitios de categoría mundial.

Panamá posee valores y recursos de orden único y de carácter universal. Surge, a la discusión pública, el valor de dichos recursos y la estrategia de desarrollo ventilada para el bienestar colectivo. El debate se cierne hoy entre los grandes proyectos urbanos y nuestra definición como país minero y últimamente petrolero. Llamo la atención, también, a la debilitada institucionalidad del Estado y la aplicación y cumplimiento de las normas.

Entre el plano de lo político, y muy lejos de lo técnico, se ventilan alternativas al desarrollo nacional. Ejemplo: la extensión de la cinta costera frente al terraplén; la construcción de un relleno en Barraza–Amador para un Centro de Convenciones; el cacareado metro y, ahora, recientemente un túnel por el Canal para unir a la ciudad de Panamá con la Zona Económica Especial Panamá–Pacífico y, finalmente, la más descabellada y última propuesta de Panamá como país minero y petrolero.

La ausencia de una evaluación de nuestro potencial desarrollo en base a la oferta de recursos naturales y culturales, sumado a la praxis gubernamental en materia de gestión ambiental, pone en duda el verdadero potencial y futuro de nuestra sociedad.

¿Cómo fueron evaluados los aspectos sociales, económicos y culturales de la extensión de la cinta costera frente al terraplén en los predios del Casco Antiguo? El proyecto se construyó “al rompe” sin estudio de impacto ambiental.   El efecto sobre el Casco Antiguo y la funcionalidad vial, urbana y patrimonial no fueron evaluados. ¿Qué sucedió allí?   ¿La ley del oeste o la locura perniciosa se impusieron? ¿O fueron, tal vez, los apetitos inmobiliarios por la nueva plusvalía de antiguos “quilombos” los que impusieron la iniciativa?   Cualquier cosa es posible y no sé qué es más peligrosa: la ignorancia, la indolencia o la insanidad mental.

Ahora los arquitectos cartageneros nos dirán que hacer y, en ausencia de una política de desarrollo, todo lo anterior se propone y decide sin valorar nuestras fortalezas y recursos.

Ahora, mi otra pregunta señala la gestión de los próximos proyectos de desarrollo en el área de la ciudad de Panamá: la construcción del metro, el centro de convenciones en el área de El Chorrillo y Amador y, recientemente, el túnel bajo el Canal.  ¿Nos espera una gestión correcta en el uso de las costas de la ciudad y de su patrimonio urbano?

La realidad nos plantea nuevos retos. ¿Seremos simplemente espectadores y víctimas, nuevamente, de las malas decisiones de quienes dirigen el gobierno de turno? ¿Cómo se respetarán e integrarán los valores urbanos y paisajísticos de la ciudad de Panamá cuando comiencen las excavaciones de los túneles del metro y sus estaciones? ¿Cómo y cuál será el tratamiento de los elementos de carácter histórico–arquitectónico–patrimonial de la ciudad por la construcción del metro? ¿Veremos demoler otros hitos urbanos y conjuntos en la ciudad, como sucedió con el barrio de Bella Vista? ¿Seremos, en 50 años, tan orgullosos como los habitantes de la ciudad de Moscú con relación a la estética y valores de las estaciones del metro de la capital rusa? ¿Caeremos en los estereotipos arquitectónicos bajo la justificación de una dizque globalización, trocando identidad por homogenización?

Volviendo al tema de la orilla de mar, ¿se respetará la condición del Casco Antiguo y las murallas de mar con el nuevo centro de convenciones? ¿Se extenderá la cinta costera y los túneles por el Canal, como maleza, sobre las playas de la ciudad? ¿Conservaremos nuestro patrimonio? ¿Qué ocurrirá con la gente, con los pescadores de la cooperativa de El Chorrillo y la continuidad de su actividad económica ligada por años a las costas y a los frutos del mar? ¿Qué les espera a los habitantes de El Chorrillo? Adivina.

Despierta panameño del sueño y del letargo, pues parece que el tic tac del reloj que suena nos recuerda con un repiquetear y redoble de tambores sordos que nos llegó la hora del pueblo.

Las decisiones sinrazón se mueven por nuestra sociedad como la maleza a orilla de la playa, fuera de control, arrastrándose por todas partes, amenazando con la pérdida irreparable de nuestros mayores patrimonios: el mar, nuestras ciudades y nuestra gente.

