Tranques de vías y mano dura

La opinión de…

 

Víctor J. Fábrega V.

Cuando algo les sale mal o algo les molesta, muchos corren a cerrar las vías públicas, creando descomunales tranques con graves consecuencias para Raimundo y todo el mundo.

Cerrar calles es una de las cosas que de inmediato les sale del alma hacer para desahogarse y llamar la atención sobre sus problemas, sin percatarse de que no importa cuán grave o cuán justos sean sus reclamos, eso es exactamente lo que no deben hacer.

Eso no solo no los ayuda a resolver su situación, si no que se perjudican ellos mismos; perjudican la economía del país, causan problemas de todo tipo y disgustos a la gran mayoría de nuestros compatriotas y visitantes que acaban odiándolos; mas aun si tomamos en cuenta que ellos nada pueden hacer al respecto y no tienen nada que ver con el precio de los guineos ni con sus problemas. En pocas palabras, sin razón, injusta e inútilmente hacen pagar a justos por pecadores.

En los países un poco más civilizados que el nuestro, permiten utilizar plazas y lugares especiales para que todo el que tenga una queja vaya con su cartelón en la mano a que todo el mundo lo vea y los periodistas pueden ir a entrevistarlos y filmarlos. Sin embargo, a ninguno de esos quejosos se les ocurre trancar una calle, porque de inmediato las autoridades despejan la vía a como dé lugar, los llevan presos y los multan. Estas penas aumentan cuando la persona o personas son recurrentes. En Panamá debemos hacer siempre eso mismo y sin excepciones.

Nuestros derechos terminan donde empiezan los de los demás. El derecho al libre tránsito es uno de ellos y su guardián somos todos. Esto es algo elemental y necesario para nuestro rápido desarrollo y convivencia pacífica.

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<> Este artículo se publicó el 24  de noviembre de 2010  en el diario La Prensa, a quienes damos,  lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Más artículos del autor  en: https://panaletras.wordpress.com/category/fabrega-v-victor-j/

El uso de las arenas submarinas

La opinión de…

Víctor J. Fábrega V.


Las arenas submarinas son los depósitos de este material que se encuentran en el fondo del mar, a diferencia de la arena de las playas que provienen principalmente de los volcanes y de los ríos que las depositan en sus desembocaduras y que, luego, por la acción de los vientos, las corrientes marinas y las olas se riegan por las playas y a lo largo del litoral. A esto se le añade las crecidas de los ríos y la acción de las olas contra la orilla que, con el tiempo, rompen las rocas y las convierten en arena. También se les añaden esqueletos marinos como conchas, caracoles, etc.

En el caso de las arenas submarinas, gran parte de ella eran playas que se formaron cuando el nivel del mar era mucho más bajo, además de las corrientes, las olas y los esqueletos marinos las siguen alimentando.

¿Qué uso se les da a las arenas submarinas en Panamá? Igual que en el resto del mundo, principalmente se utilizan en la industria de la construcción. Las de menor dureza, no aptas para concreto o repello, son muy buenas para obras de infraestructura como rellenos en el agua, como se hizo en gran parte de la ciudad de Colón y la Zona Libre, en el área de Refinería Panamá, en los puertos de Manzanillo y Evergreen en el Atlántico, y en los de Vacamonte y Balboa en el Pacífico.

Estas arenas se emplearon como relleno en gran parte de Miami, en Singapur, más de mil millones de metros cúbicos (m3); en el aeropuerto de Honk Kong, 252 millones de m3.; en la rehabilitación de playa de Cancún en México, 3 millones de m3; y en la creación de nuevas playas y otras obras en Europa, China y Medio Oriente.

Para la construcción se puede usar arena continental, roca o grava triturada. Para rellenos en el agua y para obras de infraestructura también se podría usar piedra de cantera o grava, pero por lo general sería más costoso, además del daño ambiental que causaría, afectaría las carreteras, provocaría perturbaciones al tránsito vehicular, etc.

La extracción masiva de arena de nuestras playas y ríos, que tanto daño causa, nos tiene traumatizados. Por información incompleta, muchísimos confunden las arenas submarinas extraídas mar afuera, con las de las playas. Por el contrario, la arena submarina extraída con tecnología de punta es una alternativa viable y económica a la extracción de arena de playas y ríos. No causa daños si se extrae a una distancia prudente (1 kilómetro o más de la orilla, dependiendo de su localización). Tampoco causa daños irreversibles a la fauna y flora porque al terminar en corto tiempo los trabajos, quedan al descubierto nutrientes que estaban sepultados. Además las grandes dragas, por su gran calado, no pueden acercarse mucho a la costa.

El medio ambiente, el turismo, el desarrollo y la extracción de arena submarina son compatibles y se complementan.   Debemos y podemos abaratar y acelerar nuestro desarrollo agilizando el buen uso de nuestros recursos naturales, incluyendo la arena submarina.

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Este artículo se publicó el 22 de julio de 2010  en el diario La Prensa,  a quienes damos, lo mismo que al autor,  todo el crédito que les corresponde.

¡Vivan las hidroeléctricas!

La opinión de…

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Víctor J. Fábrega V.

Afortunados somos los panameños que tenemos un gran potencial hidroeléctrico que estamos desarrollando. Los países del primer mundo ya no hablan de esto, porque durante la primera mitad del siglo pasado lo desarrollaron todo. Hoy, solo en el tercer mundo hay un gran potencial que todos están desarrollando de acuerdo con sus necesidades y con la mayor rapidez que sus recursos económicos lo permitan.

