La opinión del Doctor en Medicina…..
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Rafael Pérez Ferrari
En 1993, mientras trabajaba como médico en el Hospital Santo Tomás, cayó a mis manos una encuesta realizada entre pacientes que asistían a la consulta externa de un hospital norteamericano. A ellos se les hizo la siguiente pregunta: ¿Por qué usted cambia de médico tan frecuentemente?
Algunas de las repuestas fueron las siguientes: porque siento que el doctor no me dedicó suficiente tiempo; porque no lo sentí muy amigable; porque sus respuestas no fueron honestas y completas; porque no entendí claramente lo que me dijo, y porque el médico no me trató con respeto.
Años después, a propósito de esa encuesta, encontré que había otros estudios que prueban que aquellos pacientes que entienden correctamente las explicaciones que se les ofrecen son los que mejoran mucho más rápido que los que se guardan sus dudas o síntomas.
Por eso se sabe que la mejor manera de interactuar con los pacientes y con sus familiares, es desplegar una generosa dosis de compasión y comprensión.
La palabra compasión deriva del latín. Compasión es patior y significa sufrir. Aunque todos los pacientes sufren, sólo el médico que es comprensivo es capaz de aliviar el sufrimiento de pacientes y familiares.
Tomar sus manos es, a veces, más importante que examinarlas. Para cultivar esa relación hay que comprender que es necesario que las autoridades deban concedernos a los médicos, tiempo perentorio para atender a cierto número de paciente por día.
¿Cómo fue que evolucionó la medicina a nivel mundial, tanto pública como privadamente? Se reconoce que hubo tres etapas:
1. Al principio de los siglos, los médicos filosofaron sobre lo que se llamó “el ojo clínico” y fue señalada como la primera etapa. 2. La segunda etapa, ocurrió desde octubre de 1983. Fue la llamada, “etapa de los pacientes”.
3. La tercera es la que estamos viviendo actualmente. Es “la del que paga”. Cuánto tienes, cuánto vales.
A partir de entonces fue cuando nacieron los llamados administradores puros de los servicios médicos, los cuales comenzaron a utilizar los valores, los criterios y las formas operativas de las organizaciones. Ejemplo de ello, lo vemos en la Caja de Seguro Social, la cual debiera cumplir con lo que ordena la Ley 51 de ella: ejercer una función y misión eminentemente sociales.
Pero hoy día, ante los deshumanizantes planteamientos que están señalando en voz baja las autoridades del Ministerio de Salud, la Comisión Médica Negociadora Nacional y el Sindicato Panameño de Médicos y Odontólogos (en formación) hemos levantado nuestra airada voz de protesta, porque sostenemos que el sistema de seguridad social panameño, se basa en un principio de solidaridad, en donde cada trabajador debe aportar de acuerdo a sus posibilidades y recibir según sus necesidades.
No olvidemos que a quienes atendemos nosotros son pacientes y no clientes, como sí lo hacen los comerciantes.
Finalmente, recordemos las palabras del médico militar Francis Peabody, quien en 1928 escribió lo siguiente: “Tiempo, simpatía y comprensión deben ser generosamente dispensados. Pero la recompensa debe encontrarse en los lazos personales que forman la más grande satisfacción en la práctica de la medicina. Una de las cualidades esenciales del clínico es el interés en la humanidad, porque el secreto al cuidar al paciente está en interesarse por él”.
Fue el 18 de marzo de 1993, cuando el doctor Peabody publicó en detalle las preguntas que había formulado en su clásico artículo titulado The Caring Phisician. Allí se atrevió a postular la idea de que el médico ideal es aquel que “se preocupa por sus pacientes, y no solamente que los atiende”.
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Publicado el 25 de enero de 2010 en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
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