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Este artículo se publicó el  5  de mayo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Oro por cobre, ¿negocio redondo?

La opinión de….

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Orlando Acosta


He leído con extrema preocupación la noticia sobre el anuncio de la nueva política estatal en materia de manejo de recursos naturales y potencial minero.

¿Hacia dónde nos lleva la promoción de la minería en Panamá? ¿Cuántas hectáreas de bosques y manglares vamos a destruir? ¿Cuánta información genética se encuentra en riesgo de desaparición? Lo que está claro es que se dice que el Estado recibiría regalías anuales por 94 millones de dólares y las empresas obtendrían ganancias por mil 368 millones de dólares.

La dizque distribución de riqueza es cuestionable, más cuando escuchamos de las voces simplistas de miembros del gabinete que afirma que “lo correcto de la ecuación de que el Estado ganará un 2% en regalías versus el 29% de las empresas.

En una contribución anterior sobre el tema, señalamos en esta misma columna de opinión el potencial turístico y de investigación científica del Pacífico Occidental panameño y el riesgo de la minería en ese lugar del país.

Allí fuimos enfáticos en decir que: “la continuidad de esa riqueza biológica –de interés y carácter planetario– está amenazada por procesos de origen humano y por la débil organización de la administración del Gobierno y distante de las políticas de Estado”. Parece que seguimos impasibles ante esta realidad.

Los yacimientos cupríferos del oriente chiricano son unos de los más grandes del planeta, no hay duda, eso afirman expertos. Expertos también señalan sobre la riqueza de los humedales y arrecifes de coral en las costas de Veraguas, en el golfo de Montijo y archipiélago de isla de Coiba, este último reconocido bajo la categoría de Patrimonio de la Humanidad. ¿A quién le importa esto?

La cuenca hidrográfica del Canal produce agua para la mitad de la población del país. La actividad minera extractiva de carácter no mineral ha demostrado abusos contra el ambiente.

Estamos ante una situación de sordera e indolencia. Lo que parece importar es el billullo y el tan cacareado beneficio económico. ¿Riqueza para qué y para quiénes? ¿A cuáles bolsillos llegará el billete de los cacareados beneficios económicos de la minería? ¿Para satisfacer promesas electorales y seguir viendo el desfile de patéticos políticos cambiar de toldas partidista?

Obviamente, la ganancia le interesa a actores como Corea del Sur y a Río Tinto Zinc, o a países desarrollados como Canadá o Italia. El dinero para ellos y la basura y los desechos del beneficio mineral para nosotros. La desolación se extenderá más allá de las más o menos 5 mil hectáreas de tierras explotadas y en las aguas de los lagos y ríos de país. Panamá y los panameños no merecemos este destino.

Ante la fragilidad de la gestión ambiental imperante en estos días, lo que se avecina es una gran piñata donde los recursos de Panamá y su gente se ofrecen por centavos. Estamos ante la próxima transacción de ribetes escandalosos en donde Panamá se ofrece en el mercado internacional y donde se oye el grito desesperado de nuestros gobernantes y muy lejos el eco de los panameños que en Panamá se cambia oro por cobre.

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Este artículo se publicó  el  1 de abril  de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

La ciudad de las luces

La opinión de….

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Orlando Acosta

No se trata de París, se trata del reflejo de la pantalla gigante que asalta y deslumbra con su impertinente brillo y perpetuo titileo a transeúntes, conductores, amas de casa y todo ser que se atreva a circular o vivir en el sector de Marbella en ciudad de Panamá.

Hace ya varias semanas que varias personas me han señalado el tema de la valla lumínica de formato gigante sobre un edificio a un extremo de la Avenida Balboa. Supongo que el evento luminoso celebra, por parte de promotores y publicistas con el más puro egoísmo, el reflejo de miseria e indolencia urbana hacia la ciudad de Panamá, a sus ciudadanos en el entorno de la polémica cinta costera.

Mi interés sobre el tema de las vallas gigantes y su impacto en el entorno urbano me llevó a buscar qué había sobre el tema en otras latitudes y cómo se analiza el impacto de dichos aparatos publicitarios. Obviamente no encontré ninguna referencia de sociedades del Tercer Mundo o de aquellas que pretendemos llamarnos “modernas”.