Las hidroeléctricas son la mejor opción en cuanto a electricidad por ser la más económica, más limpia, la que menos daños causan y porque nos darán energía para ahora y siempre, además de muchos otros beneficios.

En China, para la construcción de “Las Tres Gargantas” que para siempre será la más grande del mundo, hubo que relocalizar unos 5 millones de personas y anegar ciudades, cementerios y reliquias antiquísimas que quedarán preservadas para siempre bajo las aguas del embalse. Brasil construyó la de Itaipú, la segunda más grande, y pronto empezará la tercera más grande. Allí tienen que relocalizar varias tribus indígenas y anegar una parte de sus grandes reservas forestales para el embalse. Aquí en Bocas del Toro, tenemos que relocalizar a unas 50 familias, y las protestas se escuchan hasta en la Cochinchina. Si no las construimos ahora, más adelante esas cuencas serán invadidas, deforestadas, y el costo económico, humano, político y ambiental sería mucho mayor.

¿Por qué a veces se escuchan voces opositoras ? … Algunos se oponen por temor al cambio (el ser humano le teme aunque sea para mejor). Otros por motivos políticos. Creo que la mayoría actúa de buena fe, pero con información incompleta o equivocada. Algunos azuzados por terceros sin saber el motivo oculto. Están los que, desafortunadamente, hay que relocalizar (los afectados deben ser debidamente compensados); otros solo mencionan y hasta exageran la parte negativa, se olvidan de la parte positiva y no ofrecen alternativas (algo parecido parece ocurrir aquí con la minería, que es la base del desarrollo de muchos países).

Es cierto que a veces se ensucian los ríos y se deforestan los sitios de presa durante su construcción, pero eso es temporal y gran parte del área devastada puede y debe ser reforestada. Los embalses sirven para control de las inundaciones devastadoras de nuestros ríos salvajes, además de guardarnos agua para consumo humano, regar nuestros campos agrícolas, cría de peces y turismo.

Las selvas anegadas serían mucho menor que las que se necesitarían para absorber los gases contaminantes de las plantas térmicas que ellas remplazarían… Deben construirse donde se conjuguen las condiciones apropiadas de hidrología y topografía.

Para concluir, podemos vivir con las desventajas, que son una parte mínima en comparación con los grandes beneficios que nos brindan.

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Artículo publicado el 3  de junio de 2010  en el Diario La Prensa, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.

Defendamos nuestros intereses

Defendamos nuestros intereses


Víctor J. Fábrega V.

Con el título me refiero específicamente a los embalses, hidroeléctricas, minería, pastoreo, agricultura, desarrollo habitacional, obras de infraestructura, proyectos industriales, turísticos, portuarios, parques temáticos, tratados internacionales, sistema bancario, comercio, sociedades anónimas, etc., pues son importantes y necesitamos de todos ellos para nuestro desarrollo.

Todos, en mayor o menor grado, tienen oposición. Los principales opositores son los afectados y desplazados por estos proyectos, quienes deben ser razonablemente compensados; a éstos se suman los negativos permanentes que se oponen hasta a ellos mismos; otros lo hacen de buena fe, pero con información incompleta o equivocada; otros se oponen por motivos políticos, a pesar del daño que causan a obras prioritarias de interés nacional. También se oponen empresas y naciones que no quieren competencia y que sugieren, piden y hasta exigen cosas opuestas a las que ellos practican.

Todos los seres vivientes luchan en defensa de sus intereses. Los seres humanos, empresas, sociedades de todo tipo, y naciones, lo hacen con intensidad, sagacidad, sutileza y astucia, utilizando todos los medios posibles, incluso tras bastidores.

Como argumento esgrimen verdades parciales y hasta mentiras. Como banderas airean temas sensibles y simpáticos como medio ambiente, cambio climático, contaminación, ecología, deforestación, preservación de la flora y fauna, derechos humanos, moral, temas religiosos, derechos ancestrales y posesorios, discriminación, etc., pero el verdadero motivo es eliminar la competencia.

Como arma utilizan los medios de comunicación, las manifestaciones, tranques de calles, huelgas, demandas judiciales, sanciones económicas, embargos, guerras, etc. Además envían “expertos” asesores que están muy bien cuando sus intereses coinciden con los nuestros, pero en caso contrario sutilmente nos tiran al desvío.

Los panameños tenemos, con inteligencia y firmeza, que promover, proteger y defender nuestros intereses. En este mundo no hay nada perfecto, todo tiene ventajas y desventajas, lo primordial para nosotros es que tengan muchas ventajas y que podamos vivir con sus desventajas.

Las actividades que crean puestos de trabajo tanto en la ciudad como en la campiña son indispensables para nuestra estabilidad y progreso. El mayor causante de la degradación del ambiente en el campo es el campesino desempleado, quien con su machete y hacha derriba más árboles de lo necesario para leña y para la agricultura y pastoreo rudimentario.

Es básico mejorar la educación, sobre todo la primaria, pues es donde se da confianza al niño, se estimulan y orientan sus habilidades y sus deseos de instruirse y mejorarse. Después de una buena escuela primaria ese niño se educa a como dé lugar, aunque sea sólo. Las fuentes de trabajo en el campo evitan que los jóvenes emigren hacia las ciudades, aumentando la aglomeración con todas sus consecuencias negativas.

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Publicado el 26 de junio de 2009 en el diario La Prensa a quien damos todo el crédito que corresponde