La opinión de…
–
Wolfram González –
Intentaré hacer un breve recorrido respecto a la proveniencia del combustible en Panamá. En la década de 1960 se construyó una refinería en Colón. El Estado panameño tenía participación en esa planta, construida por la Compañía Texaco de Panamá y operada por ellos mismos. Debo destacar el gran impacto que trajo la Refinería Panamá (Refpan) en cuanto a la generación de empleos para la provincia de Colón.
Refpan fue diseñada principalmente para refinar bunker o productos pesados. No era ni la gasolina ni el diésel su fuerte. La mayoría de estos productos eran importados. Esto se acentuó en la décadas de 1980 y 1990.
Al tornarse obsoleta, dado el crecimiento del mercado interno y del Canal, costosa de operar y de modernizar, se decide cerrarla. Esto se ejecuta justo cuando la compañía Chevron adquiere a la compañía Texaco a nivel regional; se trató de una decisión estratégica y decidieron seguir importando combustibles a Centroamérica y Panamá desde las plantas refinadoras modernas y eficientes ubicadas en el Caribe.
Lo anterior originó conflictos que originaron una demanda al Estado y, al final, la compañía logró su cometido de cerrar la refinería sin mayor presión del Gobierno de turno en el 2002 y 2003, a cargo la presidenta Mireya Moscoso.
Mientras operó la Refinería Panamá el precio del combustible era fijado por una oficina de regulación de precios. En realidad ellos solo hacían el comunicado del precio que la compañía Texaco pactaba con el régimen de ese momento. El Estado era juez y parte.
Luego de la crisis, a finales de la década de 1980 y tras la invasión norteamericana, dicha industria al igual que el resto del país inicia una recuperación. Crece el número de estaciones de combustible, luego de que las petroleras lograron que el presidente Guillermo Endara redujera el impuesto en las gasolinas de B/0.90 por galón a B/0.60 por galón, y el diésel de B/.0.50 por galón a B/.0.25 por galón, corría el año 1992. El mercado era libre oferta y demanda desde ese momento.
Lamentablemente, en un escenario libre y de pocos jugadores, dicha reducción del precio no fue trasladada en su totalidad al consumidor final. Las petroleras iniciaron un agresivo plan de inversiones, pero también tomaron control de los puntos de venta. Esto es lo que se denomina la integración vertical; negocio de mayorista y minorista, además de importadores del producto. Eso es la queja de los independientes.
En el año 2003 se crea la Fórmula de Paridad. La misma fue producto de consulta con las petroleras y consultores. Al final la misma garantiza la existencia de inventario en Panamá, pues existe una ganancia asegurada para los importadores. Durante la pasada administración se revisó cada componente en conjunto con consultores externos y entidades como la Cepal. En resumen, se decide no poner en peligro la existencia de derivados de petróleo en Panamá.
La fórmula de paridad debe mantenerse, esto debe ser el límite máximo de precio al ingresar al mercado doméstico. El eliminarla despojaría al Gobierno del poco control que ostenta hoy.
<>Artículo publicado el 10 de septiembre de 2010 en el diario la Prensa, lo mismo que en el diario La Estrella de Panamá, a quienes damos, lo mismo que al autor, todo el crédito que les corresponde.
Filed under: Gonzalez Wolfram | Tagged: Combustibles, Historia de Panamá | Leave a comment »