La Commission for Arquitecture and the Built Environment del Reino Unido ha estado evaluando el impacto de esta publicidad gigante de carácter luminoso en el entorno urbano de Inglaterra y el Reino Unido. La discusión de su uso y regulación en la sociedad británica viene siendo discutida hace tiempo y se encamina hacia un proyecto de directrices para regular la ubicación y operación de grandes pantallas digitales luminosas en espacios públicos. Esto está en marcha desde julio de 2009. Veamos.

Las primeras pantallas luminosas de formato gigante en ciudades del Reino Unido se estrenaron para la transmisión de los Juegos Olímpicos de Beijing. El carácter de las pantallas fue temporal, como discutido por expertos en desarrollo urbano.

La discusión se centra en el desmejoramiento de la calidad urbana, destrucción de los valores estéticos de las ciudades inglesas, contaminación visual, control de multitudes y la promoción de libar en espacios públicos.

Los impactos han sido dramáticos en la sociedad inglesa. El permanente parpadeo de las luces y lo que se han propuesto regular apunta hacia lo que ellos han calificado como “la mutación de un terrible video pop de 24 horas continuas”.

En el seno de la organización municipal británica se discuten los costos de mantenimiento. Las instituciones inglesas dedicadas a la conservación de ciudades y los valores patrimoniales discuten también los efectos en la desvalorización de estos espacios.   Todos coinciden en que los recursos asignados a construir y mantener los adefesios luminosos urbanos podrían asignarse a otras prioridades de recreación y cultura de sus ciudades.

Ahora mi pregunta, ¿qué hacen y opinan en Panamá las autoridades administrativas y municipales de la ciudad y las instituciones que regulan los asuntos urbanos sobre el efecto de la valla gigante que se ha tomado la esquina de la cinta costera?

Como colofón del asunto, las autoridades de educación y cultura han pasado por alto lo que señaló una ciudadana en otro espacio de opinión, y lo que los promotores de la pantalla gigante y quienes se anuncian allí, en decirnos además, que negocio se escribe con la letra ese.

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Artículo publicado el 15  de marzo de 2010 en el diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

Patrimonio cultural, su significado y retos para su conservación

la opinión de…..

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Orlando Acosta

La noticia del desplome del Hotel Central en el centro histórico de la ciudad de Panamá hace imperioso reflexionar sobre el valor y significado de los elementos del patrimonio cultural y los mecanismos para su gestión y conservación. También se hace imperante una discusión sobre el rol de este patrimonio cultural y su significado para nuestra sociedad.

La experiencia panameña la considero fracasada, si ponemos en perspectiva temporal los resultados de la ejecutoria de los actores públicos y privados. Los resultados en el plano de lo arquitectónico han sido devastadores en el caso del Hotel Central, mediocres en otras intervenciones desde el punto de vista de la restauración. La mayoría exhiben violaciones a las normas y falta de criterio en la conservación.

En lo social, las inversiones y las intervenciones han sido las menos. Bajo el lente de mi percepción, la principal debilidad la ubico en que la conservación patrimonial en Panamá no ha encontrado un equilibrio entre los intereses privados, la función social del patrimonio y su significado para nuestra sociedad. Esta situación condiciona el desempeño de lo privado y de lo público y compromete la acción transparente y la independencia de la institucionalidad y su compromiso en la aplicación de la norma.

Las normas, reglamentos y demás instrumentos han sido doblegados a favor de los intereses del sector privado, principalmente el de carácter inmobiliario. Otras decisiones en lo funcional, como las intervenciones arbitrarias del Ejecutivo –como el cierre de calles– esto último, a metros del hoy hotel derribado.

El patrimonio cultural y la función residencial, identificada por los gestores del mercado para su valoración se centran en la idea de maximización de utilidades. La igualdad es simple: mayor metraje igual a mayor ingreso. Esto se valida cuando el mismo mercado asigna al metro cuadrado demolido o construido en el Casco Viejo como el más caro en todo la ciudad de Panamá. Que lo digan los promotores. La restauración de los inmuebles no encuentra convergencia entre los intereses privados y los sociales.

El Estado y su frágil institucionalidad ha sido débil en la aplicación de la norma. La batalla parece estar perdida y el caso más patético lo evidencia hoy la ruina del Hotel Central. Los escombros hablan de lo mismo. ¿Qué más evidencia?

Hace tiempo la organización social panameña manosea la figura de patronatos para la conservación del patrimonio cultural. El resultado de este modelo ha tenido relativo éxito en materia de conservación y administración del patrimonio cultural, debido, entre otras razones, a que concilia intereses, administra fondos y apoya en la aplicación de la norma.

El desarrollo de la figura de los Patronatos está limitado por la ausencia de foros de discusión sobre el tema general del patrimonio y la nueva modalidad de gestión en la sociedad panameña. Veamos.

El Patronato de Panamá Viejo (PPV), creado en el año de 1995 –y a nuestro juicio el modelo más exitoso en el tema de la administración del patrimonio cultural panameño– participa en el manejo, administración, conservación y difusión del Conjunto Monumental de Panamá Viejo.

Tiene una junta directiva representada por personas de organizaciones privadas y públicas y varias comisiones de trabajo con el propósito de asesorar a la junta directiva. Ha suscrito y mantiene 12 convenios con instituciones académicas y científicas a nivel local e internacional. Tiene un laboratorio de conservación y un departamento de Arqueología y Arquitectura. Opera un Museo en sitio, único de carácter urbano–arqueológico que existe en la ciudad.

En más de 10 años el Patronato de Panamá Viejo es reconocido como un exitoso instrumento, abierto y transparente para la conservación, investigación y comunicación.

Desde nuestro punto de vista, este modelo lo ubico en el plano de lo exitoso, con mayor apertura en términos de participación social ciudadana en el tema de conservación, investigación y divulgación del patrimonio cultural.

La diferencia de Panamá Viejo con el Casco Viejo es que el primero es un espacio relativamente vacío y el otro es un espacio habitado. Ambos sí, llenos de conflictos en lo social y en lo urbano. Esta condición marca la diferencia, pero hay oportunidad de exportar lecciones aprendidas y esto podría darse mediante la discusión de sus resultados.

Es necesario destacar que el Patronato de Panamá Viejo no ha producido demoliciones al interior del Conjunto Monumental que es objeto de su tarea diaria.

El Patronato de San Lorenzo y Portobelo es el más reciente en escena. Se organiza para conservar dos sitios de categoría mundial y cuyos valores arquitectónicos, culturales y naturales se encuentran en peligro de destrucción. No hay noticias públicas sobre él. Veamos cómo resulta su ejecutoria.

En nuestra opinión, una característica clave para el éxito de los patronatos es la composición de sus membresía y los mecanismos de relevo y representación social. ¿Quiénes son sus miembros? ¿Son representativos de los intereses de la sociedad? ¿Cómo se eligen? ¿Cómo se toman las decisiones en el seno de la organización? ¿Son transparentes en su gestión? Estos temas –a nuestro juicio– pueden ser mejorados con voluntad de los mismos patronatos.

Se requiere de una mayor apertura en la discusión social que permita la inclusión democrática en sus instancias de decisión. Solventado este aspecto veremos mayor transparencia, efectividad en su gestión, más recursos para su operación y garantía para una continuidad del patrimonio cultural de la sociedad panameña.

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Publicado el 24 de enero de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Cinta costera, una oportunidad para el cambio

La opinión de…..

Orlando  Acosta

Este título puede evocar la cortina de un canal de televisión satelital.   No. Ahora lo transformo en una frase que recoge la realidad y la oportunidad.

Ayer domingo decidí calzar las chancletas, zapatos o como quieras, las zapatillas del pueblo y caminé por la cinta costera. Primer paseo dominical desde que los medios demonizaran al pueblo y al gobierno de turno sobre el uso y desuso, la inversión y la construcción del llamado paseo costero. Lugar y tiempo que habla de los millones invertidos, de las toneladas de detritos y basura vertidas después de los masivos encuentros populares en el parque lineal de la Avenida Balboa.

Mismo tiempo de las mal cantadas villas navideñas.  Tiempo de escándalos edilicios. Eco de voces de peculado, de vicios y favores.  El paseo me hizo reflexionar no en los apetitos mercantiles del Alcalde y sus parientes, sino en la poca visión sobre el potencial del paseo en un lugar de encuentro, cultura, educación ciudadana y detonante para el cambio.

Entre el calor y brisa y el magnifico paisaje urbano compré una paleta de coco en el lugar de las extremas salas de cine al inicio del paseo costero.   Mientras duró el deleite de la lechosa, dulce y saturado sabor del coco y mis manos pegajosas jugaban con el papel de envoltorio, a riesgo te lanzarlo al mar, lo mantuve en mi bolsillo del pantalón por casi medio kilómetro del paseo.   No encontré, sino hasta las canchas de basketball, pasado el BBVA, el primer “tinaco” dispuesto a recibir mi basura. ¿Qué hace la gente con los papeles en las manos luego de caminar más de medio kilómetro en la cinta costera?   Adivina.

La cinta costera ofrece a los medios de comunicación un espacio de crítica a la conducta social y se asoma como la más grande escuela de formación de valores cívicos y morales de la ciudad. Interesante idea que aún no he escuchado.

Todos los mensajes al pueblo en la cinta costera comienzan con un rotuno NO.   No tire papeles. NO tire basura (a dónde),  NO Pise la grama,  NO juegue en los gaviones, NO cruce la calle. Basta de NO. Que opinen los sicólogos sociales.

Cinta costera lugar de SI. Oportunidad y espacio de educación ambiental para educar sobre los sitios de conservación de aves migratorias. El golfo y la bahía de Panamá lugar de encuentro de ballenas legendarias y sitio de riqueza marina único en el Pacífico americano. Cinta costera: escenario de economía urbana.

Encontré a panameños y panameñas tratando de hacer su domingo, bien en fogones de carne en palito, ceviche, raspao y otros seduciendo a turistas y locales con la yuca sancochada.

También pensé que este espacio de mercado dominical debería servir al pueblo para clínicas de empresa y asesorías financieras dadas por nuestros ex presidentes y actuales presidentes.

Los primeros que tienen el talento de evadir la ley y de tener yates, aviones, helicópteros, autos de carrera con mil dólares provenientes de los peculios de su esposa y el otro de amasar fortunas millonarias veinte años después de la ruina de la invasión de 1989.  ¿Cómo lo hacen? Deberían compartir su talento con el pueblo.

Cinta costera, espacio de memoria e historia cultural.   ¿Qué significado tendría para los niños el “man” de la bola al otro lado de los cuatro carriles de carros del viaducto?   Solitario y aislado en un espacio de la cinta costera. Vasco Núñez jamás podrá contestar a los niños sobre el océano Pacífico y cinco siglos más tarde la proeza de los panameños en la ampliación del Canal de Panamá.

¿Echarán de menos los niños y niñas de Panamá la historia que ya no nos podrá contar el edificio de la embajada norteamericana en la Avenida Balboa?   La cinta costera y su diseño aislaron los elementos culturales más importantes del conjunto de parque lineal, condenando a propios y a extraños presos a perderse en los laberintos de la historia local y universal.

Qué no decir del Pacífico sonoro de Gaspar Octavio Hernández, del barrio de La Exposición, del presidente Belisario Porras, del Instituto Gorgas, de la Avenida Balboa, de Pedrarias Dávila, de Panamá Viejo, de Taboga, de Pizarro, del Canal, del hospital Santo Tomás, de la fiebreamarilla, ¿quién y que más en la lista para interpretar a Panamá para los panameños?

En la cinta costera no hay intención de hacer orgullosos a los panameños, de hacer entender su pasado histórico condenándolo a la confusión del inminente mundo globalizado.

Más allá de lo dicho, visto y documentado, la cinta costera presenta un espacio optimista para promover un panameño nuevo que le de libertad y poder para moverse en trazos hacia un Panamá mejor y entonces pregunto: ¿Tú qué aportas?

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Publicado  el   22  de  enero  de 2010  en   el  Diario  La  Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Patrimonio cultural y 250 mil dólares

La opinión de……

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Orlando Acosta

Leí con profunda tristeza y preocupación el anuncio que se hacía ante nuestra sociedad y el mundo.  La locura que nos gobierna y que nos envuelve en su insanidad mental, traza la visión que dejará sin recuerdo una vez más, nuestra memoria urbana y universal. Se nos arrebata con el más profundo desparpajo elementos importantes a la historia de nuestro país, nuestra ciudad y al mundo.   Seguimos apostando a perdedores. Triste destino nos depara.

Nuestros gobernantes ratifican la destrucción del edificio de la antigua Embajada de Estados Unidos en la Avenida Balboa.   El edificio será reemplazado por una torre estatal de 70 pisos, cuyo diseño conceptual será resultado de una designación de un grupo de arquitectos de Chicago por doscientos cincuenta mil balboas.  Lamentable noticia.

Lo más paradójico es que el anuncio se hizo el día en que se conmemoraron 20 años de la invasión de Estados Unidos en Panamá.  No defiendo acá el evento funesto que pintó de muerte y destrucción a Panamá. Los hechos del 20 de diciembre de 1989 son el testimonio del más brutal abuso contra nuestro país de parte uno de los ejércitos más poderosos del planeta. Parte también de la historia.

El edificio de la Embajada no solo nos recuerda esos eventos. La sede de la Embajada de EU es referente de una larga cuenta de hechos y aportes en el plano de la ingeniería, investigación y salud pública. Hitos y eventos entre los pueblos de Panamá, Estados Unidos y el mundo.

El edificio de la Embajada representa las complejas relaciones que dieron como resultado una de las obras de ingeniería moderna: El Canal de Panamá. En el plano de salud pública, simboliza los ingentes esfuerzos por erradicar uno de los vectores más agresivos y que diezmó miles de personas llegadas al trópico para completar la llamada “epopeya americana en el trópico”.   La fiebre amarilla y la relación entre los científicos estadounidenses y panameños resultaron en esfuerzos en materia de investigación y salud pública de carácter mundial.   El Instituto Gorgas preconiza el resultado inimaginable de uno de los centros de investigación científica del mundo tropical.

La misma institución de referente regional, que rinde honor al médico norteamericano que vivió y trabajó en Panamá, mismo lugar que logra aislar para la OMS y el mundo este año el virus del A(H1NI), asesino estrella en la última pandemia mundial de influenza. ¿Significa algo para ti todo esta relación de hechos y aportes? ¿Tiene que ver lo que este edificio representa para nosotros? El Instituto Smithsonian de Investigación Tropical (STRI), el más antiguo y más prominente laboratorio de los trópicos en el mundo también es parte de esa relación entre Panamá, Estados Unidos y el mundo.

¿Significa algo para los panameños, la investigación, su biodiversidad y la relación entre dos países y el mundo? ¿Qué se dice de la relación entre las dos naciones y la formación de un número plural de técnicos y científicos amparados bajo programas de becas de intercambio científico y cultural? El papel de los elementos del patrimonio cultural, en el caso del patrimonio construido (edificios y conjuntos) da cuenta de la evolución social, económica, investigación científica y temas de salud pública de carácter universal.  La permanencia de estos elementos nos refiere a conceptos de identidad, continuidad cultural y aportes universales. Esto lo confirman expertos. Nuestros gobernantes nos restriegan lo contrario.

En el caso de la ciudad de Panamá, el valor de edificios como la antigua sede de la Embajada de Estados Unidos en la Avenida Balboa responde a razones que se pueden encontrar en los largos años de relación de Panamá con Estados Unidos. Si el tema del “Incidente de la tajada de sandía”, la construcción del ferrocarril transístmico, la independencia de Panamá de Colombia, el Tratado Buneau Varilla, la construcción del Canal de Panamá, el control de la fiebre amarilla, el monitoreo de la biodiversidad en los trópicos, la investigación de enfermedades tropicales, los eventos del nueve de enero, la invasión de 1989 no nos dicen nada de esta relación, entonces estamos como decimos en buen panameño: bien mal o en Bosnia.

A propósito de Bosnia, la destrucción del puente de Mostar (siglo XVI) ameritó su posterior reconstrucción luego del “urbicidio” y del genocidio resultante de la guerra de los Balcanes en noviembre de 1993. Acá no reconstruimos nada, nos dedicamos a borrar y a destruir.

Las estructuras y edificios como estos ejemplos son historia de los pueblos, aunque no hayan sido reconocidos por Ley.

Los valores lo asocian al colectivo social y no por ello deben ser despreciados ni cambiados por torres diseñadas por 250 mil dólares.  ¿Vale este dinero la referencia material de nuestra relación de historia entre Panamá y Estados Unidos? ¿Simbolizada un edificio los aportes a la ciencia, tecnología y salud pública a Panamá y el mundo? ¿Vale 250 mil dólares el diseño conceptual de la torre estatal de 70 pisos que destruirá la memoria colectiva? No lo creo.

Seguimos borrando la memoria de los panameños con plumazos y retroexcavadoras para dejar la ciudad como una boca sin dientes y sin posibilidad de mostrar al mundo y a la historia universal una sonrisa que diga orgullosamente:  somos panameños.

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Publicado  el   19  de  enero  de 2010  en   el  Diario  La  Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

El conflicto entre la conservación y el desarrollo

La opinión de….


Orlando  Acosta

Recientemente participé en la presentación del Plan de Conservación del Pacífico Occidental de Panamá (POP), ejercicio de planificación para la conservación del patrimonio natural panameño.   Este plan fue desarrollado por investigadores de The Nature Conservancy, del Instituto de Investigaciones Tropicales, en estrecha colaboración con la Autoridad de los Recursos Acuáticos y organizaciones de la sociedad civil.

El POP aporta al conocimiento para mejorar la conservación y al uso sostenible de los recursos marinos y costeros en el Pacífico panameño. Identifica las principales amenazas de origen humano que atentan con su continuidad.

Contiene más de 455 islas en cuatro archipiélagos y aproximadamente 2 mil 300 kilómetros de costa. Se extiende desde Punta Mala, en Azuero, hasta Punta Burica, en Chiriquí, y posee un posible endemismo inusual de corales y esponjas.

Es una prioridad de conservación en toda Mesoamérica. El Parque Nacional Coiba es parte de este tesoro natural, con un reconocimiento mundial por la Unesco bajo la categoría de Patrimonio Mundial.

La continuidad de esa riqueza biológica –de interés y carácter planetario– está amenazada por procesos de origen humano y por la débil organización de la administración del gobierno y distante de las políticas de Estado.

La clase política y la organización administrativa del Estado, que representan el poder en nuestra sociedad tienen la responsabilidad de determinar las políticas para la conservación y continuidad de este tesoro natural.

Como eje del conflicto de las políticas de Estado y conservación del patrimonio natural se publica el mismo día de la presentación de POP, en titulares de La Prensa, el proyecto de ley sobre la titulación de islas y costas en Panamá.   En el ojo de la tormenta y bajo el lente especulador de los desarrolladores turísticos se encuentra Bahía Honda en Veraguas, las costas, bosques, playas y arrecifes del POP.

La titularidad del tesoro nacional se lo pelean por la bagatela de entre cinco y quince centavos el metro cuadrado. Nuestro patrimonio está en liquidación. Los políticos, la administración pública, los empresarios y los gobiernos del primer mundo se abalanzan como buitres sobre lo que aún no está muerto.

Si no es poco, el gobierno de los políticos panameños anunció la activación de la explotación del yacimiento de cobre más grande del mundo en Cerro Colorado.

El probable vertimiento de los lixiviados del proceso de beneficio de cobre en los ríos de Chiriquí y Veraguas es una amenaza. Estoy seguro de que las empresas mineras no descargarán sus jugosos dividendos en aguas del POP, sino su veneno mortal. Estamos cambiando el oro natural por el cobre. Fallido planteamiento de política irracional de nuestros recursos naturales.

Se anuncia a ampliación y mayoría del sector privado en el Consejo de Turismo de la Autoridad de Turismo. El nombramiento de la viceministra de Ordenamiento Territorial es una buena noticia, ella tendrá un rol desafiante ante los vientos que soplan sobre el desarrollo urbano y la conservación de los recursos naturales amenazados del POP y del país. Le doy un voto de confianza.

Los vientos traen malos olores del performance de nuestros legisladores.  Se intensifica el tufo sobre la ignorancia de nuestros valores naturales y de las flatulencias de los apetitos voraces de inversionistas extranjeros.

El eco del interés de gobiernos foráneos se centra en proteger la seguridad de la inversión y no en la continuidad del patrimonio mundial. Es el eco de la misma voz de los representantes de los gobiernos más ricos, quienes se preparan para golpearse el pecho en el marco de la próxima reunión en la ciudad de Copenhague.

Mi preocupación se acrecienta, entre el auditorio no encontré a nadie de la Autoridad de Turismo, tampoco a representantes de la Cámara de Comercio ni de los testaferros de los inversionistas extranjeros.

Los legisladores brillaron, ausentes. Seguiré sin dormir ante la imagen de los icebergs flotando en las aguas de Nueva Zelanda. Me preparo para la noticia de que los beneficios económicos de la actividad minera se transforman en un mar de corales muertos. Me veo llorar mañana lo que como panameño no pude defender hoy.

Mi pesadilla se tropieza entre el ruido de la demagogia de los políticos, voces teñidas tal vez por ignorancia y el desprecio a nuestros tesoros naturales. Panamá y los recursos del planeta se encuentran como suculentos manjares para el lucro de los apetitos voraces de los empresarios y objeto de ignorancia de los políticos y administradores. ¿Cosas entre la politiquería, voces de conservación, mezcla de desprecio o ignorancia? Tú, ¿qué opinas?

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Publicado el 3 de diciembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.

De alcaldes y Navidad en el trópico

La opinión de….

ORLANDO ACOSTA

De alcaldes y Navidad en el trópico

Estoy leyendo en las páginas de los diarios de este país la preocupante propuesta de desarrollo y recreación por parte del jefe del municipio más rico y populoso de la República de Panamá, en el marco de las celebraciones de Navidad 2009.   El Sr. Bosco Vallarino propone la creación de una villa navideña, en donde se cantará a coro Noche de Paz, con el objetivo de romper el récord Guiness.

Bajo la sombra de un gigantesco árbol navideño, la multitud agolpada en la cinta costera acudirá al llamado del alcalde para alcanzar con acordes de esperanza el término de la violencia, el hambre y desempleo en la comuna capital.   No es suficiente para nosotros los ciudadanos de esta capital la descabellada propuesta, sino además ver desfilar gigantescas figuras infladas, las cuales probablemente quedarán atrapadas entre las torres de los edificios, árboles y tendidos eléctricos del paseo marino y ojalá en la memoria electoral del colectivo panameño.

Tal vez es su desmedido apetito ver su redonda figura flotar, no solo en la parada de Navidad al estilo Macy’s de New York, sino permanecer en la memoria de los panameños, como lo hicieron los puertorriqueños con la de la alcaldesa de San Juan de Puerto Rico, doña Felisa Rincón de Gautier, cuando el 6 de enero de 1952 hizo traer hielo por avión desde Estados Unidos.

La Sra. Rincón de Gautier hizo exhibir el cargamento de nieve en el parque Luis Muñoz Rivera, lo cual brindó al populacho alucinado el efímero placer de tocarla, comerla, de entrarse a pelotazos con ella, de fabricar, incluso, un muñeco patético que muy pronto vino a dar en lodo. Lo único valioso para Puerto Rico fue que esta “nevada” sirvió de espectacular preámbulo a la inminente constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico.

Volviendo al tema de la nevada en San Juan, la iniciativa detonó varios procesos en lo político y en lo cultural, todo ello en el imaginario colectivo de América Latina.

El 19 de diciembre de 1980, el pintor y grabador Antonio Martorell inauguró, en la sede de la Liga de Estudiantes de Arte, en San Juan, una exposición muy peculiar a la que llamó, hasta con toda la ironía del caso, “A White Christmas”. El evento artístico fue dedicado a la autora intelectual de la nevada del 52 y al gobernador en turno, Carlos Romero Barceló.   El Sr. Martorell exhibió ante una gran cantidad de público una muestra de tarjetas postales y carteles turísticos en los que se apreciaban los efectos de una gran nevada sobre las calles de San Juan, el Morro, LaFortaleza, la Iglesia Porta Coeli y hasta sobre las ardientes playas de la isla. El día de la inauguración, copos de nieve plástica descendieron sobre los asistentes, muchos de ellos ataviados con atuendos de invierno.

En aquel mismo año, el cineasta brasileño Carlos Diegues terminaba su película Bye Bye Brasil. Tal vez la escena más memorable es aquella en la que Gypsy Lord, jefe de un grupo circense ambulante hace realidad, ante un masivo auditorio, el deseo mayor de los brasileños: el progreso y la abundancia. Y para que así sea, mientras se escucha de fondo la canción White Christmas, interpretada por Bing Crosby.

En la película, Gypsy Lord hace nevar en el ámbito de la destartalada carpa. “Nieve como en Suiza, Alemania, Europa, Francia, la vieja Inglaterra y ahora en Brasil”, exclama el mago fraudulento, al tiempo que el alcalde del pueblucho se vanagloria de que semejante “milagro” hubiera ocurrido durante su administración.

Esperemos entonces, nosotros los panameños el milagro que nos promete el Sr. alcalde de la capital de Panamá y que ojalá la trasnochada propuesta sirva para que nosotros los panameños tengamos, al menos la capacidad dehacer películas, fotografiar imágenes y prometer con el voto del electorado en las próximas elecciones, un mejor futuro para la comuna capitalina.

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Publicado el 2 de noviembre de 2009 en el diario LA PRENSA, a  quien damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que le corresponde.